Hace dos semanas, se celebró en Caracas la XXIII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Dos lectores por separado me escribieron para preguntarme si no iba a escribir sobre ese acontecimiento. Casualmente, unos días después la Secretaría General de la ALBA que tiene su sede aquí en Caracas, me invitó a dar una ponencia en el seminario “La unidad latinoamericana y caribeña frente a la geopolítica imperial”. El texto que sigue a continuación es una versión resumida de dicha ponencia en la que intento hacer un aporte para la construcción de esta idea y de esta alianza.
Hablar de la ALBA obliga a hacer un análisis retrospectivo que nos dé las pautas del surgimiento de esta propuesta. Para ello, voy a regresar un poco para entender el contexto histórico, en que se desarrollaron las luchas de Bolívar, para estudiar su legado, que hoy tiene presencia, porque arropados bajo las ideas de Bolívar es que se puede construir hoy una alternativa al neoliberalismo.
La historia de Nuestra América independiente es la historia de la confrontación entre dos ideas: la monroista y la bolivariana. James Monroe diseñó una política exterior para Estados Unidos que en primera instancia se proponía alejar –en interés propio- a los europeos de América. Asumieron que América era una región destinada por Dios para ser dominada por Estados Unidos. De ahí viene la política del “Destino Manifiesto” A esa idea de Monroe que expuso en diciembre del año 1823 en un discurso ante el Congreso de Estados Unidos, Bolívar respondió casi inmediatamente. Se vivía un momento de culminación de las luchas de Independencia, y en 1824, dos días antes de la Batalla de Ayacucho, hizo un llamamiento para que los países independientes se reunieran en Panamá, en un Congreso donde se iban a sentar las bases de la unidad latinoamericana.
A partir de entonces, Estados Unidos empieza a construir su idea de la integración la idea panamericana, que se sustenta en su hegemonía sobre la región. A esta idea se opuso la propuesta bolivariana que plantea que “Nuestra América”, como posteriormente la llamó Martí en una visión más amplia, debía construir su propia identidad y hacer su propio proceso de integración. Esta contradicción aún hoy no está resuelta.