19 días de bestialidad nazi-sionista en Palestina y el mundo observa impasible como se comete un genocidio sin que los mecanismos del sistema internacional puedan evitar tal barbarie. Este acontecimiento ha hecho patente y reiterado la inoperabilidad del régimen tal como existe y la necesidad de cambiarlo.
La pandemia de COVID 19 mostró al mundo la incapacidad del sistema internacional para actuar unidos en contra de un enemigo común. Ello no fue posible porque se impuso la lógica capitalista de mercado y la mayor valía de la economía vista como necesidad de lucro y ganancia de las empresas por encima de la defensa de la salud y de la vida de los seres humanos. La ONU mostró total inoperancia al momento de enfrentar la pandemia.
Dos años después, la operación militar de Rusia en Ucrania prolongó y profundizó el cáncer terminal que aqueja al gobierno mundial. El atlantismo como doctrina y el Atlántico como espacio donde se tomaban las decisiones más importantes del devenir político del planeta, está siendo superado por una red de alianzas y organizaciones que se desarrollan en el territorio euroasiático donde Estados Unidos no tiene mucho que decir habida cuenta de su vergonzosa huida de Afganistán y el fracaso de los golpes de Estado que intentó en Kirguistán (2020) y Kazajistán (2022).
Ahora son Rusia y China las que han construido un tejido de acuerdos en lo político, lo económico, lo financiero y en la seguridad en torno a la gran alianza que han creado estas dos potencias. Expresión de esto son los BRICS 11, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INTSC) y el Banco Asiático para Inversión en Infraestructuras (BAII) entre otros.