A
fin de conmemorar el XXX Aniversario de la Guerra de las Malvinas en 1982 fui
invitado por la Honorable Cámara de Diputados de Argentina a un foro denominado
“Malvinas, causa nacional, regional y global” que se realizó en Buenos Aires
los días 28 y 29 de marzo.
Los
participantes de las bancadas de todos los partidos políticos representados en
el Parlamento renovaron su compromiso con la lucha por la restitución a la
soberanía argentina sobre las islas Malvinas y, apoyaron las acciones
emprendidas por el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández para avanzar a
una negociación que haga prevalecer la vía pacífica para la superación de una
de las herencias del pasado colonial que
aún existe en nuestra región. La causa de Malvinas ha recibido el apoyo de
Unasur y Celac lo que fue altamente valorado por los participantes en el evento
que enfatizaron en el sentir de que
dicho apoyo ha creado una situación más favorable para Argentina en el proceso
de negociación que se debería realizar bajo el alero de la ONU.
Sin
obviar el origen colonial de la ocupación británica sobre las islas, mi
ponencia en el panel “Mirada regional
sobre Malvinas” versó sobre la inserción de la cuestión Malvinas en la lógica
global del siglo XXI, a partir de la crisis mundial y la necesidad de Occidente
de sostener su modelo de consumo.
En
ese sentido, Malvinas tiene un múltiple interés para las potencias imperiales.
En primer lugar posee gigantescos yacimientos de petróleo y gas que pretenden
ser explotados por empresas transnacionales, incluso violando acuerdos que han
firmado Gran Bretaña y Argentina en tanto se mantenga la situación colonial.
Por
otro lado, las Malvinas son una base militar de Gran Bretaña y la OTAN que
junto a las que poseen en las islas
Ascensión y en Santa Helena conforman un
imponente triángulo de control sobre el Atlántico Sur. Adicionalmente, si las
unimos con las que Estados Unidos tiene
en las islas de Diego García en el
Océano Índico conforman una portentosa tenaza de vigilancia de los pasos del
sur de África y América, lo cual cobra un valor estratégico, sobre todo ante la
escalada de tensión en el Oriente Medio y la posibilidad del cierre del paso
por los estrechos que comunican el Golfo Pérsico con el Océano Índico, de éste con el Mediterráneo y posteriormente
con el Atlántico.
Así
mismo, las Malvinas son un canal de navegación en ruta hacia la Antártida,
único continente inexplotado en nuestro planeta y en el que se supone existen
importantes recursos naturales ambicionados por las potencias. Es menester
recordar que el Tratado Antártico fenece en 2041, y necesariamente se tendrá
que abrir una nueva negociación sobre el tema, en el que la soberanía sobre territorio
en las cercanías del casquete polar jugará un papel fundamental.
Finalmente
no hay que olvidar las extraordinarios reservas de pesca que existen en las
cercanías de Malvinas que hacen de éstas un espacio vital en el plano de la seguridad
alimentaria de cara al futuro.