En su
desesperada intención de regresar al control del Estado, la derecha neoliberal
y antidemocrática de Venezuela -por instrucciones de la Embajada de Estados
Unidos- ha intentado las más diversas acciones para tratar de cambiar el curso
que el pueblo venezolano comenzó a trazar en 1989 y que concretó con la llegada
del Presidente Chávez al gobierno en 1999.
En
el contexto internacional actual, el tema energético está indisolublemente
ligado a la crisis financiera y económica del capitalismo que azota con fuerza
de huracán las economías de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, la
manifestación de la crisis en otros ámbitos -además del financiero y el
económico- tales como el alimentario, el ecológico, el de la salud, el político
y el ético entre otros hace que esta crisis sea novedosa en los anales de la
historia. En el fondo, lo que ha comenzado a manifestar putrefacción es un
modelo de consumo que se sustenta en la solución individual de las necesidades
de una minoría que ostenta la mayor riqueza del planeta. El sostén de ese
modelo es el consumo indiscriminado de una energía que no tienen y que deben
salir a buscar a aquellas regiones del planeta donde existe en abundancia.
De
ahí, que la energía se haya transformado en el eje sobre el cual gira la vida
política de las naciones y por ello,-también- es que las empresas
transnacionales de energía hayan establecido una alianza infernal con la
industria de armamento como mecanismo de posesión, dominio y control por la
fuerza de las principales fuentes energéticas que necesitan para dar
continuidad a una sociedad de consumo ilimitado.
Venezuela,
es uno de esos países que posee reservas gigantescas de energía (petróleo, gas,
agua y oxígeno), por lo cual su control se ha transformado en un reto para
Estados Unidos. En los últimos años han intentado de todo: golpe de Estado en
2002, sabotaje petrolero en el mismo año, intentos de asesinato del presidente
Chávez para lo cual concentraron grupos Comando de las fuerzas especiales de
Israel en las Antillas Holandesas en 2008, introducción de paramilitares
colombianos en 2004 con el mismo objetivo, intentos secesionistas a través
fuerzas reaccionarias del Estado Zulia en 2008, financiamiento a organizaciones
de la ultra derecha escondidas tras la figura de organizaciones no
gubernamentales, financiamiento de periódicos y medios de comunicación,
intentos de deslegitimar el sistema electoral negándose a participar en las
elecciones parlamentarias de 2005, experimentos de prácticas subversivas para
hacer sabotajes y crear descontento fundado en informaciones falsas y mal
intencionadas, utilización de un ex presidente narcotraficante y paramilitar
colombiano para crear condiciones para una invasión contra nuestro país y un
largo etcétera difícil de recoger en tan pocas líneas.
Ahora,
la Embajada de Estados Unidos y el partido político que la representa en la
política interna: los canales de televisión y un par de periodicuchos que no
podrían existir sin el dinero que reciben mensualmente, han impuesto un
candidato único para participar en los comicios presidenciales del 7 de
octubre. Tanta fuerza y control tienen, que los tradicionales partidos
políticos de la derecha se vieron obligados a aceptar tal imposición, a pesar
que recelan y sienten verdadera repugnancia por el candidato…pero, un cheque
siempre soluciona este tipo de controversias.
El
objetivo es llegar al gobierno e iniciar un proceso de privatizaciones que les
permita, en primer lugar, “capturar” las inmensas reservas energéticas del
país. Se volvieron a equivocar, han elegido a un candidato de dudosa ética
política; portador de una ideología fascista que tiene como adalides a Augusto
Pinochet, Álvaro Uribe y José María Aznar como lo evidencian sus contactos y
asesorías internacionales y de una desvergonzada ignorancia que se manifiesta
como afrenta a la elevada cultura política que ha adquirido el pueblo
venezolano.
En
una de las últimas manifestaciones de agravio al país han hecho alegoría del
accidente ocurrido en la Refinería de Amuay, demostrando total desprecio por el
duelo que los familiares y el país entero vivía en los días posteriores al
incidente. Así mismo, y aunque no es novedoso, han comenzado a arremeter contra
el pueblo venezolano con el discurso de que su gobierno está “regalando el
petróleo a otros países”.
De acuerdo a
una denuncia hecha en 2005 por el Ministro Rafael Ramírez y publicada en la
página digital rebelión.org "Son 14 mil millones de dólares en pérdidas
subsidiando a la economía más poderosa del planeta...”. Así mismo afirmó el
presidente de PDVSA que en las ventas a Estados Unidos a través de Citgo
“perdemos entre 2 y 3 dólares por barril" Se pudiera pensar que esto es
reciente, sin embargo como explica la analista Eleuteria Uhuru, en 1983, PDVSA dio inicio a lo que se denominó “la
internacionalización”. Dice la
especialista
en temas energéticos que “Es en 1983 cuando la directiva de PDVSA, presidida
por Humberto Calderón Berti, quien venía de ser ministro de Energía y Minas
desde 1979, tiene luz verde del gobierno para realizar la primera negociación internacional:
la compra del 50% de la refinería Ruhr por 250 millones de dólares, propiedad
de la Veba Oil, con capacidad de refinar 250 mil barriles diarios de crudo. Esa
compra significó la entrada de PDVSA al negocio grande liga, pero también la
primera gran estafa de la internacionalización” Agrega que “Al perder COPEI las
elecciones de 1983 el gobierno de Jaime Lusinchi colocó a Brígido Natera
(1984-1986) y luego Juan Chacín, primo de Lusinchi (1986-1990) como Presidente
de la estatal. Entre las acciones ejecutadas se incluyó una auditoria a aquella
compra de la mitad de la Ruhr, mostrando los resultados que el valor del activo
adquirido no era 250 millones sino 28 millones de dólares”. Eso si era regalar
el petróleo.
La Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales en su Volumen 8, número 2
de 2002, expone que en ese año PDVSA tenía 19 refinerías en 4 países de Europa, Estados
Unidos y las Antillas Holandesas. El problema es que ninguna de ellas fue
diseñada para procesar el crudo pesado que produce Venezuela como informaron
autoridades petroleras del pasado, sino petróleo mediano o liviano que el país
debe adquirir en otros mercados a un precio superior. Eso explica porque el
Ministro Ramírez dijo posteriormente que “perdemos entre 2 y 3 dólares por barril”.
Hay que agregar a eso, que esas refinerías pagan impuestos y generan empleo en
los países donde están ubicadas, no en Venezuela. Eso si es regalar el
petróleo.
Según
Uruhu, el sempiterno Luis Giusti lo explicaba de la siguiente manera en una
entrevista para el Universal del 27 de agosto de 1998, “Si yo soy socio de la
Citgo y no tengo nada que ver con Venezuela, me importará poco el problema que
tenga Venezuela con la colocación de sus crudos pesados. Simplemente voy a
comprar los crudos más baratos para procesarlos en Citgo”. He ahí la prueba palpable
de como se regalaba el petróleo. En el pasado, el negocio petrolero jamás se
concibió para generar ganancias para el país sino para las empresas
transnacionales que usufructuaban de él, casi sin pagar impuestos.
Hace
unas semanas, visité Nicaragua y El Salvador. Pude conocer los grandes
beneficios que tiene para los sectores más humildes de su población los
convenios firmados en el marco de Petrocaribe y la ALBA. Fui testigo de los
enromes esfuerzos de las autoridades en medio de sus limitaciones por estar al
día en el pago de su factura petrolera. Venezuela no puede violentar los acuerdos
de precios que ha concertado con la OPEP, pero en la realización de una
política integracionista concede facilidades de pago a aquellos países a los
que el mercado capitalista -a través de las instituciones financieras
internacionales y la banca privada- ha negado casi toda posibilidad de
endeudarse so pena de aceptar leoninas condiciones que casi siempre vulneran su
soberanía. Con ello, Venezuela ha establecido vínculos de cooperación y
solidaridad que no vulneran en lo más mínimo los planes y proyectos que se han
diseñado para el bienestar del pueblo venezolano.
En
El Salvador, fui invitado por el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén y el presidente
de Alba Alimentos de El Salvador, José Luis Merino, a un evento donde se daba
inicio a la segunda entrega de créditos a 20 mil pequeños y medianos
productores agrícolas en el municipio de Apastepeque, Departamento de San Vicente
en el oriente del país.
Sánchez
Cerén afirmó que “ALBA Alimentos invertirá 90 millones de dólares para impulsar
la producción de granos básicos a productores nacionales, desde micros a
medianos, hasta cooperativas y empresas del sector”. Apuntó que “el programa,
junto al Plan de Agricultura Familiar del gobierno entrega semillas,
fertilizantes y asistencia técnica a unos 340 mil pequeños productores en la
búsqueda de garantizar la seguridad alimentaria de la nación”. Indicó que
“gracias a los programas de Cuba y Venezuela 16 mil salvadoreños fueron curados
de enfermedades de la vista, y más de mil jóvenes pobres tienen becas para
convertirse en profesionales”. Dos pequeños productores de maíz y frijol,
Teresa de Jesús Herrera de Guazapa en el centro del país y Leonardo Caballero
de Atiquizaya en el occidente, hicieron uso de la palabra para reseñar cuánto
había cambiado su vida y la de sus familiares al tener la posibilidad de
acceder a esos créditos.
Si
la cooperación venezolana ayuda a que se obtengan todos esos logros en un país
hermano haciendo negocios mutuamente ventajosos para ambos pueblos y sin que
haya transnacional alguna que se apropie de la ganancia nos deberíamos sentir
orgullosos de que nuestro gobierno incentive y realice ese tipo de vínculos.
Pero
la mentalidad subordinada y colonial de la derecha venezolana lo concibe como
un “regalo”. Lo más probable es que de haber nacido a comienzos del siglo XIX,
habrían criticado al Libertador y manifestado férrea oposición a la salida del
ejército de Venezuela más allá de sus fronteras para luchar por la independencia
de otros pueblos. Sin duda, habrían afirmado que el Padre de la Patria estaba
“regalando” nuestra sangre.
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