Ya el resultado de la primera vuelta electoral en las elecciones presidenciales de Colombia celebrada el 29 de mayo, dio a conocer una clara perspectiva en torno al futuro de la relación de ese país con Venezuela y estableció la certeza de que ésta tendría un cambio trascendente respecto de lo acontecido en el pasado más reciente. Los dos candidatos que habrían de contender en la segunda vuelta, Gustavo Petro y Rodolfo Hernández manifestaron con certidumbre su voluntad de que en caso de ser elegidos a la más alta magistratura del país se abocarían de inmediato a restablecer los vínculos con su vecino del este.
Caracas expresó su satisfacción al constatar que una nueva era se abriría para las relaciones bilaterales a partir del mes de agosto, pero mantuvo discreta distancia respecto a favorecer a uno u otro candidato, allanando las condiciones para que independientemente de quién fuera el nuevo presidente, los tratos con el nuevo gobierno se desarrollaran con el mayor ímpetu a favor de los intereses de ambos pueblos.
La victoria de Petro en la definitiva segunda vuelta del 19 de junio, despejó cualquier duda respecto del rumbo y el ritmo que tendría el nexo entre los dos países. Para nadie es un secreto que, en términos políticos –y a pesar de las diferencias- Petro es mucho más cercano a Caracas que Hernández. Su pasada militancia en el Movimiento 19 de abril (M-19) una organización de clara filiación bolivariana, registra una identidad con la orientación del proceso político de Venezuela desde sus propia raíces.