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miércoles, 18 de junio de 2014

Irak, apagando el incendio con gasolina


En un discurso pronunciado en Bruselas el pasado 26 de marzo, el presidente de Estados Unidos Barack Obama aseguró que “Nosotros no pretendemos anexar el territorio de Irak. No les arrebatamos sus recursos para nuestro propio beneficio. En vez de esto, terminamos nuestra guerra y dejamos Irak a su pueblo, en un Estado iraquí plenamente soberano que puede tomar decisiones sobre su propio futuro”

Menos de dos meses después, el lunes 16 de junio, el mismo Obama, en cumplimiento de la Resolución de Poderes de Guerra expuso en una carta dirigida al presidente de la Cámara de Representantes John Boehner y al presidente del Senado Patrick Leahy que “ A partir del 15 de junio de 2014, aproximadamente 275 miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se estarán desplegando en Irak, para proporcionar apoyo y seguridad al personal de Estados Unidos en Bagdad” y agregó que “Esta fuerza se está implementando con el fin de proteger a los ciudadanos y los bienes de Estados Unidos, si es necesario, y está equipada para el combate. Esta fuerza permanecerá en Irak hasta que la situación de seguridad sea tal que ya no sea necesaria”

Paralelamente el gobierno de Estados Unidos ha decidido el despliegue del portaviones George Bush junto a un destructor y un crucero porta misiles en el Golfo Pérsico. Según el vocero del Pentágono, contralmirante John Kirby, el envío de los tres buques de guerra a los mares cercanos de Irak “dará una flexibilidad adicional al Presidente Barack Obama para que considere la necesidad de una intervención militar” en el país árabe.

En octubre de 2011, el propio presidente de Estados Unidos al informar el retiro de las tropas de su país de Irak anunció que la guerra de 9 años había terminado, porque “Una vez muerto Bin Laden, nos concentraremos en repatriar a nuestras tropas”. El primer mandatario estadounidense aseguró que los militares estadounidenses saldrán de Irak “con la cabeza bien en alto, orgullosas de su éxito”. 

Vistas las palabras, surgen algunas dudas y no pocas interrogantes, ¿terminó realmente la guerra de Estados Unidos en Irak? ¿Es el Estado iraquí plenamente soberano?, ¿puede tomar decisiones sobre su propio futuro? ¿Salió Estados Unidos de Irak con la cabeza bien en alto? ¿Tuvo realmente un éxito en Irak? 

Siguiendo la tradición de los presidentes estadounidenses, Obama ha erigido una nueva mentira, que sólo tiene cabida por el aletargamiento colectivo y los altos niveles de desinformación e ignorancia de la opinión pública de su país. La veracidad de lo que encubre esta nueva falacia, no vino formulada por ningún “marxista trasnochado” ni por “oscuros terroristas tramando conspiraciones” contra la sacrosanta democracia, sino del propio vocero de las fuerzas armadas estadounidenses que ha exteriorizado sin pudor alguno que se están creando las condiciones para que el presidente del país más poderosos del planeta “…considere la necesidad de una intervención militar”.

Disfrazar la misma, ya no es posible. El año pasado ha sido el más mortífero desde 2008. En el Irak “plenamente soberano que puede tomar sus propias decisiones” según Obama, el gobierno no ha podido consolidarse. Desde abril del año pasado, los conflictos entre las sectas se han incrementado. Todos los días hay atentados terroristas. El “oasis de paz” que dejó Estados Unidos muestra –al igual que en Libia- un país carente de Estado. Como lo señaló Serguei Lavrov, ministro de relaciones exteriores de Rusia, la situación actual de Irak ilustra “el fracaso completo de la aventura que comenzó principalmente Estados Unidos y el Reino Unido, y que finalmente ha terminado fuera de control".

Lo cierto es que la situación creada en Irak tiene su origen en la intervención militar de Estados Unidos y sus aliados en 2003 y si ahora se muestran preocupados es porque las acciones de los grupos terroristas que amenazan con apoderarse del país ponen en cuestionamiento los inmensos intereses de las grandes transnacionales occidentales de energía que tomaron el control tras el derrocamiento de Saddam Hussein.

No hay que olvidar que las supuestas armas químicas que poseía el gobierno de Hussein que sirvieron como pretexto para la invasión, nunca fueron encontradas. En esa medida, quedó claro que la verdadera causa de la intervención fue el propósito estadounidense de controlar las enormes reservas petroleras del país. Después de la ocupación de Afganistán, el ataque a Irak, perseguía como objetivo ulterior detener los avances de Irán en su proceso de transformación en potencia regional. Así, se pensaba colonizar esta estratégica zona del planeta rica en petróleo, gas, agua y minerales. 

Por otra parte, es imposible abstraer la situación actual de Irak con lo que está ocurriendo en Siria. No en vano, la organización terrorista actuante se denomina Estado Islámico de Irak y el Levante (EEIL) y opera tanto en Irak como en Siria. 

Este grupo sunita aliado de Al Qaeda ha recibido un importante apoyo logístico y financiero de Occidente, Arabia Saudita y Catar. Precisamente, el pasado 14 de junio, 4 días después del inicio de las acciones del EEIL en Irak que lo llevaron a ocupar Mosul (la segunda ciudad en importancia del país) y, a dominar casi en su totalidad la provincia de mayoría sunita de Nínive, Mohammad Abbud, uno de los nueve altos oficiales que renunció a seguir formando parte del Ejército Libre Sirio, la principal fuerza que desarrolla la guerra para derrocar al presidente Bashar El Assad, denunció que su decisión está basada en la “…mala gestión de la ayuda militar concedida por los países que financian a los grupos opositores.

En sus declaraciones, Abbud afirmó, que la decisión de él y sus compañeros se debe a que el Consejo Militar Supremo ya no tiene ninguna función pues “los países donantes nos han evitado por completo” y han resuelto enviar las armas de guerra a los mercenarios asegurando que las mismas han sido hechas llegar a “grupos específicos”.

Con sus acciones iniciales, el EEIL provocó el desplazamiento de alrededor de 500 mil ciudadanos, así mismo reivindicó el asesinato de 1700 soldados gubernamentales mediante ejecuciones masivas que han divulgado a través de redes sociales, todo lo cual está redundando en un gran desastre humanitario que ya se comienza a configurar. No ocultan su intención de ocupar Bagdad, para lo cual incrementaron el avance de sus tropas que ya se encuentran a solo 50 Km. de la capital, lo cual ha disparado todas las alertas y la solicitud de apoyo militar a Estados Unidos por parte del Presidente iraquí Nuri Al Maliki.

Esta situación amenaza con desestabilizar toda la región toda vez que un gobierno fundamentalista en Irak pondría en riesgo los débiles equilibrios políticos de la zona. De hecho, las acciones del EEIL ya han provocado que los kurdos del norte de Irak, enfrentados a los sunitas hayan aprovechado la situación de debilidad creada en el país para tomar la importante ciudad petrolera de Kirkuk. Un incremento del potencial militar kurdo crearía condiciones para un gran alzamiento de esa nación que vive desperdigada sin Estado entre Siria, Irak, Irán y Turquía. Para este último país en particular y para la OTAN y la Unión Europea, significaría un conflicto de dimensiones colosales. 

El virtual desmembramiento de Irak tornaría la situación de la región -ya de por si explosiva- en un trance que amenazaría la paz mundial y obligaría a las potencia a tomar decisiones simultáneamente de corto y de largo plazo a fin de evitar la expansión del conflicto. De ahí la inquietud del Canciller Lavrov quien manifestara preocupación y expresara con vehemencia que Rusia se solidariza con el gobierno y el pueblo iraquí que debe “… restablecer la paz y la seguridad en su país”, pero alerta en torno a que “las acciones de nuestros socios occidentales causan muchas preguntas".

jueves, 12 de junio de 2014

La otra cara del desembarco de Normandía


Entre agosto de 1942 y febrero de 1943 se desarrolló el enfrentamiento bélico de mayor dimensión en la historia de la humanidad. La batalla de Stalingrado produjo un poco más de 2 millones de bajas entre soldados de ambos ejércitos y civiles soviéticos.

La victoria soviética significó un punto de inflexión en la intención nazi de derrotar a ese país y el inicio de una contra ofensiva de las Fuerzas Armadas al mando del mariscal Zhukov, que no se detuvo hasta la victoria definitiva en Berlín en mayo de 1945. En esa medida, Stalingrado, encarnó un cambio en la correlación estratégica de fuerzas de la segunda guerra mundial y la convicción de Occidente que el poder soviético no iba a caer por la fuerza avasalladora del ejército nazi, aspiración suprema de las fuerzas aliadas que durante los dos años anteriores miraban con ambición no oculta que ese hecho ocurriera.

Intentando contener a las tropas soviéticas, en julio de 1943 Hitler ordenó el ataque de sus principales fuerzas, lo que dio origen a la Batalla de Kursk, (en territorio ucraniano), considerada la de mayor dimensión en cuanto a la participación de blindados (8.000) y de aviones (5.000) entre ambos contendientes. Los soviéticos pasaron a la ofensiva y entre julio y agosto lograron derrotar a la mayor agrupación de fuerzas alemanas sobrevivientes de Stalingrado convenientemente reforzadas por Hitler. La derrota en Kursk fue el último intento nazi de pasar a la ofensiva en el frente oriental. 


De inmediato, el mando soviético ordenó dar continuidad a la contra ofensiva para aprovechar el alto grado de desmoralización que produjeron las derrotas del ejército nazi en Stalingrado y Kursk, por lo que entre agosto y octubre de 1943 se desencadenó la Batalla de Smolensk que ocasionó alrededor de 250 mil bajas alemanas y de sus aliados y 400 mil entre soldados y civiles soviéticos. Esta contienda permitió la entrada de las tropas en Bielorrusia iniciando los combates por la liberación de esa república.

Simultáneamente, en agosto de ese año, dio inicio la Batalla del Dniéper. Al finalizar la misma en diciembre, las fuerzas nazis tuvieron un millón 700 mil bajas y las soviéticas un millón 250 mil. Este enfrentamiento también está considerado uno de los de mayor dimensión en la historia, con la participación de alrededor de 4 millones de combatientes entre ambos bandos.

Durante los últimos meses de 1943 y primeros del año 1944 el avance de las tropas soviéticas hacia el oeste se mantuvo indetenible. Fueron liberadas Kiev, Crimea, Odessa, Sebastopol y Nóvgorod, creando condiciones para romper el cerco sobre Leningrado que había durado 900 días ininterrumpidamente desde septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944 sin que el alto mando nazi hubiera logrado el objetivo de capturar la ciudad.

Así, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas soviéticas preparó para el verano de 1944 la Operación Bagration encaminada a desplazar a los alemanes de Bielorrusia y los países bálticos, liberar totalmente su vasto territorio de toda presencia militar extranjera y entrar a la Europa ocupada a través de Polonia. Esta batalla significó el aniquilamiento total de 17 divisiones del ejército nazi, quedando además 50 de ellas gravemente disminuidas. 

La Operación Bagration basó su éxito en el extraordinario trabajo de la inteligencia soviética que logró detectar los planes alemanes hasta el último detalle, logrando planificar de antemano las operaciones, adelantarse en las mismas y quitarle toda posibilidad de iniciativa al enemigo que se vio sorprendido y sin capacidad de respuesta ante la acometida de las tropas al mando de los mariscales Zhukov, Vasilevsky, Bagramián, y Rokossovsky y el General de Ejército Iván Chernyajovsky, muerto en combate en Polonia en febrero de 1945

De manera tal que esa era la situación en los campos de batalla cuando por fin¡¡¡¡¡, el alto mando aliado decidió abrir el frente occidental ejecutando el Plan Overlord y el desembarco en Normandía como parte de él. A partir de ese momento la mitología occidental se ha encargado de transformar el desembarco en Normandía -a través de Hollywood y su gran aparato ideológico y de propaganda- en la “batalla decisiva” de la segunda guerra mundial, adjudicándole a las fuerzas armadas estadounidenses un papel que no le cabe en la historia. No se trata de minimizar la contribución de los aliados en la contienda, pero la realización tardía e interesada del desembarco persiguió objetivos políticos vinculados a la situación que habría de crearse en la posguerra. 

Lo cierto es que el sostenido avance soviético en el este, despertó inquietud en la alianza atlántica en la carrera por llegar primero a Berlín y, en primera instancia a París, en una Francia que resistía a través de sus partisanos comunistas mientras el General De Gaulle vivía en Londres y refunfuñaba con imprecaciones de toda índole por la demora estadounidense-británica en ejecutar el ansiado desembarco, cuyo retraso amenazaba con poner en entredicho su propia capacidad de liderar el proceso de liberación de Francia. 

Debe decirse que a mediados de junio de ese año, la inteligencia soviética había logrado desinformar a Alemania acerca de sus planes en el frente oriental, por lo cual concentraba grandes cantidades de unidades en el este que jamás pudo desplazar al oeste. Además, sus tropas se encontraban diseminadas en un amplio frente de combate que iba desde el Báltico hasta el Mediterráneo, donde además de las tropas soviéticas combatían heroicamente fuerzas guerrilleras rurales y urbanas en Italia, Yugoslavia, Eslovaquia, Polonia y Grecia.

Sin desmerecer a los miles de soldados aliados y a los civiles franceses caídos durante y después del desembarco en Normandía, quienes arriesgaron su vida a favor de destruir la plaga del nazismo, la cifra de 214 mil bajas aliadas y de 300 mil alemanes entre muertos y heridos, palidece ante las dimensiones antes relatadas de las épicas jornadas de combate que sufrió la Unión Soviética durante 3 años. 

Si se pudiera comparar en términos militares, el desembarco en Normandía con las batallas en Stalingrado, Leningrado, Smolensk, Kursk o el Dniéper habría que decir que la primera fue una simple escaramuza, no tanto por la magnitud de las fuerzas militares y el armamento terrestre, aéreo y naval ocupado en las operaciones, sino sobre todo porque a diferencia de los soviéticos que luchaban por liberar territorio patrio y su pueblo sufría en carne propia los desmanes y la represión indiscriminada del aparato de guerra y represión nazi, Estados Unidos y Gran Bretaña luchaban fuera de su territorio, ocupados en una batalla geopolítica para impedir que el país de los soviets fuera el primero en llegar a Berlín y lograra la gloria de derrotar al Tercer Reich en su propia madriguera. Era parte de la guerra fría y el mundo bipolar. 

Es cierto que 45 años después la Unión Soviética fue derrotada y desapareció, que sus líderes de entonces no tuvieron la misma grandeza de los que lo condujeron en la Gran Guerra Patria y que su desvanecimiento anunció “el fin de la historia”. Pero esa es una cosa, y otra es que se pretenda por vía cinematográfica tergiversar la historia, construir falsos ídolos y esquilmar a los pueblos de la Unión Soviética el sustantivo aporte que hicieron a la libertad no sólo de ellos mismos, sino de toda la humanidad.

“Honrar, honra”, dijo José Martí y se debe reconocer la honra del presidente francés Francois Hollande cuando durante los actos en conmemoración del 70 aniversario del desembarco aliado el pasado 6 de junio, en las playas normandas destacó “el valor del Ejército Rojo y la contribución del pueblo de la entonces Unión Soviética a la derrota del nazismo en la II Guerra Mundial”. Hollande hizo patente su deseo de “…saludar el coraje del Ejército Rojo que, lejos de aquí, frente a 150 divisiones alemanas, fue capaz de hacerlas retroceder”

En el acto que contó con la presencia de 19 jefes de Estado entre los cuales destacaba Barack Obama de Estados Unidos y Vladimir Putin de Rusia, Hollande destacó "…la contribución decisiva de los pueblos de la llamada Unión Soviética" durante esa contienda.

En ese sentido, la agencia Prensa Latina recordaba que “Cuando el mando aliado decidió abrir el Frente Occidental con el desembarco de más de 130 mil efectivos de varios países en Normandía, ya el Ejército Rojo había prácticamente derrotado a las fuerzas alemanas que invadieron a su país agregando que “La confrontación costó a la hoy extinta Unión Soviética un duro precio de más de 20 millones de vidas humanas, así como la destrucción de una gran parte de su territorio”.

miércoles, 4 de junio de 2014

Pensar que ese (…) va a ser rey de España



El pasado domingo asistí a la toma de posesión del nuevo presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén. Estaba con Germán Campos. Al finalizar el protocolar acto, esperábamos para retirarnos del recinto, cuando sin querer, quedamos ubicados en el lugar por donde se retiraban los jefes de Estado y de gobierno que estuvieron presentes en el magno evento.

Era imposible abstraerse de la sabiduría del pueblo salvadoreño ya demostrada con sus cánticos y consignas a la llegada de los presidentes, las ovaciones a Rafael Correa y Evo Morales fueron ensordecedoras, al igual que las que le profesó el soberano a los vice presidentes de Cuba Salvador Valdés Mesa, de Argentina Amado Boudou y de Venezuela Jorge Arreaza. Las organizaciones sociales y populares asistentes al acto rompieron todo protocolo y recibieron a Arreaza con exclamaciones de “Chávez, Chávez”. Cuando se escuchó por los parlantes que el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz venía de África a acompañar al pueblo salvadoreño en su fiesta republicana, la multitud estalló en sonoras vivas al mandatario.

En ese marco de enfervorizada alegría popular, la presencia del, en ese momento todavía Príncipe de Asturias pasó casi inadvertida. Germán se preguntaba “¿qué habrá pensado cuando la multitud gritaba “Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”.

Así, observábamos con Germán la difícil salida de Correa y Evo abrazados con esa marea de pueblo que les reclamaban una foto que registrara la intimidad con el amigo venido desde lejos, cuando de repente, irrumpió el andar anodino de Felipe de Borbón que sin pena ni gloria buscaba el vehículo que lo salvara de su indeseado anonimato. Casi sin pensarlo, de manera totalmente espontánea le comenté a Germán “Pensar que ese (…) va a ser rey de España”. Lejos estaba de suponer que eso iba a ocurrir al día siguiente.

A su llegada de El Salvador (o quizá en pleno vuelo a través del Atlántico) el “principito” como solía decirle en confianza un conocido compositor e intérprete español, se enteró con alivio que no tendría que recurrir a ninguna de las argucias de su padre para llegar a ser jefe de la moribunda y corrupta monarquía española. Iba a tener que usar otras.

Juan Carlos no pudo más. El desastre electoral en las recientes elecciones europeas fue la gota que rebalsó el vaso obligándolo a un acto de sensatez a fin de tratar de salvar los retazos de una institución inviable en el mediano plazo. El avasallador avance de los independentistas en Cataluña y el País Vasco, las dos autonomías que soportan económica y financieramente al Estado español deben haber influido en la desesperada búsqueda del oxígeno necesario para conducir el intento de revivir una monarquía que flota en mares de corrupción y descrédito.

La noticia tiene muchas lecturas. Las páginas de las banales revistas consagradas a la estupidez se llenarán de crónicas y fotos que harán revivir con toda lucidez una institución medieval de países que sin embargo dicen que son ”modernos” mientras sostienen la vagancia de líderes que en el siglo XXI, nadie eligió a pesar que dicen ser democráticos. La última caca real del bisnieto de la reina de Inglaterra o el embarazo de la princesa de Mónaco pasarán a segundo plano para dar paso a la nueva puesta en escena de una farándula mediocre, hipócrita y travestida de la que por suerte nos liberamos hace 200 años.

Sin embargo, en el trasfondo de esta pretendida abdicación, subyace la situación de un país que transita por la peor crisis económica desde la muerte del dictador Francisco Franco y la reinstalación de la monarquía en 1975.

Los índices económicos y sociales denotan la profundidad de la crisis. En cuanto a la tasa de pobreza, España, con un 17% ocupa el último lugar de los países de la UE, al igual que en desigualdad y desempleo, es decir está situada incluso por debajo de Grecia y Portugal. Es el penúltimo país en fracaso escolar, -siempre con cifras del año 2010- 28,4%. En cuanto a salud, aunque el país mantiene un alto índice de esperanza de vida, tiene muy bajos niveles de salud, es decir se viven muchos años pero con una salubridad menor que en la mayor parte de Europa. Con motivo de la crisis, se ha dicho que los que menos la registran son los mayores de 65 años. Esto es cierto, si se compara a la propia sociedad española, pero una vez más cuando se mide respecto a Europa, incluso este grupo social no recibe un trato equiparable. Está entre las de peor índice superando sólo a Grecia, Irlanda y Portugal, lo cual en ningún caso es un atenuante. La tasa de desempleo para abril de 2014 fue de 25,1% y la de jóvenes menores de 25 años de 53,5%.

La transición que permitió el entronizamiento de Juan Carlos como monarca fue ilegal e impuesta por el establishment. Hay que recordar que en las elecciones de junio de 1977 que dieron lugar a unas Cortes con poder constituyente para redactar la Constitución que se aprobó en 1978 se impidió la presencia en los comicios a aquellos partidos que no renunciaran expresamente al pensamiento republicano.

Ese mismo establishment hoy formado por, –además de los militares, las grandes empresas, el clero de ultra derecha y una nobleza caduca que aún conserva su putrefacta estampa medieval- el Partido Popular (PP) y el Partido Obrero Socialista Español (PSOE) los grandes beneficiarios de la transición monárquica. De la mano del rey han logrado establecer una aparente unión indisoluble entre democracia y monarquía entendiendo tal acertijo como el instrumento que ha conseguido los más importantes negocios para las grandes empresas españolas, en particular en América Latina.

Ello explica las razones de la dimisión en este momento. La sucesión debe ser resuelta por una Ley orgánica, tal como lo fija el Título II, Artículo 57, numeral 5 de la Constitución española. El artículo 81 de la misma carta magna en su numeral 2 establece que dicha ley orgánica debe ser aprobada por mayoría absoluta del Congreso. Los resultados de las recientes elecciones hicieron surgir dudas al monarca. No quiso correr riesgos y decidió anunciar su retiro cuando aún el Partido Popular, heredero de la dictadura franquista y el domesticado PSOE se mantienen en control del parlamento. Nadie sabe qué ocurrirá a partir de ahora dado el importante crecimiento de la izquierda y de los sectores republicanos en las recientes elecciones. Juan Carlos sabe que es ahora cuando puede cobrar a Rajoy y Rubalcaba los favores recibidos, sobre todo a este último que también se va el próximo 27 de julio. La controversia viene dada porque el artículo 92 de la Constitución fija que “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos” 

Una porción importante de la ciudadanía cree que esta es “una decisión política de especial trascendencia…” por lo que han manifestado inmediato repudio a la decisión de dar continuidad a un sistema a todas luces agotado. En esa medida, han salido a las calles a exigir una votación popular que refrende o no la monarquía. En centenares de ayuntamientos ha ondeado la bandera republicana. El mismo día lunes en la noche fueron convocadas manifestaciones de apoyo a la república y repudio a la monarquía en 114 ayuntamientos de 16 comunidades autónomas. 

El interés republicano rebasa las fronteras ideológicas, sectores tanto de izquierda como de derecha se movilizan tras ese objetivo. Por supuesto que el mismo pospone, pero no supera las diferencias que visiones políticas diversas plantean para el futuro las comunidades que hoy conforman el Estado español. 

El primer miembro de la Casa de Borbón en España fue un Felipe, nieto de Luis XIV de Francia, que reinó durante 45 años con el nombre de Felipe V. Tal vez, el futuro nos señale una de esas asechanzas que los anales del mundo nos hacen vivir y sea otro rey del mismo nombre, quien será monarca como Felipe VI, el último Borbón de su estirpe, cerrando una ignominiosa historia de más de 300 años.

martes, 27 de mayo de 2014

Este Caribe nuestro…


Durante mi reciente visita a Argentina, una vez más se repitió un añejo debate con amigos de ese país hermano. El tema de la diatriba rondó su duda acerca de si no es mejor poner el énfasis de la integración regional en América del Sur a través de Unasur, dejando en segundo plano el esfuerzo por la búsqueda del encuentro latinoamericano y caribeño en Celac. Su argumento es que los “caribeños son distintos” y eso podría retardar tal proceso. Les dije que para Venezuela eso era imposible, que nuestra relación y vínculo con el Caribe era identitario, por lo cual para nosotros el Caribe no es “una relación con…” sino una “parte de…”.

Esto me llevó a recordar una conferencia que dicté en Tapachula, Chiapas en noviembre de 2002 y que fue publicado en la extraordinaria revista mexicana “Archipiélago”.

Ahí recordaba, que solo en las primeras poco más de 200 páginas del libro de memorias de Gabriel García Márquez titulado “Vivir para contarla” hay 14 referencias a la identidad caribe, a la condición caribe, escrito con minúscula como adjetivo que nos caracteriza y nos diferencia. Con su lenguaje florido y caluroso en el cual una sola palabra sirve para mostrarnos el todo, el Premio Nobel nos recuerda “nuestra cultura caribe”, el “octubre caribe”, la ”poesía de la costa caribe”, nuestros “paisanos caribe”, un “corazón caribe”, el “arte caribe” y para señalarnos la sólida raíz de un personaje lo define como “un caribe puro”. No sólo la valía intelectual de García Márquez pondera sus variadas menciones de nuestro Caribe ahora con mayúscula, debe recordarse que el escritor es colombiano, país que -al igual que la mayor parte de los centroamericanos- desde hace solo algunas décadas ha comenzado a descubrir su identidad caribeña, prueba es que Barranquilla, una de las ciudades colombianas más identificadas con esta región es la capital del Departamento del…Atlántico.

Al evocar sus ancestros familiares y refiriéndose en particular a su abuelo, Gabo dice que: “La lengua doméstica era la que sus abuelos habían traído de España a través de Venezuela en el siglo anterior, revitalizada con localismos caribes, africanismos de esclavos y retazos de la lengua guajira, que iban filtrándose gota a gota en la nuestra”. Nada más descriptivo de lo que somos, de lo que tenemos y de lo que debemos rescatar para que persevere en el tiempo.

Los avatares de la vida me han llevado a recorrer este Caribe nuestro en las islas, en Sudamérica, en Centroamérica y en México. Desde Puerto Cabello, Venezuela, donde me crié, hasta Santo Domingo en República Dominicana y Mayagüez en Puerto Rico, desde Santiago de Cuba, hasta Mérida en Yucatán, México, desde Bluefields y Puerto Cabezas (que hoy recuperó su nombre original Bilwi) en Nicaragua hasta Curazao, desde Cartagena de Indias a San Salvador desde Panamá hasta Tapachula en Chiapas, México.

Nada más reconfortante que sentirse un “caribe puro” como dice el Gabo, de haber crecido con los olores, los sabores y los colores infinitos de esta región, de haber conocido personajes tan maravillosos como ese anciano abakuá cubano que cuando le pregunté si para ellos la revolución había sido negativa o positiva, me contestó con su sabiduría milenaria “ Asere, todo lo que pasa es porque sucede” o a Laureano Mairena, el más valiente de todos los valientes que he conocido, pintor de Solentiname en el Lago de Nicaragua, que se hizo guerrillero por dignidad, jugaba con la muerte, se reía de ella, la eludía una y mil veces hasta encontrarla de la manera más absurda en los días luminosos de los primeros años de la Revolución Sandinista y que me decía “Sos jodido, pero sos mi hermano” o Don Luis y Doña Epifania Gil esa pareja de negros margariteños de Venezuela quienes con más de 60 años y yo sólo con 9 o 10 me introdujeron en el amor de lo que García Márquez llama el “béisbol caribe” en aquellos años en que alrededor de una radio nos imaginábamos cómo era y cómo se practicaba el deporte porque el estadio quedaba muy lejos y aún no existían las transmisiones de televisión, o a Rafael Cancel Miranda con quien conversé en Cabo Rojo, un pequeño pueblo del rincón sudoccidental de Puerto Rico que estuvo 27 años preso en Estados Unidos por no aceptar que su bella isla perteneciera como pertenece todavía a la potencia del norte o como Chuchú Martínez, ese Doctor en Matemáticas, piloto, soldado y ayudante del General Torrijos quien siempre me recomendaba que había que estar vivo para poder participar en la próxima batalla.

En fin, personajes y lugares de este Caribe nuestro donde se habla papiamento y creole, inglés y francés, tzotzil y tzeltal, español y holandés, miskito y maya, donde conviven los sistemas parlamentarios de los países angloparlantes, los presidenciales de los de habla hispana, y donde hay naciones en las que los partidos políticos se organizan a partir del origen racial, región en la que aún tenemos ciudadanos de tercera porque como en Puerto Rico no tienen derecho a elegir a su Presidente a sus representantes ante el Congreso del país que por obra de una ley les dio su ciudadanía, una región dueña de una cultura tan poderosa que ha parido cinco Premios Nobel de Literatura, además del ya mencionado Gabriel García Márquez, colombiano, Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, Octavio Paz, mexicano, Derek Walcott de Santa Lucía y V.S. Naipul de Trinidad.

Una región donde el Paso de los Vientos separa la dignidad de Cuba de la triste miseria de Haití, marcando lo que para unos es una frontera ideológica, pero que tal vez sea una señal de los que nos puede deparar un futuro desunidos a pesar de lo cerca que estamos. O es que acaso olvidamos que este mismo Haití del que hablamos fue el primer territorio libre del Caribe y de nuestra América morena cuando un 1° de enero de 1804 los negros declararon su libertad de la poderosa Francia y proclamaron que tal como lo enunciaban los preceptos fundamentales enarbolados por la Revolución Francesa, sobre la base de la solidaridad, la igualdad y la fraternidad desterraban para siempre la esclavitud de la parte occidental de la isla de La Española.

Cómo podemos entender entonces sino por el poder de las fuerzas retrógradas de la historia que asistamos impávidos al menosprecio con que son tratados los haitianos y otros hermanos del Caribe cuando pretenden llegar al norte en búsqueda de un mejor horizonte para su existencia. Pero, por circunstancias de la vida, la historia al igual que ese año de 1804 volvió a resucitar un 1º de enero, en 1959, para decirnos que la dignidad no desaparece con el tiempo, que nuestra cultura y nuestras tradiciones se mantienen vivas a pesar de todos los avatares de la historia. Así mismo el día inicial del año, en 2003, Luiz Inácio Lula da Silva, un hijo humilde de Pernambuco en el nordeste brasileño –territorio caribe si nos atenemos a esa definición ”estrictamente intelectual” de la que habla Antonio Gaztambide- asumió las riendas del poder en el país más grande y más habitado de Nuestra América.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Ucrania, el juego más reciente del ajedrez mundial


La crisis en Ucrania ha puesto a ese país en el centro del acontecer internacional. Tal como ha ocurrido en hechos similares durante los últimos años, la inmediatez de la información y la posibilidad de transmitir en tiempo real acontecimientos que están sucediendo a miles de kilómetros de donde nos encontramos es una característica que ha hecho que sus ciudades, ríos, valles y pequeños poblados comiencen a sonar familiarmente en la percepción e imagen de la ciudadanía.

Sin embargo, en este caso, la toponimia del conflicto resulta un tanto conocida por aquellos que leímos con apasionado interés los relatos de la Gran Guerra Patria que libraron los pueblos de la Unión Soviética en contra del ejército nazi invasor. Se puede recordar que Ucrania recibió los primeros embates de la maquinaria de guerra nazi en territorio soviético. Vienen entonces a la memoria los nombres hoy tan repetidos de Donetsk, Dniepropetrovsk, Lugansk, Zaporozhia , entre otros como emblemáticos escenarios de lucha y resistencia a la barbarie fascista.

Así mismo, es inevitable la remembranza de las obras del escritor ruso Mijaíl Shólojov, Premio Nobel de Literatura en 1965 quien fuera cronista principal del contexto histórico y el ambiente donde hoy se desarrolla el conflicto. Shólojov nació en una aldea rusa aledaña a la ciudad de Rostov del Don, muy cerca de la frontera entre su país y Ucrania. Sus obras más trascendentales “Cuentos del Don”, “Campos roturados”, “La estepa azul”, “el Don apacible”, “Ellos lucharon por la Patria” y “El destino de un hombre” entre otros, son relatos imperecederos de la vida en ese territorio marcado por el río Don (ruso) y su principal afluente, el Donets (ucraniano) y por una frontera que sin embargo, no puede suprimir la identidad de pueblos que aún viviendo a ambos lados de la traza limítrofe, tienen una misma cultura, un mismo idioma y un pasado histórico que rememora el orgullo de los cosacos y el apego a la estepa, la tierra indómita donde nacieron.

Estas son realidades que van más allá del Derecho Internacional que ante todo, debe primar como elemento ordenador de las relaciones internacionales a pesar que las potencias lo han prostituido y utilizado para justificar sus desmanes en unos casos y para “pasar por su lado” en otros, cuando, -como está ocurriendo cada vez más a menudo- las resoluciones dan la razón a los que estuvieron históricamente excluidos. En ese sentido, en el acontecer de los hechos recientes se intenta ocultar la realidad histórica, política y jurídica para construir una verdad acorde a los intereses de las potencias occidentales y de la OTAN.

Se olvida por ejemplo, que el presidente Víctor Yanukovich –más allá de simpatías o antipatías- fue elegido democráticamente y derrocado tras un golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos y la Unión Europea. Ese es el verdadero origen del conflicto, no las posteriores acciones rusas en Crimea.

El golpe de Estado en Ucrania devino en una histeria anti rusa encaminada a ocultar la armazón montada por Occidente y validada por las grandes transnacionales mediáticas que construyeron tras sí una alianza formada por organizaciones fascistas y neoliberales agrupadas en torno a un discurso anti ruso que le achaca a este país todos los males de Ucrania.

Si regresamos en la historia, veríamos que en diciembre de 1989 (sólo un mes después del derrumbe del Muro de Berlín), en la Cumbre de Malta, el presidente ruso Mijaíl Gorbachov y el estadounidense George Bush acordaron que la OTAN no se extendería hacia el este. 25 años después, la OTAN ha absorbido a la mayoría de los países de Europa Oriental y a todos los que son fronterizos con Rusia. Así mismo, ha establecido un sistema anti misiles en Polonia y un radar en la República Checa. Con el mismo propósito, la OTAN intervino militarmente en Yugoslavia desintegrando ese país a través de guerras civiles estimuladas por Estados Unidos y Alemania. 

Todo esto en el marco de una situación de debilidad suprema y subordinación humillante a la que Rusia fue sometida por Occidente después de la desaparición de la Unión Soviética y durante el gobierno de Boris Yeltsin en la última década del siglo pasado.

La llegada al poder de Vladimir Putin comenzó a transformar esa realidad. La aspiración de los rusos se manifestó en un artículo periodístico de la época en el que se señalaba que “Putin debe restaurar lo que Yeltsin destruyó: el orgullo de sentirse parte de una gran potencia. Los rusos quieren respeto, no compasión” 

Al comenzar su mandato, el nuevo presidente consideró que las condiciones de debilidad de su país lo obligaban a hacer concesiones a Occidente. No tuvo reparos en ello, pero paulatinamente esa opción se fue modificando ante la invariabilidad de la respuesta de Estados Unidos que no alteró un ápice su política pretendiendo arrodillar al gigante euroasiático. La agresión occidental contra Irak en el año 2003, fue el punto de inflexión de la política exterior rusa que nuevamente comenzó a asumir posiciones de fuerza en su papel de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia había vuelto al escenario mundial después de casi 15 años dando lástima. 

La primera operación de impacto global fue el envío de tropas a Georgia en agosto de 2008, dando respuesta a una acción similar de Estados Unidos y Europa en Kosovo en febrero del mismo año. En Siria, la férrea decisión de Rusia, -esta vez en acuerdo con China- han impedido la intervención directa de la OTAN, lo que ha obligado a Occidente a acciones de carácter encubierto y el apoyo financiero, logístico y militar a las fuerzas mercenarias que intentan derribar al gobierno del país árabe.

Pero en Ucrania, Occidente ha intentado medir la capacidad de respuesta rusa, instigando un golpe de Estado que pone en riesgo lo que Rusia considera su seguridad y la capacidad de actuar como potencia global, sobre todo por la posesión de su estratégica base naval en el Mar Negro que opera en su flanco suroeste, incluyendo el mar Mediterráneo y el Medio Oriente. La respuesta rusa es equivalente a la de Estados Unidos, si Rusia instigara un golpe de Estado en México para instalar un gobierno subordinado.

Por eso, Rusia ha asumido una posición diferente con relación al referéndum independentista en Crimea en marzo de este año o, la declaración de independencia en Abjasia y Osetia del Sur en Georgia durante el año 2008, respecto de la disposición en el mismo sentido de las regiones orientales de Ucrania el pasado domingo 11 de mayo. Aunque en todos estos territorios existe una población mayoritariamente rusa, las primeras eran repúblicas autónomas que consideraban la independencia como una opción jurídica legal para definir su status político. No es el caso de Donetsk ni Lugansk, que son ciudades, centros administrativos sin poder constitucional para declarar su independencia.

La situación creada trasluce un problema mucho más profundo, el cual es expresión de un país virtualmente dividido en múltiples identidades, al parecer irreconciliables. Rusia ha intentado hacer entender esta realidad, exponiendo la necesidad de una reforma constitucional que acepte la diversidad del país salvaguardando y aceptando los intereses de los ciudadanos mayoritariamente católicos y proclives a un acercamiento con Europa, que habitan el occidente del país, con los de las regiones orientales y del sur, que de manera superior profesan la religión cristiana ortodoxa y son cercanos cultural y políticamente a Rusia. Estados Unidos y Europa han optado por el conflicto, la desestabilización y la provocación de Rusia.

Occidente ha querido jugar con fuego en Europa oriental y ha salido quemado. Estados Unidos que desde Reagan no había tenido un presidente tan mediocre como el actual, se ha topado con un jefe de Estado en Rusia que captando el sentimiento nacionalista tradicional del pueblo ruso, ha reivindicado su otrora condición de potencia planetaria apostando a jugar en la toma de decisiones del tablero mundial, sobre todo si el mismo se encuentra en la cercanía de sus fronteras y participan jugadores que hablan el mismo idioma.

martes, 6 de mayo de 2014

Panamá, ¿un nuevo comienzo?


Panamá es el país más joven de la América hispana. Apenas tiene 110 años. Se independizó de España como parte del Virreinato de Nueva Granada, pero siguió perteneciendo a ésta –y después a Colombia- hasta su formal constitución como estado independiente en noviembre de 1903. Muchos panameños pensaban desde los albores del siglo XIX que la región del istmo debía ser independiente dadas las particularidades que concurrieron en la formación de su nacionalidad y la imposibilidad de comunicarse vía terrestre con la parte continental del territorio colombiano. Esta situación se mantiene hasta hoy. La Selva del Darién, precisamente conocida como “Tapón del Darién” es el único lugar en el cual está cortada la carretera panamericana en su trayecto desde Alaska a la Tierra del Fuego. 


Ya desde mediados del siglo XIX las potencias empezaron a mostrar interés en la región centroamericana como vía de paso entre el Océano Pacífico y el Atlántico. En 1850 Estados Unidos e Inglaterra firmaron el Tratado Clayton-Bulwer por el cual acordaron establecer un control compartido de la región y el compromiso de no iniciar unilateralmente la construcción de un paso transoceánico. Sin embargo, la emergencia de Estados Unidos como primera potencia mundial renovó el interés del país del norte por unir sus costas pacífica y atlántica mediante la construcción de una vía acuática.

Con el apoyo de Estados Unidos, el “panameño” de origen francés Buneau-Varilla organizó la secesión de Panamá de Colombia. Con la presencia del barco de guerra norteamericano Nashville se desató la insurrección separatista. El Nashville surto en las aguas del Caribe panameño impidió la llegada de tropas colombianas y el 4 de noviembre se declaró la independencia, la cual fue reconocida por Estados Unidos el día 6 y ya el 18 de noviembre se firmó el Tratado Hay-Buneau-Varilla mediante el cual Panamá cedía a perpetuidad una franja del territorio a fin de construir el canal. En ese territorio, además del paso entre los dos mares, Estados Unidos estacionó el más importante contingente militar fuera de su territorio en el hemisferio occidental.

La zona del canal, la más importante vía interoceánica del mundo y la poderosa estructura militar que se estableció en la zona signaron la vida política y económica de Panamá durante el siglo XX. Los destinos del país fueron regidos por familias oligárquicas leales a Estados Unidos. Uno de sus líderes más destacados fue Arnulfo Arias quien ocupó la presidencia de la República en varias ocasiones hasta que fue derrocado en 1969 después de un alzamiento militar liderado por Omar Torrijos. Éste, además de hacer grandes transformaciones internas, en política exterior buscó acercarse a los países no alineados y transformó la lucha por la recuperación del canal en la bandera más importante de su accionar político. Pugnó por el fortalecimiento de América Latina en el escenario internacional, lo cual le valió el apoyo del continente en su lucha por recobrar el canal.

La llegada al poder en Estados Unidos del presidente Jimmy Carter, la debilidad del Partido Republicano después del escándalo Watergate y la fragilidad internacional de Estados Unidos posterior a los derrocamientos del Shá de Irán , del General Somoza en Nicaragua y de Idi Amín Dadá en Uganda, todos aliados de Estados Unidos y el establecimiento en la isla caribeña de Granada de un gobierno distante de la potencia del norte generaron condiciones que permitieron negociar en otras condiciones la entrega del canal. Así, en 1977 se firmaron los Acuerdos Torrijos-Carter mediante el cual Estados Unidos se comprometía a abandonar definitivamente Panamá el 31 de diciembre de 1999. Un periodista le comentó al General Torrijos que después de la firma de este tratado él había entrado en la historia y el General le contestó “no me interesa entrar en la historia, me interesa entrar en el canal”. 

Omar Torrijos falleció en un dudoso accidente aéreo en 1981 a partir de lo cual se sucedieron en el poder una serie de gobiernos tutelados por militares de dudosa reputación, que no tenían el carisma ni el apoyo popular del General Torrijos, lo cual fue utilizado por Estados Unidos para producir una sangrienta intervención militar que aún retumba en la memoria del pueblo panameño. Parecía que la época del “gran garrote” se cernía nuevamente sobre América Latina, pero la situación mundial, la crisis del campo socialista y el debilitamiento de la Unión Soviética ocupaban la mayor parte de sus preocupaciones. Las tropas norteamericanas abandonaron en un corto lapso el territorio panameño. En las elecciones de 1999 triunfó Mireya Moscoso cuyo único “mérito” era haber sido la última esposa del caudillo Arnulfo Arias, sin embargo le cupo la gloria de “despedir” a las tropas norteamericanas y hacerse cargo de la soberanía definitiva de Panamá sobre el territorio del canal. Finalizó su mandato desprestigiada, con grandes acusaciones de corrupción, protegiendo terroristas y con los más bajos índices de popularidad respecto de cualquier presidente panameño en el pasado.

El Partido Revolucionario Democrático (PRD) fundado por Torrijos regresó al gobierno, cuando su hijo Martín accedió a la presidencia en 2004, pero en las elecciones de 2009 se hizo del poder Ricardo Martinelli, un empresario millonario que ha manejado el país como si fuera una compañía más de su suculento emporio.

El último lustro ha significado una regresión sin igual en la historia del país istmeño. Martinelli ha gobernado al margen de la Constitución produciendo un deterioro institucional tal que este se transformó en elemento común de los variados partidos de oposición que se propusieron derrotar a quien consideraban se había salido de toda norma. El empresario presidente puso a empleados de sus empresas a dirigir las instituciones del Estado destituyendo ilegalmente a quienes sustentaban esas responsabilidades, violando normas constitucionales que establecen los mecanismos para dichos nombramientos. El avasallamiento, la soberbia y la utilización de recursos desmesurados en la campaña que superaba todo límite establecido en la ley electoral signaron unos comicios marcados por un ventajismo gubernamental rechazado tanto por la oposición de derecha como la de izquierda.

En el plano internacional, Panamá cayó en el mayor descrédito de su historia. Un país cuyo canal le permitió en democracia construir una política exterior de neutralidad y amistad con los países de América Latina y el Caribe como herencia del legado torrijista de soberanía y respeto al derecho internacional, fue colocada en una situación de abyección y subordinación plena a los dictados de Washington. En ese marco, Panamá fue el único país de América Latina y el Caribe que oficialmente apoyó en la OEA a la oposición violenta de Venezuela en sus intentos por derrocar al gobierno legítimo del país.

El nuevo presidente, Juan Carlos Varela, militante de un partido de la rancia oligarquía istmeña, que lo llevó a ocupar el cargo de vicepresidente y Canciller en el gobierno de Martinelli, se separó del mismo, a raíz de un distanciamiento profundo motivado por diferencias que se acrecentaron en el manejo de la política. En el discurso posterior a su victoria, el pasado domingo 4 en la noche, hizo una alocución conciliadora con las fuerzas políticas adversas que estaban en la oposición a Martinelli y no aceptó dirigirse a cumplir la formalidad de aceptación del cargo en el Tribunal Electoral mientras el presidente saliente estuviera presente en el mismo, donde acudió en clara injerencia en otro poder del Estado, creando zozobra e inquietud en la ciudadanía.

Varela informó a la opinión pública que a altas horas de la noche había conversado con el Presidente Maduro, -quien lo llamó para felicitarlo por su elección- a quien le manifestó su voluntad de restablecer las relaciones entre ambos países, rotas después de la grosera intrusión del actual gobierno en los asuntos internos de Venezuela.

Por su parte, Martinelli deberá hacer “magia” para entregar cuentas claras de su administración en la cual la deuda externa del país pasó de alrededor de 16 a un poco más de 27 mil millones de dólares, un inexplicable aumento de 70% en 5 años. Así mismo, la justicia italiana espera por él para que rinda cuentas por un sonado caso de corrupción en el cual está involucrado su gobierno y él mismo.

martes, 29 de abril de 2014

Portugal. A 40 años de la Revolución de los Claveles


En 1974, Portugal era uno de los países más atrasados de Europa. A diferencia de sus pares del continente, el país luso entró al siglo XX manteniendo una estructura tradicional agraria de corte feudal que paralizó el acelerado proceso de desarrollo industrial que se había producido en otras metrópolis. Esto lo llevó a un estancamiento económico que lo privaba del aprovechamiento de las grandes riquezas de sus colonias y a su vez, a una aguda crisis política que dio al traste con la monarquía en 1910. 

Sin embargo, una vez logrado este objetivo, en la alianza entre republicanos y liberales que asumió la conducción del país, primaron las desavenencias y no pudo desarrollar un programa de gobierno común. La primera guerra mundial profundizó la crisis económica y la inestabilidad política. Esta situación condujo a que en 1926 un grupo de militares de derecha dieran un golpe de Estado que instauró un régimen fascista a imitación del que Benito Mussolini estableció en Italia en 1922. Este sistema, basado en el autoritarismo, la represión y el corporativismo fue denominado como “Nuevo Estado” y controló el país por casi medio siglo. 

Su figura más prominente fue Antonio de Oliveira Salazar, primer ministro entre 1932 y 1968 y presidente interino en 1951. Gobernó dictatorialmente, ejerció férreo control de las organizaciones políticas y sociales e implantó un régimen de terror en el que la policía política (PIDE) tuvo manos libres para realizar cualquier tipo de acción represiva. Desde el punto de vista económico, no se produjeron grandes cambios en la situación del agro, lo que provocó que, sobre todo en el período posterior a la segunda guerra mundial se produjeran grandes emigraciones hacia Europa y América Latina. 

En paralelo, en la década de los 50 se iniciaron las guerras de liberación nacional en las colonias portuguesas en África: Angola, Mozambique, Guinea, Cabo Verde y Sao Tome y Príncipe. El riesgo que podría significar la pérdida del poderío colonial portugués obligó a la dictadura salazarista a destacar importantes contingentes militares en sus posesiones africanas a fin de impedir militarmente la independencia de esos territorios.

El costo financiero y humano de las guerras coloniales profundizaron el deterioro interno del gobierno. La respuesta fue el incremento de la represión a fin de detener el creciente descontento de la ciudadanía. Salazar murió en 1970 y fue sustituido por Marcelo Caetano que dio continuidad a la dictadura.

En 1973, fue creado ilegalmente al interior del ejército portugués, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Estaba formada en su mayoría por oficiales de baja graduación que habían estado luchando en las guerras coloniales de África, tenían ideas progresistas y algunos abiertamente revolucionarias y de izquierda. Estaban motivados por el deseo de libertad democrática y el rechazo a la política seguida por el gobierno en relación con la guerra colonial. Sus principales objetivos eran el fin de la guerra sucia, la retirada de las fuerzas armadas de las colonias de África, elecciones libres y la supresión de la policía política.

En la mañana del 25 de abril de 1974, hace cuarenta años, la historia de Portugal comenzó a cambiar. Al amanecer de ese día, el capitán Fernando José Salgueiro Maia destituyó a sus superiores del Regimiento de Caballería Mecanizada de la ciudad de Santarém y encabezando una larga columna de carros de combate, recorrió los 110 kilómetros que la separan de Lisboa. Cuando los blindados ocuparon la plaza Terreiro do Paço en Lisboa símbolo del poder ejercido con mano de hierro durante medio siglo en Portugal, “comenzaba el golpe de Estado más singular de la historia: militares levantados en armas para imponer la democracia por la fuerza” como lo señala el periodista chileno residente en Portugal Mario Dujisin.

Las acciones estaban coordinadas desde un puesto de mando bajo la dirección del mayor Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel de la Pontinha en Lisboa. Simultáneamente se llevaron acciones de control de las distintas guarniciones militares del país que decidieron seguir las órdenes del MFA en Oporto, Santarém, Faro, Braga entre otras ciudades importantes. Así mismo se ocuparon puertos, aeropuertos e instalaciones civiles del gobierno.

Los jóvenes oficiales, verdaderos protagonistas del alzamiento conminaron a sus superiores a incorporarse al movimiento. Aquellos que no lo aceptaron fueron arrestados. El gobierno se desmoronó. El dictador quien fungía como primer ministro, el ornamental presidente Rodrigues Thomaz y el gabinete de gobierno se rindieron, fueron capturados y protegidos por los propios militares insurrectos para resguardarlos de la ira popular que pretendía lincharlos. 

A media mañana, una mujer se acercó a un soldado y le obsequió un clavel rojo que éste puso en la boca de su fusil. Ese hecho se multiplicó de inmediato, le dio denominación al movimiento y se transformó en emblema que dio vuelta al mundo como símbolo de las luchas populares y democráticas y de la alianza del pueblo con los militares que le dieron la libertad. En América Latina, la “Revolución de los Claveles” fue verdadero oxígeno y fuerza inspiradora para los luchadores anti fascistas que en diversas latitudes de la región enfrentaban las dictaduras de seguridad nacional apoyadas por Estados Unidos.

El MFA y el proceso que se iniciaba contó con un gran apoyo del pueblo que exigía la profundización del mismo y la toma de medidas radicales a favor de los sectores más humildes que habían estado excluidos por casi medio siglo.

La Revolución de los Claveles inició un proceso de democracia que dio paso a avanzadas medidas de transformación de la economía y la sociedad. Se liberaron los presos políticos, se permitió el regreso de los dirigentes exiliados y comenzó el proceso de descolonización con el regreso de las fuerzas armadas desde África. El nuevo gobierno aprobó leyes agrarias tendientes a eliminar el latifundio y modernizar la producción agrícola. Se nacionalizaron grandes empresas y la banca. Así mismo, reconoció la Independencia de Angola, Mozambique y Guinea-Bissau y llevó adelante un gran despliegue fuera de sus fronteras para lograr la aceptación internacional que el régimen dictatorial había perdido, transformando a Portugal en un país paria dentro de Europa y el mundo 

Sin embargo, la amplitud política del movimiento no logró consolidarlo como opción de gobierno a largo plazo. Comenzaron desavenencias en torno al rumbo que debía tomar el proceso y la decisión de las fuerzas políticas y sociales que debían hegemonizar el mismo. El MFA se dividió y en tan solo dos años, la socialdemocracia encabezada por Mario Soares logró cooptar el proceso iniciado el 25 de abril de 1974 enrumbándolo en los marcos de la democracia representativa bajo tutela de las potencias occidentales y la gran burguesía, los que iniciaron un proceso de desmontaje de las medidas populares que se habían aprobado después de la revolución de abril de 1974. 

Con todo, Portugal inició un camino en otra dirección a partir de ese 25 de abril. Hoy, la fecha es conmemorada en todo el país como el “Día de la Libertad”, recordando a esos jóvenes oficiales que abrigando en carne propia el sentir del pueblo, usaron las armas para derrumbar en menos de 12 horas la dictadura más oprobiosa de la historia de Portugal y la más larga en los dos últimos siglos en el continente europeo.