La valoración histórica del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) viene dada por ser éste, el último en el que participará la generación que dio origen a la revolución cubana. Según todos los analistas, este tema entraña el problema de fondo del futuro del proceso revolucionario, cual es, si la ausencia física de los líderes históricos no interrumpirá el devenir de la construcción del socialismo en Cuba, sobre todo después de los cambios acaecidos en los últimos dos años en la relación con Estados Unidos y la ya anunciada avalancha de novedosas formas intervencionistas que provendrán de la potencia del norte.
En el Congreso, el discurso del Comandante Fidel Castro fue en la práctica una formal despedida de su pueblo. A su vez, Raúl confirmó su salida del poder al concluir su mandato presi
dencial en 2018. Conscientes de esta situación, la dirección del PCC con Raúl a la cabeza se ha dado a la tarea de solidificar la institucionalidad del Estado y el Partido, a fin de que la firmeza que da la estatura moral de Fidel, Raúl y los otros dirigentes que desde 1953 vanguardizaron la lucha por la toma del poder y desde 1959 lo dirigen, tenga continuidad en la fortaleza de un país con instituciones sólidas y seguras para resistir los embates del futuro.
Este Congreso fue en los hechos, una segunda parte del anterior, el VI, realizado en 2011, el primero sin que Fidel estuviera en la máxima dirección del Partido y el Estado. Frente a los agoreros que vislumbraban un desmoronamiento del sistema cubano, las tareas trazadas por ese Congreso se han ido cumpliendo “sin prisas, pero sin pausas” como acostumbra a decir Raúl.
En este evento se aprobaron los siguientes documentos:
5. Resolución acerca del Cumplimiento de los Objetivos de Trabajo aprobados por la Primera Conferencia Nacional del PCC y las directrices del Primer Secretario.
Sería muy extenso referirse en un artículo corto como éste a cada documento en particular, pero sintetizando se puede decir que el Congreso se abocó a revisar los acuerdos del anterior, en cuanto al proceso de transformación de la economía cubana o lo que los cubanos llaman “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”, así mismo hizo una evaluación que permitió conocer que el 21% de los acuerdos se han cumplido totalmente y el 78% se encuentra en fase de implementación. Este VII Congreso agregó 50 nuevos lineamientos a ser evaluados en el próximo Congreso.
De la misma manera, durante el cónclave se trazaron las pautas de desarrollo de la economía cubana en el mediano plazo, estableciendo ejes estratégicos y la creación de cimientos para el desarrollo económico del país a partir de la implementación de una gestión de gobierno “eficaz, socialista y de integración social” que se propone “la transformación productiva e inserción internacional; el desarrollo de infraestructura, potencial humano, la ciencia, la tecnología, la innovación, los recursos naturales y el medio ambiente, y el desarrollo humano, la equidad y la justicia”, como metas para el año 2030.
Por otra parte, el VII Congreso se propuso elaborar los basamentos teóricos que sustentarán el modelo económico cubano. En este aspecto, fueron particularmente relevantes los debates sobre la definición acerca del enfoque de nación y los fundamentos para el ejercicio de la democracia en Cuba.
Finalmente, el Congreso aprobó resoluciones en torno al trabajo del PCC y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) estableciendo parámetros en torno al crecimiento de la militancia, así como los 60 años como edad máxima para ingresar al Comité Central y hasta 70 años para desempeñar cargos de dirección en el Partido, y la reelección de los máximos dirigentes solo una vez hasta cumplir un lapso total de 10 años en sus responsabilidades.
El nuevo Buró Político conserva 12 de sus miembros, solo 3 forman parte del liderazgo histórico de la Revolución e incorpora 5 nuevos, de ellos tres mujeres, dando continuidad al proceso de renovación iniciado hace varios años. Raúl Castro fue reelegido como Primer Secretario y José Ramón Machado Ventura como Segundo Secretario del Comité Central.
De la misma manera, este evento mostró la extraordinaria capacidad de Raúl Castro para desdoblarse en sus dos funciones de presidente de la república y máxima autoridad del Partido Comunista. El discurso amplio y conciliador que corresponde a un estadista, que incluso lo llevó a decir en la Cumbre de la CELAC en Panamá, que el Presidente Obama “era un buen hombre”, contrastó con el del Informe Central al Congreso en el que fiel a su estilo concreto y conciso expuso a través de su tradicional retórica crítica y autocrítica y desde la perspectiva revolucionaria y socialista, los avances y las trabas surgidas en el proceso de reformas económicas emprendidas a partir del anterior Congreso. En palabras del presidente cubano: “El obstáculo fundamental que hemos enfrentado, tal y como previmos, es el lastre de una mentalidad obsoleta, que conforma una actitud de inercia o de ausencia de confianza en el futuro”. Alertó en torno a que incluso “…han estado presentes aspiraciones enmascaradas de restauración del capitalismo como solución a nuestros problemas”.
La reiteración en mantener como objetivo supremo del PCC, la “construcción de un socialismo próspero y sustentable” se acerca como solución, -tal como lo vengo diciendo desde hace casi diez años- a los experimentos chino y vietnamita, sólo que esta vez, acorde a la propia experiencia pasada, Cuba está construyendo su propio modelo, que sobre todo parte de la raíz martiana y del ideal de independencia y soberanía edificado en una permanente lucha en contra del interés imperial de Estados Unidos de apoderarse de la isla, incluso desde alrededor de 100 años antes de su independencia formal del colonialismo español.
Toda esa tradición, ha permitido cimentar una sólida identidad nacional que fusionada en el siglo XX, con la resistencia del pueblo cubano a los gobiernos neocoloniales y el ideario de Fidel surgido a partir de “La historia me absolverá”, y fortalecido en más de 50 años de firmeza y aguante al inhumano bloqueo gestado por la principal potencia imperial del planeta, permiten visualizar “las bases teóricas y las características esenciales del modelo económico y social al que aspiramos como resultado del proceso de actualización” tal como lo dijo Raúl en su informe. El llamado final fue “en pos de la consecución de una nación soberana, independiente, socialista, próspera y sostenible”, como para que no quedaran dudas del rumbo socialista de Cuba a pesar del cambio de táctica de Estados Unidos en su afán de destruirla.
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