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viernes, 29 de enero de 2016

De Jefferson a Macri: dos siglos de intervención imperial en América Latina y el Caribe (I)

En homenaje al Profesor Demetrio Böersner, profesor y maestro.



La historia de América Latina y el Caribe de los dos últimos siglos está cubierta por la implementación de modelos de intervención imperial en sus asuntos internos. Desde su irrupción como potencia dominante a nivel global a fines del siglo XIX, Estados Unidos inició el proceso de institucionalización de la intrusión y el sometimiento en los países del sur del Río Bravo, sin embargo muy pocos años después de su Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776, comenzó su proceso de expansión y avasallamiento.

Thomas Jefferson quien fue elegido presidente en 1800, curiosamente en representación de un partido que se llamaba republicano-demócrata, fue exponente de una doctrina de expansión que miraba más allá de las fronteras naturales del río Mississippi (al oeste) colonizadas por Francia desde 1763 en territorios en los que habitaban sus pueblos originarios, y hacia el sur, que era una posesión española. Dada su debilidad por la desastrosa guerra que libraba en Haití, Francia se vio obligada a vender la Louisiana a Estados Unidos. Fue el inicio de una expansión que rápidamente tomó rumbo sur con la mirada expresamente orientada a la obtención de Cuba. Después de utilizar diversos instrumentos como la conspiración, el apoyo y aliento a la rebelión en pro de la secesión de colonos que había introducido en territorio español y la intervención militar directa, logró la apropiación de la Florida en febrero de 1819. Fue el comienzo de 200 años de horror. 

En 1829 y a pesar que el Tratado Adams-Onis que le había permitido apropiarse de la Florida aceptaba implícitamente la soberanía española sobre Texas, Estados Unidos inició nuevamente la conjura para apropiarse de ese rico territorio mexicano. Nuevamente, mediante la introducción de colonos a partir de 1821 fue creando las condiciones para la apropiación de esa región. En 1836 los texanos de origen estadounidense se alzaron con el apoyo del país del norte y se declararon independientes, lo cual fue reconocido por el Congreso de la Unión Norteamericana en 1837, con ello se inicia la expoliación mediante la guerra, de un territorio que significa el 15% del área actual de Estados Unidos y de la de México, comprendiendo la totalidad de los estados de California, Nevada y Utah y partes de Arizona, Colorado, Nuevo México, Wyoming, Oklahoma y Kansas. 

La anexión de Texas potenció la ambición intervencionista de los intereses de expansión. El triunfo de la burguesía y el capitalismo emergente en la Guerra de Secesión contra el latifundismo esclavista no impidió la búsqueda de nuevos territorios para ampliar la frontera agrícola del país. Así, comenzó a aplicarse la doctrina de “Destino Manifiesto” que justificaba la aplicación de estas políticas. En 1855, William Walker, un mercenario financiado por intereses texanos invadió territorio centroamericano. El gobierno de Estados Unidos se hizo de la “vista gorda” ante las protestas de las naciones violentadas y de Gran Bretaña con quien había firmado un pacto de no agresión para la región en 1850. Así mismo, en 1849 y 1850 apoyó con financiamiento y armas a otro mercenario, esta vez el cubano Narciso López con el fin de que se apoderara de la isla y la anexara a Estados Unidos.

Las décadas finales del siglo XIX introducen la fase imperialista en la política de Estados Unidos. Con ello, comienza el proceso de institucionalizar su dominio y jugar un papel de “arbitro” en los conflictos entre países de América Latina, -la mayoría heredados de la colonia y aún sin solución- a través de la creación de las conferencias panamericanas que se propusieron eternizar el pensamiento monroista en la región. Después de desplazar a Gran Bretaña como potencia hegemónica en la región, Estados Unidos intervino en Cuba, ocupó Puerto Rico y conspiró con los secesionistas de Panamá para desprender ese territorio de Colombia y crear un nuevo país con idea de que las nuevas autoridades compradas a fin de apuntalar sus intereses, le cedieran el territorio necesario para construir el canal creando una ruta que le facilitara su voracidad imperial comunicando sus costas del Pacífico y el Atlántico.

Fueron años en que se aplicaron la política del gran garrote y la diplomacia del dólar. Volvió a intervenir en Cuba en 1906 y se puso de lado de las potencias europeas en la agresión contra Venezuela en 1902 siendo cómplice de la usurpación de territorio venezolano por parte de Gran Bretaña. Ocuparon República Dominicana en 1905 asumiendo el control de las aduanas de ese país. Eran tiempos del corolario Roosevelt a la doctrina Monroe que le auto concedió el papel de “policía internacional”.

En 1909 apoyaron el conato de golpe de Estado contra el presidente liberal de Nicaragua, José Santos Zelaya, pero ante el fracaso de la intentona envió barcos de guerra al país centroamericano, lo cual provocó la caída del presidente y la instalación de un gobierno proclive a los intereses imperiales que entregó las aduanas a un administrador estadounidense. En 1910 intervinieron en Haití, ocupando la banca de ese país y manejándola a partir de intereses financieros propios. Volvieron a invadir Nicaragua en 1912 y 1931. En 1915, los marines gringos regresaron a Haití para permanecer 18 años, imponiendo una Constitución redactada en Washington. En una ocasión y ante las protestas del pueblo haitiano por la intervención imperialista en su país, asesinaron a mansalva a 3000 ciudadanos. Un año después, en 1916, ocupó la otra parte de la isla la Española, en República Dominicana estuvieron ocho años, tiempo durante el cual las fuerzas armadas imperiales asumieron el mando directo del país, estableciendo una brutal dictadura. Las aduanas fueron afanadas hasta 1940. En los dos países, los intereses azucareros estadounidenses aprovecharon la situación para controlar y extender su dominio sobre la industria azucarera.

Al producirse el triunfo de la revolución mexicana de 1910, como era de esperar, Estados Unidos se puso de parte de los latifundistas y otros sectores de grandes propietarios, incluso el embajador Henry Lane Wilson conspiró con el general Victoriano Huerta para apresar y asesinar al Presidente Madero. En 1914 los marines intervinieron en México, pero se vieron obligados a retirarse por su interés primordial de participar en la primera guerra mundial. Las relaciones entre Estados Unidos y México se mantuvieron en el marco de una fuerte tirantez y bajo amenaza imperial permanente hasta 1933, en los prolegómenos de la segunda guerra mundial.

Durante este período, actuaron militarmente en Panamá en 1908, 1912 y 1918, en Honduras en 1909 y en Nicaragua (como se dijo antes) en 1912 quedándose hasta 1933 cuando instalaron a Anastasio Somoza con la orden de asesinar al General de Hombres Libres Augusto. C. Sandino a quien no le perdonaban haber sido el primer latinoamericano que dirigió un ejército popular hasta derrotarlos militarmente y expulsarlos del territorio de su país.

Tras su retirada física de estas naciones motivada por la necesidad de una nueva política que le significara apoyos en su cruzada durante la segunda guerra mundial, instaló y/o apoyó dictaduras leales a sus intereses, las que utilizaron la represión, la tortura y el asesinato como medio de aplicar la democracia made in Estados Unidos. Son los casos de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, Gerardo Machado en Cuba y Juan Vicente Gómez en Venezuela, todo con el objetivo de aislar a la revolución mexicana e impedir que su ejemplo se propagara por la región.

En ese intertanto, complotaron junto a la Standard Oil Company para enfrentar a Bolivia con Paraguay que a su vez era respaldada por la Shell, en el conflicto del Chaco que derivó en una guerra fratricida entre los dos países, bajo la defensa de supuestos intereses nacionales que ocultaban las contradicciones imperialistas por intereses energéticos de las transnacionales, mientras hipócritamente, Estados Unidos jugaba a ser mediador en el conflicto. (Continuará)

viernes, 22 de enero de 2016

Estados Unidos, ¿una nación excepcional?


Desde un tiempo hacia acá, la prepotencia imperial ha cobrado nuevos impulsos. Este marco da pie al carácter grotesco que significan algunos hechos de la cotidianidad. Durante el mandato del primer presidente negro de Estados Unidos, se ha producido la mayor oleada de asesinatos de carácter racista de la historia reciente de ese país. Hasta el sacro santo Hollywood ha comenzado a hacerse eco del rechazo a la segregación nuevamente desbordada de la sociedad, el destacado director Spike Lee y los afamados actores Jada Pinkett y Will Smith han dicho que no van a asistir a la entrega de los Premios Oscar en protesta por el racismo presente en la industria del cine. En la consumación de la idea, el crítico argentino Diego Lerer opina que “Los ejecutivos de marketing piensan que las películas para ‘minorías’ son las de acción y las comedias y las de prestigio son las otras: Room, Brooklyn y Spotlight, por ejemplo, y que son blancas como la nieve”.

Ese mismo presidente que para vergüenza del comité noruego recibió el Premio Nobel de la Paz ha involucrado directa o indirectamente a su país en más conflagraciones y conflictos que todos sus antecesores desde la segunda guerra mundial. Su hipocresía y dotes histriónicas lo llevaron a derramar lágrimas cuando presentaba sus propuestas respecto del control de armas en un Congreso de mayoría republicana que ha rechazado una y otra vez tales medidas. Debería aceptar que las dos cámaras del parlamento estadounidense cayeron en manos de los sectores más reaccionarios y retrógrados del país, precisamente por la ambigüedad característica de sus decisiones. 

Estos elementos de análisis solo sirven como punto de partida para intentar entender la soberbia del mandatario estadounidense cuando el 16 de septiembre pasado durante una Mesa Redonda de Negocios que reunió a los jefes de las mayores corporaciones de su país, expresara que "No hay ningún país, incluida China, que nos mire sin envidia en este momento". Me pregunto ¿De qué podemos sentir envidia?, ¿de su espíritu racista y asesino?, ¿de su idolatría por las armas y la violencia?, ¿de su afán guerrerista y destructivo?

En el trasfondo, persiste en la elite estadounidense una acendrada idea respecto de una supuesta “excepcionalidad” de su país en torno a la cual, demócratas y republicanos no se diferencian. Hace cincuenta años el sociólogo y profesor emérito de la Universidad de California en Berkeley, Robert Bellah explicaba que la separación de iglesia y Estado en su país, no ha privado a la clase política de una dimensión religiosa que hace que Estados Unidos sienta la obligación de “materializar la meta trascendente de hacer valer la voluntad de Dios en le Tierra”. La Declaración de Independencia contiene cuatro referencias a Dios y el primer discurso de George Washington como presidente está invadido de terminología religiosa, sin hacer referencia a ningún culto en particular, ni siquiera al cristiano. 

En ese sentido, la “religión estadounidense consiste en cumplir una misión”, que según ellos sería hacer posible un mundo mejor, de lo cual deriva la idea de que para los ciudadanos de ese país la nación vino a sustituir el papel que juega la religión. La nación es una religión en sí misma. Dicho de otra manera, mientras para la mayoría de los habitantes del planeta, la nacionalidad está vinculada a una historia común, cultura y costumbres similares, para los estadounidenses es una cuestión ideológica-religiosa.

Esto es lo que explica que el tema se haya transformado en ámbito de debate entre las potencias. Estados Unidos pretende sustentar su supremacía en esa “excepcionalidad divina” que le permite identificarse a sí mismo, pero sin lograr que el mundo lo acepte como superior. En esa necesidad de auto afirmación, el presidente Obama, acaba de aseverar en su discurso ante el Congreso, el pasado 12 de enero, que "la gente en el mundo no busca en Moscú o Beijing un liderazgo, nos mira a nosotros". Antes, en septiembre de 2013 al acusar al gobierno de Siria de usar armas químicas ilegales, lo cual como casi siempre nunca pudo demostrar dijo que "…cuando con modesto esfuerzo y riesgo, podemos lograr que los niños dejen de ser atacados con gas hasta la muerte y poner a nuestros propios hijos más seguros a largo plazo, creo que debemos actuar. Eso es lo que hace diferente a Estados Unidos. Eso es lo que nos hace excepcionales". Nunca la idea de excepcionalidad ha venido de opiniones externas, sino de autoalabanzas propias de mentes religiosas extremistas y fanáticas, que solo sirven para justificar la invasión, la destrucción y el exterminio de países y pueblos en todo el mundo.

En aquella ocasión, su demencial alocución fue respondida por el Presidente ruso Vladimir Putin, quien en un artículo publicado en el New York Times en fecha tan simbólica como el 11 de septiembre de ese año 2013, señalaba su desacuerdo con la idea de excepcionalidad estadounidense manifestada por Obama. A juicio de Putin, "es extremadamente peligroso animar a la gente a verse como algo excepcional, sea cual sea la motivación". Putin recordó que "Hay países grandes y pequeños, ricos y pobres, los que tienen una larga tradición democrática y aquellos que aún están buscando su camino hacia esa democracia. Sus políticas son diferentes también. Todos somos diferentes pero cuando pedimos la bendición de Dios no debemos olvidar que nos creó a todos iguales". 

Exponiendo el pensamiento ultra conservador y racista predominante en Estados Unidos el analista Rich Tucker de la Fundación Heritage de Washington, explica con talante propio la idea de excepcionalidad al afirmar que, “A grandes rasgos, al decir que Estados Unidos es ´excepcional´ los americanos no afirman ser mejores que otros pueblos. Sin embargo, el país está dedicado a los principios universales de la libertad humana y se fundamenta en la verdad de que todos los hombres (no sólo los americanos, sino todos y en todas partes) han sido creados iguales y dotados de los mismos derechos. De modo que Estados Unidos es claramente distinto a otras naciones que no se definen sobre la base de la igualdad”.

Putin volvió al tema durante su discurso en el 70° período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en octubre del año pasado al refutar la opinión de su colega estadounidense en ese mismo escenario cuando exaltó el papel de Estados Unidos en Ucrania, Libia y Siria, países en los que la presencia directa o indirecta de Estados Unidos ha gestado verdaderos desastres humanitarios de consecuencias aún incalculables. El presidente ruso dijo que no podía evitar preguntarle a quienes causaron esa situación si se daban cuenta lo que habían hecho, y él mismo se respondía “…me temo que nadie va a contestar eso. En realidad, las políticas fundamentadas en la vanidad y la creencia en la excepcionalidad e impunidad (…) nunca han sido abandonadas”.

Por su parte el canciller ruso Serguei Lavrov también ha hecho alusión al tema. El ministro de relaciones exteriores de Rusia recordó que “la excepcionalidad de Estados Unidos condujo a la humanidad a horribles catástrofes”, toda vez que esa supuesta condición ha sido utilizada como herramienta de su política exterior. Lavrov señaló que particularmente el presidente Obama ha convertido la excepcionalidad en su “lema principal”.

En América Latina y el Caribe se conoce de sobra y se ha sufrido la excepcionalidad de Estados Unidos o lo que Tucker denomina “principios fundamentales de la libertad humana”. Ellos han venido acompañados de intervenciones militares y apoyo a golpes de Estado con su consabida secuela, de muertos, desaparecidos, torturados y exiliados. Su soporte ha sido la aplicación de modelos neoliberales que han conducido a extraordinarios procesos de exclusión y deterioro social. En realidad Estados Unidos ha fomentado la idea de ser un país excepcional para actuar ilegalmente fuera de sus fronteras amparado en una supuesta misión celestial que nadie le ha dado. Eso explica que en su visión infinita, hace casi doscientos años el Libertador Simón Bolívar nos alertara con su premonición "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad".

domingo, 17 de enero de 2016

Finanzas globales. Una guerra sin armas mortíferas


La visión imperial del orden mundial que tiene a Washington como su centro y que se propone el objetivo de desarrollar una guerra permanente contra todo aquel que se oponga a sus designios ha encontrado en los últimos años en China y Rusia a los valladares más importantes­, al pugnar por establecer equilibrios que afronten la irracionalidad de la guerra a partir de una lógica geopolítica diferente. Los escenarios de conflicto son variados, la lucha por establecer preceptos económicos que beneficien a unos u otros establecen la pauta del conflicto mismo. Los intereses de clase que se expresan en cada país, exponen su naturaleza transnacional imperialista que como se sabe fue definido por V.I. Lenin como fase superior del capitalismo.

Esto se manifiesta de manera predominante en algunos hechos observables actualmente en el acontecer económico global y en la actuación de las potencias en torno a ello, en particular la confrontación en el ámbito económico que está alcanzando ribetes trascendentales. Por ejemplo, las sanciones de los gobiernos europeos a Rusia se inscriben en una razón absurda, toda vez que Europa bajo presión de Estados Unidos, le causa daños mayores a su economía y a sus propios ciudadanos que las que se le ocasionan al “sancionado”. Mientras tanto, Estados Unidos cuyo comercio con Rusia es ínfimo en comparación con el que el viejo continente mantiene con la potencia euroasiática, no sufre afectación alguna por la aplicación de esa política de sanciones. Rusia es la sexta economía del mundo y el tercer socio comercial de la Unión Europea, alcanzando su intercambio en 2013 a 326 mil millones de euros. En este sentido, los poderes fácticos que manejan los gobiernos europeos privilegian sus relaciones con Estados Unidos por encima de las responsabilidades con sus ciudadanos.

En otro ámbito, la política de Estados Unidos encaminada a crear bloques económicos con sus aliados es un cambio respecto de la tradicional de economías abiertas que daban libertad de acción. Con los Tratados de Libre Comercio, Estados Unidos regula el funcionamiento de la economía y la actuación comercial de sus aliados a partir de sus propios intereses o necesidades. El afianzamiento de los monopolios apunta a destruir la natural esencia del capitalismo que es la competencia, eliminando a pequeños y medianos empresarios, restringiendo el empleo y reduciendo el poder adquisitivo de grandes masas de ciudadanos de los países periféricos que se van empobreciendo.

Así mismo, el espacio financiero de las monedas que rigen el comercio global y el uso que se hace de ellas, escenifican una de la más actualizada y de alguna manera novedosa dimensión del conflicto global. La imposición del dólar gracias al poder adquirido por Estados Unidos al finalizar la segunda guerra mundial de manera victoriosa y con su territorio incólume de la devastación producida por la conflagración, le permitió penetrar los mercados globales, contando con la anuencia de Europa que a cambio recibió la bendición para llevar adelante su proceso de integración neoliberal a partir de los años 50 del siglo pasado y consolidado en 1993 a partir del Tratado de Maastricht.

Sin embargo, estos elementos, entre otros, comienzan a generar tirantez en el sistema internacional, sobre todo por la crisis que agobia al capitalismo global. China y Rusia han entendido que debe enfrentar a sus adversarios actuando en su propio terreno y suministrándole su propia medicina. Después de la creación por iniciativa china del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), el Fondo Monetario Internacional (FMI) se vio obligado a anunciar en diciembre pasado, la incorporación de la moneda china, es decir del renmimbi o yuan a la canasta de reservas del organismo financiero internacional. Con ello, se hizo un reconocimiento a China como indudable poder económico mundial. La decisión tardó cinco años en hacerse efectiva, tiempo en el que Estados Unidos presionó para que la misma no se formalizara. La creación del BAII en abril de 2015 aceleró la ejecución de la medida.

Tal disposición ha obligado al FMI a reajustar las cuotas de los países miembros, aunque sin eliminar aún el poder de veto de Estados Unidos y sin darle todavía a China el espacio que le corresponde dado su indudable protagonismo económico en el planeta. China pasó a ser la tercera fuerza financiera dentro del Fondo en detrimento principalmente de los países europeos que han visto mermada su capacidad de decisión en el organismo.


En la misma lógica, otros países del grupo BRICS como Rusia, India y Brasil han aumentado su poder dentro del FMI. Si consideramos que en el próximo mes de marzo, el Banco de Desarrollo de los BRICS comenzará a conceder créditos, habrá que aceptar que las tres medidas vistas de conjunto, -mayor presencia de los países emergentes en el FMI, creación del BAII y otorgamiento de créditos por parte del Banco de Desarrollo BRICS- son exponentes del inicio de una transformación estructural del sistema financiero internacional hasta ahora hegemonizado y monopolizado por Estados Unidos y Europa.

Estos cambios que para algunos pueden resultar menores, no lo son de cara a acontecimientos recientes. Por ejemplo, la actuación contradictoria del FMI en los casos de Ucrania y Grecia: en el primero de ellos, plegándose a la política estadounidense cambió sus propias reglas para permitir que Ucrania no pague su deuda a Rusia porque la misma fue concedida en dólares. Por el contrario a Grecia, la obligaron a pagar conduciéndola a la declaratoria de default que arrodilló al gobierno de ese país.

Mientras tanto, el BAII opera a partir de reglas mucho más democráticas de funcionamiento. China
rebajó su cuota de participación al 30,04%, seguida de India con el 8,4% y Rusia con el 6,5%. Además, renunció a su derecho de veto. India y Rusia tienen una participación cuatro y tres veces mayor respectivamente, que la que tienen en el FMI. Eso permite suponer que para esos países será más atractivo solicitar créditos en el BAII.

En este marco, aunque Estados Unidos aún conserva capacidad efectiva para operar de manera determinante en el escenario financiero global, es evidente que su poder se ha ido reduciendo, lo que paradójicamente lo hace más peligroso. En estas condiciones China y Rusia tienen un instrumento que no es bélico, pero resulta igualmente letal: la desdolarización de la economía. Ambos países han acordado algunas medidas en ese sentido, por ejemplo la venta de petróleo y gas ruso a China en yuanes. Lo mismo operará para el comercio chino hacia Rusia, cuyos pagos se harán en rublos. A su vez, China financiará planes de infraestructura y transporte en Rusia por valor de 150 mil millones de yuanes, en particular para desarrollar proyectos conjuntos en la Ruta de la Seda. El Grupo de Banca de Inversión Goldman Sachs calcula que la aplicación de los acuerdos energéticos entre los dos países que significan el suministro del 30% de las necesidades chinas por los próximos 30 años va a significar la salida del mercado de 900 mil millones de dólares. Un golpe mortal a la hegemonía financiera estadounidense.

En el plano político y de seguridad ambos países se han propuesto el fortalecimiento conjunto de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que al finalizar el pasado año obtuvo un contundente éxito al propiciar el acercamiento entre India Y Pakistán, antiguos enemigos, aliados ambos de Estados Unidos. Los dos países ingresaron a la OCS en junio del año pasado. Este acercamiento significa un paso importante hacia la paz y la estabilidad en la región, así como lo será el ingreso pleno de Irán a la misma, durante su próxima reunión cumbre que se realizará a mediados de este año. El país persa también se ha sumado a la corriente que ha aceptado establecer sus vínculos comerciales con Rusia y China en rublos y yuanes 

Finalmente, vale recordar que China es el país extranjero que posee la mayor cantidad de bonos de deuda de Estados Unidos por un valor de 1.300 billones de dólares, lo cual le podría permitir a la potencia asiática producir una verdadera debacle financiera si decidiera realizar un movimiento brusco como el que ocurrió en diciembre de 2006. El año pasado, China vendió algo más de 100.000 millones de dólares de bonos estadounidenses, lo cual significa que decidió desprenderse de papeles de deuda del Gobierno estadounidense, enviándo un claro mensaje a Estados Unidos ante la perspectiva de causar un grave daño a la economía dolarizada y al dólar en general como lo comentó Serguéi Sanakoyev jefe del centro analítico ruso-chino en una entrevista con el diario moscovita Pravda.

Todos estos elementos apuntan a señalar una grave enfermedad de la hegemonía financiera occidental, la cual presagia una larga agonía que sin embargo no le permitirá salvarse. Este año 2016 será clave en este proceso que pareciera ser irreversible.

sábado, 9 de enero de 2016

Los modernos jinetes del Apocalipsis


El último libro del Nuevo Testamento es el de las revelaciones o del Apocalipsis. Se considera un texto profético, poblado de multitud de símbolos que permiten diversas interpretaciones. Su contenido alude a la existencia de cuatro jinetes que representan la victoria, la guerra, el hambre y la muerte. 

Se supone que el Apocalipsis fue escrito a comienzos de la segunda centuria después de Cristo, cuando el territorio de lo que hoy se llama Medio Oriente vivía persecuciones, angustias, destrucción y muerte por parte de los poderosos. En ese sentido, una visión moderna del asunto nos llevaría a pensar que veinte siglos después y en ese mismo territorio nuevamente han manifestado su presencia los cuatro jinetes: la “victoria” de la política de Estados Unidos en la región, está significando similares situaciones de guerra, hambre y muerte que traen los nuevos equinos que han llegado cabalgando bajo la fusta y el látigo de la potencia norteamericana: Israel, Turquía y Arabia Saudita.

En marzo de 2011, cuando apenas comenzaba el conflicto en Siria escribí un artículo que se tituló “El conflicto árabe-israelí. Una falacia imperial”. Comenzaba diciendo. “Es común escuchar hablar de un supuesto “conflicto árabe-israelí” No existe tal conflicto, por lo menos en lo que a la mayoría de los gobiernos se refiere. Lo que ocurre en realidad es la confrontación entre los aliados de Estados Unidos y Europa y los pueblos árabes doblemente oprimidos por la intervención imperial en sus territorios en connivencia con sus dirigentes y el carácter represivo, autoritario y antidemocrático de la mayoría de los gobiernos de la región. Es así, que Israel tiene excelentes relaciones con varios gobiernos árabes con los que supuestamente está en conflicto”. En días recientes, esta verdad se ha hecho más patente que nunca. Estados Unidos ha logrado configurar una alianza árabe-sionista que estimula, fortalece, financia y apoya al terrorismo que fue creado bajo sus auspicios. Así, mientras éste desarrollaba sus acciones en el territorio de los países musulmanes, poco le importaban los centenares de muertos que producía, pero bastó que se produjera una acción deleznable de sus protegidos en Paría, para que saltaran las alarmas.

Un quinto jinete ha conmocionado a Occidente. Las gigantescas masas de migrantes, consecuencia de la guerra, la exclusión, la persecución y la muerte “amenazan” con vulnerar la tan cacareada estabilidad europea, construida a partir de la riqueza expoliada durante siglos de vandalismo colonial. Por otro lado, el factor “energía” y en particular la producción petrolera se han transformado en un elemento omnipresente en esta maraña de variables que han inaugurado un nuevo año para el planeta. 

A diferencia de la guerra fría, en la cual el elemento ideológico era el único ordenador de las relaciones internacionales, las constantes mutaciones del sistema internacional en los últimos 25 años han complejizado el análisis que ha dejado de ser dicotómico para complicarse por su carácter multifactorial. De ahí las dificultades para construir una opinión objetiva, liberada de sesgos emocionales. En años recientes, los poderosos medios de comunicación contribuyen a crear una imagen que magnifica y “embellece” el papel de las potencias imperiales en el proceso permanente de destrucción del planeta mediante el avasallamiento y la barbarie. En esa medida, lo que es incorrecto y repudiado en algunos países, es bendecido y aceptado en otros. En ningún lugar del planeta, eso es tan evidente como en el Medio Oriente. 

Estados Unidos, actuando como jinete portador de la victoria, agita su látigo para regular el galope de los países de la región, pasando por encima de la antigua contradicción entre “árabes e israelitas” que caracterizaba el mundo de la guerra fría. Así ha logrado articular, -superando contradicciones aparentes- a viejos contrincantes como Israel, Turquía, Arabia Saudita y las monarquías sunitas del Golfo Pérsico.

El devenir de los acontecimientos en el transcurso de este siglo ha trastocado la realidad del pasado en la que los países árabes permanecían unidos en su apoyo a la lucha del pueblo palestino en contra del sionismo. Hoy, la configuración que Estados Unidos ha dado al sistema internacional a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 indujo a la construcción de un enemigo etéreo como el terrorismo, toda vez, que la potencia norteamericana es la que define, delimita y establece quién es ese enemigo, cómo y dónde combatirlo a partir de sus propios intereses y los de sus aliados de la OTAN. 

Eso lo llevó a apoyar el golpe de Estado en Ucrania, detrás del cual se esconde su pretendido afán de extender los límites de la alianza atlántica hacia el este o de hacer exigencias inauditas a Irán respecto de su programa nuclear, mientras calla y oculta la existencia del arsenal atómico de Israel. Persigue supuestas violaciones de derechos humanos en Siria, pretendiendo con ello el derrocamiento de su presidente, pero obvia las múltiples aberraciones que se cometen en Turquía, donde su presidente incluso se permitió venerar públicamente a Adolfo Hitler. Se suponen adalides de la democracia en América Latina, pero soslayan su existencia en Arabia Saudita donde no hay parlamento, partidos políticos, sindicatos, ni prensa libre y donde las ejecuciones sumarias en las que se violentan las normas más elementales del derecho son cosa de todos los días. En este ámbito, Arabia Saudita, compite con el Estado Islámico en la aplicación de una visión extremista y fundamentalista del islam. Si viviéramos en un mundo de justicia, la monarquía saudita debería ser execrada del sistema internacional como en su momento lo fue el apartheid de Sudáfrica, pero tal como con aquel, hoy Estados Unidos protege y soporta las peores satrapías de las que se tiene conocimiento en el siglo XXI, que son las cometidas por sus aliados del Medio Oriente

En la implementación de esta calamidad del siglo XXI, turcos y saudíes, -olvidando las diferencias generadas tras el derrocamiento en Egipto de Mohamed Morsi en 2013, aliado de Turquía y enemigo de la monarquía gobernante en Riad, wahabitas saudíes y Hermanos Musulmanes turcos (suníes y fundamentalistas ambos) - han acordado una posición común respecto del conflicto sirio, después de la visita del presidente Erdogan a la nación árabe el pasado 29 de diciembre. Es conocida la posición de apoyo de ambos países a las fuerzas terroristas (también sunitas) que asolan Siria e Irak, violando con esto las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU que han llamado a establecer negociaciones pacíficas entre las partes en conflicto.

En este ámbito, también se inscribe el reciente acercamiento entre Israel y Turquía quienes han logrado un acuerdo de reconciliación a fin de restablecer sus relaciones congeladas tras el asalto del ejército sionista a una flotilla humanitaria que pretendía llevar ayuda a la asediada Gaza y en la que fueron asesinados 10 activistas turcos. Curiosamente, el acuerdo por parte de Israel no fue firmado por una autoridad diplomática sino por el nuevo je­­­fe del Servicio Secreto (Mossad) Yosi Cohen. Es elemental preguntarse qué objetivos pudiera perseguir un acuerdo internacional firmado por la más alta autoridad de los servicios de inteligencia de un país.

En el trasfondo, Turquía está buscando alternativas al cese de los abastecimientos de petróleo y gas que le proveía Rusia, -que alcanzan el 55% de sus necesidades- después del derribo del avión ruso en Siria, y al parecer ha pensado que Israel puede solucionar esa demanda a partir del gas que explota ilegalmente en Palestina. Erdogan ha sido enfático en afirmar que ambos países se necesitan mutuamente, “Israel necesita a un país como Turquía en la región. Nosotros también debemos admitir que necesitamos a Israel”. Resulta también particular que estas declaraciones se produjeran después que el gobernante de Ankara regresara de su viaje a Arabia Saudita.

Cerrando el círculo, es menester recordar que Israel y Arabia Saudita, enemigos durante el siglo pasado, vienen negociando en secreto un acuerdo de cooperación militar desde hace casi 3 años. Esta colaboración se ha materializado durante la intervención saudita en Yemen donde los pilotos de la fuerza aérea sionista realizan bombardeos como parte de la coalición liderada por Arabia Saudita. 

Así, estos modernos jinetes apocalípticos se preparan, conjeturan, conversan, superan sus diferencias y buscan senderos comunes para plagar la región nuevamente de muerte, hambre y guerra, no importa que sean musulmanes o sionistas.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Colombia: La paz es ahora


Cuando transcurren los últimos días del año 2015, el gobierno de Colombia y las FARC firmaban en La Habana el cuarto punto de la agenda trazada para la búsqueda de concretar la paz definitiva en el país.

En el pasado ya se había suscrito el punto 1 “Política de desarrollo agrario integral” con cuatro pilares: acceso y uso de la tierra; establecimiento de programas especiales de desarrollo con enfoque territorial; elaboración de planes nacionales que deberán lograr una reducción radical de la pobreza y la eliminación de la pobreza extrema y creación de un sistema especial de seguridad alimentaria y nutricional. 

El punto 2 “Participación política” ya aprobado tiene tres pilares: nueva apertura democrática; mayor participación ciudadana, y la idea fundamental de que el fin del conflicto debe asegurar que se rompa para siempre el vínculo entre política y armas.

También concluyó el debate y aceptación del punto 4 “Solución al problema de las drogas ilícitas”, el cual establece cuatro aspectos: sustitución y erradicación de los cultivos ilícitos; reconocimiento de que el consumo es un problema de salud pública que requiere un tratamiento prioritario; desarrollo de una estrategia integral para reforzar y ampliar la lucha contra el crimen organizado, el compromiso mutuo de colaborar en la solución de este problema. 

El pasado martes 15 de diciembre se ha acordado en La Habana, el punto 5 de la agenda relativa a las víctimas del conflicto. Con la presencia de 10 ciudadanos seleccionados entre 60 que fueron afectados por el conflicto armado y que han participado en los diálogos, se rubricó este importante aspecto que es expresión del mayor reclamo de la sociedad colombiana. Está compuesto por cinco bases: Creación de una Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición; designación de una Unidad Especial para búsqueda de desaparecidos en el marco del conflicto; establecimiento de una Jurisdicción especial para la paz; aceptación de medidas de reparación integral para la construcción de la paz, y establecimiento de garantías de no repetición.

Habiendo llegado a estos acuerdos, están creadas todas las condiciones para abocarse a la discusión del punto 3 de la agenda referida al fin del conflicto, en el que se deberá discernir acerca de la dejación de las armas por parte de las FARC y la restructuración de las fuerzas militares del Estado. Según los compromisos adquiridos previamente por las partes, este proceso debería ser concluido en el mes de marzo de 2016.

En esta perspectiva, pareciera que la paz en Colombia será un hecho de tiempos cercanos, sin embargo el proceso llevado adelante entre el gobierno y las FARC no ha sido replicado -en cuanto a su desarrollo, conocimiento público y estado actual- por el que se debe estar realizando en las conversaciones con la otra fuerza guerrillera actuante en el país: el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El ELN ha puesto de manifiesto su voluntad negociadora en fecha tan lejana como 1991, durante el gobierno de César Gaviria. Tal opción surgía de la decisión tomada por su jefatura de optar por el diálogo y participar en las conversaciones que se desarrollaron ese año en Caracas y en Tlaxcala, México, que fueron continuadas en 1992 en esa ciudad mexicana. Siendo ésta, la organización guerrillera que desde sus primeros días asumiera el enfoque más vertical en torno al acogimiento de la lucha armada como vía para tomar el poder, tal sentencia significó un trascendente cambio en su manera de mirar la acción política.

Ya en su II Congreso Nacional que se realizó en las postrimerías del año 1989, el ELN había adelantado la alternativa de la negociación política. El planteamiento central de la organización asumía la necesidad de una combinación de formas de lucha armada y pacíficas en las que el protagonismo lo debían tener “las masas” a fin de solucionar los problemas económicos y sociales que enfrentaban los ciudadanos. En esa medida, el papel del ELN como organización político militar era poner el énfasis en la realización de un trabajo político que lo ligara más férreamente al pueblo a fin de coadyuvar a la acción autónoma de la comunidad. Sin embargo, en ese momento aún conservaba una visión tal, que concebía la negociación como “auxiliar” de la lucha armada. Las conclusiones del II Congreso establecían que “… La negociación, la diplomacia es parte de la guerra, es una continuación de la guerra (…) A la mesa de negociación acudimos para presentar el proyecto global y las reivindicaciones particulares que estamos peleando en los campos de batalla”.

Como apunta Jaime Zuluaga Nieto, los aspectos básicos que fijan la posición del ELN frente a la negociación son: ”a) debe orientarse a erradicar las causas generadoras del conflicto; b) es indispensable la participación de la sociedad por medio de sus organizaciones; c) es un medio para dar a conocer los objetivos de la lucha, por lo que se requiere adelantarla de ´cara al país `, y d) es un medio para llegar a muchos sectores, entre ellos a la comunidad internacional”. 

Desde ese momento el ELN ha participado en negociaciones o intentos de ellas con todos los gobiernos colombianos en las últimas dos décadas y media, incluyendo las 22 rondas de conversaciones que sostuvieran con los representantes del presidente Álvaro Uribe. Para ello ha recurrido a diferentes modalidades en la búsqueda de objetivos tácticos y estratégicos según cada momento y coyuntura. El V Congreso de la organización realizado en enero de 2015 concluyó en que si “…no son necesarias las armas, tendríamos la disposición de considerar si dejamos de usarlas”. Ello ha permitido realizar las “conversaciones exploratorias” que en número de 6 se han realizado con el gobierno de Juan Manuel Santos en Quito, capital de Ecuador, siguiendo en lo básico el modelo de La Habana en las conversaciones entre el gobierno y las FARC pero adaptadas a sus particularidades. 

Aunque es previsible que las negociaciones con el ELN sigan una agenda similar a la de La Habana, no se pueden obviar tales particularidades y especificidades del discurso político de esta organización. Tal vez sean ellas las que, -al menos públicamente- tengan detenido el proceso o lo hayan hecho infinitamente largo. Lo más difícil en un contencioso como éste, es establecer el objetivo a lograr que en este caso es el cese del conflicto y acordar la agenda para ello. Obtener la paz será un proceso mucho más prolongado que dependerá, del cumplimiento de la agenda aceptada por las partes. 

En ese sentido, el gobierno colombiano debería entender que no podrá replicar de manera exacta la agenda ni las formas que adquirió la negociación con las FARC en La Habana. Es probable que el ELN plantee como aspectos incisivos del debate, los de la participación y las transformaciones necesarias para la paz antes de llegar a discutir el fin del conflicto. Un riesgo que se podría correr sería el de la suposición de que los acuerdos de La Habana, en cuanto a los mecanismos, comisiones y estructuras que crea para verificar la paz, puedan ser aplicados al ELN.

Aunque, después de casi 60 años de guerra, la paz pareciera estar a la “vuelta de la esquina”, todavía deben resolverse estos aspectos, a fin de hacer que los acuerdos sean irreversibles y permanentes. Mientras ello no ocurra, es imposible sacar conclusiones definitivas. Por mucho que se haya avanzado, un proceso inconcluso es una tentación a favor de la continuidad del conflicto. En cualquier caso debería prevalecer el lema del Encuentro Nacional por la Paz, realizado en Bogotá los pasados 22 y 23 de julio de 2015: La paz es ahora.

sábado, 12 de diciembre de 2015

6 de diciembre


Hasta hace unos años, para mi familia el 6 de diciembre era una fecha de fiesta y celebración. Es el día del cumpleaños de mi hermana Valentina. Hace seis años, organizándonos para conmemorar el suceso, mientras culminaban los preparativos, mi padre se acostó a reposar y se quedó dormido para siempre. Ahora, esa efeméride es de sabor agridulce para nosotros, de festejo por un lado, y de evocación, recapitulación y recuerdo emocionado y agradecido, por otro. 

Algo parecido comenzará a sentir desde ahora, el pueblo chavista en Venezuela. Festejarán el 6 de diciembre de 1998 como el día del triunfo electoral inicial del Comandante Chávez, transformando la voluntad expresada en los comicios en sentimiento de esperanza e ilusión por un futuro mejor, obligatoriamente tendrán que evocar, recapitular y reflexionar sobre la derrota del mismo día, 17 años después. Así, la historia recogerá que este es el día de la primera victoria chavista y, si no se acepta que es el de la primera derrota, al asumir como tal el fracaso de 2007 durante el referéndum para reformar la constitución, tendrá que admitir como el momento fatídico en que el proceso chavista ha tenido su revés más contundente, poniendo en juego ese futuro de esperanza que se comenzó a soñar en fecha similar del penúltimo año del siglo pasado. 

Los resultados electorales han motivado una serie de opiniones, análisis e interpretaciones, respecto de lo que ha sucedido, sus causas y sobre todo sus posibles consecuencias. Si bien es necesario, que el gobierno y las autoridades políticas y gubernamentales estudien las segundas, si no se produce un análisis de las primeras, no se saldrá del marasmo que se ha producido. 

Por mi parte, aunque los números finales me causaron sorpresa, lo ocurrido no significó ninguna extrañeza ni asombro. El 14 de diciembre de 2011 escribí un artículo que en su párrafo inicial decía: “El declive del chavismo en términos políticos comenzó en el año 2007 cuando perdió el referendo para la reforma de la Constitución en diciembre de ese año”. Agregaba más adelante “En general, el chavismo siempre ha pecado por sobrestimar lo cuantitativo y desechar lo cualitativo. Eso lo ha llevado a sobrevalorar lo electoral y subestimar el papel del trabajo político como instrumento necesario para la transformación de la conciencia colectiva. Me atrevo a hablar de que ha habido derrotas políticas porque a pesar de la extraordinaria obra del proceso bolivariano en casi todos los ámbitos del quehacer gubernamental, esto no se ha traducido en conciencia que motive a los ciudadanos a mantener y/o incrementar su apoyo a los partidos que sostienen al gobierno del país. Es evidente que, -números más, números menos- desde 2006 se ha marcado un aumento de la votación de la derecha y una disminución de la del gobierno. Se puede querer ver o no, y buscar todas las explicaciones posibles, pero esa es una evidencia constatable”. Por esto, no me ha sorprendido el resultado, toda vez que es la concreción de una tendencia que se venía manifestado desde hace 8 años.

Sin haber hecho un estudio profundo de lo ocurrido, mis primeras reflexiones me llevan a afirmar lo siguiente: 

1. El sistema democrático en Venezuela demostró que sí funciona y las instituciones, en particular el Consejo Nacional Electoral confirmó su confiabilidad, poniendo en evidencia que todo lo que se dijo previamente era parte de un operativo de amedrentamiento y desprestigio que apuntaban a desatar nuevamente la violencia. Como es habitual, cuando no gana el candidato de Estados Unidos, los medios transnacionales de comunicación vociferan respecto de una práctica fraudulenta y cuando la victoria es de sus adláteres confirman que los comicios fueron “limpios”. Es la verdad imperial. Al respecto vale decir que oficialmente, Estados Unidos no ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela a pesar que fue elegido en 2013. Obtenidos los resultados deseados por el imperio, sin importar los desmanes cometidos ni las víctimas provocadas, al igual que Tony Blair, piden disculpas y asunto resuelto. En ese caso, el más de un millón de ciudadanos iraquíes muertos no tiene mayor importancia.

2. Las elecciones fueron tranquilas y muy limpias. Los únicos que violaron la ley fueron la manada de ex presidentes que hicieron declaraciones aún cuando había votantes en las filas, lo cual está prohibido por ley para los venezolanos, mucho más para los extranjeros. Entre estos demócratas que vinieron a “observarnos” estaba un ex secretario general de la OEA que fue destituido por corrupción cuando llevaba 2 meses en el cargo, la presidenta que se confabuló para permitir el escape del terrorista Luis Posada Carriles a cambio de una importante cantidad de dinero que pagaron las bandas mafiosas de los cubanos de Miami, y otro que fue destituido por el pueblo en las calles por los graves escándalos de corrupción durante su gobierno otros con un prontuario “democrático” similar. 

3. La derrota del chavismo se sustenta en una amplia mezcla de factores. Uno de ellos, muy importante, pero no el único es lo que el gobierno llama "guerra económica", pero también influyó la soberbia, el sectarismo, la incapacidad administrativa y la ineficiencia del gobierno para tomar medidas contra la corrupción y para ampliar la base social de apoyo. Lo que ocurrió es el voto de castigo de una amplia gama de ciudadanos que con Chávez se transformaron en consumidores, y que hoy están molestos. Por eso, no hubo un importante trasvase de votos, sino casi 2 millones de chavistas que esta vez no se hicieron presentes. Como le dijo Fidel a Chávez hace algunos años " En Venezuela no hay cuatro millones de oligarcas"

4. Queda claro que la democracia representativa no funciona en condiciones de fuerte injerencia y agresión externa. La embestida no necesariamente tiene que ser militar, puede tener características económicas, políticas, diplomáticas y/o mediáticas o una mezcla de ellas. En Gran Bretaña se suspendieron las elecciones de 1940 y se volvieron a realizar en 1945 y en Estados Unidos se optó por re elegir tres veces a Roosevelt durante la guerra. En la Nicaragua de 1989, el pueblo sandinista votó contra el FSLN a fin de detener la guerra y la sangría del pueblo, como se demostró posteriormente, la sabiduría del pueblo le permitió comprender que esa era la única manera que había para que Estados Unidos cesara la agresión. La democracia representativa es intrínsecamente asistémica cuando se pone en juego el poder de los que siempre han mandado.

5. El PSUV nunca ha actuado como partido político, sino como maquinaria que se activa, de manera exclusiva- en tiempos electorales, el resto del tiempo es pasiva y se limita a la acción parlamentaria. Esto es posible para países donde no se está sufriendo una situación de “guerra económica” o de otro tipo, pero para aquellos, en los que en condiciones de inferioridad respecto del imperio, pretenden construir un modelo de desarrollo y sociedad diferente, es fundamental el trabajo político, toda vez que nunca se va a poder competir contra un enemigo de esas dimensiones en términos de las finanzas, la economía o las capacidades bélicas. Sólo se vence con una ética y una moral superior, una gestión diferente, y un pueblo participando, con alta conciencia a partir de procesos de formación y organización política superior. 

6. En el mundo de hoy, y en particular en América Latina, las funciones tradicionales de los partidos políticos han sido asumidas por los medios de comunicación. Ellos fijan la pauta, imponen la agenda y organizan el "show de la democracia". El combate sustancial tiene que ser contra ellos, sobre todo porque han hecho que la "verdad" ya no tenga valor alguno. Se puede hacer cualquier afirmación como argumenté en mi artículo anterior, mintiendo impunemente sin posibilidades de denuncia y sin que la sociedad tenga mecanismos para su control. Cualquier decisión en ese sentido es considerada “un ataque a la libertad de expresión". Hoy, los medios de comunicación y las llamadas redes sociales son los soldados imperiales más importantes y sobre los que se construye el ejército necesario de los poderosos para lograr sus objetivos cuando las condiciones de desarrollo del componente bélico de la guerra no están presentes.

Hasta ahí, algunas reflexiones iniciales. El debate está lanzado. Ojalá no llegue nuevamente a oídos sordos. Los resultados electorales en Argentina y Venezuela parecieran confirmar que ha comenzado el “fin de ciclo progresista”. En un artículo anterior expuse mi opinión al respecto. Me parece más acertado hablar de momentos de flujo y reflujo del movimiento popular. En algunos de los primeros, tal situación coincide con el surgimiento de liderazgos individuales o colectivos que los potencian. Así fue el iniciado en Perú en 1968 con el general Velasco Alvarado y continuado en 1969 en Panamá por el general Torrijos, en Chile 1970 con Salvador Allende, en Bolivia con la llegada al poder del general Juan José Torres en 1970, con la fundación del Frente Amplio en Uruguay en 1971 y la victoria de Héctor Cámpora y del general Perón en Argentina en 1973. Ese período duró alrededor de 7 años y fue aplastado a sangre y fuego, sobreviniendo feroces dictaduras militares que ilegalizaron los partidos políticos, los sindicatos, cerraron los parlamentos, persiguieron a la prensa libre y asesinaron, torturaron, desaparecieron y exiliaron a centenares de miles de ciudadanos. 

Pasaron seis años entes que la revolución sandinista en Nicaragua y la de la Nueva Joya en Granada detuviera el período de reflujo, y alrededor de 25 años para que comenzara esta nueva etapa de flujo popular a partir de la victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela en 1998. Si nos atuviéramos al enunciado de que en este 2015 se ha iniciado un nuevo momento de retroceso, tendremos que aceptar que esta vez, el avance de las fuerzas populares duró 17 años mucho más que en los 60 y 70 del siglo pasado y que las condiciones en que finaliza son totalmente distintas. Las muestras más claras: la despedida de la presidente Cristina Fernández en un multitudinario acto en Plaza de Mayo el pasado miércoles y la auto convocatoria de las organizaciones populares y sociales en Caracas que marcharon al palacio de gobierno ese mismo día. No eran pueblos derrotados los que se reunieron, por el contrario, se observaban caras altivas y en resistencia que miraban el futuro. Tengo la certeza de que no habrá que esperar 25 años, ni siquiera 6 para que los pueblos retomen la ofensiva que los conducirá a nuevas victorias.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Reflexiones pre-electorales


Al escribir estas líneas, hoy viernes 4 de diciembre, Venezuela se prepara para que dentro de pocas horas se realicen las elecciones parlamentarias para renovar la Asamblea Nacional, sin embargo, como han sido todos los eventos electorales en el país (veinte en total, incluyendo presidenciales, parlamentarias, de gobiernos locales y referéndums ) durante los últimos 15 años, los mismos se transforman en verdaderas contiendas donde pareciera que se juega el todo por el todo, en una confrontación de vida o muerte. No hay otro país del mundo en que esto sea así. No hay otro evento de este tipo en el planeta que vuelque todas las miradas para buscar, previo a los comicios, los probables resultados y en ningún otro lugar del globo, se manifiesta una pugna política en la que actores de diferente índole y de las más diversas latitudes, se sientan con el derecho de intervenir y opinar como si de elecciones locales se tratara.

Algunos de los que leen estas reflexiones, ya sabrán el resultado del sufragio, no obstante, dados los compromisos de entrega con los medios que las publicarán, escribo sin saber los números finales y sus consecuencias. Mi única aspiración es que mientras examinen estas líneas, el país se mantenga en calma, los resultados sean reconocidos y prime la cordura y la racionalidad. El sistema electoral venezolano y su institución rectora, el Consejo Nacional Electoral han dado pruebas fehacientes de su efectividad, transparencia y neutralidad en el ejercicio de sus funciones. La tecnología introducida desde hace unos años imposibilita la alteración de los resultados como ha sido reconocido por algunas instituciones, personalidades y especialistas en el tema que han venido una y otra vez a Venezuela durante los últimos años. El ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, muy lejano políticamente del chavismo afirmó en 2006 que "… de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo", y de esa fecha hasta ahora, los avances tecnológicos y la profesionalidad del recurso humano han incrementado la eficiencia del sistema.

Dos días antes de los comicios, no es posible ofrecer resultados probables en lo que todo indica será una contienda muy cerrada en la que aún hoy, el número de indecisos es muy alto. Las empresas encuestadoras, mercenarias de los números, dicen lo que desean que digan quienes les pagan. En una verdadera actuación esquizofrénica, se equivocan una y otra vez y las siguen contratando como si fueran el “Oráculo de Delfos” de las elecciones. Es algo que no resiste la más mínima investigación seria. En Argentina se equivocaron en la primera vuelta cuando daban diez puntos a favor del candidato oficialista y en la segunda, lo volvieron a hacer cuando, esta vez daban los mismos diez puntos a favor del opositor., pero no tengo duda que en las próximas elecciones acudirán nuevamente para ellas para confundir y terminar sirviendo oscuros intereses que nunca son públicos.

Las verdaderas encuestas son las que no se publican, las que permiten elaborar políticas, no sólo en tiempos electorales, sino como verdadero instrumento científico para construir eficientemente una gestión u hacer oposición a ella. Las otras son un mero instrumento de manipulación, que además ahora tienen en las llamadas “redes sociales” un tambor de resonancia para engañar incautos. Vale recordar lo que al respecto de este tema dijo el destacado escritor y filósofo italiano Umberto Eco, quien por cierto, tampoco es chavista: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”. 

Digo esto porque me parece sumamente peligroso el ambiente pre electoral creado por la oposición venezolana, al divulgar, -con los bombos y platillos que le ofrecen los medios transnacionales de la comunicación, la ultra derecha global y estas “redes sociales”- la idea de que va a obtener una aplastante victoria. Sin saber los números, creo que ese no es un escenario probable, que sin embargo, genera condiciones para desatar la violencia posterior como ya lo han anunciado Henrique Capriles y el director del pasquín caraqueño El Nacional, Miguel Henrique Otero. Todo ello, mientras un portavión de la armada de Estados Unidos estará surcando aguas del Mar Caribe el día de la elección y centenares de paramilitares colombianos se concentran en la frontera entre ambos países.

Pero hay un hecho, ocurrido recientemente que retrata en toda su magnitud, la catadura moral de esta gente y la de aquellos que los apoyan en el escenario internacional, lo cual incluye jefes de Estado y parlamentarios de varios países, pero en primer lugar de Colombia y Chile, que de estos temas no tiene un expediente muy limpio.

Al finalizar un acto político en la ciudad de Altagracia de Orituco, y en el momento en que se retiraba del lugar, en un ajuste de cuentas entre bandas delictivas, fue asesinado un conocido hampón que operaba en la zona y que era un connotado extorsionador, miembro de la banda los Plateados. El delincuente asesinado llamado Luis Manuel Díaz alias “La Crema”, había salido de prisión hace dos años por el asesinato de dos jóvenes. Este delincuente, además de realizar estas funciones no tan santas, fungía en la ciudad, desde hace dos meses como Secretario General de Acción Democrática, el partido de Carlos Andrés Pérez, uno de los principales de la oposición. Este hecho que se intentó politizar, fue resuelto policialmente con gran celeridad, los asesinos fueron capturados, declarando que en ningún momento el homicidio tuvo motivos políticos. De hecho, con la misma pistola que fue asesinado Díaz, unos meses antes había sido ultimado otro miembro de su banda. 

Hasta ahí, el homicidio no hubiera superado las crónicas rojas de cualquier periódico en cualquier lugar del mundo, sin embargo acompañando al delincuente en el acto estaba la esposa de Leopoldo López quien se apresuró a decir que se había manchado de sangre de “este líder de la oposición asesinado por el gobierno”. La imaginación de la señora Tintori no tiene recato, toda vez que es falsa tal aseveración, porque ella se encontraba en el escenario del acto alejada por varios metros del lugar del asesinato. Esta señora a la que han dado rienda suelta para mentir, unos días antes regresando de Buenos Aires, armó un gran show en el avión de Aerolíneas Argentinas que la trasladaba a Caracas, haciendo aspavientos y diciendo que “dos funcionarios de la policía política venezolana la estaban siguiendo”. Las aeromozas siguiendo instrucciones del capitán de la nave la tuvieron que llamar a la cordura y tranquilidad. La misma puesta en escena fue repetida al ingresar al aeropuerto de Maiquetía en Caracas. Ella actúa bajo órdenes superiores que la instan a hacer escándalos en toda ocasión posible para que los medios internacionales puedan construir las falsas verdades que los receptores de la información aceptan como auténticas.

Lo cierto es que al funeral del señor Díaz asistieron muy pocas personas, entre ellas ninguno de sus “compañeros de partido” ni de ninguno de los partidos de la oposición. Así mismo, ciudadanos de Altagracia de Orituco, tanto proclives al gobierno como a la oposición, mostraron tranquilidad y alivio por “haber salido de tamaña lacra”. Algunos de ellos, productores agrícolas y pecuarios de la zona que van a votar por la oposición y que fueron extorsionados por “La Crema” manifestaron que el fallecimiento de éste, traerá mayor tranquilidad a la región y a la ciudad.

Enterado de la noticia del homicidio de Díaz, el presidente de Colombia Juan Manuel Santos manifestó que “El mundo entero debe condenar este asesinato”, y a continuación, asumiendo a priori el engaño montado por la Tintori respecto del supuesto carácter político del hecho resaltó que “Esto que sucedió en Venezuela no tiene justificación. Hacemos votos para que Venezuela no tenga unas elecciones con violencia”

Resulta curioso que en un país en el que la violencia desde hace más de 65 años es cosa de todos los días, en el que se han asesinado varios candidatos presidenciales y un sinnúmero de parlamentarios y dirigentes locales, en el que sólo en el último año han sido victimizados 69 dirigentes sociales y de derechos humanos, el presidente muestre preocupación por la muerte de un delincuente. Si esta fuera una actitud permanente del señor Santos, prácticamente no podría gobernar, porque todos los días tendría que estar dando pésames, y lamentándose de la alta criminalidad de su país. 

Pobre Colombia, mientras su pueblo y su sociedad luchan por la paz, su máxima autoridad está preocupada por la muerte de un delincuente, asesino y extorsionador quien en sus ratos libres hacía de dirigente de la oposición, ¿será que ambas funciones son compatibles?