Tras la
derrota del colonialismo francés en Dien Bien Phu en 1954, Francia tuvo que
desalojar el norte del país, no obstante, aunque el pueblo vietnamita había obtenido una gran
victoria, el país quedó dividido. No fue posible liberar a todo el territorio
en ese momento. Esta situación dio inicio a una nueva etapa de la revolución
vietnamita. El Partido Comunista de Vietnam (PCV) se vio obligado
simultáneamente a iniciar la construcción socialista en el norte a fin de que
este sirviera de sólida retaguardia para las luchas que se avecinaban y la
revolución democrática popular contra el dominio neocolonial en el sur.
En esta
situación comenzaron las maniobras del imperialismo estadounidense, quien en el
pasado ya había apoyado al colonialismo francés, pero ante el fracaso de este,
se propuso boicotear los Acuerdos de Ginebra e impedir la reunificación del
país. Estados Unidos esgrimió –en el marco de la guerra fría- razones
ideológicas. Según Washington debían impedir la expansión del comunismo en el
sureste de Asia. En esa medida, recurrieron a razones de seguridad nacional
para justificar su intervención en Vietnam.
En el
cumplimiento de sus objetivos, dieron total apoyo a un gobierno títere al que
le otorgaron todo tipo de sustento económico, político, militar y diplomático.
El designado fue Ngo Dinh Diem, un terrateniente que formó un gobierno
“nacionalista” en el sur. Paralelamente Estados Unidos empezó a jugar un papel
más activo y directo en toda la región. Diem estableció un gobierno altamente
represivo y brutal. En 1956 el PCV orientó la preservación de la organización
en el sur mientras se superaba esta etapa y en 1959 se planteó liberar al sur
de la dominación imperialista y feudal.