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viernes, 25 de junio de 2021

Los sueños del Libertador Simón Bolívar después de Carabobo




Este 24 de junio, Venezuela conmemora el bicentenario de la batalla de Carabobo, en la que bajo conducción del Libertador Simón Bolívar los patriotas derrotaron al ejército realista al mando del general español Miguel de la Torre sellando de esa manera la independencia de Venezuela. Ya desde antes de la consumación de la victoria, Bolívar había reflexionado acerca de cómo dar continuidad a la guerra fuera del territorio venezolano. Tenía plena convicción de que mientras permaneciera un solo soldado español en América, no habría paz ni estabilidad para las nuevas repúblicas.

Con el objetivo de coordinar acciones y operaciones con las repúblicas del sur le había escrito sendas cartas el 2 de mayo de 1820 al Director Supremo de Chile, general Bernardo O´Higgins y al Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina). Así mismo, el 22 de diciembre de ese año, en una carta al vicepresidente de Colombia Juan Germán Roscio le manifiesta su intención de que tan pronto las circunstancias se lo permitieran, marcharía al sur al encuentro del General San Martín con el mismo objetivo. De igual manera, en preparación de la campaña en esa zona, en febrero de 1821 envió al General Antonio José de Sucre a hacerse cargo del Ejército del Sur. Todo esto ocurrió mucho antes que se realizara la batalla de Carabobo.

Inmediatamente después de la victoria, Bolívar se dirigió a Caracas donde entró el 29 de junio, permaneciendo solo unos días. El 6 de julio se trasladó a Valencia. Le preocupaba sobremanera la concentración en Puerto Cabello de los españoles que subsistieron después de la batalla. La situación económica era muy difícil, el desorden y el caos cotidianos. Además, le alarmaba que sus órdenes para perseguir y aniquilar los remanentes de soldados españoles que se dispersaron después de sobrevivir a la derrota sufrida el 24 de junio, no se cumplieron. En este sentido, tuvo que reconvenir severamente al general Santiago Mariño. En una carta a Santander el 10 de julio le confiesa que una vez derrotados los españoles, le inquieta la posibilidad de una guerra civil y afirma que solo la unidad y la solidez pueden preservar a Venezuela de ella.

jueves, 17 de junio de 2021

Nicaragua 2021. Una nueva agresión imperial

 


Nicaragua es un pequeño país de América Central que tiene una población 50 veces y una superficie 75 veces menor que la de Estados Unidos. El PIB estadounidense (en 2019) fue 1.772 veces superior al de Nicaragua el mismo año. Estados Unidos tiene 5.113 ojivas nucleares, 11 portaviones y 18 submarinos nucleares, Nicaragua ninguno. ¿Puede alguien creer en su sano juicio que Nicaragua sea una amenaza para Estados Unidos?

Si el problema fuera la democracia, vale preguntarse ¿Cuánta preocupación le genera a Estados Unidos la democracia en Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos o en nuestra región Paraguay, Brasil, Honduras, Venezuela Haití o Chile donde ha planificado, organizado y apoyado golpes de Estado en contra de la democracia?

Eso por no hablar del pasado cuando apoyó a cuánta dictadura hubo en la región. En la propia Nicaragua, Estados Unidos fue mentor de Somoza quien según el presidente Roosevelt era “un hijo de puta”, pero era “nuestro hijo de puta”.

¿De dónde viene entonces el furibundo odio que los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han sentido y sienten por Nicaragua? Sin duda alguna de su historia. Ningún país de América Latina y el Caribe le ha propinado a Estados Unidos tantas derrotas como la patria de Rubén Darío y Augusto C. Sandino.


Veamos. Su posición geográfica dentro de la cintura centroamericana le valió desde muy temprano la mirada ambiciosa de las potencias. Así, a mediados del siglo XIX, el filibustero estadounidense William Walker (hoy le diríamos mercenario) con el visto bueno tácito del gobierno de Estados Unidos, invadió Nicaragua con una fuerza militar que lo llevó incluso (aupado por un sector de los siempre presentes indignos y aleves que aparecen en todo proceso político) a la presidencia de la República. Las fuerzas patriotas se vieron abocadas a la Guerra Nacional para resistir la invasión extranjera. Tras avances y retrocesos que intentaba para consolidar su control sobre el país, Walker sufrió una contundente derrota el 14 de septiembre de 1856 en la batalla de San Jacinto a manos de los patriotas nicaragüenses que eran doblados en número, dirigidos por el coronel José Santos Estrada. Fue el principio del fin, por muchos más intentos que Walker hizo para sostenerse en el poder fue perseguido, acosado y finalmente fusilado en Honduras en 1860. El intento estadounidense de apoderarse de Nicaragua fue derrotado por primera vez.

jueves, 10 de junio de 2021

Brahim Basiri y El Uali, héroes eternos de la lucha del pueblo saharaui

                                                           
En este mes de junio se conmemoran dos fechas cruciales en la larga lucha -que ya dura más de 50 años- por parte del pueblo saharaui por su independencia y autodeterminación, primero contra el colonialismo español y luego contra el expansionismo marroquí. Esta épica contienda se inscribe en el marco de las luchas de liberación nacional de los pueblos africanos por su emancipación. La segunda mitad del siglo XX se caracterizó por el auge de las batallas por la independencia en el continente africano. En el año 1960 doce países accedieron a ella. Hay que señalar también que tres nuevos Estados (los que limitan con el territorio del Sahara Occidental) emergieron desde el colonialismo en fechas próximas a este año: Marruecos en 1956, Mauritania en 1960 y Argelia- después de una larga y cruenta lucha en la que más de un millón y medio de personas perdieron la vida- en 1962. Al día de hoy el Sahara Occidental es el único territorio colonial del continente africano.

El escenario internacional de luchas populares contra la lacra del colonialismo encontró oídos receptivos en la, hasta entonces denominada “Provincia Española del Sahara” en la que, a finales de los años 60, se fundó el primer movimiento de corte nacionalista y anticolonial, el que tras su creación, preconizó la lucha pacífica como medio para alcanzar la independencia nacional.

La nueva estructura denominada “Movimiento de Liberación del Sáhara” (MLS) se propuso reivindicar pacíficamente la independencia. En plazos muy cortos, la organización incorporó a cientos de militantes entre los obreros y empleados de la industria, funcionarios de la administración colonial, estudiantes, suboficiales y soldados. Liderado por Mohamed Sid Brahim Basiri, padre del nacionalismo saharaui, fue literalmente desmembrado por las fuerzas militares franquistas el 17 de junio de 1970, a raíz de la histórica manifestación de Zemla (barrio popular de la capital saharaui), cuando militantes del movimiento independentista y la población en general, salieron a la calle para rechazar pacíficamente la presencia colonial española y exigir la puesta en práctica de las resoluciones de la ONU, especialmente la 1514 (XV) de 1960, columna vertebral de la doctrina internacional de descolonización, que recoge el principio de la concesión de la independencia de los pueblos y países coloniales a través del ejercicio de su derecho a la autodeterminación.

sábado, 5 de junio de 2021

Un camino de victoria para Chile

 


Los reciente
s acontecimientos políticos en América Latina han sido generadores de un nuevo sujeto que protagoniza los hechos a partir de novedosas conductas no siempre comprendidas por sus antecesores. Ahora, son los jóvenes, las mujeres, los ambientalistas y los pueblos originarios entre otros, los que están señalando el rumbo y el ritmo de la lucha social.

No es viable establecer generalizaciones para todos los países. Cada cual tiene su propia historia, idiosincrasia, práctica organizativa y experiencia en las luchas populares que hacen inútil copiar modelos y métodos de acción. Los pueblos, a partir de su ejercicio propio, irán señalando el derrotero que debe seguir el camino de la liberación.

Las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias (que no son las mismas) forjaron coaliciones a finales del siglo posado que llevaron al gobierno a líderes populares que en casi todos los casos no provenían de los partidos tradicionales. Las organizaciones y los militantes sobrevivientes de las luchas de la segunda mitad del siglo XX se incorporaron como furgón de cola de estos avasalladores procesos que irrumpieron en la región tras el triunfo electoral del Comandante Hugo Chávez en 1998.