En junio de 1950 Kim Il Sung inició una acción militar
para unificar Corea que había quedado dividida después de la ocupación japonesa
y su posterior derrota en la segunda
guerra mundial, la que llevó a que -en
el marco de la guerra fría- las tropas
soviéticas se estacionaron en el norte del paralelo 38 y las estadounidenses al
sur. Sin embargo, cuando en 1949 la mayor parte de las tropas extranjeras
abandonaron la península coreana, las estadounidenses permanecieron en
ella donde se mantienen hasta hoy.
Ante la ofensiva de Corea del Norte en pro de la
unificación, el presidente estadounidense Harry Truman sin una declaratoria
previa de guerra del congreso de su país, ordenó una invasión a Corea. Truman
tampoco solicitó permiso a la Organización de Naciones Unidas (ONU) para enviar
sus naves de guerra al Mar del Sur de China con el objetivo supuesto de
proteger su flanco sur, pero que en
realidad perseguía el resguardo de
Chiang kai Shek que había sido derrotado en la guerra civil china y buscó
refugio bajo salvaguarda estadounidense
en la isla de Formosa.
La invasión estadounidense comandada por el general
Douglas Mac Arthur logró impedir la unificación coreana derrotando a las tropas
del norte. China que había hecho su revolución el año anterior y que ya se
encontraba bajo el liderazgo de Mao Tse Tung y el Partido Comunista,
evaluó que la intervención militar en
Corea y la presencia de naves de Estados Unidos en su mar meridional perseguían
el mismo interés de llevarla a una guerra
y advirtió a los estadounidenses de tal peligro.
Mac Arthur evadió considerar tal aviso y lanzó en
noviembre de 1950 una ofensiva llamada “Home by Christmas” (Navidad en casa),
ante lo cual China reaccionó enviando 180 mil soldados que lograron detener el
avance estadounidense y empujarlos hasta el sur del paralelo 38. A finales del
año 1951, China realizó una nueva ofensiva que estabilizó las posiciones a
ambos lados de la antigua frontera. Las tropas chinas se retiraron después que
ambas Coreas firmaron un armisticio el 27 de julio de 1953 en la aldea
fronteriza de Panmunjom, que suspendió el conflicto al costo de casi dos millones de ciudadanos muertos y
heridos y la destrucción del 85 por ciento de la infraestructura de Corea del
Norte y, sin que como colofón hubiera un acuerdo de paz que finalizara
formalmente el conflicto.
Las actitudes belicistas de Mac Arthur eran tan
desproporcionadas que el propio Truman se vio obligado a destituirlo
cuando descubrió que el general había trazado planes para
lanzar proyectiles nucleares sobre ciudades chinas.
Los antecedentes anteriores nos permiten entender con
claridad tres elementos que ayudarán a comprender el contexto histórico del
conflicto coreano por un lado y el marco actual en el que se desarrolla, por el
otro. Son ellos:
1.
El conflicto coreano tiene
su origen en la guerra fría y el mundo bipolar.
2.
Estados Unidos ha sido
-desde el primer momento- el país invasor en la península coreana.
3.
Desde el propio nacimiento
de la República Popular China en octubre de 1949, el conflicto coreano ha sido
utilizado por Estados Unidos para garantizar su presencia imperialista en Corea
y su actitud amenazadora contra China. Mientras existió la Unión Soviética
también sirvió como flanco occidental de su componente militar en Asia, el cual
ha seguido cumpliendo esa función contra Rusia después de 1992.
Muchas personas de buena voluntad se preguntan cómo un
país tan pequeño y débil osa amenazar a Estados Unidos, la mayor potencia
militar del planeta. Han llovido los epítetos sobre sus dirigentes, una
caracterización interesada de los mismos y la consabida ridiculización e
inducción que lleva a una configuración mediática del conflicto y sus
protagonistas más directos como parte del habitual plan desinformador de los
medios de comunicación encargados de configurar la caricatura correspondiente
al caso.
También he tratado de desentrañar este intríngulis que
ha convocado a personas honestas de todo el planeta que aman la paz y la han
hecho un objetivo de su quehacer de
vida. Creo haber encontrado la respuesta al leer el periódico de la ultra
derecha golpista chilena “El Mercurio”. En un artículo de su propia elaboración
(no cita fuentes) publicado el jueves 11 de abril titulado “Corea del Sur,
EE.UU. y Japón suben alerta por posible
lanzamiento de misil coreano” se puede
leer “Si algo han demostrado las últimas semanas de amenazas incendiarias es
que importa más lo que Norcorea hace que lo que dice, aunque anuncie incluso un
“mar de fuego”. Y los movimientos de misiles balísticos de medio alcance a su
costa este acompañadas de de una retórica menos intensa que en otras
oportunidades, fueron suficientes para elevar los niveles de alerta militar de
Corea del Sur y de Japón, los vecinos que el régimen totalitario desprecia”.
Esta interpretación hecha por el pasquín chileno nos
deja a las claras que la supuesta amenaza proviene de la retórica porque
importa más “lo que se hace que lo que se dice”. Lo cierto parece ser que la República
Popular Democrática de Corea (RPDC) ha tenido que recurrir al desafiante y
peligroso recurso de la retórica para que el mundo tome conciencia de que su
país y su pueblo han vivido por casi 60 años bajo la amenaza directa de la
presencia militar de Estados Unidos que tiene desplegados en la península
alrededor de 27 mil 500 soldados dotados del más poderoso armamento aéreo,
naval y terrestre del que se tenga conocimiento.
En ese contexto, la RPDC se ha visto obligada a
mantener un alto nivel de disposición combativa de sus fuerzas armadas que
contaron con la ayuda inicial de la Unión Soviética para el desarrollo de su
industria militar, lo cual incluyó la tecnología para la construcción de su
propio armamento nuclear. La amenaza militar
de Estados Unidos ha sido permanente, continua y creciente. Como señala el periodista cubano Elson
Concepción “Solo durante el gobierno
de Clinton en Estados Unidos, se pudo apreciar un respiro pacífico cuando se
prestó atención a los reclamos de la República Popular Democrática de Corea y
se suspendieron los ejercicios militares que cada año ha desarrollado el
Pentágono en esa península”.
Los gobiernos posteriores
del republicano Bush y el demócrata Obama han incrementado tal situación,
llegando incluso al estacionamiento de medios portadores de armas
nucleares en la península coreana,
incluyendo misiles y submarinos atómicos elevándose durante la actual
administración el potencial destructivo de dicho armamento.
La RPDC ha actuado acorde
a los más elementales principios de defensa de su soberanía. No puede quedarse
de brazos cruzados esperando ser agredida para generar una capacidad de
respuesta que debe ser desarrollada con mucha antelación si quiere que sea
efectiva.
La respuesta de la RPDC
ante la agresión de Obama es osada y temeraria. Sus autoridades deben estar
conscientes del riesgo que asumen, pero aparte de la retórica no hay ningún
elemento que permita afirmar seriamente que están capacitados para atacar a
Estados Unidos. La tensión en el área no es deseable en ningún caso, sin
embargo, esa retórica les ha permitido poner el tema en la órbita mundial
incluso a costa de ser etiquetados, acosados y hasta bloqueados. De eso, los
latinoamericanos y en particular los cubanos podríamos contar algunas
historias.
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