Vistas de página en total

lunes, 25 de junio de 2018

Breves reflexiones acerca de los comicios presidenciales en Colombia


El pasado domingo 17 fue un día un tanto extraño en Colombia, aunque la noticia internacional que trascendió fue el de la realización de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la misma fecha se conmemoró el Día del Padre, además, las preocupaciones de la mayoría de la población estaban puestas en los juegos de la Copa Mundial de fútbol que se celebra en Rusia.

Sin poder conocer la cantidad de ciudadanos que celebraron el comercial día en que se recuerda al forjador de nuestros días, si se supo que el futbol tiene mayores adeptos que la política, las elecciones y la decisión de aportar con el voto a la definición de quién sería el próximo presidente del país: un poco menos de 23 millones de colombianos presenciaron el juego México-Alemania de ese día, mientras que tan solo 19 millones acudieron a ejercer su derecho a elegir a su mandatario.

Aunque la última cifra, que representa a cerca de un 53% del universo electoral es un nuevo récord para un país tradicionalmente abstencionista, no deja de ser sintomático este fenómeno que tal vez cruce la realidad de la mayoría de los países de América Latina: comienza a haber una situación identitaria que supera a la democracia (tal como está concebida en la actualidad) y que se manifiesta en la búsqueda de nuevas formas de participación, conducentes a una felicidad y a una sensación de placer (transitoria) que no aporta el ejercicio de la política en sociedades cada vez más excluyentes. 

En el caso de Colombia, el segundo país más inequitativo de la región tras Honduras y el séptimo en el mundo según el Banco Mundial, resulta interesante estudiar en paralelo las razones del alto abstencionismo al mismo tiempo de tratar de entender que esa cifra haya disminuido en alguna medida en los recientes comicios. En este país que en el período 2006-2014 tuvo un crecimiento económico del 6,6%, es manifiesto que tal auge no significó un mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población, lo cual contradice las opiniones generalizadas de los economistas clásicos que entienden a esta ciencia como una danza de números que solo interesa en términos macroeconómicos. Son estos quienes a través de la historia, han ocupado los puestos en las áreas económicas del gobierno, el banco central y hasta la presidencia de la república.

Hay que recordar que el modelo oligárquico colombiano ha sido el más perdurable de la historia y el más “exitoso” en el logro de sus intereses exclusionistas de clase. El mismo ha permitido el establecimiento de una sociedad conservadora que ha modelado un tipo de democracia muy particular, en la que, a través de la historia, los dirigentes progresistas han sido apartados por cualquier vía, incluyendo la del asesinato, de la posibilidad de llegar al poder. En este sentido, el que Gustavo Petro haya concluido vivo la campaña electoral, es indudablemente un mérito de primer orden: Jorge Eliecer Gaitán en 1948, Jaime Pardo Leal en 1987, Luis Carlos Galán en 1989, Bernardo Jaramillo en 1990 y Carlos Pizarro en este mismo año, no pueden decir los mismo: tienen en común haber sido candidatos progresistas a la presidencia de Colombia que fueron asesinados en el intento. Es la forma tradicional a través de la cual la oligarquía colombiana aparta a quienes aspiran a cambiar la sociedad, en lo que se ha dado en llamar el mayor genocidio político de la izquierda en cualquier tiempo y en cualquier país. He ahí, el primer elemento de importancia a considerar en el análisis de la reciente campaña política de Colombia.

Habrá también que apuntar que si bien es cierto el bipartidismo cotidiano heredado de la colonia, fue defenestrado tras la victoria electoral de Álvaro Uribe Vélez en 2002, fue la propia oligarquía la que decidió que ante el agotamiento del modelo liberal-conservador, se debía recurrir a una nueva oferta para la cual fue seleccionado el hijo de una familia tradicional antioqueña vinculada al narcotráfico, sin que esto mellara un ápice en las supuestas impolutas conciencias de un sector dispuesto a cualquier cosa con tal de sostener el poder. El uso de la violencia como instrumento imbricado al “funcionamiento” de la democracia colombiana llegó a niveles de sofisticación extrema como política de Estado tras el arribo de Uribe al poder y en esa dimensión se ha sostenido, consolidado y ampliado. Sin embargo, una mirada a los resultados electorales en términos estrictamente cuantitativos puede llevar a concluir que, aunque estas políticas continúan teniendo millones de seguidores, desde el punto de vista cualitativo, es evidente que sus fuerzas comienzan a mermar mientras pareciera que la sociedad inicia un despertar tras su extendido letargo de 200 años. Esta es una segunda conclusión.

El sistema de castas aún presente en Colombia como expresión de una sociedad conservadora y cerrada también pareciera estar poniendo fin a su existencia en un parto que no será natural, sino que requerirá necesariamente de la utilización de fórceps que con innumerables dificultades hará nacer a la nueva criatura. No se puede esperar que un sistema tan retrógrado, atrasado y de tan larga duración pueda ser desplazado en cortos plazos de tiempo, sobre todo si hablamos de tiempos políticos. Así se desprende del alto número de jóvenes que optaron por Petro, contrariando la voluntad y la decisión tradicional de sus padres y abuelos. Ello es también la explicación de la diminución (leve) del abstencionismo. De mantenerse esta tendencia, lo cual dialécticamente parece inevitable, nuevas generaciones de jóvenes irrumpirán en la política colombiana, “refrescando” su ambiente al ser portadores de nuevas demandas y protagonista de novedosas luchas sectoriales en espacios que están siendo ganados a pulso, a las huestes conservadoras.

El nuevo presidente es clara expresión de esta sociedad colombiana retrógrada que a través de la historia ha enviado a sus hijos a las mejores universidades, a las academias militares y a las escuelas vaticanas, para que como políticos, militares o curas aseguren la continuidad del poder. En este sentido, la oligarquía colombiana ha resultado mucho más sofisticada que sus pares de la región. Iván Duque, prácticamente no tiene experiencia política, lo cual no impidió que fuera formado para el poder, donde llegó de la tenebrosa mano de Álvaro Uribe Vélez lo cual marcará un antipopular talante represivo y el establecimiento de políticas a favor de las grandes familias del poder en Colombia.

En este marco se inserta la reafirmación (después del triunfo electoral) de la decisión de modificar los Acuerdos de Paz de La Habana, lo cual en la práctica significará el fin de estos y/o el regreso a la guerra. Por otra parte, con el triunfo de Duque vuelve al poder la oligarquía rural terrateniente vinculada con el narcotráfico y el paramilitarismo que en alguna medida había sido desplazada por la oligarquía tradicional bogotana de la cual Santos y su familia son encumbrados representantes. No obstante lo cual, se puede augurar una alianza con la burguesía industrial exportadora, comercial y financiera, es decir aunque se produce un nuevo alineamiento de las fuerzas oligárquicas, el eje del poder fáctico cambia de dueño, lo cual augura un incremento del narcotráfico y de las actividades paramilitares que tendrán un apoyo más desembozado desde el poder, mientras que es de esperar que las medidas represivas contra sectores en pugna se mantendrán y elevarán a fin de asegurar la “estabilidad “ del modelo.

La alianza opositora con Petro a la cabeza obtuvo cuatro veces mayor cantidad de votos que el número más alto conseguida por algún candidato más o menos progresista en la historia. Eso es un buen augurio, sobre todo si se logra consolidar esa unidad, proyectarla al futuro y darle continuidad no sólo electoral, también orgánica y de lucha para dar conducción a las innumerables demandas del pueblo colombiano nunca atendidas por los gobiernos oligárquicos. 

Una tarea de primer orden es cumplir con la exigencia multitudinaria de frenar de inmediato los asesinatos selectivos de líderes sociales, campesinos y de derechos humanos, lo cual debe transformarse en bandera de lucha de la oposición de izquierda, sobre todo porque el talante del nuevo presidente presagia que esa política se mantendrá e incluso va a ir en ascenso.

El crecimiento de la superficie sembrada de cultivos de coca con el consiguiente aumento de la producción y exportación de cocaína hacia su mercado principal: el de Estados Unidos, permitirá a este país y al propio gobierno colombiano justificar la militarización de la sociedad, transformando al país en la principal amenaza a la estabilidad de la región, sobre todo ahora que Colombia se ha asociado con la OTAN, accediendo a que la mayor maquinaria bélica del planeta pueda asentarse en la región, intimidando a los vecinos que ahora estarán bajo riesgo de que las armas nucleares puedan hacer su presencia en una zona que había sido declarado de paz por la CELAC y libre de armas nucleares tras el Tratado de Tlatelolco de 1969. Esta política aceptada por Santos y revertida por él mismo tendrá segura continuidad con Duque. La guerra, el chantaje y las amenazas a la paz estarán siempre presentes en el discurso del presidente colombiano, mientras que, siguiendo la política iniciada por el General Santander, torpedeará cualquier inactiva de integración latinoamericana, acogiendo como propia la Doctrina Monroe y la subordinación el país a Estados Unidos, haciendo de este país una nación indigna de su origen bolivariano.

Siguiendo el legado bipartidista estadounidense adoptado por Chile y que ahora – con la nueva correlación de fuerzas- también pareciera estar alcanzando Colombia, las diferencias entre ambas coaliciones se manifiesta en lo interno mientras que en la política exterior Duque y Petro no tenían mayores diferencias: subordinación a Estados Unidos, presencia activa en la Alianza del Pacífico y de manera particular una identidad absoluta en sus ataques contra Venezuela, tema en el que ambos siguen al pie de la letra la política estadounidense de acoso, agresión y amenazas al país vecino.







viernes, 8 de junio de 2018

Carta abierta a Sebastián Piñera



Señor 
Sebastián Piñera 
Presidente de la República de Chile 
Palacio de la Moneda 
Santiago. Chile 


Señor presidente, como chileno y venezolano me dirijo a usted a fin de agradecer su decisión de no enviar un nuevo representante de su país a Venezuela. 

En primer lugar me parece muy sabio que no regrese el señor Pedro Felipe Ramírez nombrado por su antecesora, quien tiene cierta fama de promiscuo en su vida privada, (cosa que no me consta), pero es lo que se comenta en ciertos corrillos diplomáticos de Caracas y también en el Dominó, Tavelli o en el café Haití de Santiago lugares a los que he acudido en diferentes momentos y donde al saberse que resido durante algún tiempo en Venezuela, se han acercado algunos parroquianos a exponerme sus quejas, como si fuera mi responsabilidad velar por la catadura moral de los miembros del cuerpo diplomático chileno. Aprovecho de decir que respeto lo que cada quien haga con su vida, por lo que invariablemente no me he hecho eco de tales perversos comentarios, y los repudio contundentemente. 

Pero, por otro lado, quiero felicitar su inteligente determinación de no enviar un diplomático que provenga de sus filas a Caracas. Es algo que los pueblos chileno y venezolano le sabrán agradecer, sabiendo que el aire de Caracas permanecerá un poco más limpio sin la putrefacta presencia de uno de sus colaboradores, cuando sabemos que se corre el riesgo que algún pinochetista, posiblemente torturador, asesino o partícipe de violaciones de derechos humanos pueda estar en la ciudad cuna del Libertador Simón Bolívar en representación del heroico pueblo chileno. Sería algo muy difícil de digerir y de aceptar, sobre todo porque enrarecería aún más las ya difíciles relaciones entre los dos países. 

También se corre el riesgo que el nuevo embajador sea algún amigo de sus correrías cuando estafó el Banco de Talca en agosto de 1982, (no es algo que diga yo, sino el ministro de la Corte, Luis Correa Bulo en su dictamen sobre el caso) huyendo del país protegido por la CIA a solicitud de su padre, para regresar libre de polvo y paja gracias a que su hermano José, ministro de Pinochet, abogó ante su jefe para que su delito quedara impune. Para ello el dictador le ordenó a la ministra de justicia, la tristemente recordada Mónica Madariaga que cerrara su expediente. Usted mejor que nadie sabe, que las relaciones que se establecen en el mundo de las estafas bancarias no son muy puritanas y no sería bueno que algún colega suyo de esos años, vaya a Caracas, porque esas prácticas no tan sanas deben estar alejadas del quehacer cotidiano de la diplomacia. Estoy seguro presidente, que Usted coincidirá conmigo en este aspecto. 

Años después, usted entró en contacto con Julio Ponce Lerou, yerno de Pinochet, y se involucraron en el caso Cascadas, la verdad es que cada quien tiene derecho a elegir sus amigos, pero para lo que nos ocupa, que es la posibilidad o no del nombramiento de un embajador suyo en Caracas, no parece apropiado. Se corre el riesgo que Ponce Lerou tan acostumbrado a financiar… mejor dicho, asesorar a los políticos de todos los partidos de su país, termine recomendándole a alguno de sus amigos comunes en la embajada en Caracas, a cambio de algún dinerito que nunca viene mal. No se lo permita, presidente, a pesar de que él es de su misma investidura (le confieso que pensé en escribir “de su misma calaña”, pero lo evité porque no es una palabra apropiada para un presidente), corre el riesgo de inducirlo a un error. Le pido me disculpe la ocurrencia, es que a veces me lleva a la confusión acordarme que en Chile usted es conocido por su apodo “piraña”. 

No se deje presidente, no creo que sea recomendable, en Venezuela todo lo que huela a Pinochet resulta repulsivo, sobre todo, a los venezolanos les resulta difícil no se logra comprender cómo los chilenos pueden seguir viviendo en una situación de ilegitimidad, bajo una constitución que no aprobó el pueblo, sino que fue impuesta por el dictador, más sorprendente resulta aún que usted y sus antecesores se solacen hablando de democracia, cuando esta se práctica solo “en la medida de lo posible”, como dijo uno de los artífices civiles del golpe de Estado contra Salvador Allende, el ex presidente Aylwin, quien debe estar junto al diablo riéndose de sus ocurrencias en La Moneda. 

Así mismo Presidente, he sabido que a usted le gusta nombrar a sus hermanos como embajadores y que la élite chilena está dispuesta a permitir casi todo, pero no que en Chile se establezca una monarquía. Usted, aunque se parezca, no es Napoleón Bonaparte, quien si pudo poner a su hermano donde quiso, además debe recordar que aparte de la guerra que Pinochet y los suyos declararon al pueblo, usted no ha ganado ningún combate, salvo los que ha entablado contra la justicia, lo cual no es ninguna gracia para un millonario en Chile. Pero, debe saber usted que el sistema político de Chile es republicano, no porque lo quiso Pinochet, sino que por ello, miles de chilenos bajo liderazgo de O´Higgins, Carrera y Manuel Rodríguez entre otros próceres, lucharon y derrotaron a Mariano Rajoy…disculpe el lapsus presidente, es que siempre confundo a ese señor con Marcó del Pont, el sátrapa español que gobernó Chile a comienzos del siglo XIX…debe ser por lo de sátrapa. Pero bueno, presidente, lo que le quería decir es que no permita que los habituales chupamedias de oficio le recomienden enviar a su hermano José a su embajada en Caracas. La Constitución venezolana impide establecer modelos neoliberales, reprimir a los trabajadores, hacer constituciones ilegales, privatizar los fondos de pensiones y establecer modernizaciones de corte fascista. Pienso que su hermano se aburriría mucho en Caracas, sin poder hacer las gracias que le permitió Pinochet mientas asesinaban, torturaban y reprimían al pueblo chileno. 

Ya sé que no fue su culpa lo del fallido intento de enviar a su hermano Pablo de embajador a Argentina, pero si es su responsabilidad presidente, tener un canciller tan penca, un tipo que de derecho internacional no sabe nada y que blasona un estandarte de ignorancia tras una mediocridad intelectual disfrazada de novelista, gracias al dinero de la derecha europea en pago por haber aceptado su papel de converso, con el que encubre la cobardía y el fracaso que no le permitió llegar donde quería en sus años juveniles. Nadie lo obligó a ponerlo ahí, debe saber presidente, que su canciller es “escritor” de ficción, y que como tal puede inventar cualquier cosa, pero la política en general y la política exterior en particular se conforma con actores reales y hechos reales, además se soporta en el conocimiento del derecho y la historia, de lo cual adolece su ministro, como quedó claramente demostrado ante el mundo en la reciente reunión ministerial de la OEA donde hizo el ridículo ante las delegaciones de los gobiernos de la región. No sé presidente, si logró ver la mueca de asco que mostró el representante de Trump en la OEA cuando hablaba su canciller. No creo que lo haya visto, porque eso no lo muestran en CNN en español que debe ser su principal vía de comunicación, es además una manera de informarse que nos lleva a entender –después de escucharlo- porque siempre parece que usted anda despistado en asuntos de política internacional. 

El Chile decente, que es la aplastante mayoría, que sabe que a través de la historia tuvo entre sus diplomáticos a Eduardo de la Barra, Alberto Blest Gana, Luis Enrique Délano, Pablo Neruda y Vicente Pérez Rosales, entre otros, esos si escritores de verdad que dieron prestigio y generaron respeto hacia el país, debe sentir una profunda vergüenza de tener a este seudo intelectual como canciller. 

Sé que Usted me puede refutar diciendo que cada quien es dueño de hacer el ridículo donde quiera y es verdad, lo que pasa que en este caso, se hace con cargo al fisco y al bolsillo de todos los chilenos, y eso no me parece correcto, incluso si la constitución de Pinochet lo permite. 

Finalmente, me han dicho que usted ha estado pensando en liberar a los criminales, asesinos, torturadores y violadores presos en la cárcel cinco estrellas de Punta Peuco, la que usted pretende cerrar aduciendo que esas basuras humanas merecen un trato humanitario para transitar los años finales de sus vidas. Yo no me debería meter en eso, pero es claro que a usted le preocupan más los victimarios que las víctimas, por eso usted retiró el proyecto de ley para reparar a víctimas de la dictadura, por eso también, usted le paga 170.000 pesos mensuales como indemnización a las víctimas y 2.300.000 a los victimarios, porque en el fondo usted ama esos asesinos y odia y desprecia al pueblo, recuerde que por usted sólo votó el 26,5% de los chilenos, presidente, solo le quería recomendar que si libera a los asesinos de Punta Peuco, no se le ocurra mandar a ninguno de ellos de embajador a Venezuela, lamentablemente para usted sería rechazado, y eso tampoco ayudaría al mejoramiento de las relaciones. 

Debo decirle, que las relaciones y los vínculos entre los dos pueblos están en su mejor momento, incluso como se vio en la reciente votación en la Cámara de Diputados, hay una cantidad mayor de representantes populares que rechazaron su política contra Venezuela, que es la misma del gobierno anterior, lo que significa que el pueblo está eligiendo de otra manera. Así mismo, las muestras de solidaridad del pueblo chileno con Venezuela son infinitas y eso no lo va a poder evitar usted ni nadie, señor presidente. 

Es su potestad enviar embajador o no, le reitero mi agradecimiento por tomar la decisión de no enviar a alguno de sus amigos, porque las relaciones entre los pueblos de Chile y Venezuela siempre se han mantenido en un alto nivel, incluso durante la dictadura de su amado general Pinochet, e incluso también cuando su antecesor Ricardo Lagos fue el primer jefe de Estado del mundo que reconoció la dictadura impuesta en Venezuela tras el golpe de Estado contra el presidente Chávez en 2002 y que el pueblo venezolano depuso en menos de 72 horas con el apoyo de las fuerzas armadas, esas relaciones no se van a romper porque Usted no quiere mandar a su embajador, los venezolanos pueden esperar a “que se abran las grandes alamedas nuevamente” para tener un digno representante del pueblo chileno en Caracas. 

Ah, Presidente, se me olvidaba, me permito hacerle una última solicitud que no guarda relación con el tema de esta misiva, pero por favor presidente, no se atragante hablando de democracia, cuando todo el mundo sabe que usted es un furibundo apasionado de la dictadura, o acaso ¿no es verdad que su campaña electoral finalizó con el grito “¡Viva Chile y Pinochet!”? 

Muchas gracias por atenderme, señor presidente

domingo, 3 de junio de 2018

Una democracia de ficción que persigue a amigos y enemigos.


Tal vez como nunca antes en la historia, el sistema occidental de democracia representativa está atravesando un período de fuertes turbulencias, y no sólo en términos económicos lo cual es recurrente desde 2008, también en el plano político. 

Los recientes acontecimientos en Italia (donde la inestabilidad política es normal desde el fin de la segunda guerra mundial) y sobre todo en España, dan cuenta de manifestaciones particulares del ejercicio de la democracia, que sin ser ilegales, ya que se inscriben en los marcos constitucionales establecidos en cada uno de esos países, son ilegítimos e inmorales toda vez que en ambos casos, se cambian gobiernos al margen de la decisión y opinión popular, ¿no nos dijeron durante siglos que la democracia era el gobierno del pueblo y que la soberanía residía en ese mismo pueblo? Pues en Italia y España, la “salida” a las crisis políticas se ha realizado como acuerdos de élites que responden más a una lógica matemática que a una democrática. 

En el caso de Italia, una vez más se votó y eligió a un gobierno, esta vez de ultra derecha, sólo que el mismo se orienta a señalar que la pertenencia del país a la alianza europea y consiguientemente al euro son los causantes de la crisis que se vive, por lo que proponen la salida de las dos instancias, lo cual significaría un duro golpe a la integración europea, considerando que estamos ante la tercera economía más grande de la Unión Europea (UE) (ya sin contar a Gran Bretaña). El establishment escrutó el peligro y rechazó al ministro de economía propuesto quien seguramente apostaría por seguir el camino de los súbditos de la reina Isabel, saliendo de la UE y abandonando el euro como moneda única, marcando en este caso una pauta muy difícil para la región de cara al futuro, sobre todo en tiempos en que están siendo maltratados y humillados de forma vehemente por su aliado y hermano mayor Estados Unidos. La respuesta del sistema fue “elegir” un primer ministro “a dedo” en una práctica muy alejada de la democracia de la que se dicen exponentes, el nominado fue Carlo Cottarelli, ex funcionario de alto nivel del FMI, elegido por un voto: el del presidente. Sin embargo, la maniobra fracasó, las élites se volvieron a poner de acuerdo y la ultra derecha ha sido nuevamente llamada a formar gobierno. 

En España, el ejercicio de la democracia se ha circunscrito al cálculo numérico desde que se dio a conocer el fallo judicial respecto del mayor escándalo de corrupción en la historia de ese país: la ideología, los valores y los principios pasaron a un segundo plano durante estos días. Aunque tal hecho es conocido desde hace muchos años por la opinión pública, la ultra derecha franquista se ha sostenido en el poder por la fuerza del engaño y la mentira, las insanas alianzas de cúpulas partidarias (incluso con los que hoy los han defenestrado), la banca y los medios de comunicación ha permitido construir un “insigne” entramado de democracia, solo sostenido con la amenaza, el chantaje y la represión. 

La acusación por corrupción contra el PP como partido y varias decenas de sus líderes en individual, develan una trama putrefacta que incluye hasta ahora a Luis Bárcenas ex tesorero de ese partido y su esposa, además la ex ministra de salud y ex vice secretaria general de esa organización Ana Mato, entre otros. En un hecho probablemente sin antecedentes en la historia de España y del mundo, el juez ha condenado al partido Popular por beneficiarse de una trama corrupta. En pocas palabras, estamos hablando de un partido de delincuentes, una organización creada para hacer trampas a fin de adueñarse del poder y perpetuar el ideal franquista de persecución, ilegalidad y muerte, a favor del gran capital. Pero, lo más curioso no ha sido esto, sino el hecho de que durante décadas este grupo mafioso se ha ufanado de transmitir el ideal democrático en Europa y sobre todo en América Latina. 

Curioso también resulta que tras el fallo del juez español acusando al PP y a sus dirigentes, su otrora socio de correrías, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se apresuró a presentar una moción de censura del gobierno, la cual condujo a que Mariano Rajoy, fuera destituido como presidente de España y Pedro Sánchez, secretario general del PSOE accediera a la más alta magistratura del gobierno español. El PSOE sabía que solo por esa vía podía llegar al poder, considerando que las urnas electorales no le daban para hacerlo. Esta vez, hubo más votantes si se compara con Italia: 350, de los cuales 180 votaron por la destitución del franquista. Pero al igual que en Italia, el pueblo estuvo ajeno a la decisión. Repito, todo se ha desarrollado en el marco de la legalidad, no es cuestionable desde ese punto de vista, sin embargo, resulta novedoso que países que pretenden dar lecciones de democracia en el mundo produzcan decisiones tan trascendentales al margen de la voluntad popular que debió haber sido llamada a manifestarse para elegir sus altas autoridades. ¿Por qué estos sistemas indirectos son legítimos y no lo es el de Cuba? Me podrán decir que el sistema cubano es unipartidista, pero ¿para qué se necesita un sistema de múltiples partidos, si la mayoría actúa como el PP, aunque no los hayan descubierto todavía? El PSOE y Pedro Sánchez han llegado al gobierno sin que haya habido elecciones y tras haber perdido dos comicios consecutivos. Uno pensaba que el colmo había sido Trump que ganó sacando menos votos, pero la “democracia” siempre enseña algo nuevo. 

Ese sistema ilegítimo es el que permite que de este lado del Atlántico, exista la democracia de Sebastián Piñera, el estafador del Banco de Talca; la de Peña Nieto, de 103 candidatos asesinados durante el actual proceso electoral, 48 periodistas ultimados bajo el mandato del PRI y el partido Verde, además de las 25 mil desapariciones habidas en los últimos seis años de gobierno, cifra muy superior a la que produjo el mismo Pinochet y cercana a la que desató la dictadura argentina de Videla, Massera, Viola y Galtieri; la democracia de Colombia con un sistema electoral en el que los votos son elaborados en fotocopiadora por los mismos “electores”, donde han sido asesinados centenares de dirigentes sociales y de derechos humanos, y miles de niños wayúu muertos por desnutrición por la negligencia del Estado, mientras su presidente está preocupado por incorporar a su país a la OTAN, la peor máquina de guerra y muerte del mundo; la de Temer, actuando desde la ilegalidad (esta si claramente al margen de la ley) para privatizar el país y entregarlo al capital extranjero, para lo cual no ha escatimado el uso de la represión y un aparato institucional podrido y corrupto, la de Kuczynski, que convocó una cumbre para debatir sobre corrupción, sin que pudiera participar tras su caída precisamente por esa razón. 

Los acontecimientos recientes obligan a preguntarse qué tipo de democracia se pretende construir, ¿es realmente el gobierno del pueblo? o ¿es solo un instrumento usado para acceder al poder y utilizarlo para favorecerse a sí mismo y a las grandes empresas que financian las campañas? Esta pudrición también ha tenido efectos planetarios. 

A nivel global se está manifestando una crisis moral entre las élites que controlan el poder. Las actuaciones internacionales del presidente Trump han desbordado los habituales y hasta si se quiere comprensibles ataques a Rusia y China, Irán y Corea del Norte, Cuba y Venezuela, países caracterizados por no seguir los dictados imperiales. En este ámbito, lo novedoso es el desprecio que ha mostrado Trump por sus aliados y amigos: Europa, Canadá y México, aplicando sanciones que según el coro de quejas “afectan y distorsionan el comercio internacional de mercancías”. Lo dicen países que están aplicando sanciones económicas contra Venezuela y otras naciones: Europa participa gustosamente de medidas restrictivas del comercio con Rusia y contra Corea del Norte y está amenazando a China. Hago una pregunta elemental: ¿por qué lo que le hacen a ellos es ilegal, cuando ellos mismos se lo están haciendo a otros países? 

La Secretaría de Economía de México ha dicho que tales medidas no “son adecuadas ni justificadas”, suponiendo que Estados Unidos ha justificado alguna vez la implementación de medidas punitivas contra quien sea. En este caso, la lealtad perruna de México no ha sido óbice para que se haya convertido en blanco “adecuado y justificado” del “America first”. Pero, mucho más allá ha ido Canadá, en el colmo de la desvergüenza, el primer ministro Justin Trudeau ha recordado que Canadá ha seguido a Estados Unidos en todas sus aventuras imperiales desde la segunda guerra mundial, por lo que no comprende que se le pague de esta forma. 

Por su parte, Alemania ha advertido que al “América primero” se le responderá con “Europa unida”, a lo que el usuario de twitter 24Charliejoe ha agregado “Pero igual se bajan los pantalones”. El presidente francés por su parte ha caracterizado los aranceles establecidos por Estados Unidos contra Europa como “ilegales”. La primera ministra británica ha proclamado que “la UE y el reino Unido deberían estar permanentemente exentos de aranceles” y dijo que estaba “profundamente decepcionada”. Pero, por otro lado, ante la crisis desatada por Trump y conscientes del papel subordinado que han estado jugando en el conflicto que Estados Unidos ha planteado contra Rusia, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker se ha apresurado a llamar al “cese de los ataques anti rusos” y a hacer un esfuerzo para “reconectar con Rusia”. Estas declaraciones han “coincidido” no solo con las furibundas acciones económicas de Trump contra Europa, también con la llegada al poder de la alianza de derecha en Italia que a mediados del mes de mayo había hecho saber su opinión favorable al levantamiento de sanciones contra Rusia lo que pudiera comenzar a hacerse efectivo en el corto plazo, pudiendo tener un efecto dominó en la Unión Europea y un debilitamiento de las medidas ordenadas por Estados Unidos a Europa contra el gigante euroasiático. 

Como se dijo al comienzo, el escenario internacional pasa por turbulencias propias de la crisis de un sistema democrático que no es capaz de controlar los afanes imperialistas que conducen a la sobre acumulación y la obtención de ganancias a cualquier precio, incluyendo la guerra y la devastación del planeta, poniendo incluso en peligro la estabilidad del propio sistema capitalista que se dice proveedor de mejoras en las condiciones de vida de la ciudadanía. Las evidencias nos señalan que la realidad es otra: una democracia en crisis, una economía paralizada, que Estados Unidos pretende seguir sosteniendo con más guerra, más sanciones, más amenazas, solo que ahora no es sólo contra los enemigos, los amigos también cayeron en sus garras.