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domingo, 19 de febrero de 2012

¿Monarquías o repúblicas?


Cuando Bolívar y los Libertadores nos procuraron independencia y patria estaban distantes de pensar el salto gigantesco en la historia que habían dado para los países cuya libertad conquistaron.

Entre los múltiples  significados y las incontables repercusiones que tuvo para los pueblos de nuestra región ese salto adelante encarnó la instauración de un nuevo sistema político: el republicano.

En su discurso en el Congreso de Angostura, Bolívar  debate consigo mismo acerca de los sistemas monárquicos y republicanos y afirma “…me siento arrebatado de gozo por los grandes pasos que ha dado nuestra República al entrar en su noble carrera. Amando lo más útil, animada de lo más justo y aspirando a lo más perfecto al separarse Venezuela de la Nación Española, ha recobrado su Independencia, su Libertad, su Igualdad, su Soberanía Nacional. Constituyéndose en una  República Democrática, proscribió la Monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la Libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir…”.

Como República Democrática nos caracterizaba Bolívar en aquel lejano 1819, ni republicanos ni demócratas son los sátrapas que gobiernan en Arabia Saudita,  Kuwait, Bahréin, Omán, Catar, y los Emiratos Árabes Unidos, confabulados en la Organización de Cooperación del Golfo.  Aquellos que ostentan el poder mundial no se han molestado en cuestionar que en esos países no existe parlamento, ni partidos políticos, ni sindicatos, mucho menos elecciones o atisbos de lo que hoy se asume incluso por nuestras rancias derechas latinoamericanas como parámetros básicos de la democracia representativa.

Sustentados en la monumental riqueza surgida de la propiedad de la enorme riqueza energética de su subsuelo, imponen sus decisiones en la Liga Árabe.  Tomaron las decisiones que llevaron a cambios superfluos en Egipto y Túnez y a los sangrientos bombardeos contra el inerme pueblo libio, y pretenden hacer lo mismo en Siria e Irán, todos con gobiernos republicanos. Por supuesto, contaron con el apoyo de la OTAN, algunos de cuyos miembros, también poseen anticuadas y parasitarias monarquías.

Lejos estaba el Padre de la Patria de suponer que casi 200 años después las monarquías seguirían avasallando a los pueblos y tomando decisiones en organismos internacionales que involucran la libertad y la independencia de otros países que han adoptado el sistema republicano.


Una de esos putrefactos estados monárquicos europeos, sumergido en una profunda crisis económica y financiera, y que se ha asumido como una provincia de Estados Unidos en Europa, pretende sembrar para siempre su huella repulsiva en nuestro continente y  ha mandado a uno de sus principitos como cabeza de puente de un contingente militar que en las Malvinas y el Atlántico Sur crea inestabilidad y zozobra, pretendiendo iniciar una carrera armamentística  en nuestra región  horadando con ello nuestro pasado y nuestras tradiciones republicanas, de pueblos libres que defenderán unidos y por vía pacífica ese sagrado territorio  argentino y latinoamericano.

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