El show montado la semana pasada en la Casa Blanca con el presidente de Estados Unidos y el líder del régimen neonazi de Ucrania como actores protagónicos de la trama copó los espacios informativos durante varios días. El morbo se apoderó de todos, la mugrosa camisa de Zelenski que pretende que su uso lo transforme en estratega militar de alto vuelo así como el estentóreo lloriqueo de la embajadora ucraniana en Washington tuvieron tanta importancia como los insultos que se profirieron ambos “estadistas” y el fracaso de una Cumbre que más que producirse en la cima, pareció desarrollarse en la sima.
No debería haber sorpresas, todo lacayo que asiste a la Casa Blanca sabe que si no cumple lo que le ordenan es tratado de esa manera. Así ha sido siempre, lo que pasó es que ahora se transmitió en “vivo y en directo”. Ya lo dijo José Martí en su ensayo “Nuestra América” en enero de 1891: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos”.
A veces, ello ocurre incluso fuera de la Casa Blanca. Hace pocos días pudimos ver al canciller de Panamá rogando y mendigando indulgencias al secretario de Estado Marco Rubio en el propio aeropuerto del país del istmo. Al final, tras posteriores declaraciones de fraudulenta defensa de la soberanía y quiméricos manifiestos de dignidad, tanto Mulino como Zelenski, se arrodillaron y aceptaron sendas propuestas que encarnan el bochorno y la ignominia.
Al otro lado del Atlántico, los líderes europeos no podían salir del estupor. Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, llamó a la celebración de una cumbre "inmediata" entre Estados Unidos y Europa para “limar asperezas”. Por su parte, el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, invitó a más de una decena de líderes europeos a una cumbre para “impulsar la acción europea” sobre Ucrania de cara a una “paz justa y duradera”.
Dejando claro que hay europeos de primera y de segunda, algunos líderes fueron convocados, otros no. ¿ Quien participó en la reunión? ¿Los miembros de la Unión Europea? No, estaba el Reino Unido y Turquía ¿Era un encuentro entre europeos? No, estaba Canadá. ¿Era un conclave de la OTAN? Tampoco, faltaron más de 15, entre ellos Estados Unidos. Parece que era un club de amigos. Los bálticos que vomitan histeria anti rusa cada vez que hablan no fueron invitados, lo cual motivó una queja que nadie se preocupó en responder.