Señora Fu Jie, subdirectora general del Departamento Internacional del CC del PCCh.
Compañera Mónica Valente, Secretaria Ejecutiva del Foro de Sao Paulo.
Estimados amigos y amigas del Partido Comunista de China
Estimadas amigas y amigos de los partidos políticos agrupados en el Foro de Sao Paulo.
Estimados colegas, investigadores y expertos de China.
Hoy conmemoramos el 94 aniversario del natalicio de uno de los más grandes latinoamericanos de la historia: el Comandante Ernesto Che Guevara. Con el recuerdo siempre presente de su vida y de su obra, agradezco la oportunidad que me han dado para entregar algunas opiniones y dar a conocer algunas ideas respecto de este encuentro y su importancia para América Latina y el Caribe.
Estas reuniones permiten allanar el camino para lograr el principal objetivo que deben tener los partidos políticos de América Latina y el Partido Comunista de China: conocerse.
Más que países distintos, las naciones latinoamericanas y caribeñas y China configuran dos civilizaciones diferentes. Por tanto, nuestros vínculos, más que una simple relación internacional, son expresión de un nexo intercivilizacional. Ahí podemos ubicar la complejidad de los mismos. Si no entendemos y aceptamos estas circunstancias, difícilmente se podrán establecer lazos de cooperación y ayuda mutuamente ventajosos.
La tradición china establece que quien funda vínculos de cualquier tipo es considerado como amigo. Para nosotros es diferente: la amistad es una ligadura más sólida, que se establece a partir de identidades, valores y principios compartidos. Ahí surge una inicial diferencia que debemos superar a través del diálogo y el mutuo conocimiento. En el pasado, China ha sido amiga de líderes latinoamericanos que han perseguido, asesinado y desaparecido a dirigentes y militantes políticos de algunos de los partidos presentes en esta reunión.
Solo el conocimiento, el intercambio y el apoyo mutuo pueden acelerar el acercamiento que se ha producido en los últimos años. Aquí están presentes los mejores amigos de China en América Latina y el Caribe, los más preclaros y avanzados representantes de lo mejor de las sociedades de nuestros países. Los que están aquí, no se proponen acercarse a China a partir de mezquinos intereses comerciales o de lucro. Su interés, es que el intercambio y la cooperación beneficien a los pueblos de la región.
En la larga historia milenaria de China, América Latina y el Caribe representa su relación más reciente si la comparamos con cualquier otro continente del planeta. Aunque hay autores como el británico Gavin Menzies que asegura que la flota china bajo el mando del almirante Zheng He, llegó a lo que después se llamaría América a comienzos del siglo XV, mucho antes que Cristóbal Colón, tal dato no ha podido verificarse. Lo que sí está demostrado es que los primeros inmigrantes chinos llegaron a la región hacia 1565 a través de Acapulco en México. Posteriormente, siguieron arribando de forma aislada a Perú, a comienzos del siglo XVII y a Brasil durante la siguiente centuria y es en el siglo XIX cuando se establece una corriente migratoria continua, en primera instancia hacia Trinidad y Tobago y Brasil.
Pero, más allá de eso, fue en el siglo XX, después de la creación de la Nueva China en 1949, cuando comienza a despertarse el interés por acercarnos y conocernos. Tuvieron que pasar diez años para que el triunfo de la Revolución Cubana permitiera que por primera vez un país de América Latina y el Caribe estableciera relaciones con China, y otros 11 años más para que el Chile de Salvador Allende se transformara en el primer país de la “tierra firme” americana y segundo de toda la región que formalizara sus vínculos diplomáticos con China en 1971.
Piensen Ustedes lo que eso significa. En la historia china de 5 milenios, hace apenas 5 décadas, China sólo tenía relaciones con dos países de la región. Entonces, es natural que no nos conozcamos mucho. Fueron esos dos países: Cuba y Chile con líderes valientes: Fidel Castro y Salvador Allende, ambos con fuertes convicciones revolucionarias quienes se atrevieron a desobedecer el mandato imperial y establecer relaciones con China. Hay que decirlo y repetirlo: no fueron la Cuba de Batista ni en el Chile de Pinochet, fueron la Cuba de Fidel y el Chile de Allende. Para China, tal vez eso no sea importante porque su política exterior es de Estado, pero para nosotros sí lo es porque configuran nuestra identidad y porque no decirlo también parte de nuestra cultura. He ahí una diferencia que debemos conocer y aprender para entendernos y aceptarnos mejor.
Ese mismo año 1971, finalmente China recuperó su asiento en la ONU, las oligarquías latinoamericanas fueron autorizadas por el imperio estadounidense a acercarse a China. A partir de este año 2022 y durante la actual década, la mayoría de los países latinoamericanos conmemorarán 50 años del establecimiento de vínculos diplomáticos con China. En esa octava década del siglo pasado también comenzó masivamente a verificarse la independencia de nuestros hermanos del Caribe y con ello, un proceso aún no concluido de establecimiento de sus vínculos con China.
Para vergüenza latinoamericana somos el continente con la mayor cantidad de países que reconocen a Taiwán, pero puedo decir que no creo que haya ningún partido miembro del Foro de Sao Paulo que comparta y acepte esa política. En esta reunión hay partidos de países que no tienen relación con China, pero están haciendo su mayor esfuerzo por revertir esa ilegal e injusta situación porque como dije antes, aquí están los mejores amigos de China en la región.
A fines de esa misma década, en China dio inicio la política de reforma y apertura. El objetivo era claro: China debía salir del lento ritmo que -un desarrollo con evidentes limitaciones financieras y tecnológicas- impedía un avance más acelerado de su transformación estructural en el camino hacia el socialismo. Tal decisión provocó cambios relevantes, la política internacional y el ministerio de relaciones exteriores no estuvieron ajenos a ello. En los hechos la Cancillería se transformó en ministerio de comercio exterior y las embajadas en oficinas comerciales.
Los contactos de China con las sociedades y los pueblos de la región eran mínimos. A los diplomáticos se les exigía y valoraba por su capacidad de atraer inversiones y comercio. Pero deben saber nuestros amigos chinos que los empresarios en América Latina (con raras excepciones), a diferencia de China, no tienen intereses nacionales ni patrióticos, sólo les importa el lucro y la ganancia para ellos y sus familias. Los grandes réditos que aporta una exitosa relación comercial con China no son recibidos ni disfrutados por los pueblos. He ahí otra diferencia.
Esto es lo que está cambiando desde la llegada del presidente Xi Jinping a la secretaria general del Partido Comunista de China en 2012 y a la más alta magistratura del Estado en 2013 y es lo que todos celebramos.
Me atrevo a decir que ninguno de los participantes en esta reunión está en contra de que China fortalezca y aumente sus vínculos comerciales, financieros y de inversión con las élites de nuestra región. Sin embargo, creo que esas relaciones se deben ampliar a los ámbitos académicos, culturales, sociales y otros, encaminados a fortificar los lazos entre los pueblos, que es lo único que proyecta verdadera fortaleza y hace irreversibles las relaciones entre países amigos.
Por ello, esta reunión es muy importante. Se inscribe en el esfuerzo mutuo por seguir avanzando en el camino de solidificar una amistad y una cooperación que redunde en mejores condiciones de vida para nuestros pueblos además de vigorizar y robustecer el interés compartido y el esfuerzo mutuo para que en la Tierra reine la paz, la democracia y un desarrollo que cubra como un gran paraguas a toda la humanidad.
Finalizo como comencé: conozcámonos más, aceptémonos más. Así, el futuro será más fácil y mejor para todos y todas.
Saludos estimados amigos y que se fortalezca la amistad entre el Foro de Sao Paulo y el Partido Comunista de China. Muchas gracias.
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