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miércoles, 8 de octubre de 2025

Aló, Washington. ¿Cómo estamos por casa?

 


Al Guerrillero Heroico,
Comandante Ernesto Che Guevara,
en el 58vo.aniversario de su paso a la inmortalidad


Tras leer un reciente artículo del ex presidente de Rusia Dmitri Medvédev, me quedé pensando en una frase ahí expuesta: “Trump ha vuelto a entrar en una realidad alternativa…”. Con la singular ironía que le ha caracterizado en los últimos años y que ha sacado de quicio al presidente estadounidense más de una vez, el actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia le aconsejó a Trump que, para analizar a Rusia "lo principal es cambiar radicalmente de perspectiva sobre diversos temas con más frecuencia. Y todo irá bien. Esta es la esencia de una administración pública exitosa a través de las redes sociales”.

Y me parece que es verdad, el presidente de Estados Unidos vive en una realidad virtual producida por su egolatría y su megalomanía. Al analizar sus primeros 9 meses de gestión, se puede constatar que no tomó el Canal de Panamá, tampoco ocupó Groenlandia; Canadá no se transformó en el estado 51 de la unión norteamericana y el Golfo de México se sigue llamando de esa manera.

La economía no marcha mejor. Desde principios de este año, el dólar ha caído un 10% frente a la libra esterlina y un 15% frente al euro. En mayo la agencia de calificaciones crediticias Moody’s, siguiendo los pasos de Fitch y S&P, rebajó la calificación de la deuda estadounidense que actualmente asciende a 37 billones de dólares lo cual representa el 122 % del Producto Interno Bruto (PIB) con un crecimiento aproximado al billón de dólares cada tres meses.

Un estudio realizado por la Oficina de Presupuesto del Congreso señala que esa cifra se iba a conseguir en el año 2030. El adelanto es notable. Según Michael Peterson, presidente y director general de la Fundación Peter G. Peterson, la deuda está avanzando “más del doble de rápido que la tasa promedio de los últimos 25 años”. Por otra parte, el déficit presupuestario federal de Estados Unidos se sitúa actualmente en torno al 8% del producto interno bruto (PIB). Desde 1960 hasta la crisis financiera mundial, el déficit se situó en una media de alrededor del 5% del PIB. No son precisamente buenas noticias las que puede exhibir Trump en materia económica.

Por su parte, mientras anuncia con “bombos y platillos” que él había logrado reducir la tasa de inflación de su país, la verdad es que esta se aceleró al 2,9% en agosto de 2025, la más alta desde enero. Los precios subieron a un ritmo más rápido para los alimentos (3,2% frente al 2,9% en julio).

En su esquizofrénico discurso en la ONU Trump dijo que detuvo 7 guerras, cuando en realidad no paralizó ninguna, inclusive hasta se permitió inventar una entre Egipto y Etiopía. Amenazó a Brasil con altos aranceles a sus exportaciones hacia Estados Unidos y ahora China le compra al país sudamericano todo el café excedente creando un déficit enorme en el mercado estadounidense. Algo similar ocurrió con la soya, pero con repercusiones mucho peores porque afecta a miles de productores principalmente de los estados del medio oeste de Estados Unidos (Illinois, Iowa, Minnesota, Nebraska y Ohio), algunos de los cuales tradicionalmente votan republicano.

La guerra comercial de Washington contra Beijing hizo que las importaciones chinas de soya estadounidense se desplomaran a su nivel más bajo en 2025. En contraste, Brasil se convirtió en el principal proveedor del grano al gigante asiático. Entre enero y agosto de 2025, China importó solo 5,8 millones de toneladas de soja estadounidense, en comparación con los 26,5 millones del mismo período del año anterior, una caída de casi el 80%. De junio a agosto de este año Estados Unidos prácticamente no envió soya a China, y el país asiático no compró nuevos productos para la cosecha del próximo año. Esto manifiesta una gran diferencia con Brasil que exportó más de 77 millones de toneladas de soya al mercado chino durante el mismo período.

En otro plano, Trump informó que Estados Unidos ha recibido durante su administración casi dos billones de dólares en inversiones europeas, japonesas, coreanas y suizas, pero nadie las ha visto, nunca existieron más que en su desordenada cabeza. El que tenga dudas al respecto puede buscar en internet los desmentidos de cada uno de los involucrados.

Visto desde otra perspectiva, según Hinterlaces, el discurso de Trump en la ONU se pareció más a “un mitin electoral globalizado” que a otra cosa. Este portal venezolano señala que en esa disertación hubo un “predominio del yo” dedicando casi la mitad del tiempo de esa alocución a una exaltación de sí mismo. De igual manera se destacó su “tono confrontacional” en temas como migración, conflictos militares y críticas a la ONU como ejes centrales y una “ausencia de visión global” en el que los asuntos referidos al cambio climático, el multilateralismo y América Latina tuvieron un papel totalmente marginal.

Pero en donde tal vez reside la mayor inestabilidad de Estados Unidos en la actualidad es la que se produce a partir de la intensificación de las discrepancias entre los líderes políticos y militares del Pentágono sobre la nueva estrategia de defensa preparada por la Administración.

El punto de vista del secretario de Guerra Pete Hegseth -que ha establecido que el centro de la inquietud de Estados Unidos en materia militar debe orientarse a enfrentar y derrotar amenazas internas- es resistido por los altos mandos de las Fuerzas Armadas. Una buena parte de generales y almirantes creen que el secretario minimiza la competencia de Estados Unidos con China y reduce el papel del país en Europa y otras regiones del mundo. Aunque tal estrategia aún no ha sido elaborada en su totalidad, estaría en fase final de montaje, enunciando una mirada inadecuada y limitada como expresión de un “enfoque contradictorio del presidente Trump en materia de política exterior” según fuentes vinculadas al Pentágono que emitieron estas opiniones al diario estadounidense Washington Post, firme defensor de las políticas de Trump. Los altos oficiales ponderan también que la estrategia de la actual administración no ha sido bien pensada y en última instancia, socavará la integridad de las Fuerzas Armadas.

Los militares temen que estos puntos de vista influyan en una improcedente distribución de recursos y un incorrecto despliegue de las Fuerzas Armadas. Así mismo, han refutado al secretario en cuanto a la posición de la administración respecto de la competencia con China, que se quiere reducir a la “cuestión de Taiwán”, minimizando el enfrentamiento y la contención a mayor escala del gigante asiático.

Vale decir que aun cuando Hegseth fue miembro de Guardia Nacional del Ejército de Estados Unidos, solo alcanzó el grado de capitán. Sus más “altas” responsabilidades fueron la de comandar un pelotón de infantería en Irak y enseñar tácticas de contrainsurgencia en Afganistán, no tiene la formación operativa ni estratégica para ser la máxima autoridad militar de Estados Unidos. Cabe destacar que el ahora secretario, fracasó en su intento de ser elegido senador por el estado de Minnesota y que su designación en el cargo actual fue rechazada por la mitad de los senadores y solo concretada por el voto de desempate a su favor del vicepresidente J.D. Vance. Incluso, el senador republicano por Misuri, Eric Schmitt, argumentando en su favor, apuntó que la falta de experiencia de Hegseth era una ventaja, que debía asumirse como “una bocanada de aire fresco”.

Sus “méritos” para llegar a tan importante responsabilidad dicen relación con su lealtad perruna a Trump y sus abiertas inclinaciones supremacistas, fundamentalistas. homofóbicas y conservadoras que, sin embargo, no bastan para dirigir el aparato militar de ningún país.


En este marco, recientemente fue realizada una reunión en la base de los marines de Quantico, Virginia, al suroeste de Washington D. C., a la que fueron convocados 800 almirantes y generales requeridos desde las instancias militares de Estados Unidos diseminadas por todo el mundo, a fin de conocer de primera mano el “pensamiento estratégico” de Hegseth y Trump. La reunión constituyó un evento inusual y sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, toda vez que nunca antes había sido agrupada esa enorme cantidad de altos mandos en un mismo lugar,

Hegseth arremetió durante su discurso contra la ideología “woke”, que se habría desarrollado dentro del ejército bajo las administraciones anteriores. Según él, en este momento, las tropas estadounidenses se ajustan a la imagen que los republicanos tienen de la izquierda liberal “woke”. Con el objetivo de dar a conocer las nuevas medidas del Departamento de Guerra, Hegseth atacó con dureza a los militares con sobrepeso, los barbudos y los que usan el pelo largo, pero también contra las “expresiones individuales y superficiales”. Así mismo declaró el fin “de los hombres con vestidos”, de las políticas de equidad, diversidad e inclusión, prometiendo un nuevo ejército a imagen y semejanza de la administración MAGA.

A la misma reunión compareció el presidente Trump. Los generales y almirantes tuvieron que escuchar atónitos y sin manifestar emoción ni opinión alguna la diatriba trumpista de auto alabanzas que resultaban insólitas viniendo de un individuo convicto de 34 delitos y evasor del servicio militar en 5 ocasiones.

Ante la impasividad de los militares y en un espectáculo increíblemente insultante y superficial frente a un liderazgo castrense claramente avergonzado, Trump les dijo: "Pueden aplaudir si quieren. Si se quieren levantar e irse, lo pueden hacer también, pero olvídense de sus rangos y sus carreras".

A esa estafa que se llama gobierno de Estados Unidos y que está cerrado desde hace ocho días por una falta de presupuesto que expone las profundas contradicciones entre las élites, debe enfrentarse el mundo sabiendo que a Trump y sus adláteres en la administración solo le queda la amenaza, la presión y el chantaje como herramientas, la prepotencia, la soberbia y el supremacismo como discurso y, en última instancia, la violencia, la agresión, la intervención armada y la guerra como instrumentos para garantizar su sobrevivencia.

A este respecto, debe considerarse que, como dice el veterano periodista Peter Baker que ha cubierto la Casa Blanca para el New York Times desde 1996, al analizar la personalidad de los presidentes estadounidenses de las últimas décadas, ha opinado que “con Trump, sin embargo, a menudo se trata tanto de su propio instinto visceral como de cualquier pensamiento global”. He ahí la razón del peligro: el líder de la mayor potencia mundial puede tomar decisiones a partir de lo que le indica su hígado, no necesariamente su cerebro.

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