Como
hemos dicho en otras oportunidades es imposible estudiar la problemática del
mundo árabe y musulmán sin comprender la lucha por la hegemonía que ha estado
presente en esa región desde el desmembramiento del Imperio Otomano al
finalizar la primera guerra mundial en la que los turcos fueron aliados de
Alemania. La disputa por el dominio y control de dichos territorios concluyó
con una distribución “amistosa” de los mismos entre Gran Bretaña y Francia.
El
instrumento utilizado para “legalizar” este acuerdo franco-británico fue el
Tratado Sykes Picot, firmado ya antes de finalizado el conflicto el 16 de mayo
de 1916. Su denominación responde al nombre de los negociadores Mark Sykes por
Gran Bretaña y Charles Picot por Francia. Tal como había ocurrido 30 años antes
cuando durante el Congreso de Berlín de 1884-1885 las potencias coloniales se
habían repartido el territorio africano, ahora repetían la operación en la
extensa área del desaparecido imperio que se extendía por tres continentes y en
cuyo subsuelo se encontraban las mayores reservas de energía del planeta. Al
margen, vale decir que este tratado del cual fue desplazado y marginado Estados Unidos fue lo
que llevó a la potencia norteamericana a decidir poner el énfasis en
Venezuela, -en la búsqueda de petróleo
fuera de sus fronteras- donde encontró ambiente propicio durante la dictadura
de Juan Vicente Gómez.
Pero,
volviendo al tema, es trascendente decir que este Tratado consagró cinco zonas,
una de control británico y una de control francés, otra que dio forma a un
protectorado británico, una cuarta, a uno francés y, finalmente una de
administración internacional en las ciudades de Nazareth y Jerusalem.
Gran
Bretaña recibió el actual Irak, Persia (ahora Irán), Palestina y toda la península
arábiga, Francia asumió el control de los territorios vigentes de Siria y
Líbano. El Tratado Sykes-Picot dio origen
al mapa actual del Medio Oriente que respondía más a los intereses
coloniales y hegemónicos de las potencias que a las verdaderas identidades
culturales y religiosas de los pueblos que desde hace milenios viven en la
región. Así surgió Arabia Saudita, de un acuerdo británico con la familia Saud
y crearon Transjordania (hoy Jordania) donde instalaron a la monarquía
hachemita que había sido desplazada en Arabia. Inventaron el territorio de
Irak, uniendo a Bagdad, con Basora y Mosul, pero antes le arrebataron la
estratégica provincia de Kuwait, creando una monarquía regida por un emir que
se mantuvo como protectorado británico hasta 1961. Lo mismo ocurrió con los
Emiratos Árabes Unidos hasta 1971.
De
igual manera, este tratado dio la pauta para que posteriormente Gran Bretaña
“autorizara” la creación de un Estado sionista en Palestina a través de la
Declaración Balfour en 1917. En ese marco, “rebanó” una parte del territorio
sirio (bajo mandato francés) a fin de
transportar petróleo a través de un oleoducto que iba desde Irak a Palestina en
el mar Mediterráneo. El Tratado Sykes-Picot es el origen de la mayoría de los
conflictos en el Medio Oriente porque tuvo una clara orientación colonialista e
imperialista.
La
respuesta de los pueblos árabes provino desde todas las expresiones de la
política y la ideología. Un fuerte sentimiento nacionalista e islámico comenzó
a generar una lucha de resistencia a la ocupación que a través de diversas
manifestaciones dio origen a organizaciones que se enfrentaban a los
colonialistas británicos y franceses.
Sin
embargo, aunque algunas de estas organizaciones nacieron enarbolando las
banderas del nacionalismo y la lucha anticolonial, pronto sus líderes fueron
cooptados por las metrópolis y crecieron en las últimas décadas bajo el alero y
la protección de Gran Bretaña con la que han mantenido sólidas y permanentes
relaciones de colaboración. Entre ellas hay que mencionar en primer lugar, a la
cofradía de los Hermanos Musulmanes (HM), fundada en 1928 y perteneciente a la
rama suní del islam. Los HM son la más antigua, influyente y radical
organización islámica. Son partidarios de una aplicación violenta de su
religión que apela a la necesidad de que los países de mayoría musulmana
practiquen un islam “puro y riguroso”.
El
origen religioso de los HM hay que buscarlo en las tendencias más radicales del
islam: el salafismo y el wahabismo. Los primeros propugnan que los musulmanes
deben vivir el islam como lo hicieron los primeros antecesores, aplicando las
leyes islámicas. Las fuentes de la ley islámica son el Corán, la sunna y en el
islam sunnita, las cuatro escuelas o madahib, mientras que los chiitas siguen
una sola escuela diferente de las sunnitas.
Los
salafistas son expresión de una corriente radical musulmana que predica la idea de que se debía aplicar el
principio de que “Dios me ordenó luchar contra todos aquellos, que no
manifiesten la declaración de fe musulmana”. Sin embargo, la mayoría de los
musulmanes rechazan la violencia y el terrorismo del cual han sido víctimas por
casi un siglo.
Por
su parte, la otra corriente que impera entre los HM es la wahabita que tuvo su
origen en Arabia y hoy es la que permite dar la interpretación oficial del
islam en Arabia Saudita, toda vez que la familia real ha prestado un enorme
apoyo financiero y logístico para su crecimiento y expansión. Es una corriente ultra radical que se ha
propuesto un amplio plan de implantación en el mundo.
Es
así que los HM se han asumido como el brazo político de estos movimientos ultra
radicales. A partir de 1949 su liderazgo lo asumió Sayid Qotb quien desde muy
joven se formó en Estados Unidos, regresando a Egipto con ideas extremistas que
lo llevaron a desarrollar una política de terror dentro y fuera del país por lo
que el presidente Gamal Abdel Nasser acusó oficialmente a los HM de
terroristas, prohibió su funcionamiento en Egipto, deteniendo y ejecutando a su
principal líder en 1966.
El
pensamiento y las ideas de Qotb fueron tomadas por la mayoría de los grupos
islámicos terroristas nacidos en los años setenta como Al Qaeda y sus líderes Osama Bin Laden y
Ayman Al Zawahiry. A partir del apoyo que han recibido de las monarquías
petroleras árabes se han fortalecido y expandido por el mundo árabe y por
Occidente
Hoy
los HM gobiernan en Egipto, Turquía, Marruecos y Somalia y, tienen importante
presencia en Gaza, en la oposición siria al gobierno de Bashar el Assad,
Jordania, Sudán, Irak, Túnez, Libia y Nigeria. En Afganistán, los
talibanes son expresión de estas ideas musulmanas fundamentalistas. Como caso
curioso, se puede mencionar que el partido
de la Justicia y el Desarrollo
que es la expresión en Turquía (único país musulmán de Europa) de los HM fue
aceptado como observador en el Partido Popular Europeo, conglomerado de derecha
que cuenta con más de 70 miembros de 40 países y que lidera los gobiernos en la
mayoría de ellos.
Para
Estados Unidos ha sido muy complicado explicar su ambivalente relación con
estas organizaciones y países. Varios de los Estados mencionados son los
principales aliados de Occidente en la región sirviendo a sus intereses en
contra posición de la voluntad de la mayoría de los pueblos árabes. Ayudaron a
negociar el aplastamiento de la rebelión en Egipto para instalar a los HM en el
poder; armaron, fortalecieron e instruyeron militarmente a Al Qaeda, para
después declararlos terroristas cuando según ellos atacaron su propio
territorio, pero recientemente han recurrido
a sus servicios para instrumentar
la invasión a Libia y la guerra para derrocar al gobierno sirio; no tienen
manera de explicar la ausencia de democracia y violación de los más elementales
derechos humanos por las retrógradas monarquías árabes que son sus principales
abastecedores de hidrocarburos y, a la vez, sus más privilegiados compradores
de armas.
Mientras
tanto, a través de sus medios de comunicación y su cine pretenden crear una
visión falsa y estereotipada de los pueblos musulmanes y árabes poseedores de
tradiciones ancestrales y una vasta cultura que ya existía miles de años antes
que Estados Unidos -e incluso la mayoría de los países europeos- se
constituyeran como nación. Al contrario, sus vínculos más sólidos son con las
corrientes más reaccionarias y atrasadas del mundo árabe que finalmente son sus
aliados porque sirven a los intereses imperiales en contra de la voluntad de
sus propios pueblos.
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