Habló, o mejor dicho escribió, el gran Atilio Borón. No sólo hizo un artículo en el que sintiéndose –como siempre- poseedor único de la sacro santa verdad que emana de su conocimiento, y en el que no deja espacio a que se pueda pensar diferente, so pena de acusaciones y adjetivaciones de cualquier dimensión para los que osamos pensar diferente. También ha enviado mensajes inquisitorios a algunos amigos, consultándoles sobre el escrito en el que yo simplemente daba mi opinión sobre las próximas elecciones en Chile. Tal ha sido su furia que hasta se ha permitido utilizar a Simón Bolívar para justificar su apoyo a Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones chilenas. Es muy viejo eso de descontextualizar para desinformar.
Debo decir sin embargo, que te agradezco por decir lo que para mí -un imberbe en estas lides), es un cumplido viniendo de alguien como tú, cuando afirmas que has aprendido tanto de mis “sofisticados análisis sobre la realidad internacional”.
Pero de todas maneras Atilio, ¿Por qué gastas pólvora en alguien tan insignificante como yo? No soy el enemigo. Pensar distinto a ti, no me debería hacer blanco de tu irritación. En el mismo momento que tú estudiabas en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos, yo lo hacía en la Escuela de Artillería de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) en La Habana. Entonces, es normal que pensemos diferente, provenimos de escuelas distintas. Cuando tú te hiciste doctor, yo me hice artillero a mucha honra.
Mi padre (que no fue Lenin, ni Marx, ni Gramsci ni Rosa Luxemburgo) pero que fue un hombre íntegro, a toda prueba desde el punto de vista político, intelectual y ético me enseñó que a las personas mayores había que respetarlas, y yo te respeto porque como dijera el Comandante Camilo Cienfuegos (quien tampoco era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo) creo que “aquellos que luchan, no importa dónde, son nuestros hermanos”.
Entonces, creo que tú también me deberías respetar aunque piense diferente a ti. Por eso, no voy a aceptar la grosería y la mala leche que te hace suponer que puedes caracterizar como te dé la gana a cualquiera. Nunca me he lavado las manos, pero sí, las tengo limpias y muy limpias. En la organización en la que milité me tocó manejar muchos recursos, antes trabajé en las FAR en Cuba y en el Ejército Popular Sandinista en Nicaragua y después en Chiapas y junto al Comandante Chávez en Venezuela, en un cargo en el que era más fácil corromperse que mantenerse limpio y no tengo una mácula ni en mis manos, ni en mi actuar.
Posteriormente, me hice académico (apenas me pude graduar de la universidad a los 40 años). Comencé a escribir y tampoco vas a encontrar que he eludido mis responsabilidades que ante todo son de compromiso y de principios. No creo en esos intelectuales que a diferencia de los políticos, tienen la oportunidad de decir cualquier cosa, equivocarse y escribir todo lo contrario en el próximo papel de trabajo. En mi país (y en otros donde se desarrollan procesos de transformación de la sociedad) mi silencio público ante aquello que considero mal hecho no ha estado exento de hacerlo saber por las vías que corresponde, porque ante todo creo que no hay que darle armas al enemigo para que nos ataque y ataque a nuestros líderes.
Además, con José Martí (que no era Lenin, Marx, Gramsci, ni Rosa Luxemburgo) aprendí que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz) por lo que creo que los protagonismos personales de los que no hacemos la historia son innecesarios. No soy de esos “´intelectuales` que en su puta vida pisaron las calles [pero que] predican desde el púlpito de su egolatría” como dijera un gran periodista revolucionario argentino.
Respeto tu conocimiento Atilio, pero tú deberías respetar el mío aunque no sea tan excelso y encumbrado como el tuyo. No tuve la suerte tuya de estudiar profundamente a Lenin, Marx, Gramsci y Rosa Luxemburgo pero algo aprendí, en esa gran escuela que fue para mí las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Mi profesor de pensamiento político, Jesús Martínez, un negro grande de más de 1.80 mt. de altura, pausado, simpático con una sonrisa siempre a flor de labios, mayor de las FAR en ese momento, quien venía de graduarse con honores en una Academia de la Unión Soviética y que no era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo, me dijo que por mucho conocimiento que había adquirido, lo más importante para él era respetar y venerar ese uniforme verde olivo que portaba, que era el mismo de Fidel.
Un día Atilio, cuando nos preparábamos para el examen estatal de táctica. Imagino que sabes lo que es un examen estatal -con la solemnidad y complejidad que eso tiene además en una institución militar- se produjo el artero ataque terrorista de la CIA contra un avión cubano en Barbados que produjo la muerte de 73 civiles. No tuvimos duda, hubo que posponer el estudio porque era una obligación moral estar junto al pueblo cubano en la Plaza de la Revolución en el sepelio de las víctimas. Ese día aprendí de Fidel (que no era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo) que cuando “un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”. Y como yo considero que soy enérgico y viril, no he dejado de llorar por mis hermanos caídos en la lucha. Ya sabrás porque te lo digo.
Creo que regresaste de Harvard a la Argentina de la dictadura. No conozco tu impronta de esos años. En lo que a mí respecta, Fidel me dio la oportunidad de conseguir la más alta condecoración a la que puede optar un revolucionario: la de ser combatiente internacionalista en la guerra de liberación de Nicaragua. Después trabajé tres años con Schafik Handal en el Estado Mayor de las FAL cuando se creó el FMLN para posteriormente estar siete años en la lucha contra la dictadura en Chile y no precisamente escribiendo papeles de trabajo. No hago este recuento para darme a conocer, solo para decirte que en todos esos años perdí valiosos hermanos y hermanas (que tampoco tuvieron tiempo de estudiar a Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo) pero que con su sangre generosa sembraron la semilla de la libertad. No me puedo olvidar de ellos, como tú pretendes que haga, apoyando a Boric.
Hay que ser responsables con lo que se dice y se hace. Yo te leía con verdadera devoción, hasta que llamaste a apoyar a Lenin Moreno, en lo que presagiaste que podía ser un “Stalingrado latinoamericano”, un evidente exabrupto, aunque te lo mandé a decir (no sé si lo hicieron) por respeto a ti, no lo hice público. No cuestiono la decisión que tomó el presidente Correa -a quien admiro y respeto- y los compañeros ecuatorianos, pero creo que fue un error. Mi actitud fue no criticarlo públicamente, pero tampoco escribí una sola letra en favor de Moreno, porque era evidente cual habría de ser su derrotero. La vida me ha enseñado un poco a “oler” a los traidores. Para ti, fue muy fácil, después del “Stalingrado latinoamericano” que no se produjo, dedicarte a escribir papeles contra Moreno. ¿Quién las hizo de Poncio Pilatos? Hoy, yo camino con la frente en alto y tengo excelentes relaciones con los hermanos ecuatorianos. No es que te quiera acusar de ser cómplice de la entrega de Julian Assange a Estados Unidos, pero lo cierto es que tu Stalingrado latinoamericano condujo a unas “Hiroshima y Nagasaki ecuatorianas”.
Y ahora haces lo mismo, estás apoyando a Boric y atacas con furor a quien piensa distinto. No pasará mucho tiempo, para que después del 11 de marzo, fecha en que asumirá sus funciones el nuevo presidente de Chile, de ser elegido Boric y desate la represión contra los mapuche y los chilenos, mantenga el régimen neoliberal y sea un furibundo aliado de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¿Tú, escribirás nuevos papeles en contra de este nuevo esperpento que se está creando, como lo hiciste con Lenin Moreno?
Mi apuesta –como dije en el artículo anterior- es por los pueblos chileno y mapuche. Creo en su sabiduría para generar los nuevos liderazgos que los llevaran a estadios superiores de lucha. Apuesto a esos 7 millones 840 mil poncios pilatos -que podrían ser más-, de los que habla Luis Casado que no votan porque no creen ni en Kast ni en Boric. ¿Es que acaso la mayoría del pueblo chileno, se está lavando las manos? ¿No has pensado en que algo anda mal? ¿No será acaso que las cúpulas de la izquierda han renunciado a ligarse con quien debe ser su aliado natural, es decir el pueblo?
Ellos no tienen la posibilidad de escribir nuevos papeles, ellos están entregando su vida y sus ojos y su libertad por la felicidad de su patria. Hace 33 años –cuando la alegría ya venía- mis hermanos Raúl Pellegrin y Cecilia Magni (que no eran Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo), entregaron su vida para alertar acerca de lo que se venía. No podían saber que serían 30 años, pero tuvieron plena convicción de que todo era una trampa. Y hoy, para dolor de los chilenos y mapuche, lamentablemente se constata que tuvieron razón.
Tu candidato que había saludado la lucha de mis hermanos caídos, ahora –en la búsqueda de votos- dijo que se había equivocado y casi los catalogó de criminales y delincuentes… ¿y tú quieres, que yo –que sigo siendo enérgico y viril- lo apoye y le diga a Raúl, a Cecilia, a Roberto, a Moisés, a José Joaquín, a Mauricio y a muchos más que me olvidé de ellos y que voy a votar por quien los criminalizó?. Y hacer eso, cuando han renacido victoriosos en los millones de jóvenes que en las calles de Chile han demostrado que su espíritu de rebeldía está vivo y que es sólo cosa de tiempo para que emerjan sus sucesores, esos que llevarán a Chile a la libertad. ¿Piensas tu que eso es menos importante que los próximos 4 años de agonía en los que se prologará la pos dictadura, gane quien gane?
No Atilio. Yo no creo en la sacro santa institución de la democracia representativa. Entiendo que hay que actuar en sus marcos mientras no exista alternativa, pero en Chile si hay disyuntiva, en primera instancia en la Convención Constitucional (con todas sus limitaciones) y en el mediano plazo en la incesante lucha de los pueblos chileno y mapuche que no actúan circunscritos a los cotidianos tiempos electorales impuestos por el sistema, sino a los tiempos del permanente combate por una vida mejor que ni Kast ni Boric les darán.
A pesar de no ser militante del Partido Comunista aposté por Daniel Jadue porque pensé que él -si se liberaba de la tutela opresiva de la derecha de su partido- podía ser el conductor del pueblo que Chile no ha tenido desde Allende. Creo que Daniel sí era un candidato de izquierda, lo ha demostrado en su impronta como alcalde. Eso es historia pasada, con todo respeto, creo que el PC se equivocó llevando a Daniel -quien punteaba lejos en todas las encuestas- a unas primarias innecesarias. Una vez más se confirmó la máxima de Radomiro Tomic: “Cuando se gana con la derecha, es la derecha la que gana”
Entonces, hoy se dan dos paradojas –en los marcos de la democracia representativa-, la primera es que el candidato con mayor apoyo popular, no es candidato y la segunda es que el candidato de la “izquierda” lo eligió la derecha, que está feliz con su pretensión, en especial los empresarios y la embajada de Estados Unidos que lo ha financiado por años.
No te pelees conmigo Atilio, yo no soy Vargas Llosa, a mi no me gusta andar discutiendo con los compañeros y menos con los que respeto tanto como a ti. Por favor, concédeme la oportunidad de pensar distinto a ti. Soy tu compañero a pesar de las diferencias que tenemos. Si llegara el combate, el de verdad, voy a ser yo el que esté junto a ti en la trinchera, quisiera equivocarme, pero creo que Boric estará en la del frente.
Quiero decirte –quiero reiterarlo- jamás votaré por alguien que diga que Cuba, Nicaragua y Venezuela son unas dictaduras. No acepto que se diga que Fidel, Raúl o Díaz-Canel, que Daniel Ortega, que Chávez o Nicolás Maduro, son unos dictadores. Ni tú ni nadie me van a convencer de eso. Yo tengo mi conciencia tranquila y espero que tú también tengas la tuya igual.
Lo he dicho muchas veces y quiero reiterarlo. El Comandante Tomás Borge (que no era Lenin, ni Marx, ni Gramsci, ni Rosa Luxemburgo) siempre me decía que si uno estaba confundido, debía fijarse donde estaba Fidel y que ahí era donde había que estar. Y Fidel me dijo que en la lucha se debía saber en qué trinchera estaba el imperialismo para ponerse en la del frente. Lo único que he tratado de hacer –sin haber estudiado tanto como tú a Lenin, a Marx, a Gramsci y a Rosa Luxemburgo- es ser consecuente con ello
“Hasta la Victoria siempre”, apreciado Atilio. En lo que a mí respecta, en relación a este tema, “cambio y fuera”.
Saludos, querido amigo, apoyo todos los comentarios que usted acertadamente ha planteado. Mis respetos, como quisiera que esté equivocado sobre lo expuesto sobre Boric, pero no me hago ilusiones. Tiene usted toda la razón. Quisiera saber su opinión sobre Pedro Castillo Presidente del Perú, si ya ha escrito sobre el particular excúseme. La cuenta por la que estoy escribiendo es la de mi hijo. Mi nombre es José Moreno.
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