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sábado, 27 de octubre de 2012

A 50 años de la Crisis de Octubre. Parte I

 
El triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959 irrumpió como un vendaval en el planeta, en particular en América Latina y el Caribe. Se vivía una etapa caracterizada por un sistema internacional bipolar rígido que se trastornaba tan solo ante la posibilidad de cualquier vaivén que pusiera en entredicho los severos mecanismos de control tácito que cada polo de poder, Estados Unidos y la Unión Soviética habían establecido como forma de “ordenamiento” del sistema jurídico internacional.
 
Estados Unidos entendió con mucha rapidez la profundidad y alcance de la Revolución Cubana. Casi desde el mismo 1° de enero de 1959 comenzaron sus acciones agresivas en contra de la Isla. Las mismas se manifestaron en el terreno  del sabotaje económico y financiero y en el militar a través de agresiones directas y el apoyo a acciones terroristas que afectaban a ciudadanos y bienes cubanos.
 
El 4 de marzo de 1960, Estados Unidos estuvo tras la voladura del barco francés La Coubre, en el puerto de La Habana. Este criminal atentado ocasionó 101 muertos, entre ellos varios franceses, mas de 200 heridos y numerosos desaparecidos. Al año siguiente se intensificaron los actos terroristas, que incluyeron la quema de cañaverales durante la zafra azucarera, el sabotaje a fábricas y ataques de diversos tipos contra la economía. En estas acciones  fueron asesinados 281 ciudadanos, en su mayoría campesinos, mujeres y niños, así como milicianos y jóvenes voluntarios que participaban en la Campaña de Alfabetización.



Así mismo, el 29 de junio de 1960 las transnacionales Texaco, Esso y Shell, tradicionales suministradoras de petróleo a Cuba, interrumpieron el suministro del producto y se negaron a procesar el crudo adquirido en la Unión Soviética como resultado de las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos. En otro ámbito, a través de la ley pública 86-592 de 6 de junio de 1960 se autorizó al Presidente de Estados Unidos a determinar la cuota azucarera cubana para el resto de 1960. A partir de esto,  el Presidente Eisenhower redujo las importaciones de azúcar cubana en un  95% durante ese año. Como colofón de esta escalada agresiva, en abril de 1961, un importante contingente de mercenarios organizados, entrenados y armados por la CIA invadió el territorio de Cuba a fin de derrocar al gobierno revolucionario. En menos de 72 horas el pueblo cubano derrotó la intentona que tuvo siempre el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
 
En el funeral de las víctimas de los bombardeos aéreos que sirvieron como preludio a la agresión, en una multitudinaria manifestación. Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana. La guerra fría se había trasladado al continente americano. Ahora, la centenaria ambición de Estados Unidos de apoderarse de Cuba se insertaba en la lógica del mundo bipolar. En fecha tan antigua como 1805, Thomas Jefferson al entregar la presidencia de Estados Unidos le dijo a James Monroe “Nosotros debemos tener las Floridas y Cuba…”. El argumento lo daba el mismo Jefferson ese mismo año en carta al Embajador francés en Washington cuando le informaba que la ubicación de Cuba  “es necesaria para la defensa de Luisiana y la Florida”.
 
Con estos antecedentes que habían llegado a su punto cúlmine con la invasión en Playa Girón,  en abril de 1962, el líder soviético Nikita Jruschov arribó a la conclusión que Estados Unidos intentaría nuevamente una agresión en gran escala contra Cuba, pero que esta vez sus Fuerzas Armadas tendrían una participación directa a fin de asegurar el éxito en la operación.  La pregunta era qué podía hacer la Unión Soviética para evitarlo considerando la gran distancia que la separaba de Cuba y las complicaciones que ello significaba dada la cercanía geográfica de ésta con Estados Unidos.
 
En ese momento, Estados Unidos desarrollaba la “Operación Mangosta” con el objetivo de atacar a Cuba. Desde su aprobación por el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963 se realizaron 5780 acciones terroristas contra la isla caribeña, tal como lo señala el investigador Rubén Jiménez Gómez en un pormenorizado estudio que el diario Granma de La Habana ha publicado en 23 entregas hasta ahora.
 
Según Jiménez, el 10 de abril de 1962 el presidente Kennedy le ratificó al líder contra revolucionario José Miró Cardona “la disposición de su Gobierno de resolver el problema cubano por medio de las armas”. Ello dio paso a un infinito número de preparativos tanto en acciones de desestabilización en territorio cubano, como entrenamientos y maniobras en otras regiones del Caribe  para crear condiciones óptimas para la invasión.
 
Por su parte, a los líderes soviéticos les preocupaba el emplazamiento en Turquía de cohetes con cargas nucleares dirigidos contra la URSS los que sólo demorarían 10 minutos en hacerse presente en su territorio. Los cohetes Júpiter con un alcance de 1500 KM. se encontraban en número de 15 en Turquía, pero se habían hecho acuerdos similares con Italia para instalar 30 Júpiter y  con Gran Bretaña donde se planeaba ubicar 60 Thor, todos ellos apuntarían contra el Estado soviético. Jruschov pensó que podía “pagarle a Estados Unidos con la misma moneda” e instalar cohetes en secreto en Cuba, porque en esas condiciones un ataque estadounidense contra la Isla podría ser considerado un ataque contra la Unión Soviética y en esa situación se imponían otras reglas de juego, pues no pensaba el dirigente soviético que se pudiera producir un irracional ataque estadounidense contra objetivos que estaban bajo su protección y control  
 
Después de mucho reflexionar sobre el tema y de consultas a sus principales asesores militares y civiles quienes no tenían una opinión homogénea, Jruschov “llegó al convencimiento de que no era posible garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible agresión”  de acuerdo a lo que señala Jiménez en el artículo antes mencionado.
 
En ese marco, el 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS. Ahí se discutió acerca de cómo reaccionaría Cuba y su líder Fidel Castro ante la propuesta de instalar cohetes soviéticos en su territorio como medio para su defensa y seguridad ante la inevitable agresión armada que Estados Unidos preparaba. El Embajador Alexeiev era contrario a la idea y opinó que el máximo dirigente cubano la rechazaría. Jruschov expuso que todas las evidencias confirmaba la inminencia de un ataque estadounidense contra Cuba, que no tenía dudas de cual iba a ser la respuesta de su pueblo ante tal hecho pero que “era necesario  emplear un medio de disuasión que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión solamente podía ser el arma nuclear.”   Según su opinión “esa operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor”.
 
Dada la importancia y trascendencia del tema, en esa reunión no se tomó una decisión, sólo se creó un equipo de trabajo para preparara una propuesta. A cargo del mismo fue designado  el jefe de la Dirección de Operaciones, mayor general Anatoli Gribkov.
 
El 24 de mayo se reunió nuevamente el Consejo de Defensa de la URSS. Se discutió el documento preparado por el equipo del General Gribkov que proponía crear una Agrupación de Tropas Soviéticas  de hasta 53 00 efectivos, compuesto de unidades de las Fuerzas Terrestres, la Fuerza Aérea, las Tropas Coheteriles Estratégicas, las Tropas de Defensa Antiaérea, la Marina de guerra y Aseguramientos Combativos.
 
 
Después de un profundo debate el documento fue aprobado, pero se ratificaría después de recibir la aprobación de Fidel Castro, por lo que se enviaría una comisión a Cuba para efectuar conversaciones. Con ello, se había dado inicio a la “Operación Anadir”
 
CONTINUARÁ

miércoles, 17 de octubre de 2012

A 200 años de la Constitución liberal de España.




España es un país de origen multicultural establecido en una región en la que a través de la historia se ubicaron diversos pueblos provenientes del norte de África y el oeste de Europa. Sufrieron diversas ocupaciones hasta que los romanos se asentaron en su territorio e impusieron por primera vez una autoridad política única hacia el siglo I a.C.

La península ibérica fue ocupada por los visigodos entre los siglo V y mediados del VIII d.C. Posteriormente los árabes invadieron el territorio y se mantuvieron por 7 siglos. Los descendientes de los visigodos concentrados en el norte de la península fueron organizando reinos (Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra y León entre otros) y comenzaron el proceso de unificación por oposición a los árabes.

Este proceso tuvo su punto cúlmine a través del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, cuyo nieto Carlos V llegó a ser Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que abarcaba la mayor parte de Europa. En 1492, estos monarcas expulsaron de España a los árabes y a los judíos paralizando el desarrollo del país y sumiéndolo en un atraso del que sólo pudieron reponerse bien avanzada la segunda mitad del siglo XX. Por esa “obra”, el Vaticano les otorgó el título de Reyes Católicos.

La monarquía de los Borbón, actualmente reinante en España, se estableció en el país al comenzar el siglo XVIII. A pesar de las gigantescas riquezas que expoliaron de sus colonias en América, su incapacidad administrativa y las repercusiones de la Revolución Francesa de 1789 ocasionaron una profunda crisis en el Estado. Al inicio del siglo XIX se empezaron a revelar expresiones de esa crisis cuando se produjeron diversas conjuras y manifestaciones populares en contra de la realeza. En estas condiciones Fernando VII asumió el trono para tratar de salvar a la monarquía e impedir que estas ideas libertarias llegaran al otro lado del Atlántico, donde vientos de libertad e independencia agitaban sus colonias en el continente americano.

Los movimientos independentistas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en Sudamérica, tuvieron su concreción en 1810 en Caracas cuando el 19 de abril se declaró la independencia de Venezuela, otras colonias tomaron el mismo camino durante ese año y los posteriores. La respuesta de la metrópoli no se hizo esperar, momentáneamente la contrarevolución se impuso y los patriotas se vieron obligados a desatar la guerra por la Independencia.

En España, el 19 de marzo de 1812 en una reunión extraordinaria de las Cortes en Cádiz fue promulgada la primera constitución del país, un instrumento jurídico bastante avanzado para su época. Su articulado considerado muy liberal para ese momento contenía un articulado que consagraba entre otros aspectos la soberanía en la Nación (ya no del rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes y la limitación de los del rey.

Esta constitución estuvo vigente durante dos años hasta que en mayo de 1814 fue derogada tras el regreso de Fernando VII a España. El monarca ordenó la detención de los diputados liberales e inició la más brutal persecución contra ellos. Los enunciados que significaban la pérdida de poder político y económico de la monarquía en favor de los ciudadanos provocaron una respuesta sanguinaria y atroz del Estado que nuevamente se refugiaba en el absolutismo más férreo para conservar la autoridad.



El símbolo más reconocido de la Constitución de Cádiz fue el general Rafael del Riego. Con el grado de Teniente Coronel, este valeroso militar asturiano juró la Constitución en 1812. A través de su participación en la masonería estableció contacto con los patriotas iberoamericanos y conspiró junto a otros liberales durante los 6 años de la restauración absolutista, hasta el establecimiento del llamado Trienio Liberal que volvió a darle vigencia a la Constitución Liberal de 1812, desde 1820 hasta 1823

El 1° de enero de 1820, en las Cabezas de San Juan (Andalucía), el Comandante Rafael del Riego proclamó la Constitución de Cádiz, restableció las autoridades constitucionales y con ello evitó el traslado a América, del Ejército con el que Fernando VII buscaba someter a los patriotas que luchaban por la Independencia. En su arenga a las tropas Riego expuso su rechazo a "…las órdenes de un rey ingrato que asfixiaba a su pueblo con onerosos impuestos”, explicaba que la monarquía “… intentaba además llevar a miles de jóvenes a una guerra estéril, sumiendo en la miseria y en el luto a sus familias”. Finalmente el honorable oficial informó a sus subordinados que “Ante esta situación he resuelto negar obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812 como válida para salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América y hacer felices a nuestros compatriotas”, finalizaba airoso exclamando “¡Viva la Constitución!"

A partir de aquel 1° de enero de 1820 ningún soldado español sería enviado a restablecer el absolutismo en ninguna parte de América. Esta decisión del general del Riego y de los liberales españoles y su determinada oposición a que se trasladara un nuevo ejército español a América tuvo una influencia decisiva en la Batalla de Carabobo y en los posteriores combates que llevaron a la Independencia definitiva en Ayacucho en 1824.

En ese contexto el propio Simón Bolívar en carta dirigida a Melchor Aymerich, último gobernador español de Quito, fechada el 18 de febrero de 1822 en Popayán en el que le insta a evitar mayor derramamiento de sangre ante la virtual debilidad de las tropas españolas frente a la ofensiva patriota, le informa de la rebelión de Riego como argumento para que Aymerich tome una decisión a favor del fin del conflicto. Expone el Libertador: “Tenga V.E. entendido que el gobierno español está reducido a una espantosa anarquía; que el señor General Riego, con otros muchos ilustres jefes, están a la cabeza de un partido republicano que en este momento debe haber derrocado al trono de Fernando VII. Yo podría convencer a V.E. con documentos oficiales, si me atreviese a exponerlos a los azares de la guerra, en un territorio que ha estado siempre cubierto de bandidos. Estos documentos existen y yo celebraré infinito mostrarlos a quien V.E. destine”

La revolución liberal en España en 1820 propició otras en Nápoles, Sicilia, Portugal, Piamonte y Francia. La respuesta de las potencias de la Santa Alianza del Altar y el Trono (Francia, Austria y Rusia) fue invadir España y derrocar el gobierno liberal en 1823. El 7 de noviembre de 1823 el general Riego fue ahorcado en Madrid por orden de Fernando VII, y todos los liberales cruelmente reprimidos en España. En abril de 1931 el Gobierno de la República española adoptó como Himno Nacional “la Marcha de Riego”, sustituido desde la dictadura fascista de Francisco Franco (1939-1977) por la denominada “Marcha Real”.
Riego es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España, y es considerado el mártir por excelencia de la represión política contra el liberalismo. Actualmente su retrato se puede ver en las Cortes Generales junto a otros cuadros como la Jura de la Constitución de 1812.

Doscientos años después, y con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica. Sería éste, un buen momento para que los representantes gubernamentales de las naciones que fueran colonizadas por España, rindieran un merecido homenaje al general Riego y a los liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras naciones.

lunes, 8 de octubre de 2012

Hoy es día de victoria, mañana de reflexión.


Todo ha concluido…Por ahora! Como cada evento electoral y como cualquier hecho en el que se manejen cifras las interpretaciones son muchas, pero hay una que es inobjetable: Hugo Chávez será presidente de Venezuela por seis años más porque esa es la decisión del pueblo venezolano expresada en las urnas electorales. La victoria popular fue un hecho cierto cuando un poco después de las 10 y media de la noche de este pasado domingo 7 de octubre, la Presidenta del Consejo Nacional Electoral Tibisay Lucena anunció los resultados preliminares que mostraba datos irreversibles.

Aquí hay dos grandes ganadores que han sido los protagonistas de este momento de la historia: el pueblo venezolano y el presidente Chávez. Nadie más se puede atribuir méritos que no le corresponden.

Un estudio preliminar de los datos que arrojan las cifras finales del evento comicial muestra una serie de informaciones que deben ser evaluadas de cara al futuro. La más importante de ellas es el alto nivel de participación, más del 80% de las venezolanas y venezolanos acudieron a votar, ello es expresión del alto talante democrático de la ciudadanía que le concede cada vez más, mayor valor a la participación como forma de hacer política, consolidando de esa manera el modelo democrático venezolano. Cuando se compara esta cifra con las de otros países de la región, pero sobre todo con Estados Unidos que vende su imagen de patrón de la democracia, se hace evidente que en Venezuela la democracia y la participación han trocado en característica nacional que invade como una totalidad el ámbito de la política.

En la República Bolivariana no hay espacio para aventuras al margen de la Constitución porque el compromiso de las Fuerzas Armadas con el pueblo es garante de ese sentir. Así lo hizo patente el General Wilmer Barrientos, Jefe del Comando Estratégico Operacional de las FANB, para cerrar toda duda respecto a la actitud de los militares ante cualquier intentona que se propusiera alterar la voluntad popular. Fue enfático al decir que “el Plan Republica seguirá garantizando la seguridad del país hasta que el último de los votantes ejerza su derecho al voto”



El Presidente Chávez ha obtenido la victoria en 22 de las 24 entidades federales incluyendo, Zulia, Carabobo, Nueva Esparta y Miranda (aunque por un margen ínfimo), en las que gobierna la derecha, además de Lara, Monagas y Amazonas en las que gobernadores renegados con proyectos individuales que se pusieron al servicio de la oposición, fueron aplastados por la avalancha de votos que apoyó al Presidente Chávez.

Los factores internacionales jugaron un papel decisivo en la disposición de la derecha que fue obligada por la embajada estadounidense a un comportamiento cívico. La crisis mundial jugó en favor de garantizar la estabilidad en un país que envía diariamente y sin contratiempos el petróleo que está convenido con Estados Unidos y que significa el 11% de lo que este país importa. Los conflictos en el Medio Oriente y en las cercanías del mar Caspio, las dos grandes regiones petroleras del mundo obligan a Estados Unidos a destinar importantes contingentes militares a la salvaguarda de sus intereses, lo que hace del petróleo venezolano un recurso que además de importante, es el único que obtienen sin enfrentar peligros de ningún tipo. En ese sentido la orden fue terminante: tienen que aceptar los resultados.

Ello se pudo observar en cuatro momentos durante el domingo, el discurso posterior al voto de Capriles en el que por primera vez, con voz pausada y calma llamaba a votar y a participar. Poco después, en la mitad de la tarde. Ramón Guillermo Aveledo, coordinador estratégico del Comando de Capriles, ante una pregunta de un periodista rechazó enfáticamente la utilización de la violencia de cualquier tipo para dirimir eventuales conflictos relacionados al proceso electoral que pudieran surgir. Entrada la noche, Armando Briquet, Jefe del Comando de campaña del candidato de la derecha, manifestó el apoyo de su alianza a los resultados electorales y a la actuación de las instituciones garantes del proceso comicial.

Pero la mejor pieza oratoria surgida desde la oposición el domingo pasado fue la de Henrique Capriles ya sabiéndose perdedor. Fue, de hecho, su mejor discurso. Reconoció el resultado, despejando la duda que nunca quiso aclarar durante la campaña, se mostró seguro, no dubitativo como en los últimos meses y lanzó su propuesta de futuro, tratando de salvaguardar en el momento crítico un liderazgo que ya hoy se cuestiona por la menguada votación que obtuviera su partido Primero Justicia. Parecía haberse quitado un peso de encima. Lució fresco y hasta las ojeras habían dado paso a una mirada vivaz que trataba de sentenciar lo que explicaba por primera vez sin las incoherencias que le caracterizaron. Parecía sentirse mejor en la derrota, que siendo candidato.

Sabiendo que el comandante Chávez entró a la historia al pronunciar el “Por ahora” que perdura en el espacio, hizo un remedo para tratar de igualarse “El tiempo de Dios es perfecto”. En los hechos, el tiempo de Dios se puede interpretar como “El que no logró la victoria fui yo. Aquí que el pueblo no se sienta derrotado, porque abrieron un camino y ese camino está ahí”. El camino es elecciones de gobernadores en 2012 y alcaldes en 2013, Asamblea Nacional en 2013 y Referéndum Revocatorio el 2016. Les deben haber dicho desde Washington, “Podemos esperar, en 4 años no se va a acabar el petróleo, podemos esperar que la fruta esté madura, caerá por gravedad”. En el fondo, a Capriles le preocupaba salvar su liderazgo ante los más de 2 millones de votos que aportaron adecos y copeyanos, superando la votación de Primero Justicia. Ahora tendrá que negociar con aquellos a quienes durante toda la campaña marginó, excluyó y humilló.

La victoria, sin embargo, no puede obviar un análisis crítico de las cifras que muestran un crecimiento muy alto de la votación de la derecha en comparación con la que obtuvo el Presidente Chávez. De alrededor de 3 millones 200 mil nuevos votantes en comparación con las elecciones de 2006, Chávez creció sólo en unos 700 mil votos, mientras que las fuerzas que apoyaron al otro candidato aumentaron en más de 2 millones. En 2006 Chávez obtuvo casi el 63% y ahora poco más del 55%. Ese es un dato que obliga a la reflexión crítica, no sólo de cara a las próximas elecciones de gobernadores en diciembre y de alcaldes en abril de 2013 sino sobre todo, a la investigación de las causas de un fenómeno que podría marcar una tendencia hacia el futuro y que tiene que ver con el quehacer político cotidiano, el cual debe llevar a las fuerzas políticas que apoyan al gobierno a vincularse a la ciudadanía no sólo en tiempos electorales, sino como necesidad vital para nutrirse de la sabiduría y el empuje de un pueblo que una vez más ha sido capaz de triunfar en otra contienda decisiva.

Por ahora la victoria, por ahora la celebración. El presidente Chávez felicitó al pueblo venezolano desde Miraflores, habló de “renacimiento de la patria” en “un día memorable, signado por el talante democrático de todos los venezolanos y venezolanas”. Reconoció a todos los que votaron por la derecha por “su participación democrática y demostración cívica”, así como “a la dirigencia opositora que no se prestó a los planes que algunos estaban fraguando”. En su grandeza de estadista y presidente de todos los venezolanos, el Comandante Chávez consideró que se crearon condiciones para la reconciliación, la convivencia y la construcción de la paz.

Hoy es día de victoria, hoy es día de celebración, mañana tendrá que venir la reflexión necesaria.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Venezuela, ayer, hoy y mañana.


En el año 1998 el mundo era caótico. Unos años antes había caído el Muro de Berlín. La desaparición de la Unión Soviética en 1991 marcó el fin de una época. La guerra fría había terminado y con ella la estructura bipolar del sistema internacional. Sin embargo, Estados Unidos, el gran vencedor, no pudo imponer de inmediato la unipolaridad como era su deseo. Aunque con escasa organicidad y poca fuerza, existía el ímpetu necesario para impedir que se estableciera un poder único sobre el planeta. Eran tiempos en los que campeaba la idea de que “la historia había terminado” y que el capitalismo se impondría como modelo único en toda la faz de la Tierra.


El primer día de 1994, en el México profundo, los zapatistas dieron el primer grito de alerta el mismo día que el gobierno neoliberal firmaba un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, el mismo que hasta hoy subordina política y económicamente al gran país de mayas y aztecas. La Revolución cubana pasaba su peor momento después del “desvanecimiento” del campo socialista, pero a pesar de todo mantenía enhiesta la bandera de la independencia, la equidad y la justicia social. Pero, en general, el movimiento popular era permeado por la desmoralización y la derrota. “Nada pasaba” y parecía que nada iba a pasar.


En ese 1998, América Latina había concluido su transición de las dictaduras a gobiernos de democracia representativa que sin embargo, seguían los dictados del Consenso de Washington, un postulado ideológico y económico que aconsejaba entre otros aspectos, la privatización de las empresas públicas, la desregulación del mercado, la protección de la propiedad privada como sacro santa responsabilidad del Estado, la liberalización del comercio y la eliminación de las barreras arancelarias a las inversiones extranjeras privadas. En resumen, la pérdida de la soberanía en favor de las transnacionales y la subordinación de nuestros países a Estados Unidos. Incluso se llegó a plantear la eliminación de las fuerzas armadas y su mutación en policías porque en virtud del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), Estados Unidos se iba a encargar de “proteger” la soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe.


Venezuela era conocida en el mundo por ser un gran productor de petróleo y por la belleza de sus mujeres, sólo que a nadie le importaba hacer patente que la riqueza que producía ese petróleo se redistribuía de forma regresiva y que a pesar de los gigantescos ingresos que producía el hidrocarburo teníamos un 51% de pobreza, entre ella 20, 6% de pobreza extrema. Tampoco se ponía de relieve que la mujer venezolana además de bella, es valiente e inteligente y que reclamaba su participación, no sólo en concursos de belleza, también en los más diversos ámbitos de la política, la academia, las ciencias, la cultura, las artes y el deporte.


En 1989, el pueblo venezolano protagonizó una protesta en contra de la aplicación de medidas neoliberales. La respuesta del sistema fue una brutal represión que produjo miles de muertos, casi todos pertenecientes a sectores excluidos en la capital. El descontento cobró fuerza y organización. Las Fuerzas Armadas, cuyos oficiales en Venezuela son de extracción humilde, se hicieron eco del sentir popular y en febrero y noviembre de 1992, se hicieron intérpretes de ese sentimiento acumulado insurgiendo contra el régimen establecido. Un desconocido Comandante, Hugo Chávez Frías se hizo cargo de la acción y su nombre comenzó a ser escuchado sin saber los avatares que le deparaba la historia.


Sin embargo, en 1998, Venezuela no escapaba de la ola neoliberal. Era uno más entre los países que se sometían servilmente… y de repente, todo comenzó a cambiar.


Aquel incógnito Comandante del 4 de febrero de 1992, había sido elegido presidente de la República de Venezuela. El pueblo, protagonista en febrero de 1992, lo era nuevamente. Había trocado su espíritu de lucha y su fervor patriótico en votos que auguraban un nuevo comienzo para la República, la Quinta se empezó a llamar. El Comandante Chávez prometió que ésta, se alzaría sobre nuevas bases y llamó al pueblo a Constituyente. Aquel contradictorio 15 de diciembre de alegrías y tristezas, las venezolanas y los venezolanos se dieron una nueva Constitución avanzada y moderna que consagraba al pueblo como protagonista de la democracia que ahora, además de representativa, era también participativa.


No hubo que esperar mucho para que Estados Unidos comenzara a tramar la forma de derribar al Presidente Chávez. Han intentado de todo, pero una y otra vez han chocado con el valladar del pueblo que comenzó a tomar en sus manos los destinos del país.


Las transformaciones internas se hicieron sentir en el escenario internacional. Venezuela es hoy un país respetado en el mundo. Ha ampliado y diversificado sus relaciones internacionales al establecer vínculos fraternales con países de África y Asia. Se ha incrementado la presencia en los organismos multilaterales ejerciendo un papel activo al lado de los pueblos del sur que luchan por su emancipación política y económica. Se ha instaurado un nuevo marco de relaciones con los países europeos y con Estados Unidos, basado en que los vínculos se deben sustentar en el respeto a la soberanía y la autodeterminación


Pero, lo más importante es que se han implementado vínculos prioritarios con los países de la región. Así, Venezuela ha comenzado a jugar un papel transcendente en Unasur, Mercosur, Alba y Celac, y ha hecho de su potencial energético un vehículo para la integración, en primer orden con los países del Caribe al crear Petrocaribe.


En otro ámbito, el presidente Chávez jugó un rol principal en el renacimiento de la OPEP, lo cual ha permitido crear una política de precios que ha revalorizado el principal producto de exportación de Venezuela, ha redundando en un incremento importante de los ingresos de la nación, los que ahora se han utilizado para desarrollar los gigantescos proyectos sociales que adelanta el gobierno. El reconocimiento internacional a Venezuela ha llegado en forma de el otorgamiento como sede de trascendentes eventos internacionales, tales como la Cumbre que dio origen a la CELAC en diciembre de 2011 y la XVII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados que se llevará a cabo en 2015.


El papel de Venezuela trasciende lo meramente formal. La fuerza de su pujanza está apoyada en su condición de país que emprende su proceso de transformación en medio de una férrea oposición estadounidense que como se dijo anteriormente ha intentado las más diversas formas de intervención en sus asuntos internos. Todo esto despierta el interés de millones de personas de buena voluntad que hoy observan el país y que estarán pendientes este próximo 7 de octubre del resultado de las elecciones.


La fuerza de Venezuela y del gobierno del presidente Chávez reside en la capacidad de resistir y avanzar. Eso es lo que se juega el próximo domingo, la disyuntiva es entre seguir adelante como nación independiente que forja su destino y se abre paso en el escenario agresivo y convulso del siglo XXI, utilizando el mundo como espacio para lograr los vínculos y las transacciones que coadyuven a mejorar las condiciones de vida del pueblo o, el regreso al pasado, a aquel en que el país estaba hipotecado en favor de potencias extranjeras que ni siquiera respetaban las leyes de la nación, al de la entrega de la soberanía que no permitía decidir respecto a medidas eminentes que involucraban a la ciudadanía, al de la privatización de la sociedad para gobernar en favor de una minoría.


Una vez más, el domingo 7 de octubre el pueblo venezolano tiene la palabra. Debemos votar en conciencia y renovar nuestra voluntad de pueblo libre, valeroso y gallardo. Debemos votar por la continuidad del proceso iniciado en 1998 que transformó a Venezuela y la hizo respetada como nunca en el concierto internacional.