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jueves, 28 de octubre de 2021

Reflexiones desde el Perú

 


En mi primer viaje al exterior desde el inicio de la pandemia y el cierre de los aeropuertos en marzo del año pasado, visité Perú a fin de hacer investigaciones en terreno para un próximo libro que tengo proyectado. Aproveché mi estadía para presentar la edición peruana de mi obra “China en el siglo XXI. El despertar de un gigante” que quedó suspendida en 2020 cuando se interrumpieron los desplazamientos internacionales.

Volver a los aviones y aeropuertos fue una aventura en un escenario en el que una vez más la humanidad construyó una nueva “Torre de Babel” burocrática para que unas vacunas sirvan y otras no y para que cada país establezca sus propias normas, sus propios, requisitos y sus propios documentos de viaje en materia de salud que se suman a los de inmigración y aduana a fin de que la posibilidad de que los seres humanos de distintas civilizaciones, regiones y países se encuentren, compartan y convivan, sea más difícil.

En lo que se ha dado en llamar “nueva normalidad”, ahora existe un novedoso infierno en que hacerse la prueba PCR al menos 72 horas antes de viajar es una odisea que hace que hasta el último minuto no se sepa si se podrá abordar el avión o no. Mientras ello ocurre, millones de migrantes indocumentados atraviesan fronteras huyendo de las guerras, las crisis económicas y la pobreza que el capitalismo ha generado sin contemplación por la vida humana. Estos migrantes ilegales, en condiciones muy difíciles se desplazan sin estar vacunados, sin hacerse pruebas PCR y sin tener que llenar los maléficos documentos que hacen felices a burócratas y corruptos que en tiempos de comunicaciones ultra modernas y tecnologías súper avanzados podrían hacer las cosas más fáciles.

jueves, 21 de octubre de 2021

China: despertar de un gigante. José Steinsleger - Columnista La Jornada de México

En la época que mi madre me enviaba "a lo del gallego" para comprar un kilo de espagueti, ignoraba que China había empezado una revolución que decenios después, cambiaría el gentilicio del destinatario. Porque hoy, las madres argentinas dicen a sus niños "andá a lo del chino". Sabía, claro, que los chinos habían inventado la pólvora y los espaguetis. Lo sabía por Los viajes de Marco Polo, y la vieja película dirigida por John Ford, con Gary Cooper protagonizando al gran mercader veneciano del medioevo.

Medio siglo después, creo que no hay barrio popular en América Latina sin una tienda de chinos, vendiendo de todo a "dos por uno". Cosa que a las corporaciones gringas trae algo desquiciadas. Luego, con otras inquietudes, el partidero de cabezas ocasionado por el cisma del marxismo mundial: China versus Unión Soviética.

Dilema que, en Argentina al menos, resolvió un acucioso observador de la revolución china, Juan D. Perón (1895-1974), cuando giraba a sus fieles instrucciones desde el exilio, con las palabras de un revolucionario poco amigo del purismo ideológico: "Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones" (Deng Xiaoping, 1909-97).

Sirva este breve comentario para sugerir, con entusiasmo, la lectura de China en el siglo XXI (Ed. Entretejas, Chiapas, 2021), de Sergio Rodríguez Gelfenstein. Politólogo y ex embajador de la Venezuela bolivariana, Sergio viajó ocho veces a China, sumando en sus recorridos más kilómetros que los caminados por Confucio y el imaginativo Marco Polo. Advierte Sergio en la introducción: "Tras revisar 19 libros escritos por autores occidentales cuyo tema es China, pude constatar que, salvo en tres casos, la aplastante mayoría de las referencias bibliográficas utilizadas son de autores occidentales. Incluso en cuatro casos no hay una sola cita de algún autor chino, lo cual me pareció cuanto menos curioso, dada la profusa bibliografía escrita en China y traducida al inglés".

Rodríguez Gelfenstein se propuso "considerar los puntos de vista en que predominan estudiosos y pensadores chinos", así como en las distorsiones occidentales que ponen el énfasis en “el rol que juega el Estado en la imposición de un ‘consenso’ alcanzado a través de la coerción física, para la cual el aparato ideológico juega un rol relevante en la creación de ideas consensuadas a través de la justicia, la educación, los medios de comunicación, la cultura y el entretenimiento”.

Continúa: "así se fijan opiniones que no necesariamente coinciden con la realidad pero que habilitan la integración de creencias, valores, tradiciones culturales y mitos que funcionan en la masa con el fin de perpetuar el orden existente a través de la creación de una idea única y universal. Paradigmas que responden a la visión hegemónica de Occidente".

Por ende, sería injusto esbozar comentarios de solapa frente a un ensayo extraordinario de 500 páginas, que con agilidad y sin tedio, nos lleva por las historias, culturas, políticas, religiones, lenguas, guerras, economías, filosofías, revoluciones, actualidad y proyección, de un país de 5 mil años de antigüedad y 5 mil claves para interpretarlo.

¿Qué sabíamos de Guan Zhong, quien en 725 aC aconsejaba gobernar a partir del mantenimiento del equilibrio de mercado? ¿Qué sabíamos de Xunzi, quien en 313 aC concibió una visión materialista de la historia y la filosofía, adelantándose más de 20 siglos a Carlos Marx? ¿Qué sabíamos de Mo Zi, quien en 468 aC defendía una sociedad sin clases sociales, y postulaba el amor universal y el beneficio mutuo, lo que incluía las relaciones entre países que no debían dañarse? (p. 309).

¿Dije "ensayo"? A más de tratado exhaustivo, China en el siglo XXI es una introducción al proceso indetenible de un país que ha puesto contra las cuerdas la soberbia de "cultura occidental". Por ello, gratamente sorprendido, el profesor Xu Sicheng, miembro titular de la Academia de Ciencias Sociales de China, lo calificó de "pequeña enciclopedia".

Con algo de humor, además. Por ejemplo, el 20 de septiembre de 2017, en la Asamblea General de la ONU, Donald Trump decretó "el fracaso del socialismo". Pero un mes después, el Partido Comunista de la República Popular de China, conmemoró el "primer centenario de su fundación". Concurrieron 2 mil 200 delegados, y mil 800 periodistas de todo el mundo. Y allí, el secretario general, Xi Jinping, anunció que en 2049 "se habrán creado las condiciones para que China sea un país moderno, próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso, hermoso y... socialista".

En el primer capítulo, a modo de epígrafe, Rodríguez Gelfenstein apunta una observación del gran Mao Zedong: "10 mil años es demasiado, hay que aprehender el día, aprehender el instante". En China, con mil 450 millones de habitantes, siempre hay algo que tiene 4 mil años.

Miércoles, 20 de octubre de 2021

https://www.jornada.com.mx/2021/10/20/opinion/023a1pol

jueves, 7 de octubre de 2021

Venezuela: desconocer la realidad no justifica la carencia de razón ni la farsa

 


Las miradas erróneas sobre Venezuela que observan al país a partir de visiones estereotipadas, han llevado muchas veces a gobiernos y organizaciones internacionales a tomar decisiones a partir de opiniones pre establecidas que se sustentan más en deseos que en realidades. Por supuesto al considerar a Venezuela como una amenaza, han transformado al país en un enemigo que hay que derrotar.

Esto llevó a que Estados Unidos y Europa idearan planes sustentados en informaciones falsas que anunciaban casi cotidianamente el inminente derrocamiento del presidente Maduro. A partir de ello y con el soporte de pretensiones, aspiraciones y ambiciones personales de una caterva de maleantes que hicieron de la política un negocio, configuraron fantasmagóricos proyectos que no tenían ningún asidero en el escenario nacional. Así mismo, el afán de lucro que puso en segundo plano el interés nacional y la vida de millones de ciudadanos, los llevó a proporcionar imaginarias apreciaciones que condujeron a Washington y Bruselas a constantes traspiés y a un ridículo colosal del cuál apenas están intentando salir.

Lo cierto es que los poderes globales que intentaban derrocar al gobierno constitucional de Venezuela creían o querían y estaban interesados en creer las mentiras que durante largos años les decían. Justo al momento de redactar estas líneas, se ha dado a conocer una nota del New York Times que reseña una carta enviada la semana pasada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) a sus oficinas en otros países en la que se asevera que: “El problema central en esto [se refiere a la pérdida creciente de informantes locales] es que los agentes de la CIA subestiman las capacidades de los cuerpos de contrainteligencia de otros países”. Asimismo, en la carta se “critica la baja competencia técnica de sus propios oficiales y su excesiva confianza en sus fuentes” según lo afirma la nota del periódico neoyorquino.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Estados Unidos: reflexiones dramáticas en voz alta


En Estados Unidos están ocurriendo algunas cosas sorprendentes, la presidenta de la cámara de representantes Nancy Pelosi durante un evento en Londres ha admitido que el capitalismo “no ha servido a nuestra economía tan bien como debería”. Asumiendo la diferencia entre la economía especulativa que hoy domina el país y la economía productiva que le dio esplendor en el siglo XIX, cuando tras la guerra de secesión pudieron unificarse en torno al capitalismo, Pelosi ha afirmado que “el cambio económico de las últimas décadas ha favorecido al 'capitalismo de accionistas'”.

Aunque parezca insólito, la influyente dirigente demócrata, llegó a decir que: "No se puede tener un sistema en el que el éxito de algunos emana de la explotación de los trabajadores y brota de la explotación del medioambiente y el resto, y tenemos que corregirlo”. Ella cree que el sector privado se ha dado cuenta de esta situación y comprende la necesidad de hacer cambios.

No obstante, cuando el gobierno chino hace unas semanas se propuso incrementar el aporte que los ricos debían entregar a la sociedad a fin de avanzar hacia la prosperidad común, en Estados Unidos y Occidente pusieron el grito en el cielo.

Sin embargo, el propio presidente Biden se ha quejado de que desde el inicio de la pandemia, la fortuna de los multimillonarios haya aumentado en 1,8 billones de dólares, y que 55 de las corporaciones más grandes del país no pagan ni un céntimo en impuestos federales sobre la renta. Biden calificó tal situación de “simplemente injusta”. Entonces, uno podría preguntarse, ¿por qué es injusta en Estados Unidos y no en China?

En Estados Unidos, la Cámara de Representantes se propone discutir una ley que aumentaría los impuestos sobre la renta a los ricos y a algunas corporaciones a fin de financiar la mayor parte del proyecto de ley de gastos públicos valuado en 3,5 billones de dólares elaborado por el presidente Biden. La medida impositiva elevaría las tasas de impuestos corporativos del 21 al 26,5%. La tasa máxima de ganancias de capital aumentaría a solo el 25%, lo que está muy por debajo de la tasa impositiva sobre las ganancias de capital de casi 40% propuesta por Biden.

El trasfondo de la preocupación viene dada, entre otras cosas, porque un informe de la ONU ha constatado que en Estados Unidos, una de cada tres familias con hijos pasó hambre. Incluso antes de la pandemia, en 2019, las estadísticas oficiales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) detallaban que 35 millones de personas pasaban hambre y 10 millones de ellas eran niños.

De hecho, a mediados de este año, 63 millones de personas en Estados Unidos dijeron a los investigadores del gobierno que no podían pagar los gastos habituales de su hogar, en particular, el equilibrio entre la comida y el alquiler, pero que también incluía los préstamos estudiantiles y los medicamentos. Según el informe, la cifra también es muy desigual entre negros, latinos y blancos en términos de la insuficiencia alimentaria.

Por eso y no porque se haya vuelto socialista, Biden ha insistido en que: “Las grandes corporaciones y los súper ricos tienen que comenzar a pagar su parte equitativa de los impuestos” agregando que: “Hace mucho que esto debería haberse hecho”. ¡Biden hablando de equidad! Algo raro está pasando en Estados Unidos, tal vez sea que no saben como manejar la crisis porque ya no es solo de carácter coyuntural, sino que pareciera apuntar a las bases mismas del sistema capitalista.

jueves, 16 de septiembre de 2021

¿Hacia un nuevo orden mundial?

 


Hace pocos meses atrás, en vísperas de la IX Conferencia sobre Seguridad Internacional, que se realizó en Moscú entre el 22 y el 24 de junio el coronel general Alexander Fomin, viceministro de Defensa de Rusia declaró en una entrevista para RT que se podía "observar la formación de un nuevo orden mundial". Para sostener su punto de vista argumentaba que había una tendencia por llevar al mundo a una nueva guerra fría y a una nueva bipolaridad.

El viceministro ruso aseveró que en la actualidad se está produciendo “una destrucción sistemática del sistema establecido de relaciones internacionales [y] de la arquitectura de seguridad", mientras paralelamente disminuye "el papel de las organizaciones internacionales como herramientas para la adopción colectiva de decisiones en el ámbito de la seguridad". Con preocupación señalaba que estaban apareciendo novedosas armas que alteran de forma radical el equilibrio de poderes en el planeta, llevando el conflicto a un terreno distinto al tradicional, el cual incluye la consideración del espacio y el ciberespacio como escenarios de guerra, lo cual está obligando a cambiar los principios y métodos para su ejecución.

Estas declaraciones, hechas por el segundo jefe de una de las fuerzas armadas más poderosas del planeta deben ser tomadas en cuenta con mucha atención. Aunque apuntan a un análisis de largo plazo y se produjeron solo unas semanas antes de la hecatombe estadounidense y de la OTAN en Afganistán, hay que observar que este hecho ha comenzado a generar una serie de tendencias interesantes en torno a la dinámica internacional global que deberían estudiarse en términos de coyuntura sin obviar que también podrían tener influencia desde el punto de vista estratégico.

jueves, 9 de septiembre de 2021

China: hacia la prosperidad común (II)

 


Las formas y métodos de construcción del socialismo no están escritos en ninguna parte. Los padres del socialismo científico hicieron un análisis materialista de la historia utilizando el método dialéctico para señalar algunas pautas, pero como dijo el propio Marx su teoría no es un dogma.

Cada país debe hacer su propia práctica e ir desbrozando el camino a partir de la aplicación de la teoría a las condiciones de cada país, considerando su historia, cultura y tradiciones. En el caso de China, Mao Zedong trazó las líneas fundacionales del “socialismo con peculiaridades chinas”, Deng Xiaoping lo adaptó a una nueva situación que exigía solucionar los problemas de la pobreza y el desarrollo cuando las fuerzas productivas del capitalismo reinaban impolutas en un mundo en el que los capitales y la tecnología eran patrimonio exclusivo de Occidente y algunos otros países. Ahora, Xi Jinping ha propuesto construir el “sueño chino” que es el avance de la sociedad hacia la disolución de las diferencias que aún hoy exponen las dificultades para llevar adelante un desarrollo equilibrado y armónico de la sociedad hacia el socialismo. Es lo que se ha llamado el camino hacia la prosperidad común en los prolegómenos de la primera etapa de la transición al socialismo.

Pero ello no está exento de contrariedades, errores en algunos casos, situaciones imprevistas en otros. No se puede obviar que las sociedades de clases que han imperado por milenios en el planeta han forjado hombres y mujeres en los que aún prima lo individual sobre lo colectivo, la obtención del lucro y la ganancia de un grupo o sector por encima de los intereses supremos de la sociedad y la comunidad y, la consecución de bienes materiales como expresión de la felicidad y el éxito, soslayando la importancia de la realización plena, espiritual y de valores como objetivo eminente de la humanidad. Se hace necesario entonces, “hacer camino al andar” como dijo Antonio Machado en su hermoso poema “Caminante no hay camino”. Eso es el socialismo, un camino que se debe andar.

En el caso de China, los últimos años han aportado un aumento considerable de la riqueza, al punto que hoy cuenta con una “clase media” de 340 millones de personas que ganan entre 15.000 y 75.000 dólares al año previéndose que esa cifra alcance los 500 millones en 2025. Así mismo, a finales de 2020, China también contaba con 5,28 millones de “ricos”, con un patrimonio familiar superior al millón de dólares. En 2020, el 1% más rico de los chinos poseía el 30,6% de la riqueza del país, frente al 20,9% de hace dos décadas, según un informe de la empresa de servicios financieros suiza Credit Suisse con sede en Zurich.

jueves, 2 de septiembre de 2021

China: hacia la prosperidad común (I)

 


El pasado martes 24 de agosto se realizó en Beijing una reunión del Comité Central del Partido Comunista para Asuntos Financieros y Económicos con el objetivo de debatir acerca de la “prosperidad común”, es decir cómo producir crecimiento con equidad. El centro de la discusión estuvo puesto en la necesidad de generar bienestar para todos los ciudadanos en la ruta dirigida a alcanzar el objetivo de que, en 2049, cuando se conmemore el centenario de la fundación de la República Popular China, el país cuente con una sociedad socialista moderna.

Durante el evento, las discusiones más candentes estuvieron dadas por el llamado del presidente Xi Jinping a aplicar medidas drásticas sin precedentes en varios sectores de la economía como la tecnología, la educación en línea y el sector inmobiliario, que habían crecido de forma exorbitante y sin control, aupando una creciente desigualdad de ingresos, aumento de los niveles de deuda y ralentización del consumo.

Xi opinó que una vez que el país ha sacado a todos los ciudadanos de la pobreza, debía orientarse hacia un sistema que se preocupe mucho más de los sectores que aún no alcanzan óptimas condiciones de vida. Esto es lo que llamó “prosperidad común”, que se definió como la posibilidad de que todos puedan compartir la riqueza, para lo cual se necesita una economía fuerte que permita una mejor distribución de la misma.