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jueves, 28 de abril de 2022

Stoltenberg y Noruega: talante guerrerista e hipocresía total

                         

Cuando a algún escultor se le ocurra hacer una estatua a la hipocresía política en materia internacional, sin duda alguna el modelo a usar es Noruega. El país escandinavo por una parte acoge negociaciones y diálogos en los que supuestamente actúa como mediador y entrega anualmente el Premio Nobel de la Paz, al mismo tiempo que como miembro de la OTAN participa de todas las tropelías que se le antoje hacer a Estados Unidos en cualquier lugar del planeta, sembrando guerra, destrucción y muerte.

En relación al Premio Nobel de la Paz, más allá de la real valía que tengan algunos de sus ganadores, todo el mundo sabe que su concesión se debe a cálculos políticos que redunden en la inserción de Noruega y su política exterior en el planeta. En decir, el premio puede ser usado como ariete de la política agresiva de Europa y de la OTAN. Si no, ¿cómo entender que le haya sido entregado a connotados asesinos causantes del dolor de millones de personas? En este sentido se puede señalar la infamia que significa que la paz sea relacionada por ejemplo con Teodoro Roosevelt, Henry Kissinger, Menachem Begin, Frederik de Clerk, Isaac Rabin, Shimon Peres, Barack Obama, y Juan Manuel Santos entre otros. En este último caso, el cálculo político llegó a tal nivel que incluso contrariando la propia práctica del Premio, no se le entregó a las dos partes negociadoras, sino solo a una de ellas. Sólo la ignominia de Noruega puede hacer posible tal despropósito.

Hay que recordar que en este ámbito el testamento de Alfred Nobel estableció que se debía constituir “…un fondo cuyo interés se distribuirá cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración o promoción de procesos de paz”. El premio se le debería entregar solo a aquellos que se han consagrado siempre a favor de la promoción de la paz, no a los que hacen la guerra y cuando son derrotados o no logran vencer al enemigo, se ven obligados a la negociación como consecuencia del repudio que sus acciones imponen a la mayor parte de los habitantes del planeta.

viernes, 22 de abril de 2022

El conflicto en Ucrania. Repercusiones para América Latina y Venezuela

 


Revisar diariamente las páginas de la información internacional, dan cuenta de un mundo que se debate ante lo que se ha dado en llamar sanciones o, dicho de otra forma, el planeta debe forcejear ante la decisión imperial de hacer sufrir a los pueblos para imponer su verdad, en este caso la verdad del 11% de la población mundial que pretende imponer su sacro santo credo universal.

Ello ha ido acompañado por los intentos de crear un “sistema internacional basado en reglas”, por supuesto, las reglas que Estados Unidos decide y que todos deben acatar para sustituir al derecho internacional y a una Organización de Naciones Unidas inepta e incapaz de evitar la guerra, manejar la pandemia e impedir que las medidas coercitivas unilaterales ilegales (mal llamadas sanciones) se hagan carne del comercio mundial.

La OTAN incluso ha logrado poner a uno de los suyos como Secretario General de la ONU, al punto que, violando todo tipo de norma, Estados Unidos se ha atribuido la potestad de expulsar diplomáticos rusos acreditados ante el máximo organismo internacional. La complicidad de Antonio Guterres con su “alma máter” ha llevado a su total silencio ante la posibilidad de que, una vez que Rusia ha sido expulsada del Consejo de Derechos Humanos, ahora Estados Unidos intente excluirla del Consejo de Seguridad de la ONU como lo ha insinuado la subsecretaria del departamento de Estado de Estados Unidos Wendy Sherman en una audiencia en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso.

miércoles, 13 de abril de 2022

Ucrania: fin del concepto sionista de antisemitismo (II)

 


Es muy fácil constatar el apoyo que Occidente le ha dado a las bandas nazis de Ucrania, vale referir, por ejemplo que ya en 2018 el periodista, Kevin Rawlinson en un artículo publicado en el diario británico The Guardian el 2 de marzo, denunciaba que los neonazis ucranianos reclutaban combatientes de forma abierta en Londres para incorporarlos al batallón Azov.

Así mismo, el portal británico Bellingcat reporta que en una investigación realizada en 2019, aunque referida a 2015, el batallón Azov estuvo enganchando extremistas estadounidenses para llevar adelante sus propósitos. Bellingcat descubrió unos audios en los que el Secretario Internacional del ala política de Azov proponía transformar sus objetivos en una “revolución conservadora mundial” destinada a “defender la raza blanca”. Es decir que ya en ese año, Azov se planteaba internacionalizar el conflicto estructurando fuerzas neonazis en todo el mundo. Así mismo, la investigación aporta información acerca de los vínculos del Batallón Azov con el grupo neonazi violento estadounidense Rise Above Movement y miembros de la extrema derecha de ese país.

El discurso oficial estadounidense se propone ocultar estos argumentos que como verdades indesmentibles exponen la contumaz defensa de las organizaciones nazis por parte de Estados Unidos. La superficialidad de la subsecretaria de Estado Wendy Sherman al referirse al tema queda patentizada al observar que el sustento de sus argumentos están basados en que por su condición de “judía y ciudadana de Estados Unidos” podía afirmar que el problema de Ucrania no tenía que ver con los nazis, entre otras cosas porque "el presidente judío de Ucrania definitivamente no es un nazi".

jueves, 7 de abril de 2022

Ucrania: fin del concepto sionista de “antisemitismo” (I)


Falseando la Biblia y haciendo uso de una tergiversación histórica, el sionismo ha logrado vincular el concepto de “antisemitismo” con el de discriminación, persecución, maltrato y exclusión de los judíos. Nada más falso. El término semita dice relación con quienes según el Génesis son descendientes de Sem, hijo de Noé. Así, la identidad semita fue siempre a través de la historia un vínculo cultural y lingüístico. Siendo así, tanto árabes como judíos son semitas.

Apenas en el siglo XIX se le comenzó a dar una connotación racial, cuando lo correcto sería referir a pueblos que hablaron algunos de los dialectos que emanaban de un origen común. No existe una “raza semita” homogénea toda vez que los pueblos semitas (en plural) solo tenían en común un dialecto utilizado por tribus nómadas pastorales y una estructura patriarcal.

En tiempos recientes, el sionismo le dio al concepto un carácter racial a fin de establecer una exclusividad que le permitiera justificar su política expansionista, violenta y servil a los intereses imperiales durante la guerra fría. De esta manera lograron sembrar la idea de que cualquier crítica a Israel, era un ataque a los judíos así como una manifestación de antisemitismo.