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sábado, 29 de abril de 2017

OEA. La diferencia entre saber y no saber


El 24 de julio de 1964, Pablo Neruda, futuro Premio Nobel de Literatura dirigió un cable de protesta por la realización en Washington de la IX Reunión de Consulta de Cancilleres de los países de la OEA. En la misiva, el gran poeta chileno pidió que la OEA: ”… aproveche dignamente reunión cancilleres proponiendo investigación sobre intervención y apoyo del Departamento de Estado Norteamericano en golpes fascistas militares en Guatemala, Paraguay, Nicaragua, Ecuador y Brasil. Política norteamericana favorece regímenes de terror en América Latina contra nuestros pueblos. Reunión actual es fruto de coacción y presión Departamento de Estado para dividir las naciones sudamericanas. Cancilleres son presionados económicamente para aislar y hambrear a una nación hermana. USA quiere que crimen de genocidio contra el pueblo cubano sea decretado por nuestros gobiernos para esconder sus propósitos de suplantar gobierno de liberación cubano por acostumbrados títeres obedientes a Washington”. El mensaje jamás fue respondido. Era imposible que Neruda supiera que iba a ser asesinado en un hospital de Santiago de Chile por los militares que usurparon el poder 12 días antes, bajo el alero intervencionista de Estados Unidos y la OEA

Un año después, el 5 de mayo de 1965, el futuro presidente de Chile Salvador Allende expresó que “Si hubiera una Organización de Estados Americanos con dignidad, se aplicarían (sanciones) contra los Estados Unidos, agresor e invasor que ha pisoteado los principios permanentes de respeto a la autodeterminación y soberanía de los países”. No podía saber en ese momento, que sería derrocado 8 años después por un golpe de Estado organizado y financiado por Estados Unidos con el apoyo de la OEA.

Entre junio y julio de 1973 se hizo una reunión especial de la OEA en Lima. Jorge Vázquez, subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno peronista de Héctor Cámpora expuso que la crisis de la OEA se debía a que ésta “… en la mayoría de los casos resultó un obstáculo en relación con los aislados esfuerzos del continente para superar la balcanización de América, producto decantado de la diplomacia imperialista” y agregó que la organización era “un instrumento de la política norteamericana (...) que hasta ahora sólo nos ha producido amarguras y frustraciones”. Basándose en este diagnóstico de crisis, Vázquez reclamó la inmediata revisión del TIAR, que consagraba un “sistema anacrónico y obsoleto” para adaptarlo a la nueva realidad de un mundo multipolar. Estas palabras no podían anticipar que tres años después Estados Unidos bajo resguardo de la OEA habría de apoyar el golpe de Estado en Argentina que produjo miles de asesinados y 30 mil desaparecidos, tampoco suponía que Estados Unidos iba apuntalar a Gran Bretaña en 1982, cuando intereses “superiores” lo hicieron olvidar los “objetivos supremos” de la carta de la OEA y el TIAR en la Guerra de las Malvinas. 

El 7 de septiembre de 1977, durante la firma de los Tratados Torrijos- Carter, en la propia sede de la OEA, el general Omar Torrijos expuso que: “En nombre de la verdad lógica, quiero manifestarle que este Tratado que firmaremos, y que deroga el que ningún panameño firmó, no goza de un total consenso en nuestro pueblo. Porque 23 años acordados como período de transición son 8.395 días. Porque permanecen por este tiempo bases militares que convierten a mi país en un posible objetivo estratégico de represalia, y porque estamos pactando un Tratado de neutralidad que nos coloca bajo el paraguas defensivo del Pentágono. Pacto éste que, de no ser administrado juiciosamente por las futuras generaciones, puede convertirse en un instrumento de permanente intervención”. Visionario, el General Torrijos previó la invasión militar de Panamá que un 20 de diciembre de 1989, habrían de concretar las Fuerzas Armadas de Estados Unidos con el aval implícito de la OEA.

Con todos estos antecedentes, Juan Bosch el más ilustre dominicano del siglo XX, al hacer una comparación entre las elecciones de la Nicaragua sandinista y Estados Unidos escribió en diciembre de 1984 que la dinastía Somoza mantuvo una dictadura que había durado 42 años, “… tiempo suficiente para que la OEA se preocupara por lo que estaba pasando en la patria de Rubén Darío y Augusto Cesar Sandino, pero la OEA no dio señales que le importara en lo más mínimo lo que pasaba en Nicaragua; es más a la hora de formar las mal llamadas Fuerzas Interamericanas de Paz que debían ocupar militarmente el territorio de la República Dominicana, la OEA injertó en ellas una cantidad importante de militares nicaragüenses, señal de que consideraba muy democráticas a la dictadura somocista, puesto que confiaba en ella para la tarea de preservar la paz en nuestro país”. Bosch si sabía de lo que estaba hablando, su país fue invadido y ocupado varias veces por Estados Unidos, la última en 1965, dos años después del golpe de Estado que derrocó su gobierno, con el apoyo de Estados Unidos y el visto bueno de la OEA. 

Por su parte, en su reflexión: “¿Tiene la OEA derecho a existir?” del 14 de abril del 2009 el Comandante Fidel Castro resumía toda una vida de indómita resistencia del pueblo cubano a la agresión permanente de Estados Unidos afirmando categórico y con el aval de 50 años de lucha y más de 600 intentos de asesinato organizados, armados y financiados por los distintos gobiernos estadounidenses que “La OEA tiene una historia que recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos de América Latina” y a continuación puntualizando en torno a la posibilidad de que Cuba reingresara a la organización, expuso que el en ese entonces Secretario General José Miguel Insulza ”sabe que nosotros no queremos ni siquiera escuchar el infame nombre de esa institución. No ha prestado un solo servicio a nuestros pueblos; es la encarnación de la traición. Si se suman todas las acciones agresivas de las que fue cómplice, estas alcanzan cientos de miles de vidas y acumulan decenas de años sangrientos” Respecto del futuro de la OEA. Fidel sentenció que “El tren ha pasado hace rato, (…) Algún día muchos países pedirán perdón por haber pertenecido a ella”.

El 25 de mayo de 2009, durante una reunión de cancilleres del Alba, el Comandante Chávez se preguntaba “¿Cuándo la OEA se ha pronunciado en torno a todas las agresiones que ha sufrido Cuba? por ejemplo, ¿cuando la OEA se ha pronunciado acerca de todas las agresiones que ha sufrido Venezuela incluso el Golpe de Estado de 2002, y de todo lo que aquí ha ocurrido?… Por ejemplo cuando el Caracazo tampoco dijo nada, solo salió a defender a Carlos Andrés Pérez y a la supuesta acción para restituir la democracia, mientras un pueblo era masacrado y estaba llorando a sus muertos, miles de muertos”. Hablaba con conocimiento de causa, ese golpe de Estado fue avalado por el silencio de la OEA y el apoyo a quienes habían usurpado ilegalmente el gobierno.

Venezuela acaba de tomar una decisión histórica que le evita -como dijo Fidel- tener que pedir perdón por su membrecía en la más repugnante organización internacional de la que se tenga memoria en la historia regional. Es una decisión tardía, debió tomarse el 16 de diciembre de 1999, día posterior al del referéndum en que el pueblo de Venezuela soberanamente adoptó el nombre de República Bolivariana para el país. Desde ese día era un contrasentido seguir perteneciendo a ese engendro imperial agresivo, pero como dice el proverbio “nunca es tarde si la dicha es buena”. Hoy en Venezuela si se sabe para qué sirve la OEA. 

No tiene ningún sentido pertenecer a una organización que es capaz de violar su propia Carta para actuar ilegalmente en contra de uno de sus miembros, solo con el fin de acatar los deseos y la voluntad de otro, por muy poderoso que éste sea. Hoy, el Libertador ha sido reivindicado. Su llamamiento al Congreso de Panamá del 7 de diciembre de 1824 se ha hecho realidad en la decisión del gobierno de Venezuela de denunciar la Carta de la OEA (organización panamericana) y simultáneamente convocar a una reunión de CELAC, (organización latinoamericana y caribeña), el 2 de mayo, en la que sin la presencia de Estados Unidos, se podrá debatir de igual a igual y sin tutelajes. Muy seguramente, los corifeos de Washington (si asisten) tratarán de ser voceros de los intereses imperiales, pero tendrán que hacerlo de frente, y sin la protección y seguridad que le da el insepulto cadáver del ministerio de colonias.

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