El 10 de
enero de 1870, el secretario de Marina de Estados Unidos le dirigió una carta al
Capitán de Fragata Thomas O. Selfridge en la que le informaba que quedaba a
cargo de una expedición que debería “… hacer una inspección en el istmo de
Darién a fin de determinar el lugar más conveniente para abrir un canal desde
el océano Atlántico hasta el Pacífico…”. El Secretario caracterizaba tal
encomienda como “…una misión relacionada con la mayor empresa de nuestra
época”.
En 1880
se iniciaron las obras de construcción del canal a cargo de una empresa
francesa, la Compañía Universal del
Canal de Panamá, que dirigía Ferdinand de Lesseps, el mismo que había dirigido
la edificación del Canal de Suez concluido en 1869. El nuevo proyecto no llegó
a buen término, las labores se paralizaron en 1882 para ser retomadas un año
después en medio de múltiples problemas generados por la imposibilidad de
resolver de manera inmediata los retos de ingeniería que encaraba una obra tan
compleja, así como por la gran cantidad de trabajadores que contraían fiebre
amarilla o malaria, enfermedades que no tenían tratamiento conocido en la
época. En 1889 la construcción el canal interoceánico fue suspendida
definitivamente.
En 1902,
Estados Unidos compró los derechos para construir el canal y al año siguiente
firmó con Colombia un nuevo Tratado, el Hay-Herrán que establecía las bases del
acuerdo para la construcción y administración del mismo. La novedad es que
obtuvo en arriendo perpetuo la concesión de una franja de 9,5 kilómetros que cubría ambos lados del canal a través de
todo el istmo entre los dos océanos. Sin embargo, el Senado de Colombia rechazó
tal Tratado por ser lesivo a los intereses nacionales y a la soberanía del
país. Esta decisión detonó las ambiciones secesionistas de ciertos sectores de
la oligarquía terrateniente panameña que manifestó su descontento por el
rechazo al acuerdo Hay-Herrán.
Desde
1901, en Estados Unidos gobernaba Teodoro Roosevelt, caracterizado por la
aplicación de una férrea política intervencionista y una clara vocación
imperialista. Roosevelt no dudó en girar instrucciones para estimular la
secesión panameña de Colombia en alianza con fracciones de la élite panameña
que se identificaban con la política estadounidense. Así, con la presencia del
navío de guerra Nashville de la armada de Estados Unidos en el puerto de Colón
en el Caribe panameño, la rebelión separatista se consumó el 3 de noviembre con
la Independencia de Panamá. Tan sólo 15 días después, en Washington se firmó un
nuevo Tratado en el que Panamá estuvo representado por el lobbyista francés
Philippe Bunau-Varilla quien secretamente había negociado con Estados Unidos su
intervención en la rebelión secesionista. El Tratado Hay-Bunau Varilla cedió a
perpetuidad a Estados Unidos el uso de una franja de territorio de 16
kilómetros de ancho a ambos lados del canal y en toda su extensión. A cambio Panamá,
obtendría 10 millones de dólares y un pago mensual de 250 mil dólares.
Algunos
años después Roosevelt declaró abiertamente “Tomé Panamá y dejé que el congreso
discutiera”. En 1921, Colombia aceptó una indemnización de Estados Unidos por
25 millones de dólares por la usurpación de su territorio. En 1904 el Tratado
Hay-Bunau Varilla fue ratificado por los parlamentos de ambos países. Desde ese
momento se inició la larga lucha del pueblo panameño por la recuperación de su
territorio ocupado a la fuerza por una potencia extranjera.
Ya en
1947 se produjeron grandes manifestaciones de rechazo ante la intención de
ampliar la presencia de bases militares estadounidenses a territorios fuera de
la Zona del Canal, pero fue en la década de los años 50, sobre todo a partir de
las acciones de los jóvenes y los estudiantes
cuando el pueblo panameño comenzó a expresar mucho más abiertamente el
repudio a la usurpación de su soberanía. En todas ellas, la bandera panameña
fue un símbolo de la lucha por la recuperación de la soberanía.
Al
finalizar la segunda guerra mundial, el paso interoceánico comenzó a jugar un papel subsidiario en la
importancia estratégica de la Zona del Canal. La instalación en ese lugar de la
sede central del Comando Sur, autoridad militar superior de Estados Unidos para
la ejecución de su política militar en el hemisferio occidental, aunada a la
creación de la OEA y la firma del TIAR, configuró una red de dominación y de
consolidación hegemónica de Estados Unidos en la región. Las bases militares
navales y aéreas estadounidenses
llegaron a ser 21 según informó en 1967 la Sociedad Panameña de
Ingenieros y Arquitectos (SPIA) quien denunció que en realidad dicho componente
militar (que incluía la tristemente célebre Escuela de las Américas)
sobrepasaba el lindero de la zona y se adentraba en el territorio de la
República de Panamá.
Desde
este punto de vista, la lucha de los panameños por el rescate de la soberanía
sobre la totalidad de su territorio incorporaba también un componente
internacionalista y solidario para con toda la región afectada por las
constantes intervenciones militares emanadas de la Zona y por la represión que
los oficiales latinoamericanos ejercían en sus propios países tras adquirir de
las fuerzas armadas de Estados Unidos los conocimientos sobre la tenebrosa
Doctrina de Seguridad Nacional que consideraba a los pueblos como el enemigo a
derrotar.
En 1963,
se acordó que la bandera panameña fuera izada junto a la de Estados Unidos en
los edificios civiles de la Zona, lo cual se pondría en práctica a partir del
1° de enero de 1964, sin embargo tal decisión no se cumplió. El 7 del mismo
mes, los estudiantes estadounidenses izaron su bandera en la Escuela Superior
de Balboa, los panameños aspiraban a hacer lo mismo en cumplimiento del acuerdo
al que se había llegado. El día 9,
estudiantes del Instituto Nacional de Panamá obtienen permiso para izar su
bandera en la Escuela Superior de Balboa, lo cual es rechazado violentamente
por estudiantes estadounidenses de la Zona y sus familiares con el apoyo de la
policía militar que acude a reprimir a los panameños quienes se repliegan a un
lugar seguro. Sin embargo, la noticia de lo ocurrido se divulgó muy rápidamente por diferentes sectores aledaños
al canal, a partir de lo cual ciudadanos indignados acudieron a ayudar a los
estudiantes reprimidos por la policía. Las fuerzas de seguridad estadounidenses
de la Zona, así como residentes de la misma comienzan a utilizar armas de fuego
contra los estudiantes que protestaban. Estos comenzaron a acudir en número
creciente, contando con el apoyo de miles de ciudadanos indignados por la
represión por lo que la policía es desbordada,
pidiendo ayuda a las Fuerzas Armadas, a pesar que su virtual enemigo estaba despojado de
armamento y solo portaba su bandera nacional como símbolo de la lucha que
habían emprendido.
En la
noche, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos desplegaron la 193 Brigada de
Infantería, la que portando armamento de combate y contando con el apoyo de
artillería y blindados arremeten contra los manifestantes trayendo como
consecuencia la muerte 22 de ellos, además causando alrededor de 400 heridos.
Las acciones se prolongaron hasta el día 11 cuando la presencia de las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos se hizo patente incluso en ciudades panameñas, bajo
el argumento de dar persecución a estudiantes que habían participado en las
acciones del día 9.
Esos 22 estudiantes
panameños son considerados héroes y mártires en su país. Su recuerdo acompaña
permanentemente las luchas de su pueblo. Al cumplirse 50 años de su muerte
heroica, la llama permanente de su vida joven entregada a la batalla por la
soberanía nacional brilla hoy en un país que recuperó su territorio y está
aparentemente libre de la soldadesca yanqui que mancilló su tierra sagrada.
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