El diario “El País” fue fundado en 1976 pocos meses
después del fin de la dictadura de Francisco Franco. Jugó un papel importante
en la transición española hasta transformarse de hecho en el vocero de los
sectores de la socialdemocracia que enfrentaban al fascismo remanente de la
dictadura enquistado en el Partido Popular (PP). Visto en el tiempo, El País ha
estado más vinculado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que al PP, sin
embargo, los antecedentes de algunos de sus fundadores están claramente imbricados
en el franquismo, en particular su fundador y primer director José Luis
Cebrián. Así mismo, ha sido un medio de comunicación de orientación monárquica, lo cual es clara
expresión de su ideología retrógrada y atrasada.
Su talante democrático y su relación con la
socialdemocracia de la época en que fue fundado tuvo, (visto su accionar de los
últimos años) un marcado interés oportunista, vinculado a la necesidad de
insertarse en un mercado editorial que se abría a la democracia después de
décadas de oscurantismo, represión y predominio de las ideas conservadoras.
Su apego a la monarquía lo llevó a asumir una osada
posición durante el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Cebrián se aleja
del franquismo cuando ve que su aureola había fenecido y que los tiempos
apuntaban en otra dirección. Eso llevó a
El País al pináculo de la popularidad y la fama, sus ventas se dispararon
transformándose en actor protagónico de la joven democracia española. Su
alianza con el gobierno socialdemócrata de Felipe González estableció un
vínculo que fue símbolo de la mancomunidad de poderes que sostuvieron durante
muchos años el modelo español de democracia representativa, en este caso bajo
la sombra de la monarquía que tutelaba la tramoya de la “España del primer
mundo”.
La derecha se transformaba en “demócrata” y con ella
el Grupo PRISA cuyo emblema mayor era El País, aunque hoy, ya es también propietario de las radios SER en
España, Caracol Radio en Colombia, Radio Continental en Argentina, entre otros medios de
comunicación. También es dueño de la operadora de televisión paga Sogecable y el grupo editorial Santillana que posee las
editoriales Santillana, Alfaguara, Taurus y Aguilar.
En esos años, América Latina estaba plagada de
dictaduras, y era a la vez un mercado potencial de 300 millones de lectores. La
visión ética comercial del franquista Cebrián lo llevó a buscar un espacio
donde pudiera vender. Así, atrajo a sus
páginas a algunas de las más
prestigiosas plumas del continente, que además tenían una prístina posición de
rechazo a las dictaduras de seguridad nacional paridas y amamantadas por
Estados Unidos y sostenidas ideológicamente por la derecha internacional.
Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Mario Benedetti entre
otros, se contaron entre sus columnistas. En medio de la larga noche
dictatorial, ellos vinieron a iluminar
al naciente periódico que, de esa manera, inició su período de travestismo seudo izquierdista.
El reconocido académico chileno, profesor de la
Universidad Complutense de Madrid Marcos Roitman en su columna del periódico La
Jornada de México, señala, respecto a la incorporación de estos brillantes
intelectuales latinoamericanos a las filas de El País que “El Grupo Prisa contó con ellos para proyectar
una imagen hacia el continente de compromiso con las luchas democráticas en
América Latina. Pronto se diluyó esta visión idílica, a poco se produjo la
criba. A principios de los ochenta había apartado a los colaboradores y
periodistas comprometidos, demócratas radicales y de izquierdas. El periódico
miró a la derecha latinoamericana. Los intereses de Telefónica, Repsol,
Iberdrola, Endesa, Santander, BBVA, se convirtieron en sus aliados. España
buscaba la segunda colonización. El grupo Prisa toma la delantera”
Ante la profundidad de la crisis en que estaba
sumido, en marzo de 2010 el grupo estadounidense Liberty Acquisition
Holdings se convirtió en el accionista principal del Grupo PRISA, al comprar el
57% de las acciones por 660 millones de euros. En ese momento PRISA
tenía una deuda de 4.850 millones de euros. PRISA y El País
habían dejado de ser una empresa española. Sus nuevos propietarios mayoritarios
ahora eran el francés Nicolás Berggruen
y el estadounidense Martin E. Franklin.
El
27 de noviembre de 2010, la Junta de Accionistas de Prisa aprobó a los nuevos
miembros del Consejo de Administración de la empresa. La entrada de los
estadounidenses se refleja en la formación de este órgano como lo señaló en su
momento el periodista Pascual Serrano. Además de los multimillonarios Berggruen y
Franklin, formaron parte del consejo, personajes vinculados a las altas
finanzas, la política, la banca y la publicidad, los que se unieron a los
anteriores consejeros pertenecientes a la cúpula del periódico desde hace
muchos años.
El portal español en internet “La Voz Libre“
informaba que “…la vinculación de Berggruen y Franklin al Partido Demócrata [de
Estados Unidos] es más que evidente. Su ojito derecho, Paul B. Guenther, está afiliado a esa formación y
participó en las campañas electorales de Hillary Clinton y de Joe Biden”. Pero
no sólo eso, en el grupo accionario de El País también figuran importantes
bancos como
el Deustche Bank y el Bank of América.
De manera tal que en El País confluyen una serie de
intereses vinculados a la socialdemocracia, la derecha fascista española, la
banca y la política estadounidense. A partir de ello, no se puede esperar que
actúe de otra forma que la que lo ha venido haciendo desde hace años contra los
gobiernos progresistas de América Latina y en particular contra Venezuela. En abril de 2002 El País calificó la
frustrada intentona subversiva como
"golpe a un caudillo", acusando al Presidente Chávez de autoritarismo y de
eliminar la separación de poderes. Posteriormente y con motivo del referéndum constitucional de 2007 lo acusó de querer celebrar
el referéndum sin las más "mínimas garantías", de controlar el Consejo Nacional Electoral y corromper el censo electoral.
Esta política resultó fortalecida con la llegada de los nuevos
accionistas de cara a las “necesarias” transformaciones del periódico. Uno de
ellos, Franklin había señalado que entre los elementos que les hacía ser optimistas estaba “el crecimiento en el mercado
latinoamericano, donde PRISA está muy consolidada”. Sin embargo, la crisis no
parece haber sido controlada, como lo
atestigua que, sólo a finales del año pasado, 129 trabajadores, entre ellos algunos
periodistas con varias décadas en el medio fueron despedidos sin previo aviso tras romperse
“las negociaciones para formalizar el expediente de regulación
de empleo sin
alcanzar ningún acuerdo”.
La profundidad de la crisis interna ha llevado a El País
a acciones desesperadas. Sólo de esa manera se puede entender la violación de
su propio código de ética y el desapego a las más elementales normas de
verificación de las fuentes con el afán de copar el mercado incluso a costa de
publicar noticias tan infames como la que acompañaba una foto en la que
supuestamente se veía al Presidente Chávez postrado en su lecho de enfermo.
Sólo la crisis, y un visceral odio que obnubila las mentes enrevesadas de
quienes dirigen uno de los estandartes de un sistema que sucumbe en su propia
putrefacción es capaz de tomar la decisión – con conocimiento de causa o no- de publicar tal “información” trátese de quien
se trate, sólo por la necesidad de
mercado y de sobrevivir a las propias leyes que lo encumbraron en su oportunismo
y lo están dejando caer con su patetismo delirante.
El País, nacido del falangismo franquista de ultra
derecha, y que sin escrúpulos se pasó a la socialdemocracia en su pleno apogeo,
hoy no encuentra cabida ni en una ni en otra porque los espacios se van
cerrando para los de su calaña porque como dice el dicho “no hay mal que dure
cien años ni cuerpo que lo resista”
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