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domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Ha surgido una fuerza de izquierda en Estados Unidos?


Sergio Rodríguez Gelfenstein 

El reciente proceso comicial llamado de término medio en Estados Unidos por realizarse exactamente en la fecha intermedia entre una y otra elección presidencial, marcó un punto de interés jamás visto en el planeta, dado que sus resultados podrían haber impactado de forma trascendente en la dinámica del sistema internacional, sin embargo resulta dudoso suponer que la mitad de la población electoral del país que es la que generalmente participa - aunque en esta ocasión hubo una cantidad superior de votantes- decidiera su opción motivada en hechos acaecidos o que pudieran ocurrir fuera de las fronteras. Eso sí, esta vez – posiblemente más que nunca antes en la historia- el evento eleccionario fue considerado un referéndum a la gestión del presidente. 

Los resultados han respondido a lo que se avizoraba previamente: los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes y algunos gobiernos estadales, al mismo tiempo que los republicanos confirmaron su favoritismo para retener su mayoría en el Senado. 

A partir de estos resultados, se ha conjeturado mucho respecto del impacto que los mismos van a tener en el futuro inmediato del país, sobre todo en la capacidad que ha adquirido el partido demócrata para, desde el nuevo espacio conquistado, “torpedear” la administración de Donald Trump a fin de crearle contratiempos que impidan su reelección en 2020. 

Por lo pronto, la nueva composición del Congreso podría derivar en una situación más de confrontación que de consenso en el funcionamiento del Estado y el gobierno. Trump incluso, ya amenazó con la posibilidad de cierre del gobierno federal si la ahora mayoría demócrata de la Cámara de Representantes no accede a aprobar los recursos para la construcción del controvertido muro en la frontera con México. Además de eso, se han comenzado a manifestar problemas de carácter estructural en la sociedad estadounidense que se profundizarán en el marco de este conflicto en ciernes y que ha producido el despertar de ciertos sectores, sobre todo de mujeres, jóvenes y minorías étnicas. 

Aunque es poco probable que para América latina y el Caribe estos resultados puedan tener trascendentes implicaciones directas, es necesario decir que la obligatoriedad de Trump de encarar de otra manera el frente interno, le generará un mayor imperativo en esa área, lo cual podría redundar en la disminución de su atención hacia la región. Los cambios en la correlación de fuerzas en aquellos estados en los que existe una mayor población inmigrante podría ser también un elemento para considerar en este ámbito. 

Aunque la diferencia en el voto popular de alrededor de un 7% es similar a la de la elección presidencial de hace dos años, la cifra que marca la tendencia más importante de cara a futuros procesos eleccionarios es aquella que señala que 62% de los que votaron por primera vez, lo hicieron por los demócratas. Muy probablemente, ello se deba a que estos hicieron una campaña basada en los temas que más preocupan a la población del país y que están en el centro del debate y de la gestión, el principal de ellos es el de la salud, pero también se verificó un gran activismo alrededor de una agenda que giró en torno a asuntos como migración, seguridad social, represión policial, posibilidad de posesión de armas por parte de la ciudadanía, y las manifestaciones de misoginia, xenofobia y racismo de las que ha hecho gala el gobierno. En el manejo de estos aspectos, los demócratas tienen una indudable ventaja frente a los republicanos. 

Algunas cifras son expresión de ciertos cambios que podrían estar verificándose en el escenario electoral estadounidense. Por ejemplo, la elección de una mayor cantidad de mujeres lo cual ha hecho que se llegara a que por primera vez, más de 100 féminas accedieran a la Cámara, 105 demócratas y 19 republicanas, aunque esta última cifra es menor respecto de los anteriores comicios. Alrededor del 60% de las mujeres votaron por candidatos o candidatas demócratas y un poco menos de 40% por el partido republicano. 

En el caso de los jóvenes las cifras son todavía más apabullantes: el 67% de los menores de 30 años votó por los demócratas y el 58% de los que tienen entre 31 y 45 años. Estos indicadores, vistos a futuro tienen una proverbial importancia, sobre todo si se considera que el voto fuerte de los republicanos se concentra entre los votantes de más edad: aunque entre los de 50 a 59 años hay casi un empate, los mayores de 65 votan claramente por los republicanos. 

La lectura de estas cifras señala algunas tendencias que deben conocerse y estudiarse. Por una parte, un sector importante de los votantes sigue apoyando a Donald Trump, el mismo se concentra en los estados del norte y medio oeste que es definida por los analistas estadounidenses como una zona “de clase trabajadora, blanca y sin estudios universitarios”. En esos estados, Trump ha logrado crear un núcleo incondicional de seguidores que determina el resultado de las elecciones, sobre todo en aquellos lugares donde la apatía sigue generando niveles bajos de participación. El discurso de Trump ha calado hondo en esas zonas donde 25 años de tratados de libre comercio y outsourcing han dejado condados enteros desolados. Sanders tenía un mensaje similar, pero desde una perspectiva diferente, sobre todo si se mira desde la visión de las soluciones propuestas, considerando que en Estados Unidos es difícil debatir sobre temas de política económica desde un punto de vista alternativo, aunque mucha gente que “ya no tiene nada que perder”, está comenzando a escuchar. 

Por su parte, en el partido demócrata ha emergido un sector más liberal, entre quienes hay líderes que incluso portan un pensamiento más avanzado. Una de las preguntas que podríamos hacernos es si ¿ha surgido por primera vez un sector de izquierda en Estados Unidos? Algunos lo podrían considerar temerario y otros sencillamente ilusión o deseo, pero lo cierto es que las agrupaciones cercanas al senador Bernie Sanders (quien fue reelegido ampliamente en su distrito del estado de Vermont) han planteado un verdadero desafío al partido demócrata, toda vez que en 2016,fue sacado de competencia de manera ilegal en las internas del partido demócrata para favorecer a Hillary Clinton, cuando todas las encuestas lo daban ganador sobre Donald Trump o cualquier candidato republicano. La mayor parte de los aspirantes apoyados por Sanders en esta elección (alrededor de un 50% de los postulantes) triunfaron en las primarias y en la elección misma, lo cual fortalece la posibilidad de su candidatura de cara al 2020 creando un dilema al interior del partido azul que tendrá que decidir nuevamente a favor de Trump -sabiendo que pueden perder como lo hicieron en 2016- o aceptar a Sanders. 

Sanders está agrupando en torno suyo a amplios sectores que sostienen un discurso muy avanzado en aquellos temas que preocupan a los ciudadanos, de manera particular en salud, migrantes y gasto social. Esta situación augura una confrontación no solo con los republicanos, sobre todo manifestará una fuerte disputa dentro del partido demócrata que es controlado, manejado y dirigido por un sector conservador, muy cercano al partido republicano con el que tiene muy pocas diferencias, sobre todo en materia de política exterior y de seguridad. 

En general, podría decirse que hay un gran movimiento de jóvenes progresistas, sobre todo en las grades ciudades, cada vez más organizado y participativo, entre ellos figuran Justice Democrats, Democratic Socialist of America (DSA) y Movement for a People’s Party, que están respondiendo a las necesidades que plantean estos sectores juveniles. Estas organizaciones están desarrollando políticas inéditas desde la perspectiva progresista entrando en aquellos lugares que, si bien son socialmente conservadores y tradicionales, están sedientos de que se desarrollen prácticas de justicia económica y políticas económicas y sociales que les interpreten, por ejemplo, en el Medio Oeste y en el cinturón industrial del centro noreste y en las zonas del Atlántico medio desde la costa atlántica al este de Wisconsin. Las ocultadas protestas y paros de sindicatos de profesores y maestros en Oklahoma y Virginia (estados de clara mayoría republicana) han sido un buen ejemplo de lo anterior. 

Por otro lado, es importante mencionar el crecimiento que ha tenido entre los ciudadanos la popularidad de propuestas como la de un sistema de salud pública y universal, la legalización y regulación de la marihuana, y el rechazo a las invasiones militares de Estados Unidos en el extranjero, que son propugnados por estas organizaciones. 

Sin embargo, a futuro habrá que considerar que la mayor resistencia a este nuevo movimiento progresista será el establishment demócrata, porque mientras los republicanos tienen una clara orientación en defensa de los más ricos, las grandes transnacionales, el Complejo Militar Industrial y Wall Street, el partido demócrata es peligrosamente hipócrita y en los hechos resulta ser “un falso aliado”. Han demonizado a Sanders como "radical comunista", utilizando para ello sus grandes influencias en los medios de comunicación como el New York Times, el Washington Post (cuyo propietario Jeff Bezos, es además CEO de Amazon, y opera en contubernio y bajo contrato con el Departamento de Estado en los temas de política exterior), CNN, MSNBC (MSN y Microsoft) que son los promotores de la narrativa demócrata de la “injerencia rusa”. 

También se debe considerar que a largo plazo estos movimientos, deberán transformarse en una nueva organización cuando se le cierren todos los espacios dentro del partido demócrata, cuya maquinaria ha hecho todo lo posible para debilitarlos. La única opción política progresista institucional en este momento es el Partido Verde (Green Party) por lo que, por ahora, DSA y Justice Democrats están apoyando candidatos progresistas (que tengan un programa político que comparta los valores de las organizaciones) y que además no acepten dinero de interés corporativos. 

Aunque estas condiciones son necesarias, han sido un elemento de controversia, por ejemplo, Andrew Gillum, el candidato a gobernador de Florida por el partido demócrata no tuvo el apoyo de DSA por esta razón, sin embargo, algunos opinaban que frente a la voracidad republicana de ese importante estado, Gillum podía considerarse el “mal menor” y debía ser apoyado. 

Mirando el futuro, hay que considerar que esta elección ha sido el punto de entrada de los candidatos progresistas y de izquierda al sistema institucional de Estados Unidos, solo 3 aspirantes nuevos apoyados por estas organizaciones ganaron en las últimas elecciones. Aunque es importante que por primera vez haya varios representantes progresistas, estas organizaciones deberán seguir avanzando para lograr objetivos mayores en el mediano y largo plazo.

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