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jueves, 24 de febrero de 2022

Algunas reflexiones en torno a la crisis en Ucrania

 


Durante una entrevista realizada en días pasados, el periodista Carlos Arellano me sorprendió al preguntarme si el recuento histórico que hizo el presidente Putin en su reciente comparecencia para explicar la decisión de reconocer la independencia de Lugansk y Donetsk, era necesario.

Arellano con sapiencia, trataba de encontrar explicaciones a dicha decisión y desentrañar el intríngulis del asunto. Con mucho respeto por el presidente Putin, me permití diferir de su opinión que le achacaba la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Ucrania a los bolcheviques y a Vladimir I. Lenin.

Cuando los bolcheviques llegaron al poder, no solo tuvieron que formar un gobierno para dirigir Rusia sino todo el gigantesco imperio zarista que agrupaba a alrededor de 100 nacionalidades, la mayoría de las cuales habían sido incorporadas a la fuerza. La creación de la Unión Soviética que llegó a tener 15 repúblicas socialistas, 20 repúblicas autónomas, 125 óblasts, 7 óblats autónomos, 10 distritos autónomos y 7 krais, fue el intento diseñado por los bolcheviques para resolver el problema de las nacionalidades y darle a cada una la representación que merecía.

Si eso se deformó no fue culpa de los bolcheviques y mucho menos de Lenin. Hay que recordar que todo eso se hizo en medio del asedio absoluto del capitalismo mundial que pretendió destruir el naciente poder de obreros y campesinos cuando nacía en el marco de una hambruna generalizada de los pueblos. “Pan, paz y tierra” fue la consigna bolchevique de entonces. Por cierto, esa decisión fue la que permitió a los ucranianos tener por primera vez un Estado nacional. Si eso fue un error como planteó el presidente Putin, es bastante discutible o al menos, necesario de debatir. Pero es comprensible que entre Lenin y Putin haya diferencias, el fundador de la Unión Soviética era un revolucionario comunista e internacionalista y Putin, un nacionalista ruso que se ha propuesto defender y salvaguardar los intereses de su país cuando ya no existe el mundo bipolar.

jueves, 17 de febrero de 2022

Lo que no sabe el general Paleo


            


Venezuela fue estremecida el fin de semana con la noticia de que Argentina estuvo involucrada en la planificación y organización de una operación armada contra nuestro país. No es que haya sorprendido que Mauricio Macri y su gobierno se hayan implicado activamente en la política de Estados Unidos que intenta derrocar por la fuerza al presidente Nicolás Maduro. El asombro provino de tratar de entender la suposición errónea del ex presidente de que ello le iba a granjear “un rinconcito en los altares” imperiales (a decir de Silvio Rodríguez), para mantenerse en el poder y seguir saqueando y endeudando a su país como lo hizo de manera impoluta, condenando a las próximas generaciones a muchas décadas de subordinación y dependencia, hasta que emerjan buenos argentinos (como siempre ha ocurrido) que limpien el honor y la dignidad de su país.

El artículo escrito por el periodista Horacio Verbitsky en el portal “El cohete a la Luna”, https://www.elcohetealaluna.com/un-general-paleolitico-barbecho/ desnuda con absoluta meticulosidad la maquinación del Ejercicio Puma cuyo objetivo era una invasión a Venezuela al mando del general Juan Martín Paleo, en ese entonces comandante de la fuerza de despliegue rápido y ahora Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

El ejercicio en cuestión se realizaba en el marco de la operación diseñada por Estados Unidos para derrocar al presidente Maduro que incluyó la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente encargado”, el intento de irrupción por la fuerza y violación de la soberanía de Venezuela desde Colombia bajo el disfraz de ayuda humanitaria así como de un golpe de Estado que involucró a un insignificante contingente militar, todo lo cual tuvo absoluto apoyo de Macri al tiempo que fracasaba estrepitosamente.

jueves, 10 de febrero de 2022

Los “pinochos” de la política de Estados Unidos


Pido disculpas a los lectores por insistir en el tema, pero cuando está en juego la paz mundial y la imperiosa necesidad de impedir una guerra absurda, todos tenemos que hacer un esfuerzo por aportar a tales objetivos. Por esa razón, por tercera semana seguida, insisto en el tema. Esta vez lo abordaremos desde la perspectiva de cómo se fabrica la mentira a partir del contubernio entre gobiernos occidentales y medios transnacionales de comunicación.


La semana pasada, el Departamento de Defensa de Estados Unidos desclasificó un video del atentado suicida perpetrado por el Estado Islámico (EI) el 26 de agosto del año 2021 en uno de los accesos al Aeropuerto Internacional de Kabul causando cientos de víctimas. La investigación realizada al respecto concluye en que contrariamente a lo que se informó en un primer momento, no se trató de un atentado organizado y estructurado con alta tecnología por terroristas del EI, los que aparentemente después de la explosión, habrían disparado a la muchedumbre que se concentraba en el aeropuerto para intentar abandonar el país tras la llegada de los talibanes al poder. En realidad lo que ocurrió fue que un terrorista suicida hizo detonar "un único artefacto explosivo", según informó el jefe del Mando Central de Estados Unidos general Frank McKenzie.

miércoles, 2 de febrero de 2022

¿Quién y cómo se fabrica una guerra?

 


Es casi natural que los países (especialmente las potencias porque tienen más facilidades para hacerlo), deseen solucionar sus problemas internos desatando conflictos en el exterior. A partir de ello, se aducen ataques a su seguridad nacional, se hacen estallar falsos nacionalismos y llamados maniqueos a la unidad nacional en defensa de la soberanía y la integridad amenazada.

¿Quién puede poner en duda que el artificial conflicto de Rusia y Ucrania responde a esa lógica?, sobre todo ante el proverbial y acelerado fracaso de las administraciones de Joe Biden en Estados Unidos y Boris Johnson en Gran Bretaña. La popularidad de Biden es una de las más bajas de cualquier presidente estadounidense al finalizar su primer año de gobierno.

Según un artículo publicado por el diario Los Angeles Times el pasado 20 de enero que cita un sondeo de Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, solo un 43% de los consultados aprueba la gestión del presidente. Así mismo, apenas el 28% quieren que Biden se presente a la reelección en 2024, incluidos el 48% de los demócratas. En materia económica, la situación es peor toda vez que escasamente un 37% ve con buenos ojos la gestión del presidente. Debe considerarse que la inflación de 2021 fue la más alta en 40 años.