Llenar los largos días de cuarentena, ha devenido en tarea necesaria para la salud y la vida. Así yo, que considero la televisión un instrumento deplorable que casi no utilizo, me he visto obligado a recurrir a ella para estirar las horas de esparcimiento tras las extensas jornadas de trabajo.
En esta situación, he comenzado a ver una serie llamada “La venganza de Analía”. No viene al caso hacer ahora un relato de la misma. Sólo decir que existe el personaje de una mujer cuyo esposo le ha pedido un divorcio que no desea, lo cual la ha llevado a un estado de paroxismo, histeria y alejamiento de la realidad que la condujo -instigada por una mente criminal- a recurrir a una abogada de dudosa reputación para que la asesora en su proceso de destruir públicamente al hombre que fue su esposo, amenazándolo con quitarle la hija de ambos.
En su desesperación, la mujer delira, fabrica fantasías, refuta los argumentos jurídicos de su propio abogado y no escatima ni siquiera en hacer daño a su hija de 12 años para lograr su objetivo cuya causa es el despecho y el rechazo de un hombre a quien se le acabó el amor, sin querer hacer juicios morales que quedan en el escrutinio de cada quien.
Esta historia me ha venido a la cabeza después de leer dos tweets del diputado Juan Guaidó, que en el mejor de los casos reflejan un estado de locura y/o alucinación que solo puede ser producido por las drogas o por la desesperación en que se encuentra cuando vislumbra que la “gallina de los huevos de oro” que está en Washington podría cambiar el objeto de su devoción.
En otro contexto, se podría suponer que los desesperados sean Pompeo, Abrams y Story cuya impotencia por mostrar resultados cuando se acercan las elecciones aquí y allá -que en ambos casos no vislumbran cifras positivas para el interés imperial- los ha llevado a hacer uso del milagroso polvo blanco que les envía Duque a raudales con el visto bueno de Story y el Comando Sur.
En el primer tweet, esta Carolina venezolana (así se llama el personaje de la serie) dice que emitió un decreto en el que declara el estado de alarma en el estado Aragua por los estragos que han causado las lluvias. Así mismo, ordena a la Fuerza Armada que se movilice para brindar la protección necesaria a las comunidades afectadas.
¿Sabrá el autonombrado y alucinado diputado que el mismo 9 de septiembre (hace más de una semana) el gobierno nacional por instrucciones del presidente Maduro desplegó a las Fuerzas Armadas en el estado Aragua y todo el centro del país para atender a la población ante el desbordamiento del río El Limón? Además de eso, el presidente constitucional de Venezuela llamó a la movilización del gobernador, alcaldes y ministros y a la Gran Misión Barrio Tricolor para que tomaran todas las medidas necesarias para el restablecimiento de la situación y la protección de los afectados. Fue la respuesta inmediata de un gobierno sensible al que le importa la vida de los ciudadanos en primera instancia. ¿Sabrá Guaidó que las fuerzas armadas llegaron al lugar de los hechos hace más de una semana cumpliendo con la orden del único Comandante en Jefe que reconocen?
Guaidó tuvo que esperar instrucciones de Washington para decir algo, no importa cuán alejado esté la realidad, pero necesita seguir cumpliendo con la actuación de títere teledirigido a cambio de los sustanciales ingresos que “este trabajo” le genera a él y a sus amigos.
En el segundo tweet, no sé si más o menos insólito que el anterior, el autoproclamado afirma que la periodista Patricia Poleo con quien se encuentra enfrentado por las diferencias producidas por una inequitativa distribución de los recursos robados a Venezuela por Estados Unidos y Colombia y que por ello lo ha denunciado públicamente por corrupción y otras bellezas, habría recibido dinero del canciller Jorge Arreaza “para crear publicidad negativa a la oposición venezolana”.
Además de ser falso, además de no tener ninguna prueba y además de que nunca la va a encontrar, lo primero que debería saber esta Carolina emergida de las cloacas de Voluntad Popular es que no es necesario pagarle a nadie para que haga “publicidad negativa” a la oposición venezolana. Eso lo hace ella solita con sus actos, con sus llamados a una invasión militar extranjera, con sus arengas por mayores sanciones, por la felicidad que públicamente manifiestan por el bloqueo y los actos terroristas. En definitiva, el único que paga por la publicidad negativa de la oposición es el gobierno de Estados Unidos que le concede generosas dádivas a Guaidó por hablar. No hace falta casi nada más. Guaidó, su propia existencia es la mejor propaganda negativa para la oposición venezolana.
En el momento en que el abogado discute con Carolina, cuando el jurista renuncia a seguirla defendiendo ante la conminación a que viole la ley, le dice le va a dar un consejo final por el que no le va a cobrar, y le recomienda que acuda a recibir ayuda sicológica.
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