11 de agosto de 2020
En Venezuela desde 2014 y en América Latina un año después se desató una furia conservadora, neoliberal y reaccionaria que obligó a la resistencia en las trincheras conquistadas, para defendernos, esperar una mejor situación y volver a la ofensiva. En el arte militar la defensa no es menos importante que la ofensiva, es solo otra forma que toman las acciones combativas. En el arte de la política no es diferente.
En estas condiciones, casi que nos acostumbramos a las malas noticias. En el afán de sobrevivir bajo aquella idea de que “soldado vivo sirve para la próxima batalla” en estos últimos años nos hemos preocupado de resolver las contingencias que se nos van presentando, sobre todo motivadas en la permanente y cada vez más asfixiante agresión imperial, en especial contra Venezuela y Cuba. Los cubanos ya tienen una experiencia de 60 años, nosotros en Venezuela estamos aprendiendo.
Pero este año y en días recientes, hemos comenzado a tener buenas noticias que soplan como aire fresco en medio del agobiante calor de la presión imperialista. Estos hechos que pueden ser intrascendentes si se miran en una perspectiva aislada, podrían estar señalando un nuevo rumbo, una tendencia de signo distinto en el desarrollo de luchas populares de la región, si se observan en su conjunto.
Veamos:
1. La elección de Mohammed Irfaan Alí del Partido Progresista del Pueblo (PPP) como nuevo presidente de Guyana, derrotando a la impronta neoliberal y a la ciega subordinación imperial de su antecesor.
2. El retiro por parte del Supremo Tribunal Federal de Brasil de la denuncia de la acción judicial contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
3. El rechazo de Interpol de difundir una alerta roja contra el ex presidente Rafael Correa tal como lo había solicitado el gobierno de Ecuador.
4. La decisión de un juez del Tribunal Contencioso Electoral de Ecuador que dejó sin efecto las medidas cautelares de suspensión que pesaban en contra del movimiento Fuerza Compromiso Social, que agrupa a los partidarios del ex presidente Correa.
5. El acuerdo del gobierno argentino con los bonistas de Wall Street que permite reestructurar la deuda de ese país y proporcionarle un significativo alivio dándole mayor margen de maniobra al gobierno progresista de Alberto Fernández.
6. El aumento en el mes de julio de la aprobación popular –contra todo pronóstico- al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México a pesar de la virulenta campaña en su contra de la derecha neoliberal y el gran empresariado nacional.
7. La detención de Álvaro Uribe Vélez por los delitos de soborno y fraude procesal.
8. La rebelión del pueblo mapuche contra la agresión del gobierno chileno que ha llegado incluso al desesperado intento de controlar el país nombrando a un nazi como ministro del interior después de haber perdido la votación en el Congreso para aprobar la reforma constitucional que permite el retiro de 10% de los fondos depositados por los trabajadores en el sistema de pensiones privado.
Como dije antes, son asuntos aislados, pero vistos en conjunto, podrían estar señalando un nuevo camino para América Latina y el Caribe.
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