Al escribir estas líneas es
la 1 y media de la madrugada del lunes 24 de octubre en Buenos Aires y se ha
consumado la aplastante victoria electoral de la presidenta Cristina Fernández
de Kirchner al obtener casi el 54% de los sufragios de los argentinos. No sólo fue
re elegida en su cargo sino que además, su agrupación política, el Frente para
la Victoria obtuvo 8 de 9 gobernaciones provinciales en juego y el quórum
necesario de 129 diputados y 37 senadores para controlar ambas cámaras del
Congreso.
La presidenta Fernández
obtuvo una de las más altas votaciones alcanzadas por un candidato/a a
presidente/a en la historia, sacando más de 35 puntos porcentuales a su más
cercano contendiente, el socialista Hermes Binner, dejando –dicho sea de paso-
al candidato de la derecha en tercer lugar con un miserable 11%.
Entre los datos a considerar
cuando se realizan los cómputos finales del evento electoral está la importante
presencia de los jóvenes kirchneristas agrupados en La Cámpora que han obtenido
al menos 10 diputados, los que sumados a la numerosa representación que tienen
en otros cargos del gobierno y del Estado, así como de conducción y dirección
de las organizaciones sociales dan cuenta de un movimiento que se prepara para
mantener en el tiempo la estrategia elaborada por Néstor Kirchner a quien
Cristina en su discurso de festejo en la tradicional Plaza de Mayo llamó “el
fundador de esta victoria” y para que no hubiera equívocos destacó que “…sin
él, sin su coraje y sin las cosas que se atrevió, hubiera sido imposible llegar
hasta aquí. Jamás dejó sus convicciones mientras tuvo aliento”, y agregó: “no
hablo de él como marido, que nadie se equivoque”. Los jóvenes que se agolpaban
multitudinariamente en la madrugada bonaerense lo validaban: “Soy argentino,
soy soldado del Pingüino”.
Para
América Latina y el Caribe y en particular para el sur de nuestro continente
este triunfo significa la posibilidad de dar continuidad a las políticas de
integración en las que Néstor Kirchner primero, y Cristina Fernández después,
han jugado un papel relevante en cada una de las instancias que se han ido
creando para construir un espacio alternativo de acercamiento y participación
en el desarrollo, la independencia y la defensa de la soberanía al margen de los dictados imperiales.
Es menester recordar
en un día de victoria como éste que fue en Argentina en aquellas memorables
jornadas de noviembre de 2005, hace casi 6 años cuando el engendro imperial
llamado ALCA pasó a mejor vida por el empuje de los pueblos de la región y sus
presidentes.
Hoy, también el
pueblo argentino refrendó con su voto la voluntad integracionista de su
presidenta, para que su gobierno siga jugando un papel apreciable
en el acercamiento con sus hermanos de América Latina y el Caribe y para que el
poderío económico de Argentina, su prestigio internacional y su talante
democrático sean uno de los ejes sobre el cual gire la unidad de nuestros
pueblos.
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