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lunes, 5 de noviembre de 2012

A 50 años de la Crisis de Octubre. Parte III. Final.



En octubre de 1962 teniendo en cuenta los cohetes y bombas de todos los tipos, Estados Unidos tenía una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS. No era posible suponer que la instalación de cohetes en Cuba estaba encaminada a lograr una paridad de fuerzas estratégicas entre las dos potencias nucleares.

El día 26 de septiembre, la Cámara de Representantes de Estados Unidos había aprobado una resolución conjunta sobre Cuba por 384 votos a favor y siete en contra, la misma resumía toda la política de hostilidad que había caracterizado la conducta de ese país respecto de Cuba. El 29 del mismo mes el Gobierno cubano dio respuesta a través de una declaración  en la que se planteaba que “jamás utilizaría sus medios legítimos de defensa con fines agresivos que pusieran en peligro la seguridad de los Estados Unidos”

Mientras tanto, en las últimas semanas de septiembre y primeras de octubre se había seguido completando el contingente militar soviético previsto para la Operación Anadir. Por su parte, Estados Unidos realizaba ejercicios militares en Vieques, Puerto Rico preparados en contra de un territorio donde gobernaba un tirano con el nada sutil nombre de Ortsac, Castro al revés.

El 4 de octubre el Congreso de Estados Unidos aprobó una Resolución Conjunta sobre Cuba, que se convirtió en la Ley Pública 87-33, la que en los hechos se constituía en una declaración de guerra contra la Isla. En ella se expresaba la determinación de Estados Unidos de impedir por cualquier medio que Cuba incrementara su capacidad militar al nivel de “poner en peligro la seguridad de Estados Unidos”, así como de “cualquier parte del hemisferio”.

El 14 de octubre en la mañana un avión espía  U-2 fotografió, en una trayectoria sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla. Las fotos obtenidas brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance medio en Cuba.
Cuando el presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el U-2 formó un grupo asesor de alto nivel, que se conoció como Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes.

Esa tarde, Jruschov transmitió a Estados Unidos una serie de puntos de vista en un tono sumamente ofensivo en que se exponía la actitud agresiva de ese país en contra de la Unión Soviética, sin que ésta haya tomado medidas de represalia. Exponía que ambas potencias tenían los mismos derechos de actuar en el escenario internacional de acuerdo a sus intereses y que el acuerdo de la URSS con Cuba se inscribía en los marcos del derecho internacional  y la Carta de la ONU, por lo que actuar en contra del mismo, debilitaba a la propia organización internacional.

Las fotos obtenidas por los U-2, mostraba un rápido avance en los trabajos de preparación de las posiciones de lanzamiento de los cohetes en Cuba. Ello llevó a un debate en ExCom en torno a si era más efectivo un ataque aéreo contra la isla o un bloqueo marítimo de la misma. Se estudiaron los pros y los contras de cada acción. Como es habitual, no sólo se consideraron elementos de carácter estratégico, también los de coyuntura, entre los cuales la cercanía de las elecciones parlamentarias era un hecho notable. La posibilidad de la guerra siempre estuvo en la mesa del presidente y éste nunca tuvo dudas para su desencadenamiento, como tampoco las tuvo acerca de que el objetivo final debía ser el derrocamiento del gobierno revolucionario.

Al finalizar la reunión del ExCom se debatió sobre el contenido que debía tener el mensaje presidencial para informar sobre el asunto. Se acordó que Kennedy debía dirigirse al país por televisión y radio el día 22 de octubre, así mismo sobre las medidas de carácter diplomático para enfrentar la situación creada, lo que incluía la convocatoria de la OEA y la elaboración de la “justificación” jurídica de las acciones a efectuarse.

El domingo 21 el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un grupo de generales, también estuvieron presentes el Secretario de Defensa y el Fiscal General. Ahí se estudió la variante del ataque aéreo contra la isla. Se propuso que después de éste debía haber una invasión.

El día 23 a las 7 de la tarde el presidente se dirigió al país. Entre los aspectos más resaltantes de su discurso Kennedy señaló  que la vigilancia sobre Cuba había dado evidencias de la existencia de cohetes “ofensivos” que se preparaban para “montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental". Informó que por ello había ordenado “…una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba”. Finalizaba llamando al derrocamiento de Fidel Castro

El martes 23  el contingente militar en Cuba se puso en completa disposición combativa. Lo propio hicieron las Fuerzas Armadas Soviéticas y las del resto de los países del pacto de Varsovia. El presidente Kennedy ordenó que se efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de Berlín.

La escalada del conflicto llevó a duras cartas de Kennedy a Jruschov y viceversa. El líder soviético le manifestó al presidente estadounidense que no daría órdenes para detener los barcos que navegaban hacia Cuba y que cualquier acción agresiva contra ellos sería respondida de acuerdo a lo que consideraran necesario para defender sus derechos.

Jruschov le escribió a Fidel dándole a conocer su decisión respecto a la declaración de Kennedy, insistiendo en la  posición de su gobierno de no ceder ante la amenaza estadounidense. Algunos años después el Comandante Fidel Castro manifestó al respecto que “Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente (...) no nos parecía posible. Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone (...) nos manda esta carta (...) Nosotros, desde luego, dijimos (...) las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo".
En ese momento, Fidel compareció ante el pueblo para impugnar los argumentos esgrimidos por Kennedy. Manifestó que "Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra".

El 24 de octubre se volvió a reunir el ExCom, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción, así que se debía decidir si los detenían o no. La sentencia final estaba a pocas horas de ocurrir. El momento era de máxima tensión. Se barajaban diversas variantes que dieran tiempo y oxígeno a una decisión que podría conducir al holocausto Pero, nada parecía que pudiera evitarlo. Los navíos soviéticos seguían avanzando. Robert Kennedy lo relata de la siguiente forma: “El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la vasta superficie del Océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en los próximos minutos”,…entonces, misteriosa y sorpresivamente los barcos soviéticos se detuvieron.

Este hecho creó el espacio para la negociación. El Secretario General de la ONU  U Thant  envió mensajes a ambos  mandatarios expresando su voluntad de mediar. Jruschov respondió afirmativamente, Kennedy con ambigüedades Este día el Ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.

Comenzó a primar la cordura en las comunicaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente, donde manifestó que "Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato (...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo"

A todas estas, la opinión de Fidel y el gobierno cubano sobre el ”fin” del conflicto jamás fueron consultadas. Lo cierto es que Jruschov se vio obligado a aceptar las imposiciones estadounidenses a fin de evitar lo que podría haber sido una conflagración nuclear,  a pesar de ello la amenaza de invasión a Cuba  se mantuvo. Fidel le transmitió al líder soviético la voluntad de su pueblo de defender su soberanía e independencia a cualquier precio y lo exhortaba a mantener con firmeza sus posiciones, habida cuenta que la actitud agresiva de Estados Unidos no había cesado.

El 27 de octubre la Unión Soviética demandó a Estados Unidos el retiro de sus cohetes de Turquía a cambio del desmantelamiento de los suyos de Cuba.  Momentáneamente el conflicto fue a dos bandas porque los turcos también quedaron atrapados en la enmarañada red que “regulaba” el mundo de la guerra fría. Tampoco se les había consulado su opinión.  Kennedy estuvo a punto de aceptar la propuesta soviética, pero no lo hizo.
Ante esos hechos, Fidel manifestó con dureza, su rechazo a la decisión soviética de negociar a espaldas de Cuba. Pero, finalmente se impuso el punto de vista estadounidense. Sólo la lucha y la voluntad de resistencia del pueblo cubano impidieron la invasión estadounidense.

Dicho en palabras de Noam Chomsky “En 1962 se logró evitar la guerra por la determinación de Jruschov para aceptar las demandas hegemónicas de Kennedy. Pero no podemos contar que un criterio similar estará siempre presente. Es casi un milagro que no se haya producido hasta ahora la guerra nuclear. Existen más razones que nunca para escuchar la advertencia formulada hace unos 60 años por Bertrand Russell y Albert Einstein: el dilema es ´crudo, horrible e ineludible`”

sábado, 3 de noviembre de 2012

A 50 años de la crisis de Octubre. Los preparativos. Parte II

La delegación militar soviética que fue a  Cuba regresó  con la aprobación de Fidel Castro para dar inicio a la Operación Anadir. Así, se organizó una nueva reunión de la más alta instancia del Comité Central del Partido Comunista, la que se llevó a cabo el 10 de junio de 1962.
 
Uno de los asistentes a la reunión, el Mariscal Biriuzov Jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas quien había formado parte de la delegación que visitó Cuba,  manifestó que las autoridades cubanas consideraban que con su decisión estaban apoyando la posición soviética, a ello le daban más valor que a la importancia de la misma para su propia defensa. La propuesta presentada fue debatida brevemente y aprobada de inmediato. Se trataba de enviar a Cuba un “contingente con cohetes nucleares de alcance medio e intermedio para garantizar la defensa de la Isla, disuadiendo al posible agresor” como lo explica el investigador cubano Rubén Jiménez Gómez.
 
La delegación soviética se había reunido en Cuba con Fidel y con Raúl Castro. Las palabras de Fidel fueron textualmente "Si hacen falta esos proyectiles aquí para fortalecer las defensas de la Unión Soviética y del campo socialista, y, además, sirven para prevenir una agresión militar directa por parte de Estados Unidos contra Cuba, se pueden instalar en nuestro país los proyectiles que sean necesarios. Todos los proyectiles que sean necesarios"
 
El 10 de junio de 1962 comenzó la movilización de las tropas que ya estaban designadas para integrar la Agrupación. Los medios que se trasladarían a Cuba formando parte de esta operación serían:
 
·         24 rampas para cohetes R-12, de alcance medio (de 700 a 2100 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1 megatón (77 veces la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima).
·         16 rampas para cohetes R-14, de alcance intermedio (1900 a 4500 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1,65 megatones (127 veces la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima)
·         Además de estos medios, se emplazarían otros cuyo propósito era defender las instalaciones de ataques terrestres, marítimos o aéreos, para lo cual se trasladarían a Cuba:
o   Cohetes tierra aire FKR-1 (Área de acción 150 kilómetros, alcance en altura 2 kilómetros)
o   Cohetes tierra aire SA-75 (Área de acción 34 kilómetros, alcance en altura 300 metros)
o   Bombarderos IL-28 (Independencia de vuelo 200 millas, puede transportar una bomba de 6 kilotones)
o   Helicópteros MI-4
o   Barcos cruceros
o   Destructores porta cohetes
o   Submarinos porta cohetes
o   Tropas terrestres, tanques y cohetes tácticos Luna.
 
·         Total 50,000 efectivos.
 
Raúl Castro llegó a Moscú el 2 de julio de 1962. En las reuniones con la parte soviética,  reiteró el criterio de Fidel de hacer público el acuerdo militar cubano-soviético como acto soberano entre dos Estados. Sin embargo, Jruschov insistió en el secreto del mismo.
 
El 7 de julio,  en un encuentro con la jefatura de la agrupación que marcharía a Cuba, Jruschov expresó "Nosotros en el Comité Central decidimos llenarle el camino de espinas a los Estados Unidos, instalar en Cuba nuestros cohetes para que ellos no puedan tragarse a la Isla de la Libertad. Tenemos el consentimiento de la parte cubana” y afirmó confiado que, “…cuando los cohetes estén instalados, ellos sentirán que si quieren castigar a Cuba tendrán que vérselas con nosotros".
 
El 18 de julio llegó a Cuba la misión soviética de reconocimiento, encargada de determinar la micro localización de las unidades coheteriles.
 
El 26 de julio al hablar en el acto por la conmemoración del aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, Fidel expresó: "¿Qué peligro queda a nuestra Revolución? Una invasión directa. Tenemos que prepararnos contra esa invasión directa, tenemos que organizar las defensas necesarias para rechazar una invasión directa de los imperialistas (...) Por lo tanto, la Revolución tiene que tomar medidas que garanticen la efectividad de la lucha y de la respuesta a cualquier ataque directo de los imperialistas yanquis (...)”. Ese mismo día estaba llegando a Cuba el primer barco con tropas y equipos
 
En paralelo a esta situación, Cuba se preparaba para la invasión sobre la que cada día había mayores evidencias.  El 20 de agosto, el general Maxwell Taylor, Presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores informó a Kennedy que  el alto mando militar pensaba que la única forma de derrocar al gobierno cubano era mediante la intervención militar directa de Estados Unidos. Kennedy dio órdenes de preparar una propuesta de forma urgente al respecto.
 
El 27 de agosto tuvo lugar en Moscú una reunión del Comandante Ernesto Che Guevara con Jruschov. Reiteró la idea de que las acciones que se estaban llevando a cabo debían ser públicas, pero los soviéticos insistieron  en que sería más conveniente el anuncio cuando se hubieran emplazado los cohetes y la Operación ya fuera un hecho consumado. Cuba propuso firmar de inmediato el documento que establecía el Acuerdo bilateral. Jruschov dijo que sería mejor que ello se hiciera durante su próxima visita a la Isla. Ese documento nunca sería firmado.
 
Sobre esta decisión, Fidel dijo posteriormente "Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos, no ocurre la crisis, porque estábamos actuando dentro de la ley, dentro del derecho internacional, dentro de la moral; pero si tú dices una mentira, si tú engañas, entonces pierdes fuerza ante la opinión pública, pierdes fuerza moral, pierdes fuerza política".
 
Mientras tanto, en Estados Unidos arreciaba el discurso agresivo de sus personeros políticos. Kennedy invocaba la Doctrina Monroe y el senador Keating instaba al presidente  a enviar un equipo de investigadores de la OEA a la isla. El 29 de agosto habían sido detectadas por un avión U-2 las evidencias de emplazamientos de cohetes antiaéreos en Cuba.
 
El 4 de septiembre el Fiscal General de Estados Unidos Robert Kennedy, le expresó al Embajador soviético en ese país, Anatoli Dobrinin,  la preocupación del Presidente por el equipamiento militar soviético que estaba llegando a Cuba. Dobrinin le aseguró que era armamento defensivo. Sin embargo,  se logró instalar con fuerza en las autoridades estadounidenses una sensación de ansiedad en sentido contrario, los que llevaron al presidente Kennedy a hacer una declaración denunciando la adquisición por Cuba de una supuesta capacidad militar, que según su criterio amenazaba la seguridad de Estados Unidos, al mismo tiempo, rechazaba la posibilidad de instalación de armamento ofensivo soviético. En esto estaba la clave. Mientras el armamento fuera defensivo no se violaba ningún acuerdo internacional. Pero, a Kennedy se le estaba presionando para que pensara lo contrario.       
 
Jimenez Gómez dice que sobre el engaño al presidente Kennedy, Fidel  planteó posteriormente: "Jruschov le mandó a decir a Kennedy por distintas vías, le dio a entender, que no había armas estratégicas y que no había necesidad de armas estratégicas. Mi percepción es que Kennedy creyó los informes de Jruschov. A mi juicio éste cometió un error grave de tipo político y de tipo ético, y creo que no puede haber política sin ética (...) Kennedy estaba en una posición muy difícil políticamente, puesto que creyó los mensajes de Jruschov, y recibía grandes presiones. Creo que al adversario no se le debe colocar en una situación de esa naturaleza y, realmente, Jruschov no tomó en cuenta que con esto colocaba a Kennedy en una situación inmanejable, en una situación muy difícil".
 
El 10 de septiembre, al intervenir en el Tercer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación, Fidel Castro expresó -entre otras cosas- que  Ante sus amenazas decimos: ¡Estamos dispuestos a morir junto a nuestro pueblo!... Pero lo que no sabemos es si el Gobierno de los Estados Unidos, los generales del Pentágono y los senadores que proclaman la guerra contra nuestra Patria están dispuestos a morir también”.
 
El 10 de octubre de 1962, el Comandante Raúl Castro, firmó la Directiva Operativa 1, a través de la cual se impartían las órdenes necesarias para el despliegue estratégico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en caso de producirse una agresión estadounidense.
 
El 16 de Octubre, un avión U-2 estadounidense fotografió rampas de cohetes en construcción, lo que permitió a la CIA asegurar la presencia de armas nucleares soviéticos en Cuba.
 
Estados Unidos se había estado preparando para invadir a Cuba y derrocar al gobierno revolucionario.  Pero, esta nueva situación había cambiado las reglas de juego. La posibilidad de una guerra nuclear en el planeta ensombrecía cualquier análisis previo que aceptara cierta racionalidad, si es que es posible hablar de racionalidad en un conflicto de este tipo.
 
La crisis de octubre había comenzado. La crisis de los cohetes había llegado a un aparente punto de no retorno. (CONTINUARÁ)

sábado, 27 de octubre de 2012

A 50 años de la Crisis de Octubre. Parte I

 
El triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959 irrumpió como un vendaval en el planeta, en particular en América Latina y el Caribe. Se vivía una etapa caracterizada por un sistema internacional bipolar rígido que se trastornaba tan solo ante la posibilidad de cualquier vaivén que pusiera en entredicho los severos mecanismos de control tácito que cada polo de poder, Estados Unidos y la Unión Soviética habían establecido como forma de “ordenamiento” del sistema jurídico internacional.
 
Estados Unidos entendió con mucha rapidez la profundidad y alcance de la Revolución Cubana. Casi desde el mismo 1° de enero de 1959 comenzaron sus acciones agresivas en contra de la Isla. Las mismas se manifestaron en el terreno  del sabotaje económico y financiero y en el militar a través de agresiones directas y el apoyo a acciones terroristas que afectaban a ciudadanos y bienes cubanos.
 
El 4 de marzo de 1960, Estados Unidos estuvo tras la voladura del barco francés La Coubre, en el puerto de La Habana. Este criminal atentado ocasionó 101 muertos, entre ellos varios franceses, mas de 200 heridos y numerosos desaparecidos. Al año siguiente se intensificaron los actos terroristas, que incluyeron la quema de cañaverales durante la zafra azucarera, el sabotaje a fábricas y ataques de diversos tipos contra la economía. En estas acciones  fueron asesinados 281 ciudadanos, en su mayoría campesinos, mujeres y niños, así como milicianos y jóvenes voluntarios que participaban en la Campaña de Alfabetización.



Así mismo, el 29 de junio de 1960 las transnacionales Texaco, Esso y Shell, tradicionales suministradoras de petróleo a Cuba, interrumpieron el suministro del producto y se negaron a procesar el crudo adquirido en la Unión Soviética como resultado de las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos. En otro ámbito, a través de la ley pública 86-592 de 6 de junio de 1960 se autorizó al Presidente de Estados Unidos a determinar la cuota azucarera cubana para el resto de 1960. A partir de esto,  el Presidente Eisenhower redujo las importaciones de azúcar cubana en un  95% durante ese año. Como colofón de esta escalada agresiva, en abril de 1961, un importante contingente de mercenarios organizados, entrenados y armados por la CIA invadió el territorio de Cuba a fin de derrocar al gobierno revolucionario. En menos de 72 horas el pueblo cubano derrotó la intentona que tuvo siempre el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
 
En el funeral de las víctimas de los bombardeos aéreos que sirvieron como preludio a la agresión, en una multitudinaria manifestación. Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana. La guerra fría se había trasladado al continente americano. Ahora, la centenaria ambición de Estados Unidos de apoderarse de Cuba se insertaba en la lógica del mundo bipolar. En fecha tan antigua como 1805, Thomas Jefferson al entregar la presidencia de Estados Unidos le dijo a James Monroe “Nosotros debemos tener las Floridas y Cuba…”. El argumento lo daba el mismo Jefferson ese mismo año en carta al Embajador francés en Washington cuando le informaba que la ubicación de Cuba  “es necesaria para la defensa de Luisiana y la Florida”.
 
Con estos antecedentes que habían llegado a su punto cúlmine con la invasión en Playa Girón,  en abril de 1962, el líder soviético Nikita Jruschov arribó a la conclusión que Estados Unidos intentaría nuevamente una agresión en gran escala contra Cuba, pero que esta vez sus Fuerzas Armadas tendrían una participación directa a fin de asegurar el éxito en la operación.  La pregunta era qué podía hacer la Unión Soviética para evitarlo considerando la gran distancia que la separaba de Cuba y las complicaciones que ello significaba dada la cercanía geográfica de ésta con Estados Unidos.
 
En ese momento, Estados Unidos desarrollaba la “Operación Mangosta” con el objetivo de atacar a Cuba. Desde su aprobación por el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963 se realizaron 5780 acciones terroristas contra la isla caribeña, tal como lo señala el investigador Rubén Jiménez Gómez en un pormenorizado estudio que el diario Granma de La Habana ha publicado en 23 entregas hasta ahora.
 
Según Jiménez, el 10 de abril de 1962 el presidente Kennedy le ratificó al líder contra revolucionario José Miró Cardona “la disposición de su Gobierno de resolver el problema cubano por medio de las armas”. Ello dio paso a un infinito número de preparativos tanto en acciones de desestabilización en territorio cubano, como entrenamientos y maniobras en otras regiones del Caribe  para crear condiciones óptimas para la invasión.
 
Por su parte, a los líderes soviéticos les preocupaba el emplazamiento en Turquía de cohetes con cargas nucleares dirigidos contra la URSS los que sólo demorarían 10 minutos en hacerse presente en su territorio. Los cohetes Júpiter con un alcance de 1500 KM. se encontraban en número de 15 en Turquía, pero se habían hecho acuerdos similares con Italia para instalar 30 Júpiter y  con Gran Bretaña donde se planeaba ubicar 60 Thor, todos ellos apuntarían contra el Estado soviético. Jruschov pensó que podía “pagarle a Estados Unidos con la misma moneda” e instalar cohetes en secreto en Cuba, porque en esas condiciones un ataque estadounidense contra la Isla podría ser considerado un ataque contra la Unión Soviética y en esa situación se imponían otras reglas de juego, pues no pensaba el dirigente soviético que se pudiera producir un irracional ataque estadounidense contra objetivos que estaban bajo su protección y control  
 
Después de mucho reflexionar sobre el tema y de consultas a sus principales asesores militares y civiles quienes no tenían una opinión homogénea, Jruschov “llegó al convencimiento de que no era posible garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible agresión”  de acuerdo a lo que señala Jiménez en el artículo antes mencionado.
 
En ese marco, el 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS. Ahí se discutió acerca de cómo reaccionaría Cuba y su líder Fidel Castro ante la propuesta de instalar cohetes soviéticos en su territorio como medio para su defensa y seguridad ante la inevitable agresión armada que Estados Unidos preparaba. El Embajador Alexeiev era contrario a la idea y opinó que el máximo dirigente cubano la rechazaría. Jruschov expuso que todas las evidencias confirmaba la inminencia de un ataque estadounidense contra Cuba, que no tenía dudas de cual iba a ser la respuesta de su pueblo ante tal hecho pero que “era necesario  emplear un medio de disuasión que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión solamente podía ser el arma nuclear.”   Según su opinión “esa operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor”.
 
Dada la importancia y trascendencia del tema, en esa reunión no se tomó una decisión, sólo se creó un equipo de trabajo para preparara una propuesta. A cargo del mismo fue designado  el jefe de la Dirección de Operaciones, mayor general Anatoli Gribkov.
 
El 24 de mayo se reunió nuevamente el Consejo de Defensa de la URSS. Se discutió el documento preparado por el equipo del General Gribkov que proponía crear una Agrupación de Tropas Soviéticas  de hasta 53 00 efectivos, compuesto de unidades de las Fuerzas Terrestres, la Fuerza Aérea, las Tropas Coheteriles Estratégicas, las Tropas de Defensa Antiaérea, la Marina de guerra y Aseguramientos Combativos.
 
 
Después de un profundo debate el documento fue aprobado, pero se ratificaría después de recibir la aprobación de Fidel Castro, por lo que se enviaría una comisión a Cuba para efectuar conversaciones. Con ello, se había dado inicio a la “Operación Anadir”
 
CONTINUARÁ

miércoles, 17 de octubre de 2012

A 200 años de la Constitución liberal de España.




España es un país de origen multicultural establecido en una región en la que a través de la historia se ubicaron diversos pueblos provenientes del norte de África y el oeste de Europa. Sufrieron diversas ocupaciones hasta que los romanos se asentaron en su territorio e impusieron por primera vez una autoridad política única hacia el siglo I a.C.

La península ibérica fue ocupada por los visigodos entre los siglo V y mediados del VIII d.C. Posteriormente los árabes invadieron el territorio y se mantuvieron por 7 siglos. Los descendientes de los visigodos concentrados en el norte de la península fueron organizando reinos (Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra y León entre otros) y comenzaron el proceso de unificación por oposición a los árabes.

Este proceso tuvo su punto cúlmine a través del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, cuyo nieto Carlos V llegó a ser Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que abarcaba la mayor parte de Europa. En 1492, estos monarcas expulsaron de España a los árabes y a los judíos paralizando el desarrollo del país y sumiéndolo en un atraso del que sólo pudieron reponerse bien avanzada la segunda mitad del siglo XX. Por esa “obra”, el Vaticano les otorgó el título de Reyes Católicos.

La monarquía de los Borbón, actualmente reinante en España, se estableció en el país al comenzar el siglo XVIII. A pesar de las gigantescas riquezas que expoliaron de sus colonias en América, su incapacidad administrativa y las repercusiones de la Revolución Francesa de 1789 ocasionaron una profunda crisis en el Estado. Al inicio del siglo XIX se empezaron a revelar expresiones de esa crisis cuando se produjeron diversas conjuras y manifestaciones populares en contra de la realeza. En estas condiciones Fernando VII asumió el trono para tratar de salvar a la monarquía e impedir que estas ideas libertarias llegaran al otro lado del Atlántico, donde vientos de libertad e independencia agitaban sus colonias en el continente americano.

Los movimientos independentistas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en Sudamérica, tuvieron su concreción en 1810 en Caracas cuando el 19 de abril se declaró la independencia de Venezuela, otras colonias tomaron el mismo camino durante ese año y los posteriores. La respuesta de la metrópoli no se hizo esperar, momentáneamente la contrarevolución se impuso y los patriotas se vieron obligados a desatar la guerra por la Independencia.

En España, el 19 de marzo de 1812 en una reunión extraordinaria de las Cortes en Cádiz fue promulgada la primera constitución del país, un instrumento jurídico bastante avanzado para su época. Su articulado considerado muy liberal para ese momento contenía un articulado que consagraba entre otros aspectos la soberanía en la Nación (ya no del rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes y la limitación de los del rey.

Esta constitución estuvo vigente durante dos años hasta que en mayo de 1814 fue derogada tras el regreso de Fernando VII a España. El monarca ordenó la detención de los diputados liberales e inició la más brutal persecución contra ellos. Los enunciados que significaban la pérdida de poder político y económico de la monarquía en favor de los ciudadanos provocaron una respuesta sanguinaria y atroz del Estado que nuevamente se refugiaba en el absolutismo más férreo para conservar la autoridad.



El símbolo más reconocido de la Constitución de Cádiz fue el general Rafael del Riego. Con el grado de Teniente Coronel, este valeroso militar asturiano juró la Constitución en 1812. A través de su participación en la masonería estableció contacto con los patriotas iberoamericanos y conspiró junto a otros liberales durante los 6 años de la restauración absolutista, hasta el establecimiento del llamado Trienio Liberal que volvió a darle vigencia a la Constitución Liberal de 1812, desde 1820 hasta 1823

El 1° de enero de 1820, en las Cabezas de San Juan (Andalucía), el Comandante Rafael del Riego proclamó la Constitución de Cádiz, restableció las autoridades constitucionales y con ello evitó el traslado a América, del Ejército con el que Fernando VII buscaba someter a los patriotas que luchaban por la Independencia. En su arenga a las tropas Riego expuso su rechazo a "…las órdenes de un rey ingrato que asfixiaba a su pueblo con onerosos impuestos”, explicaba que la monarquía “… intentaba además llevar a miles de jóvenes a una guerra estéril, sumiendo en la miseria y en el luto a sus familias”. Finalmente el honorable oficial informó a sus subordinados que “Ante esta situación he resuelto negar obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812 como válida para salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América y hacer felices a nuestros compatriotas”, finalizaba airoso exclamando “¡Viva la Constitución!"

A partir de aquel 1° de enero de 1820 ningún soldado español sería enviado a restablecer el absolutismo en ninguna parte de América. Esta decisión del general del Riego y de los liberales españoles y su determinada oposición a que se trasladara un nuevo ejército español a América tuvo una influencia decisiva en la Batalla de Carabobo y en los posteriores combates que llevaron a la Independencia definitiva en Ayacucho en 1824.

En ese contexto el propio Simón Bolívar en carta dirigida a Melchor Aymerich, último gobernador español de Quito, fechada el 18 de febrero de 1822 en Popayán en el que le insta a evitar mayor derramamiento de sangre ante la virtual debilidad de las tropas españolas frente a la ofensiva patriota, le informa de la rebelión de Riego como argumento para que Aymerich tome una decisión a favor del fin del conflicto. Expone el Libertador: “Tenga V.E. entendido que el gobierno español está reducido a una espantosa anarquía; que el señor General Riego, con otros muchos ilustres jefes, están a la cabeza de un partido republicano que en este momento debe haber derrocado al trono de Fernando VII. Yo podría convencer a V.E. con documentos oficiales, si me atreviese a exponerlos a los azares de la guerra, en un territorio que ha estado siempre cubierto de bandidos. Estos documentos existen y yo celebraré infinito mostrarlos a quien V.E. destine”

La revolución liberal en España en 1820 propició otras en Nápoles, Sicilia, Portugal, Piamonte y Francia. La respuesta de las potencias de la Santa Alianza del Altar y el Trono (Francia, Austria y Rusia) fue invadir España y derrocar el gobierno liberal en 1823. El 7 de noviembre de 1823 el general Riego fue ahorcado en Madrid por orden de Fernando VII, y todos los liberales cruelmente reprimidos en España. En abril de 1931 el Gobierno de la República española adoptó como Himno Nacional “la Marcha de Riego”, sustituido desde la dictadura fascista de Francisco Franco (1939-1977) por la denominada “Marcha Real”.
Riego es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España, y es considerado el mártir por excelencia de la represión política contra el liberalismo. Actualmente su retrato se puede ver en las Cortes Generales junto a otros cuadros como la Jura de la Constitución de 1812.

Doscientos años después, y con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica. Sería éste, un buen momento para que los representantes gubernamentales de las naciones que fueran colonizadas por España, rindieran un merecido homenaje al general Riego y a los liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras naciones.

lunes, 8 de octubre de 2012

Hoy es día de victoria, mañana de reflexión.


Todo ha concluido…Por ahora! Como cada evento electoral y como cualquier hecho en el que se manejen cifras las interpretaciones son muchas, pero hay una que es inobjetable: Hugo Chávez será presidente de Venezuela por seis años más porque esa es la decisión del pueblo venezolano expresada en las urnas electorales. La victoria popular fue un hecho cierto cuando un poco después de las 10 y media de la noche de este pasado domingo 7 de octubre, la Presidenta del Consejo Nacional Electoral Tibisay Lucena anunció los resultados preliminares que mostraba datos irreversibles.

Aquí hay dos grandes ganadores que han sido los protagonistas de este momento de la historia: el pueblo venezolano y el presidente Chávez. Nadie más se puede atribuir méritos que no le corresponden.

Un estudio preliminar de los datos que arrojan las cifras finales del evento comicial muestra una serie de informaciones que deben ser evaluadas de cara al futuro. La más importante de ellas es el alto nivel de participación, más del 80% de las venezolanas y venezolanos acudieron a votar, ello es expresión del alto talante democrático de la ciudadanía que le concede cada vez más, mayor valor a la participación como forma de hacer política, consolidando de esa manera el modelo democrático venezolano. Cuando se compara esta cifra con las de otros países de la región, pero sobre todo con Estados Unidos que vende su imagen de patrón de la democracia, se hace evidente que en Venezuela la democracia y la participación han trocado en característica nacional que invade como una totalidad el ámbito de la política.

En la República Bolivariana no hay espacio para aventuras al margen de la Constitución porque el compromiso de las Fuerzas Armadas con el pueblo es garante de ese sentir. Así lo hizo patente el General Wilmer Barrientos, Jefe del Comando Estratégico Operacional de las FANB, para cerrar toda duda respecto a la actitud de los militares ante cualquier intentona que se propusiera alterar la voluntad popular. Fue enfático al decir que “el Plan Republica seguirá garantizando la seguridad del país hasta que el último de los votantes ejerza su derecho al voto”



El Presidente Chávez ha obtenido la victoria en 22 de las 24 entidades federales incluyendo, Zulia, Carabobo, Nueva Esparta y Miranda (aunque por un margen ínfimo), en las que gobierna la derecha, además de Lara, Monagas y Amazonas en las que gobernadores renegados con proyectos individuales que se pusieron al servicio de la oposición, fueron aplastados por la avalancha de votos que apoyó al Presidente Chávez.

Los factores internacionales jugaron un papel decisivo en la disposición de la derecha que fue obligada por la embajada estadounidense a un comportamiento cívico. La crisis mundial jugó en favor de garantizar la estabilidad en un país que envía diariamente y sin contratiempos el petróleo que está convenido con Estados Unidos y que significa el 11% de lo que este país importa. Los conflictos en el Medio Oriente y en las cercanías del mar Caspio, las dos grandes regiones petroleras del mundo obligan a Estados Unidos a destinar importantes contingentes militares a la salvaguarda de sus intereses, lo que hace del petróleo venezolano un recurso que además de importante, es el único que obtienen sin enfrentar peligros de ningún tipo. En ese sentido la orden fue terminante: tienen que aceptar los resultados.

Ello se pudo observar en cuatro momentos durante el domingo, el discurso posterior al voto de Capriles en el que por primera vez, con voz pausada y calma llamaba a votar y a participar. Poco después, en la mitad de la tarde. Ramón Guillermo Aveledo, coordinador estratégico del Comando de Capriles, ante una pregunta de un periodista rechazó enfáticamente la utilización de la violencia de cualquier tipo para dirimir eventuales conflictos relacionados al proceso electoral que pudieran surgir. Entrada la noche, Armando Briquet, Jefe del Comando de campaña del candidato de la derecha, manifestó el apoyo de su alianza a los resultados electorales y a la actuación de las instituciones garantes del proceso comicial.

Pero la mejor pieza oratoria surgida desde la oposición el domingo pasado fue la de Henrique Capriles ya sabiéndose perdedor. Fue, de hecho, su mejor discurso. Reconoció el resultado, despejando la duda que nunca quiso aclarar durante la campaña, se mostró seguro, no dubitativo como en los últimos meses y lanzó su propuesta de futuro, tratando de salvaguardar en el momento crítico un liderazgo que ya hoy se cuestiona por la menguada votación que obtuviera su partido Primero Justicia. Parecía haberse quitado un peso de encima. Lució fresco y hasta las ojeras habían dado paso a una mirada vivaz que trataba de sentenciar lo que explicaba por primera vez sin las incoherencias que le caracterizaron. Parecía sentirse mejor en la derrota, que siendo candidato.

Sabiendo que el comandante Chávez entró a la historia al pronunciar el “Por ahora” que perdura en el espacio, hizo un remedo para tratar de igualarse “El tiempo de Dios es perfecto”. En los hechos, el tiempo de Dios se puede interpretar como “El que no logró la victoria fui yo. Aquí que el pueblo no se sienta derrotado, porque abrieron un camino y ese camino está ahí”. El camino es elecciones de gobernadores en 2012 y alcaldes en 2013, Asamblea Nacional en 2013 y Referéndum Revocatorio el 2016. Les deben haber dicho desde Washington, “Podemos esperar, en 4 años no se va a acabar el petróleo, podemos esperar que la fruta esté madura, caerá por gravedad”. En el fondo, a Capriles le preocupaba salvar su liderazgo ante los más de 2 millones de votos que aportaron adecos y copeyanos, superando la votación de Primero Justicia. Ahora tendrá que negociar con aquellos a quienes durante toda la campaña marginó, excluyó y humilló.

La victoria, sin embargo, no puede obviar un análisis crítico de las cifras que muestran un crecimiento muy alto de la votación de la derecha en comparación con la que obtuvo el Presidente Chávez. De alrededor de 3 millones 200 mil nuevos votantes en comparación con las elecciones de 2006, Chávez creció sólo en unos 700 mil votos, mientras que las fuerzas que apoyaron al otro candidato aumentaron en más de 2 millones. En 2006 Chávez obtuvo casi el 63% y ahora poco más del 55%. Ese es un dato que obliga a la reflexión crítica, no sólo de cara a las próximas elecciones de gobernadores en diciembre y de alcaldes en abril de 2013 sino sobre todo, a la investigación de las causas de un fenómeno que podría marcar una tendencia hacia el futuro y que tiene que ver con el quehacer político cotidiano, el cual debe llevar a las fuerzas políticas que apoyan al gobierno a vincularse a la ciudadanía no sólo en tiempos electorales, sino como necesidad vital para nutrirse de la sabiduría y el empuje de un pueblo que una vez más ha sido capaz de triunfar en otra contienda decisiva.

Por ahora la victoria, por ahora la celebración. El presidente Chávez felicitó al pueblo venezolano desde Miraflores, habló de “renacimiento de la patria” en “un día memorable, signado por el talante democrático de todos los venezolanos y venezolanas”. Reconoció a todos los que votaron por la derecha por “su participación democrática y demostración cívica”, así como “a la dirigencia opositora que no se prestó a los planes que algunos estaban fraguando”. En su grandeza de estadista y presidente de todos los venezolanos, el Comandante Chávez consideró que se crearon condiciones para la reconciliación, la convivencia y la construcción de la paz.

Hoy es día de victoria, hoy es día de celebración, mañana tendrá que venir la reflexión necesaria.