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lunes, 29 de marzo de 2021

¿Dónde reside el poder del pueblo? Socialismo y millonarios




El problema cardinal de toda revolución es el problema del poder sentenció Lenin. Cuando se iniciaron casi simultáneamente los procesos de perestroika y glasnost en la Unión Soviética y de reforma y apertura en China, no parece haberse entendido tal paradigma de la misma forma.

La dirigencia soviética (más allá de traiciones) quiso hacer reformas compartidas en las áreas política y económica. Pero incluso, cuando se realizó el referéndum para decidir el futuro del gran país de los soviets, la aplastante mayoría de los ciudadanos votó por mantener la Unión. No fue el pueblo el que rechazó el sistema. La debilidad del poder político y del partido comunista dirigido por una camarilla con Gorbachov a la cabeza, dio al traste con el mayor experimento de transformación social en la historia de la humanidad.

En China, de forma diferente, solo se adentraron en profundos cambios económicos sin arriesgar el poder político que ostentaba el partido comunista. Cuando también casi de forma simultánea con la debacle en la Unión Soviética, se intentó derrocar el poder popular en 1989, la fortaleza política de la dirección del Partido pudo enfrentar y derrotar la sedición.

Traigo este debate a cuenta de aquellas aseveraciones que apuntan a que China inició un proceso gradual de retorno al capitalismo como lo atestigua la aceptación de la apertura a la inversión extranjera, la instalación de grandes empresas privadas de capital nacional y como consecuencia de ello, la existencia de millonarios que han amasado fortunas con el visto bueno del Estado.

Sin embargo, el problema de fondo no es ese. En realidad es, cuánta capacidad le concede el Estado a esos empresarios para estructurar una fuerza política que ponga en juego el poder del pueblo. Eso en China, no ha ocurrido ni ocurrirá. En el ambiente, sigue presente aquella idea de Deng Xiaoping de que los ricos y millonarios son un mal necesario en la actual etapa de desarrollo de la sociedad y que el propio avance del país hacia el socialismo así como el fortalecimiento del Estado y la economía bajo su control harán innecesaria la existencia de ese estamento en la sociedad.

Entonces, es un modelo diferente al capitalismo donde los empresarios forman la columna vertebral que toma las decisiones sobre la sociedad y el Estado. Para ello han estructurado un verdadero poder en las sombras que hace uso de la democracia representativa como instrumento legal de dominación de clases.

Como prueba, un hecho reciente. Las autoridades chinas le impusieron una multa récord de más de 975 millones de dólares a Alibaba, el gigante chino de comercio electrónico minorista en el contexto del conflicto con su fundador, el multimillonario Jack Ma, el hombre más rico de China.

La entidad antimonopolio requirió a Alibaba para que ponga fin a la práctica de sancionar a ciertos comerciantes que vendían productos a sus rivales. También exigió a la empresa que se deshaga de algunos activos no relacionados con su principal negocio de venta minorista en línea. Además de eso Ma se había permitido criticar el fortalecimiento de la supervisión financiera de la industria de alta tecnología por parte de los reguladores estatales. En este marco, Ma y su empresa fueron obligados a corregir el comportamiento anticompetitivo y adherirse a la agenda política del gobierno que posee prerrogativas sobre la economía.

De inmediato en Occidente se especuló que esta idea iba a socavar la innovación y el espíritu competitivo que impulsó el crecimiento de China en las últimas décadas. La medida provocó intensas especulaciones sobre el destino de Jack Ma, tras su “desaparición” en octubre, pero tres meses después el millonario “apareció” en una reunión virtual con 100 maestros rurales.

Asunto resuelto, el gobierno se impuso, el mayor multimillonario de China acogió las “recomendaciones” del Estado. En Venezuela diríamos: “Así, así, así es que se gobierna”

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