Continuando con la observación del sistema internacional a la luz de los acontecimientos más relevantes que marcan la agenda y que están signados -como se dijo la semana pasada- por una creciente agresividad del gobierno de Estados Unidos que ha trastocado todos los valores y principios alrededor de los cuales se ejecutaban las relaciones internacionales y que tienen hoy en el conflicto de la potencia norteamericana contra China el elemento más dinámico en cuanto a su influencia a lo largo y ancho del planeta, vale dar seguimiento a éste y otros hechos que dan cuenta de una incertidumbre pocas veces vista en el pasado.
El devenir político planetario se debe mirar desde la consideración del carácter aciago de las previsiones económicas del futuro inmediato para Estados Unidos, Europa y América Latina en especial. El presente marca una realidad que se distingue por la caída de las inversiones en Estados Unidos motivada en el clima de guerra y conflicto que ha generado el presidente Trump en sus relaciones internacionales, por supuesto, esto tiene consecuencias inmediatas en la totalidad de la economía mundial en tanto la balanza comercial se torna cada vez más deficitaria, unas exportaciones en franco declive, que lo ha llevado a apelar al gasto público como impulsor principal de la economía, haciendo la salvedad de que su componente más dinámico es el que emana del ámbito militar. En este sentido, como afirman Oscar Ugarteche y Alfredo Ocampo, economistas e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): “No hay evidencia que el gasto militar arrastre la economía ni tampoco la expansión de crédito interno, antes. Desde el segundo trimestre del 2018 el crecimiento del PIB estadounidense lleva una tendencia descendente que continuará como efecto de todo lo anterior y de la guerra comercial”.
Este es el contexto que empieza a generar una serie de escenarios que vislumbran -aunque aún de manera indefinida- un futuro de contradicciones cuyo devenir se visualiza de forma difusa bajo el manto que le impone el protagonismo del presidente Trump. Lo único cierto es que el mundo ha entrado en una fase de conflicto global que se manifiesta de formas multidimensionales y en escenarios tan diversos que cubren la casi totalidad del planeta.