La semana pasada esbocé algunos puntos de vista iniciales respecto de lo que podría considerarse la doctrina militar de Trump. Un lector me escribió para decirme que no se puede hablar de “doctrina militar de Trump” toda vez que éste actúa por impulsos y emociones más que por decisiones con sustento científico y político. El reciente pasquín propagandístico publicado por John Bolton pareciera darle la razón a este lector.
Cuando hablo de doctrina militar lo sustento en el “Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica” dirigida por el brillante politólogo y educador argentino Miguel Ángel Barrios y publicado por la editorial Biblos de Buenos Aires, que establece que este enunciado dice relación con “el conjunto ordenado de leyes, reglas, procedimientos esenciales que rigen el empleo del poder militar para alcanzar los objetivos políticos de una nación por medios militares”.
En el caso de Estados Unidos como apuntaba el analista español Andrés Ortega en un artículo publicado en abril de 2015 en “El Espectador global”: “En la comunidad estratégica estadounidense hay una obsesión con las doctrinas (Nixon, Kissinger, Carter, Reagan, Bush, etc.)”.