Al general Augusto C. Sandino
cuando nos acercamos al 90 aniversario
de su partida a la inmortalidad.
Nicaragua ha debido luchar en defensa de su soberanía casi desde el mismo momento en que se constituyó como república independiente. Desde la invasión británica de 1847 a su costa Caribe, y al año siguiente a San Juan y la isla del Tigre en el Golfo de Fonseca como expresión de la pugna con Estados Unidos para apoderarse de la estratégica región, pasando por las tres expediciones del filibustero estadounidense William Walker entre 1855 y 1860 para establecer una dictadura personal en el territorio nacional hasta el intento de golpe de Estado de 2018, Nicaragua ha debido encarar una larga lista de invasiones y amenazas a su soberanía.
Al comenzar el siglo XX, en 1909, en el marco de la política del “Gran Garrote” y la “Diplomacia del Dólar”, el presidente estadounidense William Taft propició un golpe de Estado contra el mandatario nacionalista José Santos Zelaya. En ese contexto, Estados Unidos ocupó Nicaragua en 1912 imponiéndole cuatro años después el tratado Bryan-Chamorro que era expresión de un virtual protectorado sobre la nación centroamericana. Las tropas yankis permanecieron en el territorio nacional por 21 años hasta que el pueblo nicaragüense liderado por el general Augusto C. Sandino los derrotó militarmente y los expulsó del país.
Sandino fue traicionado y asesinado en 1934, tras lo cual Washington instaló en Managua una brutal dictadura dinástica encabezada por Anastasio Somoza y sus hijos que fue defenestrada por la lucha del pueblo nicaragüense conducido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) el 19 de julio de 1979.