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domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Ha surgido una fuerza de izquierda en Estados Unidos?


Sergio Rodríguez Gelfenstein 

El reciente proceso comicial llamado de término medio en Estados Unidos por realizarse exactamente en la fecha intermedia entre una y otra elección presidencial, marcó un punto de interés jamás visto en el planeta, dado que sus resultados podrían haber impactado de forma trascendente en la dinámica del sistema internacional, sin embargo resulta dudoso suponer que la mitad de la población electoral del país que es la que generalmente participa - aunque en esta ocasión hubo una cantidad superior de votantes- decidiera su opción motivada en hechos acaecidos o que pudieran ocurrir fuera de las fronteras. Eso sí, esta vez – posiblemente más que nunca antes en la historia- el evento eleccionario fue considerado un referéndum a la gestión del presidente. 

Los resultados han respondido a lo que se avizoraba previamente: los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes y algunos gobiernos estadales, al mismo tiempo que los republicanos confirmaron su favoritismo para retener su mayoría en el Senado. 

A partir de estos resultados, se ha conjeturado mucho respecto del impacto que los mismos van a tener en el futuro inmediato del país, sobre todo en la capacidad que ha adquirido el partido demócrata para, desde el nuevo espacio conquistado, “torpedear” la administración de Donald Trump a fin de crearle contratiempos que impidan su reelección en 2020. 

sábado, 17 de noviembre de 2018

“Judas enarbolando dientes de calavera”. La traición como política.



Sergio Rodríguez Gelfenstein 

En 1990 o 1991, no recuerdo ahora la fecha con precisión, se estaba discutiendo en el novedoso parlamento chileno que emergía de la dictadura, la posibilidad de restablecer las relaciones con Cuba. Contra todo pronóstico las resistencias más acérrimas a la normalización de los vínculos diplomáticos entre los dos países, que habían sido rotos por el dictador Augusto Pinochet, provinieron del partido socialista y otros grupos afines, muchos de los cuales vivieron en Cuba, usufructuaron de la revolución y se vanagloriaron de ser amigos del proceso político que se desarrollaba en la isla caribeña bajo liderazgo del Comandante Fidel Castro. 

Precisamente, en preparación de ese probable acontecimiento el programa “Informe Especial” de Televisión Nacional de Chile (TVN), el servicio de televisión público de ese país fue a La Habana a realizar un programa que le diera a conocer Cuba a los televidentes después de 17 años de oscurantismo fascista. En ese marco, el reportero que si no tengo mala memoria era Santiago Pavlovic realizó una entrevista al presidente cubano. Entre el cúmulo de preguntas que le hiciera, recuerdo nítidamente una, por la impresión que me causó la respuesta, tanto que hasta hoy es un referente que utilizo para evaluar el comportamiento político de los dirigentes. 

viernes, 9 de noviembre de 2018

Trump avivó el debate socialismo vs capitalismo.


Aunque usted no lo crea, en pleno siglo XXI, más de 25 años después de la desaparición de la Unión Soviética y cuando en todas partes se ha anunciado que la entronización de Trump en Estados Unidos y de Bolsonaro en Brasil, significaban algo parecido al “fin de la historia” al concretarse la hipótesis formulada por Francis Fukuyama en la penúltima década del siglo pasado, el debate entre socialismo y capitalismo se ha vuelto a poner de relieve y lo ha hecho en escenarios inusitados: con epicentros en el Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, capital de China, el 18 de octubre de 2017 y respuesta en la Casa Blanca de Washington a comienzos de este mes de noviembre de 2018. 

Por supuesto el contexto viene dado por la necesidad que tiene hoy Estados Unidos de darle marco ideológico a la guerra comercial que ha emprendido contra China y que algunos catalogan como un retorno a la guerra fría. En el fondo, lo que trasluce es la decadencia de Estados Unidos como primera potencia económica mundial y la emergencia de China que pronto se ubicará en ese pináculo. Así mismo, se pondrá en el tapete de la discusión la posibilidad de ejercer un liderazgo mundial distinto del que se ha aplicado a través de la historia, es decir uno que no esté basado en la hegemonía militar, ni en la imposición, tampoco en la amenaza, el chantaje o el fantasma de la invasión. 

domingo, 21 de octubre de 2018

¡Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro!


Una somera revisión de la prensa internacional transmite espeluznantes acontecimientos que precisamente están orientados a eso: generar un miedo, una ansiedad y una desesperanza que induzcan a pensar que todo está perdido, que no hay posibilidades de reversión de la espiral retrógrada y que, finalmente la tesis de Fukuyama de que la historia había llegado a su fin se está concretando 25 años después. 

El problema es que la epidemia no solo afecta a aquellos que hacen loas al capitalismo, hoy la humanidad está en verdadero peligro. Como señaló el presidente de Cuba Miguel Díaz Canel en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el capitalismo ha hecho posible que “…el 0,7% más rico de la población pueda apropiarse del 46% de toda la riqueza, mientras el 70% más pobre solo accede al 2,7% de la misma; 3.460 millones de seres humanos sobreviven en la pobreza; 821 millones padecen hambre; 758 millones son analfabetos y 844 millones carecen de servicios básicos de agua potable”. Todo esto ocurre en un mundo en el que existen recursos suficientes para que no suceda. El gasto militar del año 2017 fue de 1.73 billones de dólares según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), mientras que el Foro Económico Mundial (FEM) calculó que las necesidades para acabar con la pobreza en el planeta ascienden a 1.5 billones de dólares, o lo que es lo mismo, el 1% del PIB global. Es difícil esgrimir estas cifras para propagandizar el éxito de un modelo. Claro, esto es, si suponemos que la riqueza debe servir para garantizar una vida digna para todos los seres humanos, lo cual es evidente que el capitalismo no se propone. La ganancia desigual, la acumulación de riqueza y el lucro, son los objetivos y la explotación, la expoliación y la guerra los instrumentos para lograrlo en este mundo de “éxitos”. 

sábado, 22 de septiembre de 2018

En el bicentenario de la controversia entre el Libertador Simón Bolívar y el diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine.



Durante estos días se debería estar conmemorando el bicentenario del intercambio epistolar entre el Libertador Simón Bolívar y el diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine. Además del anecdotario vinculado al hecho histórico y a la coyuntura en la que se produjo el intercambio, me parece que lo más resaltante es el manejo que Bolívar le da al debate, haciendo gala de gran erudición, profundo conocimiento del derecho internacional, la historia, la economía, la política y las artes militares. Es notorio que a través del tiempo se ha resaltado el papel del Libertador como jefe militar, estratega, y conductor de batallas que sellaron la independencia de Sudamérica del colonialismo español, pero poco conocemos de su capacidad de liderazgo político, de estadista y mucho menos su extraordinaria capacidad para lidiar con los hechos internacionales, su manejo de la administración del gobierno en esta área y las decisiones que tuvo que tomar en materia de política exterior. Es de mi opinión que algunos de los asuntos que están ocurriendo en la actualidad son explicables a la luz de las decisiones que Bolívar tomó en esos meses, por lo que creo que este intercambio de misivas con Irvine es fundacional de la política exterior de Venezuela. 

sábado, 15 de septiembre de 2018

¿Qué tan universales son los derechos humanos?



Un diputado chileno de origen croata, pero cuyo apellido en inglés es el nombre de un ácido que se usa como antiséptico hizo una declaración que pone de relieve su amargo carácter reflejo de su acidez, aunque su punto de vista no alude a la condición antiséptica que le permitiría evitar la infección; al contrario, extendiendo la putrefacción que le caracteriza cuando a temas internacionales se refiere y haciendo gala de la ignorancia que pasea con aires de grandeza, el tal parlamentario puso sobre el tapete la discusión la universalidad de los derechos humanos. 

De verdad es un tema interesante y complejo, porque en si mismo niega el carácter multicultural, multiétnico y diverso de la humanidad. Vale preguntarse si es posible lograr la universalidad de algo, por una forma distinta a la imposición y sin que medie la utilización de la fuerza por los más poderosos. En años recientes, el poderío militar, financiero y cultural avasallante del que hacen gala los omnipotentes señoríos del planeta han pretendido por vía mediática (con bastante éxito), universalizar hábitos alimenticios, uso de vestuarios, costumbres y comportamientos. Así el Big Mac se ha convertido en comida universal, así como la coca cola en bebida consumida en todas las latitudes y longitudes del planeta, los “blue jeans” y las “chemises” en la ropa de “todos” y la celebración de Halloween en algo ineludible para las clases medias de buena parte de la tierra. Ha sido tal el impacto que han causado estas prácticas que el lema central del XVIII Congreso del Partido Comunista de China celebrado en octubre de 2012 fue “Hacia la seguridad cultural”, lo cual conllevó un esfuerzo superior del país a fin de salvaguardar sus costumbres, su cultura y sus hábitos de vida. Por cierto, China lo puede hacer por la fortaleza de su civilización milenaria y porque puede oponer su poder económico al poder económico universalizador.