La actitud de la oposición golpista después de
finalizado el proceso eleccionario del
domingo pasado en Venezuela, se inscribe en la política desestabilizadora de
Estados Unidos en el continente que ha sido avalada por los sectores más
retrógrados de la derecha europea.
Para Venezuela, no es algo nuevo, casi desde el mismo
momento en que Hugo Chávez asumió la conducción del Estado, la potencia
norteamericana ha puesto en juego todos sus instrumentos de intervención para
producir una regresión que le devuelva el poder a la oligarquía que había
puesto a su disposición la riqueza del país, en primera instancia el petróleo y la energía. En esa medida,
Estados unidos ha estado detrás del golpe de Estado y el sabotaje petrolero de
2002 y una vez fracasadas ambas intentonas, puso a disposición de la oposición
venezolana recursos financieros,
mediáticos y hasta paramilitares colombianos en la búsqueda de derrocar al gobierno
constitucional de la República.
Hoy, envalentonado nuevamente por el apoyo
estadounidense y español, el candidato Capriles recurre a un expediente de
violencia que busca conquistar por la fuerza el triunfo que no pudo obtener en
las urnas.
Sin embargo, los actores internacionales han hecho
caso omiso de la intentona y han expresado apoyo al gobierno y al Estado
venezolano y reconocimiento a Nicolás Maduro como presidente para el período
2013-2019. Unasur (con la excepción del suspendido Paraguay) y Celac en la
misma situación, han actuado acorde a los principios de dichas organizaciones,
han respetado el veredicto que han emitido las autoridades electorales del país
reconociendo públicamente al nuevo presidente y enviando a sus embajadores al
acto que certifica su victoria.
La actitud contraria ha provenido de manera primordial
de Estados Unidos y España y de la decadente Europa. Por su parte, la decisión
en igual sentido de la OEA se inscribe en la recurrente actitud de su
Secretario General quien para conservar
su cargo debe seguir los dictados de Estados Unidos. Hay que recordar que el
señor Insulza forma parte de la misma coalición de gobierno de Ricardo lagos,
presidente chileno que avaló el golpe de Estado de 2002.
Venezuela libra hoy una nueva batalla, América latina
y el Caribe le han dado su apoyo y potencias relevantes en el escenario
internacional como Rusia y China también lo han hecho. La oposición de estados
Unidos, España y el secretario general de la OEA revelan la validez de esta
lucha y la justeza de la misma.
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