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jueves, 10 de abril de 2025

No es solo una guerra comercial…y apenas está comenzando

 


No conocemos el impacto que habrá causado en los habitantes de las islas Heard y McDonald la imposición de 10% de aranceles a sus exportaciones por parte de la administración Trump. Lo más probable es que nunca lo sepamos, porque la población de esos territorios está compuesta sólo de pingüinos, focas, tortugas y aves marinas. Hace más de diez años desde la última vez que un humano pisó tales islotes rocosos de 412 Km² ubicadas a medio camino entre Australia y África, cuya actividad económica sustentada en la producción de aceite de elefante marino y cazas de focas, finalizó en 1877.

Esta decisión nos permite -de alguna manera- comprender la dimensión de las recientes medidas tomadas por Estados Unidos a fin de desatar una “guerra comercial” contra el mundo, que supone una verdadera hecatombe sistémica cuyas consecuencias todavía están por verse. No parece fácil hacer ese ejercicio, avezados economistas hablan de “fin de la globalización”, “catástrofe sistémica” o “destrozo del sistema de comercio mundial por una falacia económica básica” según afirma el reconocido profesor de economía de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs quien asegura que Trump afirma erróneamente que el déficit comercial de Estados Unidos se debe a que el resto del mundo lo ha estafado.

Otra opinión autorizada, la de la Asociación Económica Estadounidense señala que “ la fórmula usada para fijar los aranceles, publicada por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos tiene un error y carece de lógica económica”, asegurando que “el cálculo de los aranceles no tiene respaldo ni en la teoría económica ni en el marco legal del comercio internacional”. Esta prestigiosa institución considera que si se corrigieran los errores de cálculo, se podría impulsar la economía del país, favoreciendo la liberalización del comercio y reduciendo el riesgo de una posible recesión.

De manera que las acciones de Trump no tienen sustento teórico ni siquiera en la doctrina económica del capitalismo. No obstante, tampoco se trata de hacer una simplificación diciendo que lo que está ocurriendo es una total locura. No lo creo, no creo que el mundo esté sufriendo un fuerte colapso sistémico motivado en una disfunción siquiátrica del jefe de la administración del país más poderoso del planeta.