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viernes, 24 de julio de 2020

¿Estamos ante una inminente tercera guerra mundial?



22 de julio de 2020 

Durante las últimas semanas se ha ido sembrando la idea de que el mundo avanza inexorablemente a una nueva guerra fría, esta vez entre Estados Unidos y China. La idea debería ser causa de investigación y estudio, dadas las implicaciones que ello tendría para el sistema internacional. En mi caso será motivo de un próximo artículo en días venideros. 

Ahora, quería hacer notar los niveles de paroxismo que permean al gobierno estadounidense en su afán de confrontar a China. Así, el secretario de Estado Mike Pompeo instó a las naciones de todo el mundo a rechazar al Partido Comunista de China y crear una coalición para que asuma tal responsabilidad. Llama la atención que la mayor potencia mundial esté pidiendo ayuda para hacer frente a lo que considera su principal amenaza en el plano estratégico. Lejos de ser expresión de fuerza, las declaraciones de Pompeo reflejan debilidad. 

A pesar que Estados Unidos ha tenido un sostenido crecimiento de su gasto militar desde finales del siglo pasado -con un breve intento de disminución durante el gobierno de Obama- la situación de sus fuerzas armadas parecen no estar en un buen momento para confrontar a China, mucho menos si ésta constituye una alianza con Rusia cuyo poder militar supera a Estados Unidos en varias áreas. 

jueves, 2 de abril de 2020

El “Marco (Rubio) de Transición Democrática”


Si el anterior secretario de Estado de Estados Unidos Rex Tillerson revivió la doctrina Monroe como instrumento de la política exterior de su país, ahora su sustituto Mike Pompeo pretende reivindicar el corolario Roosevelt de esa doctrina que expone que “La delincuencia crónica (de algunos países latinoamericanos) puede […] hacer necesaria la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio occidental la Doctrina Monroe, puede obligar a Estados Unidos […] a ejercer un poder de policía internacional” Fue enunciado en 1904 por Teodoro Roosevelt. 

Este presidente es considerado el padre de la política imperialista más agresiva de la historia de Estados Unidos. Su política exterior llamada del “gran garrote” se sustentaba en la idea de que “cuando se vaya a visitar al adversario, hay que hablar en voz baja, pero llevar un garrote en la mano”. 

Al parecer, Donald Trump quiere imitar a Roosevelt pero sin hablar en voz baja. Con estentórea grandilocuencia pasea su estupidez por el mundo, sin ni siquiera ser capaz de enfrentar con éxito la lucha contra el coronavirus a pesar de dirigir la nación más poderosa del planeta. Ya tiene un portaviones paralizado en Guam porque 150 de los 4.000 marinos están infectados de coronavirus. Así mismo, 1.500 de los alrededor de 40 mil oficiales de policía de New York están contagiados. Trump no es capaz de proteger ni siquiera a sus fuerzas armadas y de seguridad. 

sábado, 15 de junio de 2019

Vida, pasión y… pronta muerte del Grupo de Lima


En 1945, al finalizar la segunda guerra mundial, se constituyó un nuevo sistema internacional que daba cuenta aproximada de la correlación política de fuerzas en el planeta, pero que en gran medida respondió a la imposición de Estados Unidos, el gran vencedor en la conflagración, sobre todo porque su territorio no fue tocado por el conflicto y su aparato industrial estaba intacto. También concurrieron a la creación de esta situación la mínima cantidad de bajas que sufrió ese país en comparación con Europa y China y su participación de última hora (menos de un año) en la verdadera guerra que fue la que se desarrolló en Europa, a pesar que ha querido magnificar hasta hoy el carácter de las acciones bélicas contra Japón en el Pacífico y Asia. 

Así, Estados Unidos modeló el mundo a su medida sin poder evitar que la Unión Soviética y China jugaran un papel protagónico, la primera por su gran potencial económico y su participación decisiva en la guerra, y China, que a pesar de haber quedado devastada tras 14 años de ocupación japonesa, hizo valer sus 540 millones de habitantes (más del 20% de la población mundial) para incorporarse a la nueva instancia de poder global: el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estados Unidos añadió a sus dos aliados europeos: Gran Bretaña y Francia. De esa manera quedó configurado el verdadero poder mundial que vino a ser complementado en 1949 con la creación de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), brazo militar de Estados Unidos en el mundo, en alianza con países militarmente subordinados 

Pronto, tal estructura tuvo su correlato en América Latina, solo que en su área de influencia directa, Estados Unidos no tuvo cortapisas para diseñar un “traje a su medida”, que se hizo efectivo tras el surgimiento del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en 1947 y la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948, lo cual concretó el ancestral sueño panamericano basado en la Doctrina Monroe.