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miércoles, 26 de enero de 2022

Europa, jugando con fuego en Ucrania

 


Cuando me preparaba para escribir mi artículo semanal que había decidido dedicar al análisis de la situación en Ucrania, me llegó un correo de mi apreciado amigo, Juan Pablo Cárdenas, periodista chileno de dilatada trayectoria profesional, cuyas opiniones son siempre altamente consideradas por mí, a fin de mejorar el trabajo.

Juan Pablo me recordaba un artículo que escribí el 2 de septiembre de 2014 denominado “Europa, jugando con fuego en Ucrania”, que fue publicado por las Ediciones de la Radio de la Universidad de Chile que en ese momento él dirigía en un libro titulado “Mundo de locos donde he nacido. Un sistema internacional en permanente transformación”. En el mensaje, Juan Pablo rescataba el carácter “profético y acertado” de dicho análisis. Le consulté si creía que debía publicarlo nuevamente y su respuesta fue contundente: “Me parecería muy bien”.

Con el mayor respeto hacia el lector, siete años y medio después, vuelvo a entregar estas líneas. Increíblemente –y tal como lo percibió Juan Pablo- el análisis tiene plena vigencia, solo habría que cambiar algunos nombres y hechos que en ese momento eran recientes. Pero lo dejó sin cambios para que el lector valore los acontecimientos actuales y pueda percibir que los mismos responden a una política calculada y continuada de Estados Unidos que en el período ha tenido gobiernos demócratas y republicanos.

Europa, jugando con fuego en Ucrania

No sé si alguien se habrá dado cuenta, pero en mi opinión, el conflicto de Ucrania es el más peligroso de cuantos se hayan desarrollado en el planeta desde el fin de la guerra fría. Es verdad que en el período se han vivido varias invasiones a países africanos, golpes de Estado en América Latina, una profunda crisis económica y financiera, la sangrienta desintegración de Yugoslavia, el genocidio en el marco de un asedio permanente de Israel contra el pueblo palestino, la amenaza constante de ataque de la OTAN a Irán y las guerras posteriores a las intervenciones imperiales en Afganistán, Irak, Libia y Siria, pero en ninguna de ellas ha estado o está tan cerca el enfrentamiento directo entre dos o más potencias nucleares. Ello tiene explicación en el contexto local, regional y global. Vayamos de lo particular a lo general.

Para nadie es un secreto que en Ucrania hubo un golpe de Estado. El mismo tiene su origen, precisamente en la necesidad de la OTAN de crear una situación de conflicto como la que hoy existe. El gobierno del derrocado presidente Yanukovich era un obstáculo para ello. En ese sentido, el actual gobierno ucraniano no ha sido más que una creación de Estados Unidos y Europa.

jueves, 20 de enero de 2022

El engaño del progresismo

 



Al igual que en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado cuando América Latina y el Caribe luchaban por sacudirse de las dictaduras de seguridad nacional made in Washington, el movimiento popular de la región se debate en torno a la orientación política e ideológica que habrán de tener los combates contra el neoliberalismo y el imperialismo. Hay que decir que esto es mucho más que un debate teórico.

Aunque ahora la situación es distinta, habida cuenta del desarrollo dialectico de los acontecimientos, una vez más las fuerzas revolucionarias se ven enfrentadas a la búsqueda de salidas reformistas a la crisis. Este pensamiento se agrupa bajo las ideas de hacer política “en la medida de lo posible” o la satisfacción por haber llevado al poder al “mal menor”.

Una y otra esconden la incapacidad de los sectores políticos más avanzados de la sociedad de encumbrarse por encima de las dificultades que conducen a construir una alternativa popular y revolucionaria. Nadie podrá decir que ello ocurre por el abandono de los pueblos de su lucha por la democracia, la paz y la equidad. Es muy fácil culpar a los pueblos cuando en realidad han sido algunas élites políticas las que han paralizado los procesos. Incluso, a la vista está lo ocurrido en años recientes en la región cuando organizaciones de izquierda, una vez obtenido el gobierno, han priorizado las alianzas con la burguesía y la derecha, desplazando a los sectores populares a un marginal papel de “objeto” de las medidas de gobierno, cuando en realidad debió haberse aprovechado la cuota de poder obtenido para transformar al pueblo en sujeto del cambio de la sociedad.

martes, 11 de enero de 2022

Chile: “Ante el mal menor, yo elijo el bien mayor”


 

Una vez celebrada la “fiesta de la democracia” con la que por segunda vez llegó la alegría a Chile y en la que también eligió a su nuevo presidente, es menester hacer algunas reflexiones de cara al futuro.

Me parece que el tema a debatir tiene relación con la autocrítica que se debería hacer la izquierda por su incapacidad para construir una alternativa de contenido popular que favorezca los intereses de las mayorías. En esa medida, al pueblo se le conmina a aceptar el “mal menor” perpetuando de esta manera la admisión que hizo Patricio Aylwin en el sentido de que solo era posible que hubiera “verdad y justicia en la medida de lo posible”. Esta propuesta se ha transformado en una doctrina que cercena el espíritu revolucionario del pueblo, constriñe la lucha por sus intereses mediatizando sus objetivos estratégicos y subordinando el combate cotidiano a lo estrictamente electoral en el que se juega con las reglas de la democracia representativa.


En esta medida, el “mal menor” es expresión del facilismo con que la izquierda renuncia a la búsqueda de sus objetivos históricos, cuando en Chile más del 50% de la población no se siente identificada con ese sistema y lo rechaza no sólo desde el punto de vista electoral, sobre todo en la práctica cotidiana de su lucha. El levantamiento popular del 18 de octubre de 2019 es expresión de la capacidad del pueblo de construir una alternativa al margen del status quo, más allá de que “por ahora” (como dijera el Comandante Chávez tras fracasar la rebelión del 4 de febrero de 1992), los objetivos no pudieron ser cumplidos. La incapacidad de los partidos de la izquierda tradicional de dar conducción a ese movimiento no se puede entender como sumisión del pueblo y sometimiento al sistema.

lunes, 3 de enero de 2022

Una mirada somera al mundo de fin de año





El cierre del año 2021 muestra una situación de extrema tensión en Ucrania motivada en la necesidad de Estados Unidos de alimentar conflictos que le permitan ocultar su precaria situación interna. Tanto en el este de Europa como en el mar meridional de China la agresividad extrema de un Occidente que pierde protagonismo frente a China y Rusia ponen nuevamente al mundo al borde de una guerra que virtualmente tendría dimensiones incalculables sobre todo porque se está hablando de potencias nucleares cuyos voceros no han escatimado en anunciar que en caso de conflicto bélico recurrirán a ese tipo de armas.

Solo la responsabilidad de los estadistas podría evitar que se llegue a esta situación. El pasado 14 de diciembre los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China sostuvieron una conversación telefónica en la que establecieron nuevos parámetros para una alianza estratégica que se transforma en el principal instrumento con que cuenta la humanidad para garantizar la paz, enfrentar exitosamente la pandemia y avanzar hacia el desarrollo en un mundo sustentable.

Sin embargo, la difícil situación interna de Estados Unidos que el presidente Biden no ha podido enfrentar con éxito, conspiran con el espíritu pacifista de la mayor parte de la humanidad. El fracaso de Biden en el manejo de la crisis migratoria, su incapacidad para generar los consensos necesarios que le permitan dar respuesta a la crisis económica y la ineficacia de las medidas anti pandemia, han conducido a una caída estrepitosa de la popularidad del presidente con todas las repercusiones que tal situación conlleva, cuando en noviembre de 2022 se realizarán las elecciones de medio término que podrían llevar al fin del control de los demócratas de la Cámara de Representantes y de la paridad existente en el Senado, que no obstante no han permitido una actividad parlamentaria que apoye la gestión de la Casa Blanca. Una derrota de los demócratas –que la mayoría de los analistas estadounidenses ya está augurando-, profundizará la crisis de gobernabilidad del país.

En ese contexto, el escenario internacional es el espacio en el cual Washington cimenta sus posibilidades de mantener la hegemonía global, habida cuenta que el sistema capitalista imperante no ofrece soluciones para enfrentar y derrotar la crisis. Contrario a lo que se puede suponer, una mirada somera al planeta aporta evidencias suficientes para apuntalar esta idea.