El escenario internacional que cubrió la elección para definir los constituyentes en Venezuela el pasado 30 de julio, estuvo marcado por la amenaza del presidente Trump de adoptar sanciones contra el país, si finalmente (tal como ocurrió) los comicios se llevaban a efecto. En un primer momento, el pasado 26 de julio, Estados Unidos decidió sancionar a 13 funcionarios del gobierno venezolano a quienes se les congelaron sus cuentas bancarias en Estados Unidos y, además tal medida les impide realizar negocios dentro del país norteamericano, en fecha posterior la administración estadounidense aprobó el lunes 31, medidas similares contra el Presidente Nicolás Maduro con lo que además de congelar los activos que tuviera en ese país, se prohíbe a cualquier estadounidense establecer vínculos personales con el presidente venezolano.
En el momento de redactar esta nota, no se conocía de nuevas sanciones, sobre todo aquellas de carácter masivo que pudieran afectar aún más la economía venezolana. Como se observa, las medidas adoptadas menoscaban individualmente las actividades económicas personales de esos 13 funcionarios, además del presidente Maduro, pero no ha habido acciones contra el comercio bilateral.
Una primera lectura sobre estas decisiones arroja que a pesar que el presidente Trump anunciara personalmente en su cuenta de twitter que se tomarían “decisiones económicas urgentes” contra Venezuela, la medida tomada contra el presidente Maduro parece más una acción de carácter simbólica determinada a calmar a la opinión pública norteamericana, en particular a la de extrema derecha vinculada al senador Marcos Rubio, que una decisión encaminada a deteriorar aún más la economía de Venezuela. Sin embargo, apenas han transcurrido cinco días de los comicios y es muy temprano para suponer que estas medidas serán las definitivas.
Vale decir, que existen varias condicionantes que coadyuvan a entender esta situación, sin que se pueda dejar de suponer que el objetivo final de la administración estadounidense sigue siendo la deposición del gobierno de Venezuela por cualquier vía:
1. Los fabricantes estadunidenses de combustibles y petroquímica (AFPM por sus siglas en inglés) que representan al 95% del sector de refinación de Estados Unidos enviaron el 27 de julio una carta al Presidente Trump como continuación de otra misiva del 6 de julio, expresando preocupación por las posibles sanciones que se tomarían contra el sector energético venezolano.
Le recuerdan al Presidente, que Venezuela exporta a ese país cerca de 750 mil barriles diarios (entre 9 y 10% de las importaciones de Estados Unidos) de crudo pesado, -siendo el tercer mayor abastecedor de crudo de Estados Unidos detrás de Canadá y Arabia Saudita- que va dirigido a más de 20 refinerías ubicadas casi todas en las costas del Golfo de México las cuales han hecho sustanciales inversiones para refinar este tipo de petróleo que no puede ser sustituido por otro más liviano. Así mismo, afirman que las sanciones desestabilizarían el mercado de crudo porque no se podría asegurar un suministro de productos de igual calidad y en cortos plazos.
2. La continua caída de las reservas de petróleo en Estados Unidos, aunque las mismas se mantienen en niveles históricamente altos, la tendencia a la baja ha sido continua en los últimos meses. Sin embargo, la producción de combustibles ha aumentado, lo que ha provocado la caída de los inventarios y el alza de los precios internacionales del crudo. Además de eso, la producción de enquisto en Estados Unidos está mostrando fuertes signos de desaceleración. Todo esto recomienda cautela al gobierno de Estados Unidos antes de aprobar sanciones contra la industria petrolera de Venezuela, sin descartar por ello que las puedan tomar.
3. El propio Washington Post alertó en un artículo publicado el 31 de julio acerca del acelerado aumento que podría experimentar el precio de la gasolina en Estados Unidos en caso de que el gobierno de ese país sancione a la industria petrolera venezolana.
Así mismo, Estados Unidos ha recibido opiniones, incluso de algunos gobiernos latinoamericanos y del propio gobierno de España por boca de su ministro de relaciones exteriores, en el sentido que las futuras sanciones deben asegurar que afecten solo al gobierno, no a la población, ya que en tal caso siempre han sido contra producentes. Este aspecto sería el que el gobierno de Estados Unidos está estudiando antes de decidirse por otras medidas de carácter punitivo. Europa está siendo muy cautelosa respecto de la aprobación de sanciones contra Venezuela, en el mismo momento que las medidas de ese tipo contra Rusia afectan empresas europeas, específicamente del sector energético, aunque sus gobernantes siguen reverenciando vergonzosamente a Estados Unidos. La Unión Europea (UE), suele seguir a España, -que es el país más incisivo contra Venezuela en su seno- en las decisiones respecto de Iberoamérica, incluso en aquellas políticas erradas del gobierno de Madrid que arrastraron a toda Europa como es el caso de Cuba, por lo que evaluará detenidamente antes de aprobar sanciones contra Venezuela, cuando ya se observan fuertes resistencias en este sentido, encabezadas por Francia que ha manifestado no querer sanciones contra Venezuela. Fuentes europeas citadas por la agencia Europa Press, refiriéndose a los países de la UE han dicho que “la mayoría de estados miembro no están muy a favor” de avanzar en sanciones por ahora contra el país suramericano al cuestionar su “eficacia”.
Aunque es importante decir que hay otro tipo de sanciones económicas que si están afectando a todos los venezolanos, cuando casi todas las líneas aéreas de América Latina dejaron de volar a Venezuela, lo cual intenta aislar al país de la región.
Por otra parte, las profundas contradicciones internas que está enfrentando Estados Unidos hacen muy difícil esbozar un análisis racional respecto de cuáles pueden ser los pasos futuros que adopte el gobierno de ese país sobre Venezuela. La política exterior está en una fase crítica en la que no se sabe quien toma las decisiones, tampoco si éstas responden a la voluntad presidencial o no. Por ejemplo:
1. El 25 de julio el Director de la CIA Mike Pompeo afirmó que “China es la mayor amenaza para Estados Unidos debido a su poderío en el ámbito económico, así como por sus programas de espionaje”. Dos días después, el 27 de julio, el general Mark A. Miley Jefe de Estado Mayor del Ejército dijo que “Rusia es el único país que representa una amenaza para nuestra existencia”.
2. El 1° de agosto el Senador Lindsey Graham afirmó respecto de Corea que “Si va a haber una guerra para detenerlos, que sea allá. Si miles mueren, van a morir allá, no van a morir aquí y [el presidente Donald Trump] me lo dijo en la cara...estoy diciendo que [las opciones militares son] inevitables si Corea del Norte continúa”. El mismo día y sobre el mismo tema el Secretario de Estado Rex Tillerson afirmó que “No buscamos un cambio de régimen; No buscamos el colapso del régimen; No buscamos una reunificación acelerada de la península; No buscamos una excusa para enviar nuestros militares más allá del paralelo 38. Y estamos tratando de transmitir a los norcoreanos que no somos su enemigo, ni somos su amenaza, pero ustedes nos están presentando una amenaza inaceptable y tenemos que responder".
3. Sobre el tema de Venezuela, en la mañana del martes 2 de agosto se conoció que durante la noche del día anterior, Michael Fitzpatrick subsecretario de Estado Adjunto para Suramérica afirmó que “Queremos dialogar con el gobierno del presidente Maduro”, y agregó “No reconocemos necesariamente gobiernos paralelos o aparte. Respetamos el gobierno oficial de Venezuela y del presidente Maduro en este momento”. Al mismo tiempo, el jefe de Fitzpatrick el Secretario de Estado, Tillerson aseguró que “Estamos evaluando todas nuestras opciones políticas para ver qué podemos hacer para crear un cambio de condiciones [en Venezuela] donde o bien Maduro decida que no tiene futuro y quiera marcharse por voluntad propia, o nosotros podemos hacer que el gobierno vuelva a la Constitución”.
¿A quién creerle? Es evidente que Estados Unidos no cesará sus acciones contra Venezuela y que éstas serán de todo tipo: militares, políticas, diplomáticas, económicas como han sido contra Cuba durante 55 años.
En resumen, la oposición ha sido derrotada en toda la línea, si hace algunas semanas afirmé que el problema era, en su mayoría internacional y mediático, ahora digo con absoluta certeza que en este momento ha pasado a ser totalmente internacional y mediático. Los resultados electorales con una masiva participación popular, así como la firmeza y unidad de las fuerzas armadas dan cuenta de que la situación solo podría cambiar si hay una contundente intervención extranjera, pero incluso, en ese frente, la propuesta violenta de la oposición se ha debilitado. Las permanentes declaraciones de apoyo a la paz, el diálogo y la negociación por parte de Rusia, incluso del propio presidente Putin, y más recientemente la de China, así como la del presidente francés Emmanuel Macron (3 de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) han sido muy importantes, y en la región el frente anti Venezuela se ha reducido a Estados Unidos y 12 países más de los 34 que existen en el continente americano, los que difícilmente lograrán aprobar alguna resolución en la OEA, sobre todo después de las elecciones del domingo que también fueron una derrota para Luis Almagro.
El ámbito internacional será el próximo gran frente de batalla, sobre todo por la fuerte presión de Estados Unidos, donde no se sabe quien prevalecerá, por lo que la humanidad deberá estar pendiente del twitter de Trump, el cual puede señalar un día que Rusia “is very bad” y al día siguiente, todo lo contrario.
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