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sábado, 10 de octubre de 2015

¡Ahora si comenzó la guerra contra el terrorismo!



A pesar de lo que se ha querido construir a través de las grandiosas súper producciones hollywoodenses, lo verdaderamente cierto es que Estados Unidos ha fundado sus victorias en la mentira y en la apariencia de una efectividad militar que no pasa de ser una quimera. Ello lo atestiguan varias de sus actuaciones durante el transcurrir de la historia: la explosión del acorazado Maine en la Bahía de la Habana, Cuba en 1898, la intervención en Filipinas ese mismo año, Pearl Harbor en 1941, el Golfo de Tonkin, Vietnam en 1964, Granada en 1983, hasta las más recientes falacias referidas a la posesión de armas nucleares por Irak que devino en la invasión a ese país en 2003 y la supuesta represión del gobierno de Libia contra manifestantes que dio cabida a los bombardeos de la OTAN, el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, la transformación de ese país en un Estado fallido y la crisis de migrantes que hoy enfrenta Europa.


Sin embargo, en Siria, no han podido edificar una farsa cinematográfica de tal estilo. Las acciones emprendidas por Rusia en alianza con Irán, Irak, Siria, Hezbollah y las organizaciones que representan al pueblo kurdo, lo han impedido poniendo en evidencia la incapacidad militar de Estados Unidos, mostrando su verdadero talante, el cual obstruye el sostenido discurso de combate al terrorismo. Al contrario, en días recientes, la potencia norteamericana y sus adláteres en la región, armados y financiados por el Pentágono, el Departamento de Estado y la CIA se han visto obligados a dar explicaciones por fallidas acciones llevadas a cabo por sus fuerzas armadas, las que son expresión de un extravío estratégico, una mediocridad operativa y una táctica imperfecta. Los tres niveles están fallando, lo cual es manifestación de una debacle, sólo comprensible por su subordinación única a la tecnología, mientras se subestima el factor humano y su capacidad e inteligencia como elemento decisivo para la toma de decisiones.

Por un lado, Estados Unidos bombardeó un hospital de Médicos Sin Fronteras en Afganistán causando 22 víctimas fatales y decenas de heridos. Como ya va siendo habitual, el presidente estadounidense pidió perdón y asunto resuelto. A esperar el próximo “error” y los venideros “daños colaterales” que ya se cuentan por miles en los países invadidos por Estados Unidos en el Medio Oriente. Para no ser menos, la fuerza aérea de Arabia Saudita atacó una fiesta de matrimonio en Yemen asesinando 130 ciudadanos que participaban de la ceremonia. Nada de ello ha impedido que los rebeldes huties sigan avanzando en territorio saudita donde ya ocupan la mayor parte de las provincias de Jizán y Najrán, -con un territorio superior a los 100 mil kilómetros cuadrados- las cuales pertenecieron históricamente a Yemen, y fueron ocupadas por Arabia Saudita, aunque la mayoría de su población perpetúan su identidad chiitas y ­­­yemenita. Así mismo, las fuerzas armadas de la monarquía, continúan sufriendo cuantiosas pérdidas materiales y humanas, incluyendo altos jerarcas militares del régimen de Riad, que fueron aniquilados en un ataque con cohetes a una importante base militar, todo lo cual ha sido ocultado por la prensa occidental. En otro ámbito, en Egipto fueron asesinados 12 ciudadanos, 8 de ellos mexicanos, también por un “error” de las fuerzas armadas de ese país, asesoradas y entrenadas por Estados Unidos. Tres países, tres deslices producidos por una obsesión anti terrorista que no ha producido resultados positivos tangibles. Por el contrario, 14 años después del inicio de dicha cruzada por el presidente Bush, ni en Afganistán, ni en Irak, mucho menos en Libia o Siria la coalición occidental ha logrado éxitos que puedan justificar los multimillonarios presupuestos invertidos en ello. Todo ha sido una gran farsa cuyo principal protagonista es el sistema imperial de Estados Unidos y sus actores más relevantes, sus ineficientes fuerzas armadas que sólo en Hollywood, CNN y Fox pueden logran ser transformados en héroes.

Como dije antes, en Siria quisieron construir la misma trama y ¡Oh sorpresa!, la denuncia vino esta vez desde las propias entrañas de las fuerzas armadas imperiales. Según informa el investigador español Enrique Montánchez quien a su vez, cita al diario New York Times, medio centenar de analistas de inteligencia del Mando Central de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, encabezados por Gregory Hooker el analista de más alto nivel sobre Irak en el Mando Central (CENTCOM, por sus siglas en inglés), “han acusado a militares de alta graduación por obligarles a manipular sus informes para presentar un escenario optimista de la guerra que la coalición internacional libra contra los terroristas del Estado Islámico en Siria e Irak”, que comenzaron en agosto de 2014.

Hooker afirmó que sus jefes les exigieron cambiar los datos sobre el estado real de preparación de las fuerzas armadas iraquíes y presentar una imagen favorable del resultado de las acciones aéreas de Estados Unidos en Irak y Siria. Se trata, dijo, de “politizar” los resultados para mostrar a las altas autoridades políticas y de inteligencia del país, éxitos que no se han obtenido. Ante esto, David Faulkner antiguo director de objetivos en CENTCOM quien trabajó con los analistas sobre Irak afirmó que no había objetivos estratégicos, “Esto no es más que la guerra por la guerra”, dijo, todo lo cual ha hecho estallar la ira entre los miembros del Congreso de Estados Unidos.


Esta situación contrasta con las acciones concretas que Rusia ha comenzado a ejecutar en la lucha contra el terrorismo. En su comparecencia en la Asamblea General de la ONU, el pasado 2 de octubre, el presidente Vladimir Putin expuso que su país consideraba un enorme error el rechazo a cooperar con las autoridades sirias y con su Ejército, tomando en cuenta que sólo estas fuerzas y la milicia kurda eran las únicas que estaban luchando realmente contra el EI y otras organizaciones terroristas.

Por otro lado, el mandatario ruso, afirmó que "Es hipócrita e irresponsable hablar sobre la amenaza terrorista internacional y al mismo tiempo, hacer la vista gorda ante los canales de financiación y el apoyo que se brinda a los terroristas o intentar manipular a los grupos extremistas para alcanzar objetivos políticos propios". En ese sentido, propuso crear una amplia coalición de fuerzas, en la que los países musulmanes deberían jugar el papel preponderante en el combate al terrorismo, para lo cual es clave apoyar al gobierno legítimo de Siria.

Antes, ya se había dado el primer paso. El 25 de septiembre se anunció la creación en Bagdad de un centro de coordinación de operaciones militares conformado por Irán, Rusia, Siria y el país sede. Así mismo participan en el Centro, representantes de Hezbollah de Líbano y de las milicias kurdas. Según el Canciller ruso, Serguei Lavrov dicho estamento servirá para coordinar las acciones contra el Estado Islámico.

A pesar de la falta de voluntad de Estados Unidos y la OTAN de involucrarse realmente en las acciones contra el grupo terrorista, Rusia y sus aliados pasaron de inmediato de las palabras y los aprestos orga­­­nizativos que evidentemente se venían disponiendo con mucha anterioridad, a los hechos concretos: las fuerzas armadas rusas comenzaron a realizar ataque­­s aéreos contra objetivos seleccionados del Estado Islámico. A continuación, decenas de misiles fueron lanzados contra blancos fijos y móviles, principalmente puestos de mando y control, centros de aseguramiento logístico y campos de entrenamiento, con el fin claro de debilitar la capacidad de dirección, capacitación y abastecimiento de la organización terrorista. Posteriormente, cuatro buques de la Armada rusa dispararon 26 misiles Kalibr contra 11 objetivos, logrando la destrucción de todos los blancos. Estas acciones fueron coordinadas con los aliados de los países musulmanes y planificadas con antelación. 

En otra faceta de los hechos, vale destacar la transparencia informativa que caracteriza las acciones bélicas. El propio ministro de defensa ruso Serguei Shoigú ha dado a conocer los resultados de las operaciones. Los daños causados han sido verificados a través de satélites y por observación directa de la aviación militar. El vocero del ministerio de defensa de ese país informa puntualmente de las acciones combativas. No hay, en este caso, falsos informes de analistas, a fin de “hacer felices” a los generales, a los senadores y al presidente.

En la primera semana de operaciones en Siria, fueron destruidos además 32 vehículos blindados y golpeados 112 objetivos. Los éxitos logrados han servido como preparación para una ofensiva terrestre que adelanta el Ejército Árabe Sirio, la cual ha producido la desbandada de los combatientes y mercenarios al servicio del EI, que en número de 3000 han cruzado la frontera hacia Jordania. Así mismo, las autoridades iraquíes están estudiando la posibilidad de que las operaciones también se realicen en su territorio, poniendo en duda, -en la práctica- la efectividad de las acciones de la coalición dirigida por Estados Unidos. Ello ha conducido a que sectores influyentes de las monarquías árabes intenten disuadir a Irak de tal decisión.

Entre tanto, Rusia ha insistido en la solicitud a Estados Unidos y los países occidentales de incorporarse a la coalición. La contradicción de fondo es que Estados Unidos ha planteado que las acciones deben estar encaminadas a derrocar el gobierno de Bashar el Assad, mientras que Rusia sostiene que la única forma de derrotar el terrorismo es contando con la participación activa y protagónica de Siria, su gobierno y sus fuerzas armadas. Por el contrario, Estados Unidos se ha negado a facilitar a Rusia los datos de inteligencia que posee sobre los grupos terroristas, convirtiéndose de esa forma en protector, cómplice y salvaguarda de dichas organizaciones a las que dice combatir.

En el trasfondo, las acciones de una y otra coalición han puesto en el tapete del debate internacional las intenciones reales de cada alianza en su lucha contra el terrorismo. El nerviosismo del gobierno de Estados Unidos surge de que las acciones realizadas por Rusia y sus aliados le conducen a perder la bandera de lucha contra el terrorismo que izaron a partir del 11 de septiembre de 2001 y que tanto al gobierno republicano como al demócrata les ha servido como eje estructurador de las relaciones internacionales a nivel global, bajo su hegemonía. Aquel discurso del presidente Bush del 20 de septiembre de ese año cuando dijo “O están con nosotros o están con el terrorismo” ha perdido total validez. La cercanía de Estados Unidos con los terroristas se ha hecho evidente, hoy los protegen evitando que otros les puedan dar golpes efectivos, a fin de causarle pérdidas reales a su máquina de muerte y destrucción. Al perder la bandera de adalid en la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos está destruyendo el principal instrumento que había utilizado en su intención de configurar un nuevo mapa del Medio Oriente, creando territorios y naciones que sirvan a sus intereses imperiales. Esto, evidentemente tendrá trascendentales repercusiones en la región y en todo el mundo.

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