La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC) es el punto más alto jamás
logrado en la búsqueda de un acercamiento de los pueblos y países del sur del Río
Bravo. Ha venido a concretar la lucha y los sueños libertarios por el que
entregaron su vida millones de mujeres y hombres a lo largo de dos siglos en nuestra región.
Para llegar a la primera reunión cumbre realizada en
la Riviera Maya en México se debieron superar múltiples inconvenientes hasta
consolidar la idea de que a pesar de las diferencias políticas, ideológicas y
filosóficas que tengan coyunturalmente los gobiernos que ostentan el poder en
cada uno de los países, -en un mundo tan convulso como el que se vive, lleno de
incertidumbres de cara al futuro, con disimiles amenazas globales que provienen
de la ambición hegemónica desmedida de los centros del poder mundial-, es
imperativo enfrentar tales complejidades desde la fuerza que concede unir las fortalezas
de cada uno, construir a partir de las complementariedades y entender que la
diferencia no debilita sino que vigoriza cuando se entienden las diversidades en
tal calidad.
Nunca se dijo que iba a ser fácil. Nunca lo ha sido.
La disyuntiva no es construir a favor o en contra de Estados Unidos. La
disyuntiva es construir con o sin Estados Unidos. Es el destino de las relaciones
internacionales de América Latina desde el nacimiento de sus Estados
independientes a comienzos del siglo XIX. La integración es monroista,
panamericana y gira alrededor de una hegemonía imperial que se impone o, es
bolivariana, nuestramericana y se da entre actores que respetan las diferencias
sobre la base de criterios de equidad y solidaridad entre iguales, entendiendo
y superando las asimetrías económicas,
de fortaleza militar, superficie y población.
En
noviembre de 2011, previo a la Cumbre de Caracas alertábamos en un artículo
publicado bajo el título de “La Cumbre de la CELAC. Trascendencia
y futuro” que era “…evidente que esta Comunidad de Estados va a tener retos y
obstáculos que superar. Ya se vivieron en la Riviera Maya cuando el ex
presidente de Colombia (me refería a Álvaro Uribe) en uno de los últimos
estertores de su vida política, trató de
sabotear- al igual que Santander hace
180 años- la magna cita. Estados Unidos, desarrollará una política con todos
los instrumentos coercitivos a su alcance para evitar que esta nueva organización
tenga éxito. Es lo que hizo en el Congreso de Panamá y es lo que ha hecho
durante toda su vida como nación”. En torno a ello, proponíamos en el mismo
artículo que “Al respecto resulta imprescindible que todo el proceso de
negociación – de alcance regional y sin excluir a ningún país – para la
constitución de la Comunidad esté presidido por la identificación de aquellos
factores, elementos, propuestas y áreas de política donde se puedan encontrar
espacios de convergencia y complementariedad entre todos los gobiernos de la
región.”
En su corto andar la Celac
ha logrado construir importantes consensos en torno al rechazo al bloqueo
estadounidense a Cuba y el irrestricto apoyo a Argentina en su reclamo por la soberanía de las Malvinas.
La reciente reunión cumbre de Santiago de Chile advierte algunos avances en
cuanto a un discurso que se aleja un poco más
de la retórica neoliberal, sin embargo debió sortear –y lo hizo con
éxito- la emboscada de la derecha internacional que tuvo en el anfitrión,
Sebastián Piñera, el estandarte de tal estratagema.
En un país que como Chile el
cual desde 1972 -cuando se desarrolló durante el gobierno de Salvador Allende
la III Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)-, jamás
había tenido un evento internacional de tal envergadura, esta cumbre pasó
absolutamente inadvertida para el conjunto de la población.
Salvo la farandulera
transmisión de la llegada de los jefes de estado en la que los medios de
comunicación comentaban acerca de las características de los aviones que los
trasportaban y los atuendos que lucían las primeras damas, los santiaguinos se
enteraban que “ocurría algo” al paso de las raudas comitivas de vehículos que
transitaban las calles de la capital chilena. La prensa y la televisión se
encargaron de elevar a la categoría de “diosa” a la canciller alemana Angela Merkel que venía a “dar las instrucciones de lo que
debía hacerse” y dieron inusitada relevancia al cadáver político de Mariano
Rajoy que más que jefe de estado, parecía representante de las empresas
transnacionales españolas en la búsqueda de nuevos mercados. Eso, la I Cumbre
empresarial Celac-UE, los ataques de la ultraderecha fascista contra Cuba y su
presidente Raúl Castro y el repudio racista y colonial a los reclamos de Evo
Morales en pro de la salida al mar de Bolivia llenaron el espectro informativo.
Así, el día posterior a la
clausura de la Cumbre, las primeras planas de los periódicos exhibidos en los
kioscos de Santiago no mostraban ni la más mínima alusión al hecho. Era
evidente que para ellos la verdadera cumbre era aquella en la que había
participado Merkel. La otra, la que
Piñera tuvo que organizar a continuación, era obviada de la manera más
descarada. Dicho sea de paso, de 27 países europeos participantes, sólo 5 jefes
de estado y/o gobierno se hicieron presentes en Santiago. Mientras todo ello
ocurría, la cumbre alternativa de organizaciones y movimientos sociales y
políticos en la que participaron cientos de representantes de todo el
continente era acallada y minimizada.
La “emboscada”
que Piñera trató de consumar contra la Celac tuvo su derrotero cuando
previamente organizó la cumbre con la UE y junto a ella la de los empresarios.
Ahí se abogó por “… apoyar la apertura de mercados como la mejor vía
para impulsar el comercio y las inversiones, y rechazar la aplicación de
medidas de naturaleza proteccionista”. Por su parte, el
presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso indicó que “es
fundamental garantizar un marco jurídico transparente y estable que respete las
normas internacionales y evite la arbitrariedad”, de modo que se impida el
proteccionismo y se promueva la liberalización. Se trata de constituir socios
estratégicos, dijo, frente a los desafíos del desarrollo y crecimiento
económico sostenidos. El propio Piñera señaló que la nueva relación requerirá “más
libertad, más innovación, emprendimiento y libertad de comercio y menos
proteccionismo”.
El presidente
chileno dejaba la mesa servida para que se debatiera en torno a ello en la
cumbre de Celac. Sin embargo, una vez más los países con gobiernos autónomos de
los poderes mundiales rechazaron tales intentos. Aunque la declaración
final reitera el “compromiso con evitar el proteccionismo
en todas sus formas” y apoya una “inversión productiva que respete del todo los
aspectos económicos, sociales y ambientales constitutivos del desarrollo
sostenible” hubo resistencias que se expresaron sobre todo en los discursos de
la presidenta argentina Cristina Fernández y de Bolivia Evo Morales. En ese
contexto,
Venezuela se opuso a que se incluyera
una alusión de respeto a las inversiones foráneas, lo que pareció trabar el camino hacia una
declaración final consensuada entre los gobernantes de ambas regiones, hasta
que finalmente los europeos cedieron.
La última
sorpresa que tenía preparada Piñera fue la realización en medio de dos sesiones
de la Cumbre Celac de una reunión similar entre sus pares de la llamada Alianza
del Pacífico, es decir la organización creada por los gobiernos de derecha de
la región, México, Colombia, Perú y Chile instituida para torpedear los
esfuerzos integracionistas de Unasur y Mercosur y para llevar adelante “desde
adentro” las políticas de Estados Unidos y Europa encaminados a impedir un buen
desenvolvimiento a futuro de Celac y buscar la firma de tratados de libre
comercio con ellos.
No es novedoso
que tal fuera la actuación de un líder de la derecha en nuestro continente, ya
Uribe había jugado un rol similar en la Riviera Maya. La Cumbre de Caracas y la
presidencia de Venezuela atenuaron y limitaron dichos arrebatos, Cuba hará lo
mismo y sin duda alguna su eficientísima diplomacia llevará a la Celac tan
lejos como sea posible, luego vendrá otro período difícil en 2014 cuando Costa
Rica asuma la presidencia pro tempore. En ese contexto, sería deseable que Ecuador,
Argentina Bolivia o Nicaragua solicitaran la sede para 2015. Así se logrará
mantener el equilibrio necesario para que la integración entre diferentes que
ha emprendido Nuestra América supere las adversidades y avance hacia estadios
más altos de realización.
No nos atemorizan los
contratiempos, no nos asustan las dificultades. Sabíamos que sería así. El
presidente Raúl Castro lo resumió al asumir la presidencia de la Celac: “Entre
nosotros hay pensamientos distintos e, incluso diferencias, pero la Celac ha
surgido sobre el acervo de doscientos años de lucha por la independencia y se
basa en una profunda comunidad de objetivos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario