Cuba, es el único país de América Latina y el Caribe que está desarrollando exitosamente sus propias vacunas contra el Covid19. Los que no conocen a la isla de Martí y de Fidel no pueden comprender cómo una pequeña nación, atacada, vilipendiada, agredida y bloqueada por el imperio más poderoso de la historia de la humanidad, haya sido capaz de semejante hazaña. Deberían saber que las raíces de esta proeza está en los mismos orígenes de la revolución cuando en el juicio que se le siguió a Fidel y sus compañeros tras el asalto al Cuartel Moncada en julio de 1953, el joven abogado en su alegato de defensa ante el tribunal -que posteriormente se diera a conocer como “La historia me absolverá”- señalara con nitidez el derecho de los cubanos al desarrollo endógeno de la industria y la tecnología.
Tras el triunfo de la revolución, Fidel se volcó a hacer realidad el “Programa del Moncada”. En fecha tan temprana como enero de 1960 señaló que el futuro de Cuba tenía que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia y de pensamiento porque eso es lo que la revolución sembraría: “oportunidades a la inteligencia”. Así mismo, pensando en el porvenir, aseguraba que ahora los científicos y los investigadores tendrían todas las oportunidades para servir a su pueblo y a su patria, porque en los próximos años crecerían las instituciones científicas a las que esperaba se sumaran muchos cubanos que no solo deberían aumentar sus conocimientos sino que, lo más importante, era que estos debían ser puestos al servicio de la justicia y de la patria.
De esta manera, con visión señera planteó una tarea estratégica para los jóvenes, instándolos a la investigación, el pensamiento y el conocimiento, toda vez que Cuba vivía momentos “en que el papel del pensamiento es excepcional, porque solo el pensamiento puede guiar a los pueblos en los instantes de grandes transformaciones y en los momentos en que se emprenden grandes empresas como esta”.