El pasado lunes 12 de marzo, la burda caricatura de Margaret Thatcher y actual primera ministra de Reino Unido Theresa May afirmó en el Parlamento británico que es "altamente probable" que Rusia esté detrás del ataque contra el ex espía Sergei Skripal y su hija Julia. No presentó ninguna prueba al respecto, sin embargo su discurso, desató una histeria anti rusa por parte de Estados Unidos y sus adláteres, en primer lugar, de los países subordinados de la OTAN, con honrosas excepciones y otros Estados que hacen méritos para ser vistos con buenos ojos por la Casa Blanca.
Si la “alta probabilidad” sin pruebas hubiera sido esgrimida como instrumento para la toma de decisiones, el sistema internacional actual habría dejado de existir porque hubiera vivido en una continuada e ininterrumpida guerra de varias décadas de duración. Esta nueva doctrina de la “alta probabilidad sin pruebas”, debe ser considerada como una amenaza a la convivencia pacífica de las naciones, un peligro para el funcionamiento armonioso del sistema internacional y el peor atentado jamás sufrido por el sistema multilateral que emergió tras la segunda guerra mundial, afectando en primera instancia la necesidad de existencia y la credibilidad de la ONU. Si esta doctrina se impone, bastará que cualquier país afirme que existe “alta probabilidad “de que haya ocurrido una u otra cosa para que se desaten los demonios de la guerra y el conflicto, cumpliendo así los deseos y objetivos de la política exterior de Estados Unidos.
También hay que analizar el origen de esta nueva doctrina. La tradición del llamado Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, se remonta a una historia con “altas probabilidades” de mentiras, falsas verdades y elementos que han permitido la dudosa construcción de un país dominado por trogloditas que arrasaron el mundo a través de su práctica colonialista e imperial.
Comenzando con la alta probabilidad del falso patriotismo de una familia monárquica inglesa que en realidad es alemana, nacionalidad de la cual pretendió diferenciarse solo porque en el momento de adoptar el apellido Windsor en 1919, Inglaterra se encontraba en guerra con Alemania. Es altamente probable que hayan adoptado ese nombre por oportunismo e interés de hacerse del poder.
Antes, cuando la monarquía inglesa estaba en manos de la familia Tudor, fue altamente probable que necesitado de un poder divino que justificara sus satrapías, Enrique VIII, fundara su propia iglesia: la anglicana, la cual a partir de ese momento ha justificado con creces su creación, amparando todas las tropelías de su país por el mundo.
Así mismo, es altamente probable que el poderío y la riqueza de este país se hayan logrado no a través del trabajo y el esfuerzo, sino del apoyo a los piratas y corsarios que alentados y financiados por la monarquía se dedicaron durante 200 años al robo, el saqueo, el chantaje, el asesinato y la devastación. Incluso, algunos de ellos como Drake, Raleigh y Morgan obtuvieron títulos nobiliarios dando así los pasos iniciales para que la práctica del robo y el estupro fueran aceptadas como una actividad económica que podría ser considerada la madre de la especulación financiera actual.
Es altamente probable que las llamadas Guerra del Opio que Gran Bretaña desatara contra China en (1839-1842) y (1856-1860) tuvieran como objetivo el interés británico de introducir la droga en el país asiático para intentar equilibrar su deficitaria balanza de pagos y compensarla de las colosales cantidades de te chino que compraba. Es altamente probable que la derrota de la decadente monarquía china, le significara la imposición del libre comercio con Gran Bretaña (incluyendo del opio) y la cesión de Hong Kong por 150 años. Es altamente probable que estas guerras hayan inaugurado la utilización del comercio de las drogas (conocido en la actualidad como narcotráfico) como sustento fundamental de la economía capitalista, cuyos recursos fluyen articulada y ordenadamente por el sistema financiero occidental, bajo la protección de sus gobiernos, incluyendo por cierto, el británico.
Es altamente probable que la determinante influencia británica (dada su condición de primera potencia mundial) en el Congreso de Berlín, realizado entre 1884 y 1885 y que significó la repartición de África entre los poderes europeos, dieran origen al mayor genocidio de la historia en el territorio de ese continente.
Es altamente probable que la injerencia británica en el Medio Oriente que significó la creación de países, la secesión de otros y el dominio de todos por el imperio colonial británico sea causa fundamental de los graves conflictos que se viven en esa región del mundo. A un escocés: Arthur Balfour, se le ocurrió darle alas al sionismo para comenzar su apartheid contra los palestinos. A un galés: Thomas Lawrence, (conocido como Lawrence de Arabia), le cupo la brillante idea de inventar Arabia Saudita, un país salido de la nada, pero que se transformaría en principal ariete de la política británica para la región, para cumplir el acuerdo que un inglés: Mark Sykes, había firmado con un francés: François Georges-Picot, para repartirse la región ante la inminente derrota del imperio otomano.
Es altamente probable que posteriormente y en la lógica de hacerse de las grandes reservas petrolíferas y gasíferas de Irán, las agencias de inteligencia de Gran Bretaña en alianza con la CIA estadounidense diseñaran y ejecutaran la Operación Ajax para dar un golpe de Estado y derrocar al gobierno democráticamente electo del primer ministro Mohammed Mosaddeq que había nacionalizado el petróleo. Así, reinstalaron la monarquía e inauguraron el régimen más sanguinario de la historia de Irán, el del Sha Mohammed Reza Pahlevi.
La impronta británica en América Latina no ha sido menor, es altamente probable que el gobierno de Su Majestad haya estado tras las guerras de la Triple Alianza (1864-1870) que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay con Paraguay. No contentos con haber inventado a Uruguay para controlar la desembocadura del Río de la Plata, los británicos pretendían penetrar hasta las profundidades del continente, para lo cual el gobierno nacionalista de Francisco Solano López era un impedimento, por lo que Gran Bretaña conspiró con la monarquía brasileña, el gobierno del general Venancio Flores, instalado en el poder en Montevideo, por el ejército brasileño y con el presidente argentino Bartolomé Mitre para declarar la guerra, derrotar a Paraguay y destruir su exitoso modelo económico que era un ejemplo para toda la región.
Otro tanto ocurrió en la Guerra del Pacífico (1879-1883) que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia y la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Paraguay y Bolivia, en las que fue altamente probable que los intereses salitreros y petroleros británicos respectivamente condujeran a las acciones bélicas entre pueblos hermanos, causando centenares de miles de muertos, heridos y desaparecidos entre los latinoamericanos, mientras que el gran ganador fue el capitalismo inglés que se hizo de la única reserva de salitre natural del mundo en los territorios usurpados por Chile y la empresa anglo-holandesa Royal Dutch Shell que a través del conflicto en el Chaco, logró posicionarse en la región contra los intereses de la también trasnacional Standard Oil (Esso).
Es altamente probable que actuando de manera artera y traidora, Gran Bretaña (que no por casualidad es conocida como la “pérfida Albión”) ocupó por la fuerza las Islas Malvinas, a pesar de no tener ningún conflicto con Argentina en ese momento. Desde esa fecha, las ocupa ilegalmente, desoyendo a la comunidad internacional que ha llamado a un arreglo pacífico de esa controversia. Al contrario, ha llevado armamento, incluso de tipo nuclear a este archipiélago perteneciente a un continente que ha sido declarado Zona de Paz por sus gobiernos. Es altamente probable que tras esta agresión a América Latina, está la ambición de apoderarse de las gigantescas riquezas energéticas, minerales y pesqueras de las islas y su estratégica ubicación geográfica.
Es altamente probable que cuando Gran Bretaña se vio obligada a dar la independencia a Pakistán e India a mediados del siglo pasado, decidiera dejar la provincia de mayoría musulmana de Cachemira bajo soberanía india, para instalar de manera perpetua un trance entre dos grandes países de religiones diferentes, sembrando con ello la semilla de la discordia y el conflicto.
Es altamente probable que Gran Bretaña como parte de la OTAN y país subordinado a Estados Unidos, haya aportado las pruebas falsas que permitieron las invasiones de esa alianza guerrerista a Irak y Libia. En todo caso, en estos dos asuntos dejó de ser altamente probable para ser cierto, tras el propio reconocimiento del ex primer ministro Tony Blair de que había actuado bajo premisas falsas: el único detalle es que ese “pequeño errorcito” ha significado más de un millón de muertos y la inestabilidad de Irak. En Libia, el montaje del falso escenario de una represión que no existía, justificó la intervención militar de la OTAN, el desmembramiento y el conflicto que parece no terminar nunca. Vale recordar que, casualmente ambos países son grandes productores de petróleo.
Ante estos hechos de la historia, uno podría asegurar que es altamente probable que la primera ministra Theresa May sea una mentirosa, no tenga ninguna prueba de lo que afirma con respecto del doble agente ruso y todo sea una cortina de humo para salvarse de su descrédito e incapacidad de resolver el gran problema que ha significado para su país el Brexit y el posicionamiento positivo de Rusia en cada vez más regiones del planeta, en particular en Siria, Ucrania y la península coreana.
Como en la segunda guerra mundial, Gran Bretaña necesita nuevamente ahora mostrar que están siendo atacados, para que Estados Unidos acuda en su ayuda a salvarlos, al igual que en aquella ocasión cuando nunca fueron el objetivo primordial de los nazis, pero lograron con subterfugios demostrar esa situación para recabar recursos y preservarse bajo falsas premisas. Aunque toda vida humana tiene el mismo valor, la cifra de 430 mil británicos muertos y desaparecidos palidece ante los 32,5 millones de soviéticos, 16.6 millones de chinos, 7 millones de alemanes, 3,6 millones de polacos, 2 millones de japoneses y 1,6 millones de yugoslavos.
Sin embargo, esta “pérfida Albión” con toda probabilidad está apostando nuevamente por la mentira, la tensión, el conflicto y la guerra. Tal actuación es inherente a su ADN, así surgió y así se ha comportado a través de la historia.