Todas
las elecciones son importantes porque
signan el curso que va a seguir un país en los próximos años. En 2012, habrá
procesos comiciales cuyos resultados influirán más allá de las fronteras del
país de que se trate. Por ello, tendrán también incidencia en la dinámica
internacional y en el rumbo que ésta siga.
En
cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU
(Rusia, Francia, China y Estados Unidos) habrá renovación de su dirigencia. En
dos de ellos, Estados Unidos y Francia, los líderes optarán por seguir
manteniendo sus cargos por un nuevo período.
El
fin de semana recién pasado, se realizaron elecciones presidenciales en Rusia y
parlamentarias en Irán. Ambas son de indudable trascendencia para sus pueblos,
pero determinarán conductas en dos países que están en el centro del quehacer
internacional.
En
Rusia, se ha confirmado el triunfo del primer ministro Vladimir Putin y su
partido Rusia Unida. En los hechos se producirá un trueque entre Putin y el
actual Presidente Dmitri Medvedev, toda vez que el primero anunció que nombrará
al presidente saliente como su jefe de gobierno.
Sin
embargo, aunque ambos líderes son del mismo partido, para efectos
internacionales, el cambio tiene una
importancia estratégica fundamental porque mientras Medvedev buscó un
acercamiento con Europa y Estados Unidos, Putin ha hecho pública su decisión de
fortalecer las relaciones de su país con China, construir un sólido espacio
euroasiático -en el que Rusia por su ubicación jugará el papel de pivote
estratégico-, y vigorizar la Organización
de Cooperación de Shanghai de la que forman parte la República Popular China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán
y a la que han pedido su ingreso
Pakistán e Irán.
En
otro ámbito debemos considerar los resultados de las elecciones parlamentarias
iraníes del pasado viernes 2. Se han impuesto
los candidatos apoyados por el líder supremo del pueblo persa, el ayatolá Alí Jamenei.
En ese marco, lo que ha
triunfado en Irán es el apoyo incondicional a la conducción teocrática que apunta a una mayor firmeza en la
confrontación con Occidente en la controversia respecto de la posesión – no
demostrada- de armamento nuclear por parte de Irán, pero cuyo fin real es
eliminar el obstáculo que significa ese liderazgo para apoderarse de las
grandes reservas energéticas iraníes y despejar el camino en su desplazamiento
hacia el este para lo cual el país persa es un gran valladar en momentos en que
el presidente Obama ha anunciado con gran pompa el inicio del “ siglo asiático
de Estados Unidos”.
Los resultados electorales
muestran que será muy difícil cambiar el curso de la estrategia iraní, sobre todo en materias de
política exterior, energética o militar.
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