La invasión a Libia es la primera guerra que se desata en el marco del nuevo sistema internacional de Balance de Poder. Tal como ocurrió durante la última década del siglo pasado, y al comenzar éste, el mundo se debate en una suerte de limbo político sin saber cuál es la invisible estructura de poder que regula su funcionamiento. Teóricamente ese papel lo juega la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero esta se encuentra secuestrada por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad que de manera dictatorial toman las decisiones sin consultar a la gran mayoría del planeta.
Muchos dirán que esto no es nada nuevo, pero sí lo es. En 2001, Estados Unidos se aprovechó del ataque terrorista en su territorio para imponer un sistema internacional unipolar. La falsa disyuntiva planteada por el Presidente Bush “O están con el terrorismo o están con nosotros” obligaba a los países del mundo a una sola opción que no dejaba espacios para disentir.
Sin embargo, la crisis económica, la debacle financiera, el desastre ecológico, la hambruna global, la incapacidad de solventar su voracidad energética ha hecho que hoy sea imposible para Estados Unidos sostener la unipolaridad.
En ese contexto los “Estados canallas” (tomo el concepto de la reciente Declaración de intelectuales africanos sobre Libia) se han puesto de acuerdo para compartir el mundo a partir de sus intereses. Libia ha sido el primer paso; los miembros del Consejo de Seguridad (incluyendo los 5 Brics, entre ellos Brasil) aprobaron la invasión a Libia.
Lo más probable es que una resolución similar a la 1973 de la ONU que legalizó la intervención en Libia se intente contra Siria primero e Irán después. Es factible que China y Rusia la veten, porque estos países están enmarcados en el espacio de sus intereses estratégicos. Estados Unidos, la “bestia herida”, sedienta de petróleo dará un nuevo zarpazo, buscará la manera, se refugiará en las formas, encontrará aliados y lo justificará de cualquier manera.
Será el fin formal del sistema internacional actual, porque la Carta de la ONU quedará obsoleta, ya no servirá a los intereses de las potencias que la crearon al finalizar la 2da. GM. Se han comenzado a dar pasos en ese sentido. No ha habido conflicto en los últimos tres años en que los estados canallas no se hayan puesto de acuerdo en África, Asia, Medio Oriente o América Latina, en ninguno se han manifestado contradicciones profundas. Es un equilibrio entre ellos, en el que los países del sur no participamos. Podemos hablar de Kirguistán o Georgia, de Corea o Taiwán, de Palestina o Irán, de Sudán o Libia, de Honduras o Costa de Marfil.
No es esa la multipolaridad que queremos, sencillamente porque eso no es multipolaridad. Es una balanza de poder. Si logran ocupar Siria e Irán, los Estados canallas se pondrán de acuerdo nuevamente para repartirse el botín. Y tratarán de que nos olvidemos de conceptos como soberanía, derechos humanos, democracia, no injerencia, dirán que es parte del pasado.
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