El entramado sobre el que se ha construido Estados Unidos se sostiene en la idea de ser un pueblo elegido por Dios. Un seguimiento del discurso de todos sus presidentes dará cuenta de la presencia y continuidad del concepto en todos ellos, aunque han tenido la precaución de adaptarlo a cada momento histórico.
El influyente analista político estadounidense de extrema derecha Patrick J. Buchanan citando a su colega Charles Krauthammer en un artículo publicado para un pequeño libro titulado “El propósito de Estados Unidos de América” escrito en 1991 pero que tiene particular vigencia en la coyuntura actual, dice que el ”deseo y trabajo de Estados Unidos debe ser “integrarse “ con Europa y Japón dentro de una entidad “súper soberana” que es “económica, cultural y políticamente hegemónica en el mundo” agregando que “este nuevo universalismo […] requeriría de la depreciación consciente no solo de la soberanía norteamericana sino también de la noción de soberanía en general. Esto no es tan atroz como parece”.
Esto es lo que recientemente Estados Unidos ha comenzado a llamar “comunidad internacional” y que Rusia ha denominando “la comunidad del 11% del planeta”. Según Washington todo los que no estén ahí, no existen, lo cual es aceptado en los círculos más reaccionarios de Estados Unidos y Europa.
En el caso de América Latina y el Caribe esto es particularmente aberrante a tal punto que pareciera que a veces en Washington confunden el propio nombre de su país. En un ejercicio de dislexia orgánica, creen que en vez de ser Estados Unidos de América, en realidad son “América de Estados Unidos”.