En
la mañana del 28 de mayo de 1948, tres hombres se reunían en la Calle Orlando
West N° 8115 en Soweto, un suburbio de la ciudad de Johannesburgo en Sudáfrica.
En la casa minúscula residía el joven abogado Nelson Mandela junto a su esposa
y sus dos pequeños hijos. Además de él, asistían al cónclave, Oliver Tambo, profesor de matemáticas de 27
años y Walter Sisulu, de 32, pasante de
un gabinete inmobiliario.
El
objetivo de la reunión era debatir acerca de las perspectivas que se
vislumbraban después de las elecciones que se desarrollaban ese día y en las
que la mayoría formada por 25 millones de negros no podía participar. Sólo los
5 millones de blancos tenían derecho a votar. Aunque el régimen de
discriminación racial había existido en el país por cerca de 3 siglos, esta
vez, por vía electoral, se pretendía con la victoria del Partido Nacional
Purificado, consagrar el establecimiento de un sistema de segregación racial
inspirado en el ideario de Adolfo Hitler. Una vez obtenida la victoria, Daniel
Francoise Malan, el líder de tamaño despropósito anunció “La historia de los
afrikáners revela una voluntad y una determinación que permiten pensar que el destino
de nuestro pueblo no es obra de los hombres, sino creación de Dios. Sudáfrica
nos pertenece por fin. Roguemos a Dios que sea siempre así”. El apartheid había
nacido como ideología oficial del gobierno y el Estado sudafricano.
Mandela
fue enfático ante la situación creada,
entendió desde un primer momento que aunque el apartheid era un concepto
nuevo, se sustentaba en una antigua idea. Lo novedoso era la legalización del
modelo construido por tres siglos por lo que estableció que había que estar
preparados para defenderse de una nueva ofensiva –ahora más peligrosa- del Estado racista. Estaba absolutamente
persuadido que los líderes que tenía en ese momento la principal organización
política de lucha contra la segregación racial, el Congreso Nacional Africano
(ANC), fundado por el abogado Pixley Seme en 1912 no estaban a la altura de los
acontecimientos y que se hacía necesario un relevo generacional que asumiera el
pensamiento nacionalista africano a partir de la Liga de los Jóvenes que había
creado en 1943 junto a Tambo, Sisulu y otros militantes y, que predicaba el
derrocamiento de la supremacía blanca y el papel protagónico de los negros en
su propia liberación y construcción de un
régimen democrático. Así mismo, Mandela se preguntaba cuánto tiempo se podía
seguir sosteniendo el ideal de no violencia que había sustentado el ANC a
través de sus tres décadas y media de
lucha.
Así,
el 26 de junio de 1952 dio inicio a la Operación de Resistencia “Defiance
Campaign” que en varias ciudades del país movilizó a grandes multitudes de ciudadanos negros que
comenzaron a resistir las leyes segregacionistas. Mandela arengaba a los
manifestantes “El tiempo de la resistencia pasiva ha terminado. La no violencia
es una estrategia vana y no será capaz de derribar a una minoría blanca
decidida a conservar el poder a toda costa. La violencia es la única arma que
destruirá el apartheid. Amigos, debemos estar listos en un futuro próximo para
emplearla”. La represión fue brutal, miles de manifestantes fueron encarcelados,
los allanamientos se multiplicaron en residencias y oficinas. Mandela es
detenido y condenado a suspender toda actividad política por dos años. Sin embargo, la “Defiance Campaigne” trajo
como consecuencia la incorporación de cientos de nuevos militantes a la causa
anti apartheid que reconocían al ANC como su organización y a Nelson Mandela
como su líder.
Acorde
con las nuevas necesidades de la lucha el CNA asume que tiene que prepararse
para conducir las inéditas formas de lucha y pasar a la clandestinidad. Sus principales cuadros viajan al
exterior. Mandela recibe instrucción en
Argelia. A su regreso a Sudáfrica, la situación del ANC es difícil,
la policía sudafricana ha logrado infiltrar a un agente en la dirección del
movimiento, lo que conduce a la detención de la mayor parte de sus dirigentes.
Poco tiempo después, Mandela corre la misma suerte, es capturado y enjuiciado.
El 21 de junio de 1964 es condenado a trabajos forzados a perpetuidad. Durante
el juicio, decide defenderse a sí mismo. En su alegato expone: “Creo que los
hombres de este país no pueden permanecer sin reaccionar frente a la
injusticia, no pueden permanecer sin protestar contra la opresión, sin tratar
de establecer una sociedad capaz de vivir según sus aspiraciones” y reafirma
que “… es la tiranía que reina en este país la que ha hecho de mí un criminal.
No mis actos. Soy declarado criminal por el solo hecho del ideal que defiendo”.
Mandela
y sus compañeros son trasladados a la prisión de la isla de Robben donde se le
asigna el número 466/64. Permanecerá ahí por los próximos 18 años. En ese largo
período sus carceleros intentaron todo tipo de medida de amedrentamiento, al no
tener relojes, pierden la noción del tiempo, se les obliga a romper bloques de
cal durante 10 horas diarias, son mal alimentados, los hacen dormir desnudos y
sólo puede llegar una carta cada seis meses,
es el mismo tiempo que demora en recibir una visita aunque en ocasiones
ese lapso se extendió hasta por dos años. Así mismo, sus familiares son
acosados, perseguidos, amenazados y hasta encarcelados. Este hombre de hierro muestra su mayor
fragilidad cuando recibe las terribles noticias del fallecimiento de su madre y
su hijo mayor.
Pero,
la lucha no cesa, cientos de miles se incorporan al combate, muchos asumiendo
la lucha armada para enfrentar al régimen racista. La resistencia del pueblo
sudafricano y de sus líderes en prisión comienza a estremecer las conciencias
en distintas latitudes del planeta. La ONU decretó un embargo para la compra de
material militar y se estableció un boicot para comerciar con el gobierno
segregacionista. Así mismo, el mapa de África empezó a cambiar, sobre todo en
la región austral del continente. El sistema colonial se derrumbaba. Angola y Mozambique lograron su
Independencia, así mismo en Rhodesia del Sur y Rhodesia del Norte sus gobiernos
segregacionistas se derrumbaron surgiendo las nuevas repúblicas de Zimbabwe y
Zambia. Sólo Namibia ocupada por Sudáfrica quedaba como aliada del apartheid,
pero los combatientes de la Organización del Pueblo del Suroeste de África
(SWAPO) también desarrollan la lucha armada en contra del ejército sudafricano de ocupación. Años después este
país también logró su Independencia.
El
ejemplo de resistencia de Mandela y sus compañeros atravesaba los barrotes de
su pequeña celda e inundaba todos los rincones del país que crecientemente se
rebelaba, a pesar de los miles de asesinados, detenidos y torturados. Transcurría el cuarto mes de 1982 cuando
Mandela y tres de sus compañeros son
transferidos a una prisión en el continente donde les dan “mejores condiciones”
de subsistencia. Era una primera manifestación de “debilidad” que auguraba el
fin del apartheid. Se le ofrece su libertad a cambio de rechazar la violencia
que su organización lleva adelante como forma principal de liberarse del
apartheid. El prisionero responde públicamente en voz de su hija Zindzi en un
gran acto en el Estadio del Soweto: “No amo menos la libertad que ustedes. Pero
no voy a mercadear el precio de esa libertad ni el derecho de mi pueblo a esa
libertad…”.
Madiba,
como lo llama cariñosamente el pueblo sudafricano debe permanecer en prisión
otros 8 años. El 2 de febrero de 1990 el jefe del apartheid, Frederick de Klerk
anuncia las negociaciones para el establecimiento de los derechos de todos los
ciudadanos del país, asimismo informa acerca de la legalización del CNA, el
Congreso Panafricano y el Partido Comunista y
comunica la próxima libertad de todos los presos políticos. Mandela y
sus compañeros son liberados sin condiciones
el 11 de febrero.
Las
negociaciones son largas y complicadas. Durante 4 años se manifiestan
resistencias de ambos lados, pero finalmente el 3 de junio de 1993 los
negociadores anuncian que el 27 de abril de 1994, por primera vez habrá
elecciones libres en Sudáfrica. Mandela es elegido presidente con el
62,65% de los sufragios. El 10 de mayo, Madiba asumió el cargo de presidente de Sudáfrica. Sus palabras
vibrantes estremecieron la conciencia de millones de personas en todo el país y
el mundo cuando demandó “Que nunca, nunca, nunca más, este hermoso país conozca
la opresión de un hombre sobre otro”.
El
hombre que estuvo injustamente privado de su libertad por 27 años salió del
presidio para ser presidente de Sudáfrica, Ninguna de sus acciones de gobierno
estuvo motivada por la venganza o los deseos de retaliación. Quien entendió que
se debía utilizar la violencia para derrotar al oprobioso régimen que imperaba
en su país, ahora clamaba por la paz para construir el futuro. Al finalizar su
gobierno en 1999 abandonó la vida política activa.
Mañana,
18 de julio cumplirá 95 años, sigue luchando y lo hará hasta el último minuto
de su existencia. Cuando llegue ese momento entrará al Olimpo de los inmortales
de la historia. Feliz cumpleaños Madiba!!!!!!!!
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