Vistas de página en total

martes, 26 de febrero de 2013

España, monarquía y gobierno: corrupción, engaño y derroche


A través de la historia, España ha sido un país que no se ha podido vanagloriar de una clase política que haya estado a la altura de las necesidades de su desarrollo y crecimiento como nación autónoma. Su presencia en el escenario global siempre ha ido de la mano de su subordinación y dependencia  de otros actores internacionales.

Desde hace varias centurias, puntualmente a partir de 1700 la familia Borbón (proveniente de Francia) ha “conducido” los destinos del Estado español con sólo dos breves interrupciones en 1808 y 1868 y un interregno mayor en el siglo XX período en el cual desde 1936 hasta 1975 estuvo en el poder  Francisco Franco quien instauró una dictadura fascista, caracterizada por la represión contra el movimiento popular y su apoyo a la Alemania nazi. Al finalizar la segunda guerra mundial con la derrota de Alemania y sus aliados, España estuvo sometida al aislamiento internacional sin que su economía pudiera despegar durante décadas. Su condición anti democrática significó que se mantuviera al margen de las primeras iniciativas de integración europeas.

Un alto dirigente franquista, Manuel Fraga quien fue titular de información y turismo, de gobernación y vicepresidente durante la dictadura  creó en 1976  la Alianza Popular uniendo diversas fuerzas de la ultra derecha conservadora y fascista. En 1989, Fraga y otros líderes franquistas la transforman en el actual  Partido Popular de España.

De esta manera, dictadura franquista, monarquía y Partido Popular configuran diferentes expresiones del mismo poder político que se estableció a partir de un origen común y un desarrollo paralelo. La novedad de los últimos años ha sido que a esa tenebrosa trilogía se le ha venido a adicionar un nuevo actor que surgió y se mantuvo al margen durante décadas hasta que ya en democracia y bajo el liderazgo de Felipe González, inició su travestismo político: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

González lideró al PSOE durante 22 años y fue presidente del Estado español durante 14, desde 1982 hasta 1996. En ese período, aparentemente logró sacar a España del marasmo económico al que estuvo sometida por siglos, a cambio de una nueva subordinación dependiente de la Unión Europea (UE).  Para ello, incurrió en una gigantesca deuda pública,  en la solicitud de concesión a España  de la mitad  de los recursos financieros de la UE  disponibles en los Fondos de Desarrollo, así como de importantes recursos provenientes de los Fondos de Cohesión y  de la Política Agrícola Común de la UE. Eso hizo que se creara en el país ibérico una falsa sensación de prosperidad y la suposición de que concurrían al siglo XXI con una fortaleza económica que le permitiría actuar en el escenario internacional en igualdad de condiciones que las grandes potencias.  En realidad, habían comenzado a flotar en una burbuja que los condujo a un nuevo sometimiento a la UE y en particular a Alemania. Los acontecimientos recientes reflejan que no han podido salir de la inercia ahora sostenida por esta nueva tríada perversa: monarquía, PSOE y PP.

Hoy, la monarquía ha sido ampliamente cuestionada por sus actuaciones públicas y por el involucramiento de varios de sus representantes en hechos de corrupción o cuando menos de dudoso comportamiento moral para quien ejerce funciones en la cúpula del Estado. Aunque desde hace un tiempo las acciones poco éticas de la monarquía son de común dominio de la opinión pública española, es desde el año pasado cuando han adquirido notoriedad a nivel global.

En abril de 2012 se reportó que mientras la tasa de desempleo se encontraba cercana al 25% y aproximada al 50% para los jóvenes en edad laboral, el Rey se encontraba en un safari para cazar elefantes en Botswana. El costo de dicha  diversión monárquica es superior al salario que percibe durante todo un año la mayoría de los españoles y el doble del salario promedio anual.
En su momento, esta situación llevó a Tomás Gómez, secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM) a decir que "Ha llegado el momento de que la Casa Real se plantee, en este caso el jefe del Estado, que tiene que elegir entre las obligaciones y las servidumbres de las responsabilidades públicas o una abdicación que le permita disfrutar de una vida diferente". Tal opinión ha sido refrendada por el primer secretario del Partido Socialista de Cataluña Pere Navarro,  quien  el pasado miércoles 20 pidió que el Rey Juan Carlos abdique y que su hijo, el príncipe Felipe encabece una “segunda transición” política en España.
En el trasfondo, se respira el ambiente maligno creado por el yerno del rey, Iñaki Urdangarin, duque de Palma, quien utilizando su condición de miembro de la monarquía,  se aprovechó para desviar millones de euros de fondos públicos al Instituto Nóos que presidía. Por esta causa, la Fiscalía está indagando su involucramiento en delitos de falsedad documental, prevaricación, fraude y malversación de caudales públicos.
El manejo mediático de la investigación ha puesto el énfasis en tratar de descubrir si hubo conocimiento o vínculo de la monarquía con tales delitos. A pesar que el propio Urdangarin ha negado tal relación, la prensa española ha divulgado  correos electrónicos en los que se liga al esposo de la hija del Rey en negocios con Corinna Sayn-Wittgenstein, quien según la misma prensa es la amante de Juan Carlos y lo acompañaba en su tour de cacería en Botswana. Como señala el periódico El Mundo de Madrid de 18 de febrero pasado “En la mayoría de estos correos, tanto Urdangarin, como Corinna hacen referencia a que Juan Carlos estaba al corriente de estas ´operaciones` como, las califica el duque”. Incluso, en otros correos aportados por el ex socio de Urdangarin a la justicia, -refiriéndose a los negocios de éste- se indica la mediación directa del Rey en el mismo. En uno de esos correos, el yerno real cuenta que su suegro prometió “toda su ayuda para encontrar ayuda financiera” (SIC).
En otro ámbito, no es mejor la situación de los otros dos eslabones de la tríada que se hunden y, hunden en la putrefacción a la política española. Mientras una marea ciudadana protestaba en varias ciudades contra la corrupción y las medidas restrictivas en materia social, -en un país minado por la recesión y por un desempleo que alcanza los 6 millones de parados- el PP y el PSOE se trenzaron en  un absurdo debate para tratar de demostrar cuál de los dos es más culpable de la crisis.
En su comparecencia ante el Congreso de los Diputados con motivo de su informe anual sobre el estado de la nación el presidente Mariano Rajoy señaló que “ya pasó lo peor” y vaticinó una inminente salida de la crisis. Con total hipocresía dijo que a pesar de todo “el barco no se ha hundido”. Ante el estupor de los españoles obvió decir que en su año de gobierno la paupérrima  situación económica heredada de los socialistas ha empeorado. La tasa de desempleo ha alcanzado el 25,4%, en los últimos 14 meses se han eliminado 900 mil empleos  a razón de 8 mil 500 por día, debido en gran medida a una reforma laboral que favoreció  a los empresarios. En ese mismo período más de 400 mil familias españolas han perdido sus viviendas y 12 personas se han suicidado por tal motivo.
En su defensa el gobernante de derecha informó que a pesar de la pérdida de empleo y la magnitud de la crisis, el déficit público cerró  por debajo del 7%, inferior al 9% del año anterior. Evitó decir que no alcanzó la meta propuesta de 6,3% con la que se comprometió con la Unión Europea. También soslayó referirse a los escándalos de corrupción que afectan a su partido. Por el contrario refutó  a la principal agrupación opositora afirmando que el PP no ha sido sometido a juicio, a diferencia del PSOE.
Las tibias intervenciones del líder del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba -quien acusó a Rajoy de demagogo y de no tener credibilidad-,  se encaminaron a poner el acento en el tema de la corrupción. A partir de ello ambos políticos evidenciaron el hedor nauseabundo que despide la clase política española al involucrarse en una tan estéril como absurda discusión, no exenta de recriminaciones personales que pusieron en el tapete la certeza de que ninguno de los dos es garantía cierta para salir de la crisis, por lo menos en condiciones de que la mayoría de los españoles puedan retomar estándares aceptables de vida. Vale decir que ambos partidos en conjunto tienen menos del 50% de aprobación de la ciudadanía.
Algo pasa en España, ante la crisis y la charlatanería de la clase política el movimiento popular se moviliza de manera creciente. Sería deseable que tal espíritu de lucha se manifieste en acciones concretas que conduzcan a la derrota de esta nueva tríada de poder que en base a la corrupción, el engaño y el derroche ha sumido a España en la peor crisis de su historia.   

lunes, 18 de febrero de 2013

El triunfo de Correa, triunfo del Ecuador.



En su primera alocución pública después de las elecciones que le dieron el apoyo popular para prolongar su mandato al frente de los destinos del Ecuador,  el presidente Rafael Correa bosquejó las tareas para los próximos 4 años, los  que se dedicarán a fortalecer el proyecto revolucionario. Expuso que “Todavía el cambio no es irreversible, tenemos que seguir construyendo relaciones para que jamás nos vuelvan a robar la patria. Que la patria por siempre y para siempre sea de todos y para todos". Para ello estableció  que el eje de su gestión será la formación del talento humano para lo cual se dedicarán los mayores esfuerzos y el más amplio presupuesto que jamás el país ha tenido en esta materia. Con entusiasmo habló de que el Ecuador avanzará a la “economía del conocimiento”,  y a la “sociedad del conocimiento” para lo cual se crearán nuevas universidades y se concederá mayor número de becas de estudio para profesores y estudiantes.

Recordó que en 2011, su país alcanzó la universalidad de la educación adelantándose en 4 años a ese objetivo  que es una  de las metas del milenio trazado por la Organización de Naciones Unidas. Ahora, dijo, se elevará la calidad de la educación,  se crearán 4 ciudades universitarias de nivel mundial y se invertirá en Ciencia y Tecnología para pasar de 4 a 19 centros de investigación. Enfatizó que es lo más importante que está haciendo y que hará  el país  en los próximos 4 años.

Así mismo insistió en que el otro pilar de la irreversibilidad del proceso es el fortalecimiento del edificio institucional del país de acuerdo a la Constitución aprobada en 2008.

Correa afirmó que la gran faena de la Revolución Ciudadana no ha sido la  extraordinaria obra pública en materia de infraestructura, educación y salud que se ha hecho, sino que lo verdaderamente trascendental ha sido el cambio en la relación de poder en su país. Dijo claramente que ahora manda el pueblo, no los banqueros, ni la partidocracia, los medios de comunicación corruptos o los organismos financieros internacionales.  

El presidente reelecto opinó que este triunfo electoral  lo es  también el de la Patria Grande porque consolida la democracia no sólo en Ecuador sino en toda América Latina. Aseguró que la victoria de este domingo 17 de febrero se inscribe en el fortalecimiento del proceso democrático en la región y que está  claramente enfocado a reducir las posibilidades de un  retorno al pasado en que los grupos dominantes pretendían someter a la mayoría para defender intereses minoritarios de la sociedad.
El Presidente Rafael Correa y su Gobierno han impulsado, desde el inicio de su gestión, transformaciones profundas en aras de construir un Estado incluyente y justo. La nueva Constitución elaborada por una Asamblea Constituyente democrática y participativa,  tomó en cuenta  los aportes de diversas organizaciones de la sociedad ecuatoriana que habían sido relegadas en el pasado y,  que ahora tuvieron la posibilidad de ser protagonistas en la  construcción del documento jurídico más importante de la República.  Esta Constitución fue llevada a referendo y aprobada por el voto del 70% de la población.
En ella se señala que el Ecuador es “un Estado de derechos y justicia”, plurinacional e intercultural. Asumió en toda su extensión garantías de protección de los pueblos originarios y  las nacionalidades indígenas. Así mismo, provee de herramientas para la aplicación de los derechos humanos y, vías de solución para los problemas de la ciudadanía y mecanismos de amparo integral para todos.
La aprobación de la Constitución significó para el Ecuador el inicio de un proceso de materialización de demandas históricas de la sociedad y en particular de sus sectores más humildes y excluidos. Entre otros logros, la Carta Magna consagró la democracia participativa; reconoció la diversidad intercultural, étnica, de género, religiosa y educativa; priorizó la inversión social, estableció que el Estado debía ser garantía en la aplicación de los derechos humanos y de la naturaleza y estableció la primacía de la atención y protección de grupos vulnerables;  se propuso recuperar la soberanía nacional y , como parte de ello finalizar el acuerdo que permitía la presencia de tropas extranjeras en la base de Manta;  se planteó renegociar la deuda externa privada  y, finalmente  estableció como prioritario en materia laboral, eliminar la tercerización y recuperar los derechos de las organizaciones de los trabajadores.
El gobierno de la Revolución Ciudadana y su organización de soporte el Movimiento Alianza Pais, han llevado a la discusión de la Asamblea Nacional el proyecto de ley del agua que constitucionalmente es considerada “un derecho humano”, patrimonio nacional estratégico inalienable, inembargable, imprescriptible, por lo que se prohíbe  cualquier forma de privatización;  así mismo la Ley de Minería que obliga a una explotación de esos recursos de manera sustentable y de respeto de la naturaleza; de la misma forma  se ha propuesto una Ley de Soberanía Alimentaria y de Educación y Educación Superior para garantizar la educación universal y de alta calidad a toda la población, así como las de Participación Ciudadana, Comunicación y Servicio Público , entre otras. Todas ellas han estado bloqueadas en la Asamblea en la cual la Alianza País estaba en minoría. El cambio en la correlación de fuerzas parlamentarias a favor de la coalición de gobierno, también como resultado de estas elecciones, auguran un avance sustancial en la demanda del presidente Correa por avanzar jurídica e institucionalmente en la consolidación de la Revolución Ciudadana.
En este momento, el Ecuador está llevando adelante el Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir o Sumak Kawsay que se propone establecer un estado productivo y justo para lo cual ha ejecutado el mayor esfuerzo en la historia de ese país en materia de inversión social, pasando de 500 millones de dólares en 2006 a 1700 millones en 2012. 
Con casi cinco millones de ciudadanos en condición de pobreza, que representaban en el 2006 el 37,62% de los ecuatorianos, la reducción a 32,76%  en 2010 de tal indicador significó en cuatro años sacar a 700 mil personas de ese estado. Sin embargo, esto no significa desconocer una realidad que incluye todavía a casi tres de cada 10 personas, pero la reducción de 4,9% en cuatro años y de 7,6% en la zona rural, es un avance considerable.

Así mismo, creció significativamente el Bono de Desarrollo Humano,  que pasó de 1,1 millón de beneficiarios en marzo de 2006 a 1,8 millones en marzo del 2011, con un aumento de 133% en el monto recibido. Estos beneficiarios corresponden en un 67 por ciento a madres solteras,  28% adultos mayores, 4% personas con discapacidad y 1%  menores de edad con discapacidad.
En otro plano, se elevó la inversión en vivienda 7 veces en comparación con la suma de los tres gobiernos anteriores. En materia de salud se  han construido 18 nuevos hospitales y 250 centros populares de salud y se han remodelado otros 469, elevando a cifras nunca antes alcanzadas la inversión en equipos, ambulancias y profesionales contratados para asegurar a los ciudadanos el acceso gratuito,  una atención con calidad profesional y técnica y calidez humana en el servicio. En educación,  se garantizaron la entrega de uniformes escolares, desayunos y almuerzos, así como mochilas con textos escolares gratuitos para alrededor de un millón de niños y niñas alcanzando una cifra récord en la historia del país. En esa materia se eliminaron las matriculas escolares, se construyeron y ampliaron 5000 nuevas unidades educativas y se elevó el salario y las bonificaciones de los maestros.
Todas estas medidas coadyuvaron a incrementar los niveles de inclusión social y a mejorar el ingreso  de las familias en términos absolutos.  Evidentemente, los ciudadanos ecuatorianos y sobre todo los más humildes y excluidos que estuvieron en el centro de la preocupación cotidiana de la Revolución Ciudadana, del presidente Correa y su equipo de trabajo, expresaron el domingo pasado su apoyo a la continuidad del proceso de transformación y cambio y en un  57% le dieron su voto favorable para que las propuestas incorporadas a su programa de gobierno tengan proyección, consolidación y futuro. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

El problema colonial y la intervención francesa en Mali



En su magnífica obra “El imperialismo fase superior del capitalismo” escrita en 1916 y publicada por primera vez al año siguiente, Vladimir I. Lenin delinea ya en los albores del siglo XX, los contornos de la situación colonial que permite ubicarla como  característica fundamental de la etapa imperialista de la sociedad capitalista.

En el Capítulo VI denominado “El reparto del mundo entre las grandes potencias” aporta innumerables cifras y  “datos generales irrefutables  de la estadística burguesa y de las declaraciones  de los hombres de ciencia burgueses de todos los países, un cuadro de conjunto de la economía mundial capitalista en sus relaciones internacionales, a comienzos del siglo XX, en vísperas de la primera guerra imperialista mundial”.

Lenin cita al geógrafo alemán A. Supan quien afirmó que “el rasgo característico de este período es, por consiguiente el reparto de África y Polinesia”, sin embargo advierte que “…hay que ampliar la conclusión de Supan y decir que el rasgo característico del período que nos ocupa es el reparto definitivo del planeta”, pero establece claramente a continuación que “…definitivo no en el sentido de que sea posible repartirlo de nuevo –al contrario, nuevos repartos del mundo son posibles e inevitables-, sino en el de que la política colonial de los países capitalistas ha terminado ya la conquista de todas las tierras no ocupadas que había en nuestro planeta. Por vez primera, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelante puede efectuarse son únicamente nuevos repartos, es decir, el paso de territorios de un "amo" a otro, y no el paso de un territorio sin amo a un "dueño".

Precisamente, a ese nuevo reparto estamos asistiendo, al paso de territorios de un amo a otro y eso es patente en África, más que en ningún lugar del mundo. El líder africano, Ahmed Sékou Touré en su libro “África en marcha” escrito en 1967,  confirmaba cincuenta años después que Lenin que tal situación era aún patente. Decía  cuando ya era el primer presidente de Guinea que “Lejos  de afirmar que el colonialismo está rebasado, debemos, al contrario, seguir con extrema vigilancia todas sus actividades en sus mutaciones nuevas, descubrir sus menores manifestaciones y combatirlas, a fin de poder destruir a tiempo, todas sus maniobras directas o indirectas”: palabras proféticas que –otra vez- casi cincuenta años después cobran plena vigencia. Las potencias coloniales han mutado en sus prácticas imperiales y se expresan a través de nuevas maniobras de todo tipo encaminadas a mantener su control del mundo y el saqueo de sus recursos naturales.

En varios artículos sobre este tema he hecho referencia  a que este reparto del mundo se consagró durante el Congreso de Berlín de 1884 y 1885. Este hito señala el inicio de la dominación colonial directa de África y su inserción tardía en el sistema capitalista mundial. En un ensayo escrito por D.P. Ghai  citado por el economista cubano Silvio Baró, profesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) de La Habana,  se señala que en 1965 cuando se desataba el vendaval independentista en África, este continente  “suministraba el  22% de la producción total de cobre, el 67% del oro, el 90% de los diamantes, el 8% del petróleo, el 76% del cobalto y el 25% o más de metales menores como antimonio, cromita, manganeso, y metales del grupo del platino; y su parte está creciendo rápidamente en lo tocante a petróleo, gas natural, mineral de hierro y bauxita”.

Otra arista del sistema configurado en el Congreso de Berlín, tiene que ver  con  elementos que apuntaron a establecer la estructura política del continente. En la época colonial, en África no existían estados nacionales. Tal como señala Armando Entralgo sólo se podía hablar de “tres niveles de desarrollo de la comunidad humana, las que precisamente explican el alcance de la resistencia  que opondrían  esas comunidades a la agresión  extranjera”. Esos niveles son: estados multiétnicos como Etiopía, Egipto o Marruecos; pueblos con nexos temporales ocupando un territorio bajo dominio colonial de un país que le daba “identidad” en los marcos del sistema colonial e internacional y tribus con una fuerte identidad y raigambre en un territorio determinado.  Esta estructura fue destruida por el colonialismo haciendo surgir -desde el ordenamiento colonial-, estados nacionales que nacieron desde la desarticulación y la atomización de las comunidades humanas y  que no tenían nada que ver con la organización que ellas se habían dado en África.  Así, al igual que en el resto del mundo, el colonialismo planta para siempre  la semilla de la discordia que en África adquiere las características de “problemas intertribales, interclánicos, interétnicos y fronterizos” entre otros como lo señala Entralgo acertadamente.

Los europeos no dejaron en África, -como no lo hicieron en América Latina- el simiente de un capitalismo desarrollado, el mismo que de manera revolucionaria comenzó a desplazar al feudalismo como modo económico imperante en el planeta. En África se estableció una forma de capitalismo desnaturalizado y disminuido. Esto es lo que explica la inestabilidad política permanente que se ha hecho inherente al sistema, conflictos eternos y profundización del subdesarrollo.

La hipocresía colonial quiere ahora “hacerse cargo del asunto”  para “salvar” a África de los males que ellos mismos crearon. En lo que va de siglo, Francia  ha intervenido en Costa de Marfil en 2002, 2004 y 2011,  en la República Centroafricana en 2003, en Chad en 2006 y 2008, en Yibuti el mismo año, y fueron artífices junto a sus socios de la OTAN de la invasión a Libia, la partición de Sudán y los cambios gatopardianos en Túnez y Egipto.   

En esa lógica se inscribe su nueva aventura en Mali. La misma responde a tres objetivos claramente delineados: la “protección” de importantes recursos minerales en la región, de manera particular de  dos minas de uranio que Francia explota en el cercano Níger de donde obtiene el abastecimiento con el estratégico mineral para hacer funcionar sus centrales nucleares, las que proporcionan el 75% de la electricidad que consume el país. Un segundo objetivo es fortalecer al líder golpista que derrocó al anterior gobierno maliense y de esa manera consolidar el protagonismo de la nación gala en este “nuevo reparto” y, de paso, remozar la imagen de debilidad que Hollande ha transmitido durante su corto mandato, que lo han llevado a ser el presidente más impopular de la V república francesa, en su primer año de gobierno.

Sin embargo,  las cosas no han salido tal como se planificaron. Lo que la revista The Economist en su edición del 26 de enero pasado ha llamado “Afriganistan” es expresión del posible empantanamiento de las tropas francesas en el conflicto de la nación sahariana donde conviven dos trances de diferente origen y razón: uno es la lucha que el pueblo tuareg ha emprendido desde 1916 por su independencia y búsqueda de un territorio para su nación y otra, el aprovechamiento del conflicto por la organización terrorista AQIM, filial de Al Qaeda en el norte de África que “pescando en río revuelto” ha irrumpido en la región, insertándose en la confrontación maliense e incluso realizando una violenta y brutal acción en contra de una planta productora de gas en Argelia con un tenebroso resultado de decenas de muertos.

Vale recordar que Al Qaeda fue una creación de la CIA estadounidense en Afganistán,  a la que protege  y usa como ha quedado visiblemente demostrado durante la invasión a Libia y la intervención mercenaria contra Siria y como se ha hecho patente en el mismo Mali, donde el gobierno la apoyó para que sirvieran de oposición armada al Movimiento Nacional por la Liberación Azawad (MNLA), brazo político y armado del pueblo tuareg. Ahora Francia combate contra los dos, entraron a Mali el 13 de enero, pero no se sabe cuándo saldrán. Su nuevo entuerto colonial y su afán protagónico no han sido seguidos con mucho entusiasmo por sus pares de la OTAN. Ya muchos problemas tienen en otras latitudes del planeta. No en balde, un funcionario estadounidense comentó -refiriéndose a la intervención en Mali- que “Va a tomar mucho tiempo y tiempo significa que puede durar varios años”. 

martes, 5 de febrero de 2013

La emboscada de Piñera



La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es el punto más alto jamás logrado en la búsqueda de un acercamiento de los pueblos y países del sur del Río Bravo. Ha venido a concretar la lucha y los sueños libertarios por el que entregaron su vida millones de mujeres y hombres a lo largo de dos siglos  en nuestra región.

Para llegar a la primera reunión cumbre realizada en la Riviera Maya en México se debieron superar múltiples inconvenientes hasta consolidar la idea de que a pesar de las diferencias políticas, ideológicas y filosóficas que tengan coyunturalmente los gobiernos que ostentan el poder en cada uno de los países, -en un mundo tan convulso como el que se vive, lleno de incertidumbres de cara al futuro, con disimiles amenazas globales que provienen de la ambición hegemónica desmedida de los centros del poder mundial-, es imperativo enfrentar tales complejidades desde la fuerza que concede unir las fortalezas de cada uno, construir a partir de las complementariedades y entender que la diferencia no debilita sino que vigoriza cuando se entienden las diversidades en tal calidad.

Nunca se dijo que iba a ser fácil. Nunca lo ha sido. La disyuntiva no es construir a favor o en contra de Estados Unidos. La disyuntiva es construir con o sin Estados Unidos. Es el destino de las relaciones internacionales de América Latina desde el nacimiento de sus Estados independientes a comienzos del siglo XIX. La integración es monroista, panamericana y gira alrededor de una hegemonía imperial que se impone o, es bolivariana, nuestramericana y se da entre actores que respetan las diferencias sobre la base de criterios de equidad y solidaridad entre iguales, entendiendo y superando las asimetrías económicas,  de fortaleza militar, superficie y población.

En noviembre de 2011, previo a la Cumbre de Caracas alertábamos en un artículo publicado bajo el título de “La Cumbre de la CELAC. Trascendencia y futuro” que era “…evidente que esta Comunidad de Estados va a tener retos y obstáculos que superar. Ya se vivieron en la Riviera Maya cuando el ex presidente de Colombia (me refería a Álvaro Uribe) en uno de los últimos estertores  de su vida política, trató de sabotear- al igual que Santander  hace 180 años- la magna cita. Estados Unidos, desarrollará una política con todos los instrumentos coercitivos a su alcance para evitar que esta nueva organización tenga éxito. Es lo que hizo en el Congreso de Panamá y es lo que ha hecho durante toda su vida como nación”. En torno a ello, proponíamos en el mismo artículo que Al respecto resulta imprescindible que todo el proceso de negociación – de alcance regional y sin excluir a ningún país – para la constitución de la Comunidad esté presidido por la identificación de aquellos factores, elementos, propuestas y áreas de política donde se puedan encontrar espacios de convergencia y complementariedad entre todos los gobiernos de la región.”

En su corto andar la Celac ha logrado construir importantes consensos en torno al rechazo al bloqueo estadounidense a Cuba y el irrestricto apoyo a Argentina en  su reclamo por la soberanía de las Malvinas. La reciente reunión cumbre de Santiago de Chile advierte algunos avances en cuanto a un discurso que se aleja un poco más  de la retórica neoliberal, sin embargo debió sortear –y lo hizo con éxito- la emboscada de la derecha internacional que tuvo en el anfitrión, Sebastián Piñera, el estandarte de tal estratagema.

En un país que como Chile el cual desde 1972 -cuando se desarrolló durante el gobierno de Salvador Allende la III Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)-, jamás había tenido un evento internacional de tal envergadura, esta cumbre pasó absolutamente inadvertida para el conjunto de la población.

Salvo la farandulera transmisión de la llegada de los jefes de estado en la que los medios de comunicación comentaban acerca de las características de los aviones que los trasportaban y los atuendos que lucían las primeras damas, los santiaguinos se enteraban que “ocurría algo” al paso de las raudas comitivas de vehículos que transitaban las calles de la capital chilena. La prensa y la televisión se encargaron de elevar a la categoría de “diosa” a la canciller alemana Angela Merkel  que venía a “dar las instrucciones de lo que debía hacerse” y dieron inusitada relevancia al cadáver político de Mariano Rajoy que más que jefe de estado, parecía representante de las empresas transnacionales españolas en la búsqueda de nuevos mercados. Eso, la I Cumbre empresarial Celac-UE, los ataques de la ultraderecha fascista contra Cuba y su presidente Raúl Castro y el repudio racista y colonial a los reclamos de Evo Morales en pro de la salida al mar de Bolivia llenaron el espectro informativo.

Así, el día posterior a la clausura de la Cumbre, las primeras planas de los periódicos exhibidos en los kioscos de Santiago no mostraban ni la más mínima alusión al hecho. Era evidente que para ellos la verdadera cumbre era aquella en la que había participado Merkel.  La otra, la que Piñera tuvo que organizar a continuación, era obviada de la manera más descarada. Dicho sea de paso, de 27 países europeos participantes, sólo 5 jefes de estado y/o gobierno se hicieron presentes en Santiago. Mientras todo ello ocurría, la cumbre alternativa de organizaciones y movimientos sociales y políticos en la que participaron cientos de representantes de todo el continente era acallada y minimizada.

La “emboscada” que Piñera trató de consumar contra la Celac tuvo su derrotero cuando previamente organizó la cumbre con la UE y junto a ella la de los empresarios. Ahí se abogó por “… apoyar la apertura de mercados como la mejor vía para impulsar el comercio y las inversiones, y rechazar la aplicación de medidas de naturaleza proteccionista”. Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso indicó que “es fundamental garantizar un marco jurídico transparente y estable que respete las normas internacionales y evite la arbitrariedad”, de modo que se impida el proteccionismo y se promueva la liberalización. Se trata de constituir socios estratégicos, dijo, frente a los desafíos del desarrollo y crecimiento económico sostenidos. El propio Piñera señaló que la nueva relación requerirá “más libertad, más innovación, emprendimiento y libertad de comercio y menos proteccionismo”.

El presidente chileno dejaba la mesa servida para que se debatiera en torno a ello en la cumbre de Celac. Sin embargo, una vez más los países con gobiernos autónomos de los poderes mundiales rechazaron tales intentos. Aunque la declaración final  reitera el “compromiso con evitar el proteccionismo en todas sus formas” y apoya una “inversión productiva que respete del todo los aspectos económicos, sociales y ambientales constitutivos del desarrollo sostenible” hubo resistencias que se expresaron sobre todo en los discursos de la presidenta argentina Cristina Fernández y de Bolivia Evo Morales. En ese contexto, Venezuela se opuso  a que se incluyera una alusión de respeto a las inversiones foráneas, lo que  pareció trabar el camino hacia una declaración final consensuada entre los gobernantes de ambas regiones, hasta que finalmente los europeos cedieron.
La última sorpresa que tenía preparada Piñera fue la realización en medio de dos sesiones de la Cumbre Celac de una reunión similar entre sus pares de la llamada Alianza del Pacífico, es decir la organización creada por los gobiernos de derecha de la región, México, Colombia, Perú y Chile instituida para torpedear los esfuerzos integracionistas de Unasur y Mercosur y para llevar adelante “desde adentro” las políticas de Estados Unidos y Europa encaminados a impedir un buen desenvolvimiento a futuro de Celac y buscar la firma de tratados de libre comercio con ellos.
No es novedoso que tal fuera la actuación de un líder de la derecha en nuestro continente, ya Uribe había jugado un rol similar en la Riviera Maya. La Cumbre de Caracas y la presidencia de Venezuela atenuaron y limitaron dichos arrebatos, Cuba hará lo mismo y sin duda alguna su eficientísima diplomacia llevará a la Celac tan lejos como sea posible, luego vendrá otro período difícil en 2014 cuando Costa Rica asuma la presidencia pro tempore. En ese contexto, sería deseable que Ecuador, Argentina Bolivia o Nicaragua solicitaran la sede para 2015. Así se logrará mantener el equilibrio necesario para que la integración entre diferentes que ha emprendido Nuestra América supere las adversidades y avance hacia estadios más altos de realización.
No nos atemorizan los contratiempos, no nos asustan las dificultades. Sabíamos que sería así. El presidente Raúl Castro lo resumió al asumir la presidencia de la Celac: “Entre nosotros hay pensamientos distintos e, incluso diferencias, pero la Celac ha surgido sobre el acervo de doscientos años de lucha por la independencia y se basa en una profunda comunidad de objetivos”.