En noviembre de 2008, el triunfo
de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos echó las
campanas a volar para una serie de personalidades. Renombrados políticos y
reconocidos periodistas cantaron loas al primer negro que era designado para
administrar el gobierno de Estados Unidos. Suponían un cambio radical por el
sólo hecho de pasar de un ordinario Bush, a un renombrado académico de Harvard;
de un blanco texano, a un negro descendiente de africanos de generaciones muy
recientes; de un republicano
recalcitrante, a quien suponían un civilizado demócrata; hasta llegaron a decir
que su “bella esposa alumbraría la Casa Blanca”.
Con el transcurrir de los meses
iniciales del nuevo gobierno estadounidense, me llamó la atención que el
Comandante Fidel Castro dedicara cinco reflexiones seguidas al cambio de
gobierno en Estados Unidos y me sentí en la obligación de escribir un largo
artículo que titulé “No existe un imperio bueno”. En el mismo decía que “La lucha por la paz y la democracia no nos puede
llevar al desarme político e ideológico frente a un imperio que pareciera estar
a la defensiva como fiera herida en su crisis, pero que no ha alterado un ápice
su voluntad guerrerista y agresiva. No
podemos confiarnos en un régimen que avala y apoya la agresión sionista a Gaza,
que pretende sacar sus soldados de Irak…sólo para mandarlos a Afganistán, que
mantiene su belicosa política contra Venezuela…”
La historia ha demostrado una vez
más que en política exterior no hay diferencias entre demócratas y
republicanos, frente a sus intereses nacionales funcionan como un solo partido
y que este presidente demócrata ha expuesto la esencia agresiva del
imperialismo, sin variar las decisiones tomadas por su antecesor republicano,
más bien ampliándolas y profundizándolas. Sin embargo, en esta ocasión, me
parece que la decisión tomada respecto de Venezuela, más que ser expresión de
fortaleza, es una manifestación de debilidad extrema del presidente Obama, al
llegar a niveles de irracionalidad inauditos que transforman las medidas
determinadas a partir de diciembre, en revelación de que el establishment político
de Estados Unidos se encuentra en condiciones de asumir acciones de suma
peligrosidad para Venezuela y para el mundo.
Estados Unidos, en su soberbia
imperial nos tiene acostumbrados a sanciones unilaterales a particulares. Eso
no significa ninguna primicia de los últimos años, lo novedoso es el
involucramiento directo del presidente de Estados Unidos y el consenso logrado
en medio de profundas contradicciones entre el ejecutivo y el legislativo de
ese país. Trasluce que en este caso (el de Venezuela), la causa de tales
acciones agresivas tienen un carácter más de política interna que internacional
y que Venezuela ha sido la “moneda de cambio” que Obama ha entregado a la ultra
derecha republicana después de quitarle Cuba como objeto de agresión principal
(léase cuerpo de negocios que aporta recursos millonarios para campañas electorales
a fin de llevar al parlamento acólitos que sostengan los intereses de las
grandes corporaciones).
El aislamiento de Obama en
Washington es tal que el Senado, dominado por una mayoría republicana se da el
lujo de invitar al primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu, a pesar que el
inquilino de la Casa Blanca había manifestado su molestia y su decisión de no
recibir al líder sionista. Netanyahu, no conforme con visitar Washington y
acceder a la tribuna más importante de la nación, pronunció un discurso
humillante para la figura presidencial del país anfitrión. La incapacidad de
Obama por lograr éxitos en su confrontación (no bélica) con China y Rusia y de
solventar los problemas económicos internos, más allá que el discurso oficial
intente mostrar supuestos avances en la solución de la crisis económica, lo ha llevado a niveles muy bajos de
popularidad. El presidente
estadounidense fracasó en su tentativa de hacer aprobar la ley de inmigración
que fue rechazada en el Congreso por la mayoría republicana, lo cual le indujo
a manejar la agenda cubana y las decisiones que tomó sobre ella, sólo rodeado
de sus más íntimos colaboradores.
En ese contexto, parece suponer
que Obama considera que Venezuela es el eslabón más débil de la cadena que ha
hecho avanzar los procesos de integración regional, lo que no le permite
impulsar acciones generales para lo cual ha comenzado nuevamente a recurrir a
su vieja estrategia de “divide y vencerás”. Después de crear la Alianza del
Pacífico, contando para ello con el desprestigiado ex presidente peruano Alan
García (que por cierto amenaza con volver a la más alta magistratura de su país)
y secundado por los gobiernos de derecha
de Chile , Colombia y México, Estados Unidos ha creado una punta de
lanza para desbaratar el ideal de integración bolivariano. Más recientemente, a
través del vicepresidente Joseph Biden ha procurado, a través de la ancestral política
del “garrote y la zanahoria” atraer bajo amenaza a los países caribeños y, en
fecha más cercana ha buscado “encantar” falsamente a los países del triángulo
del norte centroamericano a fin de desarrollar “políticas conjuntas” respecto
de la migración y el narcotráfico en la subregión.
En este ámbito, las amenazas a
Venezuela se insertan en un momento de extrema agresividad contra lo que el
propio Biden, rememorando el
discurso estadounidense del siglo XIX,
ha vuelto a llamar su ”patio trasero”, término remachado por el senador ultra
derechista Marcos Rubio en su alocución
en la Cámara Alta del Congreso de su país cuando se discutía el tema Venezuela.
En cualquier caso, Estados Unidos
no ha podido conseguir el consenso regional para lograr una base apoyo que le
permita ir escalando la agresión. Al rechazo de la Alba, Unasur, Celac,
Mercosur y Petrocaribe a las acciones unilaterales de Estados Unidos, se ha
agregado que ni siquiera su hija putativa, la OEA pudo reunir su Consejo
Permanente para aprobar una declaración en contra de Venezuela. El Secretario
General Insulza, buscando los votos de la derecha de la coalición de gobierno
de su país, utiliza el organismo regional para alimentar sus opciones
presidenciales en Chile. Otro tanto ha hecho la patética hija del Presidente
Allende y por los mismos motivos. Que una hija del presidente mártir sea
promotora de acciones desestabilizadora en un país hermano no deja de ser una
acción deleznable que la derecha internacional ha aplaudido efusivamente. Sin
embargo, Venezuela ha contado con el amistoso y solidario apoyo de los
pueblos de la región que han reaccionado
de inmediato exigiendo a Estados Unidos sacar sus manos de nuestro país.
Así mismo, Venezuela ha recibido
el apoyo explícito del Movimiento de Países No Alineados, del Grupo de los 77+
China, de Rusia y China y manifestaciones de solidaridad inmensa de los pueblos
de Asia, África y Europa.
No hay argumentos posibles, solo
la irracionalidad puede ser causa de las acciones emprendidas por la
administración estadounidense. El comunicado de rechazo a tal declaración por
la oposición venezolana, da cuenta que Obama no los consideró a tal efecto y
que desde ahora estarán obligados a actuar a partir de los hechos consumados.
Atrapados entre la espada y la pared, se ha puesto en evidencia que el control
de las operaciones fueron asumidas en Washington y que solo una actitud
consumadamente rastrera les puede dar un espacio en el Olimpo del imperio. O
actúan en los marcos democráticos que señala la Constitución Nacional o se atendrán
a las consecuencias de actuar al servicio de una potencia extranjera que
amenaza a la Patria y que está señalando un camino distinto al que imponen las
normas internacionales, la convivencia pacífica, y el respeto a la auto
determinación del sistema político y de gobierno que los pueblos se han dado.
Finalizo de la misma manera que
lo hice en el artículo antes mencionado escrito hace 6 años, “Hoy Estados
Unidos ha inventado nuevos fantasmas, todos creados por su política imperial de
exclusión, agresión y ultraje contra nuestros pueblos, (…) Obama aún tiene que
demostrar si será un negro como Colin Powell y Condoleezza Rice o como Martin
Luther King, quien tenía un sueño. Nosotros, en Nuestra América también
teníamos un sueño, sólo que se transformó en proyecto, hoy comienza a ser realidad
y no hay imperio que pueda impedirlo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario